United States of America
Entrevista concedida por el embajador de Rusia en EEUU, Anatoli Antónov, al diario Kommersant y publicada el 31 de agosto de 2017
Pregunta: ¿Con qué sentimientos se dirige a Washington? ¿No le intimida la intensa atención por parte de las élites locales y de la prensa de la que gozó su antecesor Serguéi Kisliák? Se llegó incluso a ponerle el nombre del embajador tóxico.
Respuesta: Voy con la intención de trabajar. La principal tarea de un embajador es garantizar y defender los intereses del Estado que representa. Ha de cumplir con su misión, sean cuales sean las condiciones, independientemente de la etapa que está atravesando el diálogo interestatal con el país de su estancia.
Por desgracia, últimamente las relaciones bilaterales se han visto gravemente afectadas a causa de la actuación de la anterior Administración del país que iba destruyendo deliberadamente los fundamentos de la cooperación que se habían ido sentando durante largo tiempo. Como ha mencionado en numerosas ocasiones el presidente de Rusia, Vladimir Putin, no ha sido nuestra opción. Siempre hemos estados interesados en mantener con Washington una interacción constructiva en los asuntos relativos a la agenda bilateral e internacional.
La intención del actual presidente de EEUU, Donald Trump, expresada por él durante la campaña electoral por supuesto obtuvo reacciones positivas por parte de Moscú. Sin embargo, únicamente se puede conseguir la mejora del ambiente y de la calidad de las relaciones bilaterales, si el trabajo conjunto es vertebrado en base a los principios fundamentales de la igualdad, sincero respeto de los intereses de la otra parte y la no intervención en los asuntos internos, sin que haya cabida a los intentos de chantaje ni de imposición de la voluntad de uno.
Pregunta: ¿Por qué, en contra de las expectativas de mucha gente, se falla en establecer diálogo con la nueva Administración?
Respuesta: No es ningún secreto que el diálogo con la actual Administración avanza con cierta dificultad. Por una parte, influye en ello la pesada carga que le fue dejada en herencia por la Administración de Barack Obama. Por otra parte son evidentes los persistentes intentos de ciertas fuerzas pertenecientes a las élites políticas estadounidenses de aprovecharse del tema ruso para su lucha interna, entre otras cosas, lanzando sin parar insinuaciones sobre nuestra supuesta “intervención” en las elecciones del año pasado, además de otro tipo de calumnias.
Ello, por supuesto, dificulta la interacción generando un ambiente de trabajo muy tenso para las misiones diplomáticas rusas en Estados Unidos. No se puede calificar como normal la situación en la que los contactos rutinarios de los dirigentes y el personal de la embajada son servidos en la prensa como espionaje, los diplomáticos rusos, sin haber sido formuladas reclamaciones oficiales, son expulsados masivamente del país y, en contra del derecho internacional nos son expropiadas propiedades diplomáticas.
Otra señal de este ambiente político “excesivamente caliente” en EEUU y de la hiperactividad de los grupos de presión antirrusa fue la Ley cuyo objetivo es aumentar la presión con sanciones contra Rusia. Esta medida afectó gravemente a las relaciones bilaterales y a las posibilidades para una cooperación productiva.
Por nuestra parte, en más de una ocasión hemos manifestado no sucumbir a las emociones, a mostrarnos comedidos y a estar, a pesar de todas las dificultades, abiertos a la búsqueda de fórmulas de compromiso al ritmo aceptado por la Administración estadounidense.
El pasado 28 de julio se le informó a la parte estadounidense de la necesidad de igualar el número de colaboradores de sus misiones diplomáticas en Rusia, incluidos los ciudadanos rusos contratados aquí, con el número de nuestros diplomáticos y personal técnico. Es decir, reducir la cifra de 1.200 a 455. Usando el principio de reciprocidad, suspendimos a partir de 1 de agosto el uso por la Embajada estadounidense de la casa de campo situada en Serebriany Bor y de los almacenes situados en la calle Dorózhnaya.
Provoca pena y desconcierto la decisión tomada por EEUU el pasado 21 de agosto sobre la introducción de limitaciones para tramitación de visados que no tienen como objetivo la inmigración. Una reacción muy precisa y abarcadora a esta medida ofreció el mismo día el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, quien nombró como razón principal del paso en cuestión las dificultades técnicas, con las que se topó el servicio consular estadounidense, muy profesional y bien equipado.
Es hora de parar, no se puede seguir interminablemente el camino de las medidas antirrusas. Las misiones diplomáticas rusas, por su parte, seguirán trabajando con normalidad, cumpliendo con la totalidad de sus obligaciones laborales.
Contamos con que en Washington acabe de prevalecer el sentido común y se imponga el entendimiento de que carece de perspectiva ejercer presión sobre nuestro país. Merece la pena recordar que, dado que Rusia y EEUU poseen potenciales nucleares, asumen responsabilidad especial por la estabilidad y la seguridad globales. Si actuamos de manera conjunta en la arena internacional, el mundo se vuelve más tranquilo y seguro.
Sigue siendo demandada la cooperación bilateral en los temas más importantes de la agenda internacional, incluida la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, el crimen organizado y cibernético.
Ambos países se beneficiarían, creando un modelo de interacción que garantice la predictibilidad, descarte sorpresas desagradables y reduzca al mínimo todos los altibajos, permitiendo tomar medidas anticipadas para evitar tensiones.
En cuanto a nuestra embajada en Washington y en general a las misiones diplomáticas rusas en EEUU, sean cuales sean las condiciones de trabajo, el personal no ha de sentirse intimidado por nada. Seguiremos garantizando de forma paulatina la puesta en práctica de la línea política de Rusia y de los planteamientos de los dirigentes de nuestro país.
Pregunta: Goza de la reputación de un negociador implacable que defiende con determinación los intereses de nuestro país. Tenemos entendido que su candidatura al puesto del embajador de Rusia en EEUU fue aprobada cuando tanto en Moscú como en Washington se creía que al presidente Obama le iba a suceder Hillary Klinton. ¿El hecho de no haber cambiado Rusia su decisión después de la victoria de Donad Trump quiere decir que un diplomático como usted es demandado en cualquier destino?
Respuesta: Bajo la legislación de Rusia, el nombramiento y la revocación del embajador es potestad del presidente del país. Existen procedimientos muy precisos: la pertinente candidatura es propuesta por el ministro de Asuntos Exteriores, se concede un plazo para consultas con los comités sectoriales de ambas cámaras de la Asamblea Federal y la expresión del consentimiento por parte de la parte receptora. En mi caso todas las formalidades fueron cumplidas después de las elecciones en EEUU.
Trabajaré de forma tranquila, profesional y abierta, intentando en cooperación con mis compañeros en Moscú, estabilizar y en el futuro mejorar las relaciones bilaterales. Es importante conseguir que nuestras relaciones gocen de igualdad, pragmatismo, respeto y beneficio mutuos. Intentaré que los estadounidenses se den cuenta de lo siguiente: no somos enemigos, sino que hemos de cooperar en aras de los intereses de Rusia y EEUU.
Pregunta: ¿Sería posible la mejora de las relaciones internacionales, sin que sean levantadas las sanciones impuestas contra Rusia por EEUU?
Respuesta: Los dirigentes de Rusia han comentado esta posibilidad en más de una ocasión. Habría que decir, antes que nada que las medidas limitadoras y unilaterales representan una violación del derecho internacional, afectando además a su promotor. Las restricciones en determinadas esferas nos molestan pero en mayor medida afectan a las exportaciones estadounidenses que se propuso estimular Donald Trump para crear puestos de trabajo.
Dada esta coyuntura desfavorable y las sanciones antirrusas, los volúmenes del intercambio comercial entre Rusia y EEUU se redujeron casi en un tercio, de los 29.000 millones de dólares en 2014 a los 20.000 millones de dólares el año pasado. Y los mayores afectados no fueron los consumidores rusos, sino los exportadores estadounidenses. Rusia incluso salió beneficiada, estimulando la producción nacional y desarrollando las relaciones con otros Estados. Los más damnificados fueron aquellas empresas, a las que las autoridades de su país las obligaron a suspender la realización de proyectos muy prometedores. Exxon Mobil por ejemplo, en la extracción de petróleo en la plataforma continental en el Ártico, perdió unas inversiones que ascendían a los 10.000 millones de dólares.
Es significativo además que las empresas estadounidenses, en contra del deseo de la anterior Administración no quisieran abandonar el mercado ruso.
La delegación enviada por la comunidad empresarial de EEUU incluyó a representantes de 140 empresas y fue la más numerosa del Foro Económico de San Petersburgo en 2017.
Rusia nunca ha solicitado que se sean levantadas las sanciones ni tiene la intención de hacerlo. Sin embargo, es evidente que son muestras de un comportamiento de escasa amistad.
Sea como sea, también es evidente que Rusia y EEUU podrán vertebrar una cooperación realmente eficaz, únicamente tras dejarse de usar en el diálogo herramientas de presión, cuando ya no queda espacio para el chantaje ni para los intentos de imponernos su voluntad. La decisión la tiene que tomar Washington.
Pregunta: Hace algún tiempo la prensa estadounidense discutió el llamado plan de tres etapas del Secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson elaborado para vertebrar las relaciones con Rusia. ¿Qué opina de él?
Respuesta: Los medios estadounidenses se dedicaron a difundir la información sobre la existencia o la elaboración de un documento secreto a finales de junio, en vísperas de la reunión de los presidentes de ambos países en Hamburgo. Supuestamente exigía a Rusia que no diera pasos agresivos que se enfrentaran a los intereses de EEUU, ayudara a arreglar la crisis de Siria teniendo en cuenta las preferencias de Washington, “calmara” a Corea del Norte y garantizara el cumplimiento de los “objetivos políticos compartidos” en la esfera de la estabilidad estratégica.
Creo que aquí no hay nada que merezca ser comentado y evaluado. Los diplomáticos no trabajan con filtraciones ni con especulaciones, sino con datos oficiales, sea oralmente, vía reuniones y negociaciones, sea por escrito, mediante documentos. No hemos recibido ningún plan de tres etapas de normalización de las relaciones con EEUU.
Dicho sea de paso, en marzo le hemos entregado a la parte estadounidense un documento que contenía nuestras ideas sobre los posibles pasos que podrían mejorar el ambiente de las relaciones bilaterales, dados los preparativos para la reunión de los líderes. Hicimos hincapié en aquellos campos donde nuestros intereses claramente coincidían y era posible conseguir resultados concretos en plazos óptimos. Además de la lucha contra el terrorismo, la cooperación ruso-estadounidense es solicitada en la lucha contra otros retos peligrosos, incluido el tráfico de drogas, la proliferación de las armas de destrucción masiva y los crímenes cibernéticos.
Si ambas partes mostraran una actitud constructiva, se podría hacer mucho para arreglar las crisis locales, la palestino-israelí, la de Yemen, Libia, Afganistán y Siria. Al mismo tiempo es importante quitarse de encima todo lo artificial, lo aportado, todo aquello que supone una carga para la interacción, me refiero a los factores irritantes que existen en las relaciones bilaterales.
Hemos abordado estos temas en conversaciones con nuestros interlocutores estadounidenses, pero no es ningún secreto que la nueva Administración no ha acabado de formular su postura en numerosos temas de la agenda internacional. De modo que hemos de tener en cuenta también la delicada situación política dentro del país. En todo caso, lograremos recuperar la trayectoria estable del desarrollo de las relaciones bilaterales, sólo si el diálogo es vertebrado en base a los principios de la paridad y el sincero respeto de los intereses de ambas partes.
Pregunta: Su nombre forma parte de la lista de personas non grata elaborada por Europa y Canadá. ¿Supone ello algún tipo de limitaciones para sus actividades laborales?
Respuesta: A mí esta circunstancia no me causa especial incomodidad. Parto de que en mi nueva calidad no tendré necesidad de viajar a Ottawa o Bruselas, por poner un ejemplo. A pesar de que era viceministro de Defensa de la Federación de Rusia, me fue encomendado dar explicaciones sobre los acontecimientos en Ucrania, en concreto, sobre el accidente del avión perteneciente a las Malaysia Airlines. Todo parece indicar que mis declaraciones dolieron a los países de la UE y a Canadá, que no tardaron en reaccionar de una forma exagerada ni en introducir sanciones contra mí.
No sé si creían que tras ello me asustaría y dejaría de defender la línea política del Estado ruso. Por lo menos, este paso mal calculado demuestra lo mal que se conoce en Occidente a los diplomáticos rusos.
Pregunta: Lleva muchos años dedicándose a las relaciones entre Rusia y EEUU. ¿Cómo podría explicar el hecho de que desde finales de la Guerra Fría las partes en cada cambio de dirigentes intentaron mejorar las relaciones, para acabar decepcionados una y otra vez?
Respuesta: Miles de tesinas se han dedicado a este tema y con toda seguridad de aquí a muchos años los historiadores y los expertos seguirán discutiendo sobre las razones de los altibajos que viven las relaciones bilaterales. Sin embargo, se puede asegurar que Rusia nunca ha buscado la confrontación.
Al pasar hace 25 años la Guerra Fría a formar parte del pasado, mucha gente esperó que el final del mundo bipolar abriría posibilidades de paso a una etapa completamente diferente de la interacción ruso-estadounidense. Rusia por su parte ha actuado en este sentido de forma activa y consecutiva, proponiendo a Washington vertebrar una interacción honesta y paritaria que realmente tuviera en cuenta las prioridades nacionales y evitara la intervención en los asuntos internos.
Por supuesto, el motivo no eran creencias altruistas, sino el entendimiento de que esta cooperación pragmática beneficiaría a ambos pueblos. Su importancia está condicionada por las realidades del mundo multipolar. Hace un cuarto de siglo sólo empezaba a formarse, pero ya era claro que únicamente de manera conjunta se podría superar los retos y amenazas globales.
Entre las élites políticas estadounidenses se impuso la miopía política de los ganadores en la Guerra Fría y el infundado convencimiento de que EEUU había asumido para siempre la hegemonía capaz de decidir a solas en toso los asuntos internacionales.
De manera agresiva y recurriendo a la fuerza, Washington empezó a poner en práctica el indicado concepto. No sólo pasaba por alto los intereses de otros Estados, sino que infringía los principios fundamentales del derecho internacional, postura que en más de una ocasión causó secuelas dramáticas, como ocurrió en Yugoslavia, Iraq y Libia.
En el campo de las relaciones bilaterales, Washington no dejaba de demostrar su incapacidad de percibir a Rusia de igual a igual ni de tener presente nuestra opinión. Le diré más, el refuerzo de nuestra postura en la arena internacional y el promovido por Moscú concepto de un mundo policéntrico empezó a percibirse como un reto muy serio, capaz de hacer tambalearse los postulados sobre la “condición excepcional de EEUU”. Esta actitud empezó a generar tensiones en las relaciones, provocando con cierta periodicidad crisis y fallos.
El “reinicio” iniciado en 2009 por la Administración de Barack Obama no ayudó a cambiar considerablemente la situación. Y eso que hubo señales alentadores, como el Tratado sobre los arsenales estratégicos ofensivos y los éxitos en el arreglo de la situación en torno al programa nuclear iraní.
Sin embargo, Washington no abandonó los intentos de “castigar” a Rusia cuando veía la ocasión. Para ello, en 2012, mucho antes de los acontecimientos ucranianos fue aprobada la odiosa Ley sancionadora, la llamada Ley Magnitski. Se ponían obstáculos a los operadores económicos rusos y se lanzó una verdadera “caza” de nuestros ciudadanos por todo el mundo, como ocurrió en caso de Víctor But.
Tras la crisis en Ucrania, la Casa Blanca fue más lejos, proclamando el rumbo a la “contención sistémica de Rusia”. La mayoría de los canales del diálogo fue congelada, incluidas las actividades de todos los grupos de trabajo de la Comisión presidencial bilateral, se aprobaron sanciones económicas y otras medidas de presión, incluidas las militares. Durante la campaña electoral del año pasado se procedió a fomentar histerismo rusófobo, para ayudar al candidato por el cual se apostaba. Dichos pasos no sólo asestaron un golpe contra la comprensión mutua entre los dos pueblos, sino que afectaron también a todo el sistema de relaciones internacionales.
Pregunta: ¿Qué es, a su modo de ver, EEUU para Rusia, un amigo cuyo afecto se busca, un socio difícil de tratar o un rival?
Respuesta: Elegir una de las respuestas ofrecidas sería etiquetar, algo que no se suele hacer en la diplomacia. Las relaciones ruso-estadounidenses se topan con evidentes problemas y unos muy graves. Sin embargo, existen amplias potencialidades para la cooperación bilateral en las más variadas esferas. Nos gustaría encontrarles aplicación práctica y conseguir junto con EEUU importantes resultados, avanzar en el establecimiento de un diálogo normal y en la búsqueda de respuestas colectivas a retos y amenazas comunes. Para ello habría que interaccionar en base a los principios fundamentales de la paridad, el sincero respeto de los intereses del otro y la no intervención en los asuntos internos.
Pregunta: Rusia en estos momentos tiene una imagen muy negativa en EEUU. Los estadounidenses están convencidos de que los servicios secretos rusos han intervenido en la campaña electoral celebrada en el país, de que Rusia apoya al “sangriento dictador sirio” Bashar al-Assad y quiere que Donbas se separe de Rusia. ¿Cree que sería posible conseguir que la imagen de Rusia en EEUU mejore, dadas las circunstancias?
Respuesta: Por supuesto, habría que tener en cuenta que últimamente es EEUU es provocado el histerismo antirruso. Se les intenta persuadir a los habitantes de EEUU de que Rusia es un país enemigo, fuente de todos los males. Se les asusta con los piratas informáticos y espías rusos y se popularizan calumnias variadas sobre nuestro país. Ello afecta a la interacción ruso-estadounidense en diversos campos. Sin embargo, estoy convencido que las mayoría de los habitantes de EEUU han desarrollado defensas contra una propaganda tan descarada y aprecian de manera adecuada los intentos de imponerles estereotipos y miedos con respecto a Rusia que no tienen nada que ver con la realidad.
Por supuesto, en la medida de lo posible intentaremos difundir información fidedigna sobre nuestro país y su política exterior. Tienen gran importancia en este sentido los vínculos culturales y humanitarios, así como los contactos sociales que ayudan a reforzar la comprensión mutua y confianza entre los dos pueblos. Dicha esfera es la que menos sucumbe ante los altibajos de la coyuntura política y, sin lugar a dudas, ha de beneficiar las relaciones bilaterales.
Uno de los temas que nos une es la Historia. Por ejemplo, se celebra este año una serie de aniversarios: los 210 años desde el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre Rusia y EEUU (diciembre de 2017), los 200 años desde la llagada de la escuadra rusa al archipiélago de Hawái, los 150 años desde la firma del acuerdo sobre Alaska, los 80 años desde el legendario vuelo Moscú – Vancouver (estado de Washington) realizado por la tripulación de Valeri Chkálov.
Recientemente se ha creado el grupo de trabajo interministerial para la protección del patrimonio histórico y cultural ruso situado en el territorio estadounidense. Está integrado, además de por empleados de los pertinentes ministerios, por representantes de casi todos los organismos sectoriales. Con el apoyo de dicho de grupo de trabajo se ha celebrado los días 28-30 de mayo en las localidades rusas de Pskov e Izborsk la primera ronda del Foro bilateral de círculos políticos, sociales y empresariales “Diálogo Fort Ross” y las celebraciones dedicadas al aniversario del vuelo transpolar realizado por Valeri Chkálov (Fort Vancouver, Washington, 24 de junio de 2017).
El grupo de trabajo centrará su atención en toda una serie de prometedoras iniciativas lanzadas en diferentes segmentos de la esfera cultural. Están entre ellas la búsqueda y la digitalización de materiales de archivo sobre la participación rusa en la exploración del continente norteamericano, el desarrollo de las exposiciones dedicadas a la “América rusa”, la preservación de los valores procedentes de las colecciones particulares de los famosos representantes de la cultura rusa, el pintor Nikolái Rérikh, el poeta Vladimir Mayakovski, el compositor Serguéi Rajmáninov e importantes figuras de la emigración. Por supuesto, dichos proyectos son puestos en práctica en estrecha cooperación con los socios estadounidenses interesados y con nuestros compatriotas que muestran un gran interés por el patrimonio común ruso-estadounidense.
Pregunta: ¿Tiene la parte rusa alguna idea concreta sobre cómo normalizar las relaciones con EEUU?
Respuesta: En general, estamos interesados en que las relaciones vuelvan a la normalidad. Rusia y EEUU son dos grandes potencias, miembros permanentes del CS de la ONU. Tenemos presente también el papel de Estados Unidos en el comercio internacional, su importante potencial productivo. Estamos obligados a aprovechar al máximo las ventajas de una interacción constructiva que vele por los intereses de Rusia, EEUU y la seguridad internacional.
Es importante que nuestros interlocutores estadounidenses se den cuenta de la falta de perspectiva de la actual confrontación con Rusia.
En este proceso no habrá ganadores, únicamente reforzando las potencialidades de la cooperación bilateral puede alcanzar uno resultados positivos en las relaciones ruso-estadounidenses. Ya hoy se podría pensar en establecer interacción rutinaria entre el Consejo de Seguridad de la federación de Rusia y el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, entre otras cosas, para abordar los asuntos relacionados con la lucha contra el terrorismo, las amenazas en el espacio cibernético y la estabilidad estratégica.
Además de las reuniones periódicas del ministro Lavrov y Secretario de Estado Tillerson sería productivo establecer contactos de trabajo entre el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigu, y el Secretario de Defensa de EEUU, general James Mattis. Ha llegado el momento de reanudar las prácticas de reuniones conjuntas de los ministros de Exteriores y de Defensa de los dos países.
Dada la lucha contra el terrorismo que se lleva en estos momentos son más necesarios que nunca las reuniones de los jefes de los servicios secretos de Rusia, Servicio Federal de Seguridad y el Servicio de Inteligencia, y de EEUU, el FBI y la CIA. En realidad, los canales de interacción son muchos y cuanto más cooperamos, más proximidad hay entre nuestros países y más reforzada se ve la seguridad internacional. Estoy convencido que ello corresponde plenamente con los intereses de ambos pueblos. No hay tiempo que perder, ha llegado el momento de echar una ojeada en torno a nosotros y dejar de centrarnos en amenazas ficticias, para prestar atención a la solución de los problemas de seguridad de los dos países, el más grave de los cuales es el terrorismo internacional.