Intervención del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en la tercera ronda ministerial del diálogo estratégico de Rusia-Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico (CCEAG), ciudad de Kuwait, 19 de febrero de 2014
Estimado señor Presidente:
Estimados colegas y amigos:
Es para mí un gran honor tener la oportunidad de volver a estar invitado en Kuwait para reunirme con los socios de los Estados del Golfo Pérsico.
En primer lugar, me gustaría expresar mi gratitud a Su Majestad el Emir y al gobierno del Estado de Kuwait por la excelente organización de este acto y su tradicional hospitalidad.
Consolidar la cooperación con la región del Golfo es una de las prioridades de la diplomacia rusa. Hace tres años, en Abu Dhabi, juntos pusimos en marcha el diálogo estratégico de Rusia-Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico, un formato que permite el intercambio de opiniones sobre los temas clave de la escena mundial y regional totalmente justificado. El encuentro de hoy está llamado a dar un nuevo impulso y seguir reforzando la interacción política y empresarial entre nuestros Estados.
Durante el pasado año, nuestras relaciones siguieron desarrollándose en muchas vertientes. Intercambiamos pareceres y tratamos de coordinar nuestros enfoques en política exterior en diferentes niveles. Hace apenas unos meses se celebraron contactos multilaterales al más alto nivel. El Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, mantuvo conversaciones telefónicas con el rey de Arabia Saudita, Abdalá al-Saud. El 30 de junio y el 3 de diciembre del año pasado, dentro del marco de las visitas a la Federación de Rusia del representante especial del rey de Arabia Saudita, el Secretario General del Consejo de Seguridad Nacional y director del Servicio General de Inteligencia del reino de Arabia Saudita, el príncipe Bandar bin Sultan, fue recibido por Vladímir Putin. En septiembre del año pasado, el Presidente de Rusia se reunió con el Príncipe Heredero de Abu Dhabi, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de los Emiratos Árabes Unidos, Khalifa bin Zayed al Nahyan. Muy recientemente, en Sochi, en la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos, el Presidente de la Federación de Rusia y el Emir de Qatar, el Jeque Tamim Al Thani, mantuvieron una interesante reunión. Asimismo, guardo un grato recuerdo del placer y el honor que supuso para mí recibir en el mes de octubre del pasado año en Moscú al Viceprimer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores del Estado de Kuwait, mi amigo el Jeque Sabah Khaled Al-Hamad Al-Sabah.
Tenemos interés en acercar y coordinar nuestros respectivos enfoques sobre las situaciones de crisis que están teniendo lugar en Oriente Medio. Me estoy refiriendo sobre todo a la situación que existe desplegada en Siria y en torno a ella. No me cabe la menor duda de que Rusia y los Estados del Golfo están sinceramente unidos en el deseo de ver Siria como un país en paz, renovado y próspero, en el que los representantes de todos los grupos étnicos y religiosos gocen de los mismos derechos y libertades ciudadanas, al tiempo que se construye un Estado moderno y una economía eficaz. Debe acabar cuanto antes el derramamiento de sangre y cualquier tipo de violencia en la tierra siria. Hay que poner fin al sufrimiento de cientos de miles de personas desplazadas en el interior del país y refugiadas, y al padecimiento de un enorme número de familias.
Con este noble objetivo, nosotros, junto con todos los países del Consejo de Cooperación inauguramos en Montreux, el 22 de enero, la Conferencia Internacional sobre Siria. Han tenido lugar dos rondas de negociaciones llenas de dificultades entre el gobierno de Siria y la oposición. Hacemos un llamamiento a todo el que tenga la posibilidad y la autoridad de influir en las partes en conflicto para que se mantenga el diálogo directo en Ginebra. Es necesario evitar que el curso de los acontecimientos dé un giro hacia una confrontación armada y conseguir que vaya por senda del proceso político sin ningún tipo de condición previa. Estamos convencidos de que la historia y el pueblo sirio se sublevará contra los que provocaron el mal y la violencia, pero no se olvidarán de los que les condujeron hasta la reconciliación nacional. Lo más importante ahora es salvar muchas vidas humanas, salvar Siria. Rusia no escatima esfuerzos en tener un intenso contacto con Damasco y con todos los grupos de la oposición. En este momento estamos trabajando en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en una resolución que está llamada a enviar una poderosa señal a todos a los implicados, y que tiene que ver con la adopción de medidas urgentes para aliviar la dura situación humanitaria. Si nadie en el Consejo de Seguridad politiza este tema y trata de promover enfoques unilaterales, estoy seguro de que podremos ponernos de acuerdo en los próximos días.
Nos parece que es enormemente peligroso seguir adelante con la militarización del conflicto de Siria. Continúa el suministro ilegal de armas a este país. De vez en cuando, se nos dirigen llamamientos para que interrumpamos la cooperación técnico militar con Siria. Me gustaría recordar que, desde el principio, su fin era fortalecer la capacidad de defensa de Siria de cara a una posible amenaza exterior, no para apoyar al régimen de Bashar al Asad ni a nadie. Y, desde luego, dicha cooperación no contraviene ningún compromiso internacional.
Nos intranquiliza sobre todo la inestabilidad que sigue habiendo en Siria, convertida en un foco de atracción para radicales de cualquier signo, que se sitúan ellos mismos fuera de las leyes de la comunidad internacional. Hemos de levantar juntos una sólida barrera a los terroristas. Observamos el riesgo de que se extienda esta amenaza fuera de los límites de Siria; impregna ya Irak y Líbano, donde hoy mismo, muy cerca de la embajada del Estado de Kuwait en Beirut se ha producido un nuevo acto terrorista. Reiteramos nuestra solidaridad con todos los que se encuentran bajo el punto de mira del terrorismo. Los líderes del G-8, en la cumbre de junio del año pasado en el Irlanda del Norte hicieron un llamamiento de forma unánime al gobierno y a la oposición de Siria para que unieran sus esfuerzos a fin de arrancar de raíz el terrorismo de la tierra siria. Tenemos interés en seguir ampliando nuestra interacción con otros países, también todos los que están aquí presentes hoy, así como con otros actores internacionales y regionales, a fin de superar la crisis de Siria con arreglo al pleno cumplimiento del Comunicado de Ginebra. Estamos seguros de que no hay otro camino alternativo a éste, tanto para el país como para la región de Oriente Medio en general.
A pesar de las divergencias en nuestros puntos de vista sobre aspectos aislados de la situación de Siria (no las vamos a ocultar y hemos hablado de ellas con franqueza), nos une un planteamiento parecido o idéntico sobre un amplio conjunto de problemas de la agenda regional e internacional. Entre ellos, la regularización de Oriente Medio, la garantía de la seguridad en la región, el fomento del diálogo de civilizaciones, así como la lucha contra el terrorismo, el extremismo, la piratería y el narcotráfico. Según tengo entendido, después tendremos la posibilidad de hablar de forma más pormenorizada sobre la situación palestino-israelí y sobre el programa nuclear iraní.
Estamos dispuestos a ocuparnos, junto con los socios árabes, de la modernización de la concepción rusa sobre la garantía de seguridad en la zona del Golfo Pérsico. Fue propuesta hace demasiado tiempo y, desde entonces, el mundo árabe ha experimentado cambios. Es posible que se vuelva a esta cuestión. No tendríamos ningún problema en organizar un encuentro internacional con la participación de los Estados miembros del CCEAG, Irán, los cinco miembros permanentes del CS ONU y otras partes interesadas. Como medida práctica se podría pensar en los preparativos de esta conferencia y celebrar una reunión de expertos con los representantes de círculos académicos y diplomáticos.
Corroboramos nuestra firme determinación a que se celebre una conferencia sobre la creación en Oriente Medio de una zona libre de armas nucleares y otros tipos de armas de destrucción masiva y sus medios vectores.
Señalamos con satisfacción el éxito del comienzo el 20 de enero de la implementación de las primeras medidas dentro del contexto de los acuerdos de Ginebra del grupo "5+1" e Irán. El acuerdo alcanzado establece una sólida base para regularizar de forma definitiva e integral todas las cuestiones relacionadas con el programa nuclear iraní. El siguiente encuentro que comenzó ayer en Viena tiene como objetivo acordar los aspectos del paquete de medidas definitivas y su implementación, con lo que esperamos que este problema quede zanjado. Es crucial mantener y seguir desarrollando la experiencia de Ginebra del trabajo conjunto. Partimos de la base de que lo principal es impedir que se destruya el régimen de no-proliferación de armas nucleares o que surja la amenaza de nuevos Estados con armas nucleares. En función de ello, vamos a intentar llegar a una solución en la que se tomen plenamente en cuenta los intereses de seguridad de todos los países de esta región.
Estamos muy interesados en colaborar activamente para desarrollar la cooperación económica-comercial, técnico-militar e inversora entre Rusia y los países del CCEAG. Se puede dirigir dicho esfuerzo hacia diferentes áreas, como por ejemplo la interacción en el sector del gas y el petróleo y la creación en los Estados del Golfo de centrales nucleares de acuerdo con las normas de alta seguridad, incluyendo también el desarrollo de otras ramas de la alta tecnología, en particular, la utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos. Hay buenas oportunidades para atraer el capital de los países del CCEAG hacia Rusia, por ejemplo en el campo de la creación de tecnología punta en medicina, el desarrollo de sistemas de telecomunicaciones y espaciales, una mayor eficiencia energética y mejoras en las infraestructuras.
La profundización de nuestra relación con la Organización para la Cooperación Islámica continúa su curso constante y constituye además una parte importante del diálogo con CCEAG. Tenemos el ánimo de favorecer el intercambio de opiniones con el fin de continuar reforzando el diálogo entre religiones, culturas y civilizaciones. Los progresos en esta dirección darían cabida a aprovechar la experiencia única de Rusia, modelada a través de los siglos, de una coexistencia pacífica, fructífera y enriquecedora de diferentes confesiones religiosas, entre las que se incluyen la ortodoxa y el Islam.
En términos globales, contamos con los mecanismos indispensables para resolver con éxito las tareas que tenemos por delante, seguir adelante con una asociación mutuamente beneficiosa y ponerla en práctica de forma sistemática. Se ha demostrado la utilidad de la celebración de consultas políticas entre los altos cargos de Rusia y los países miembros del diálogo estratégico. Confiamos en que continúen las reuniones de trabajo en torno a los problemas actuales de la agenda internacional y regional.
Estamos seguros de que los vínculos en múltiples planos y cada vez mayores entre la Federación de Rusia y los Estados del CCEAG seguirán desarrollándose con éxito para beneficio de nuestras naciones y en favor de la configuración de una arquitectura de las relaciones internacionales equitativa, equilibrada y estable. Nuestras relaciones son un factor primordial para garantizar la estabilidad en la zona del Golfo Pérsico y la región de Oriente Próximo y Oriente Medio.
Básicamente, la tendencia en el escenario mundial está determinada. Se traduce en una configuración objetiva de un nuevo orden mundial policéntrico. Tenemos interés en que uno de los pilares de dicho orden mundial sea el mundo árabe. No me cabe duda de que responde a sus intereses y a los intereses de la estabilización del sistema internacional.