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Crisis de Ucrania

406-03-03-2023

COMUNICADO DE PRENSA

 

Ayer, el 2 de marzo, grupos subversivos ucranianos cometieron un indignante acto terrorista en dos pueblos fronterizos de la región rusa de Bryansk. Los terroristas penetraron en el territorio ruso, mataron a dos civiles e hirieron gravemente a un niño de 11 años. Lo condenamos enérgicamente.

Las autoridades ucranianas han admitido en repetidas ocasiones que todas sus acciones se llevaron a cabo con la aprobación y el apoyo de Estados Unidos y otros países de la OTAN. Los asesinatos de la región de Bryansk fueron cometidos con armas de la OTAN. A este respecto, se plantea la cuestión lógica de calificar a estos Estados de cómplices de tales crímenes y patrocinadores del terrorismo.

Hemos sacado las conclusiones oportunas de lo sucedido. Las autoridades de investigación rusas han iniciado una investigación. Este crimen no quedará impune.

El 26 de febrero se cumplieron 9 años del inicio de la "Primavera de Crimea", que culminó con el referéndum y la posterior devolución de la península a Rusia.

El punto de partida de aquellos acontecimientos históricos fue un golpe de Estado armado anticonstitucional en Kiev orquestado por Occidente. Fue impulsado por nacionalistas radicales, que no ocultaban sus agresivas aspiraciones antirrusas. Una vez en el poder, comenzaron a imponer su propio orden e ideología. Todos los que discrepaban eran sometidos a severos castigos. Así, en la noche del 21 de febrero de 2014, extremistas del Pravy Sektor atacaron cerca de Korsún-Shevchénkovski, en la región de Cherkasy, autobuses que transportaban a 300 participantes anti-Maidán que regresaban de Kiev a Crimea. Golpearon brutalmente a las personas, las rociaron con gasolina y las amenazaron con quemarlas vivas. Ya entonces estaba claro lo que le esperaba a la península y a sus habitantes.

Por supuesto, los crimeos no quisieron aguantar a los radicales nacionalistas rampantes y se pronunciaron contra las nuevas autoridades. El 26 de febrero de 2014, los líderes del Congreso del Pueblo Tártaro de Crimea, llamado Mejlis tártaro, que apoyaban a los golpistas de Kiev, reunieron a una multitud agresiva en Simferópol e intentaron tomar la sede del Consejo Supremo de Crimea. El gobierno del Maidán envió "trenes de la amistad" con combatientes de organizaciones nacionalistas para ayudar a los extremistas con el fin, como dijo el líder del Pravy Sektor, Dmitri Yárosh, de ahogar Crimea en sangre rusa. Sin embargo, los "trenes" no llegaron a Crimea, y los radicales temieron descender a suelo crimeo.

La escalada de tensiones de consecuencias imprevisibles se evitó gracias a los propios habitantes de la península, que se levantaron para defender su hogar, y a los militares rusos de las unidades de la Flota rusa del Mar Negro legalmente estacionadas en Crimea, que acudieron en su ayuda.

En un referéndum celebrado el 16 de marzo de 2014, los crimeos votaron casi unánimemente a favor de devolver la península a su puerto natal. La cuestión de la propiedad rusa de la península quedó resuelta de una vez por todas.

Hoy, el régimen de Kiev sigue planeando la toma militar de Crimea y ataques contra ella, sin la menor preocupación por la vida de los civiles rusos. El otro día, en un acto del Centro Carnegie, la vicesecretaria estadounidense Victoria Nuland calificó las instalaciones militares de la Crimea rusa de "objetivos legítimos" para Ucrania. Parece que Washington espera ganar puntos extra en la "campaña de Crimea" para las próximas elecciones.

En medio de las agresivas declaraciones de los dirigentes ucranianos sobre Crimea, los medios de comunicación informaron de que las autoridades de Kiev están considerando poner a los ciudadanos rusos y bielorrusos en Ucrania ante una disyuntiva: luchar como parte de las Fuerzas Armadas ucranianas o ser deportados. Obviamente, esta cuestión tenía que plantearse tarde o temprano. Creemos que los rusos y bielorrusos sobrios en Ucrania también lo comprendieron. Estamos dispuestos a acoger aquí en Rusia a todas las víctimas del régimen de Kiev.

El 26 de febrero se publicaron nuevas listas de sanciones ucranianas a ciudadanos y organizaciones rusas. Incluyen al empresario Yevgueni Prigozhin, sus familiares y empresas relacionadas, así como varias organizaciones benéficas y públicas rusas, atletas y funcionarios deportivos, y comisarios para los derechos de los niños. Al parecer, Kiev compite con Estados Unidos y otros países occidentales para ver quién incluye a más rusos en esas listas. Curiosamente, el régimen de Kiev impone cada vez más medidas restrictivas durante 50 años, lo que parece reflejar su valoración de la duración del conflicto.

Los representantes del régimen de Kiev celebraron el aniversario del lanzamiento de la operación militar especial con otra tanda de declaraciones rusófobas. El primer ministro, Denís Shmygal, declaró en una entrevista al diario alemán Focus que Ucrania no podrá reconciliarse con Rusia en los próximos 100 años. El ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Dmitri Kuleba, calificó la presencia de Rusia en el Consejo de Seguridad como el mayor "fraude diplomático del siglo XX". Mientras tanto, Zelenski sigue promoviendo su llamada "fórmula de paz", que en realidad no tiene por objeto establecer la paz, sino montar una coalición antirrusa.

Washington y sus aliados de la OTAN siguen persiguiendo sistemáticamente sus planes geopolíticos de destruir a Rusia, para lo cual bombean cada vez más armas a Ucrania, entrenan al ejército ucraniano y ayudan a sus pupilos de Kiev a identificar objetivos y direcciones de ataque.

En el aniversario del inicio de la operación militar especial, las autoridades estadounidenses anunciaron otro paquete de ayuda militar de 2.000 millones de dólares, que incluirá varios tipos de vehículos aéreos no tripulados, entre ellos el dron kamikaze Switchblade 600 mejorado, el sistema de aviación CyberLux K8, la munición para sistemas de lanzamisiles múltiple HIMARS, cohetes de guía láser, los proyectiles de 155 mm, los equipos de desminado y los de defensa electrónica. Washington no oculta que estos equipos se solicitarán especialmente a los fabricantes, lo que significa que el proceso de fortalecimiento de las Fuerzas Armadas ucranianas está diseñado a largo plazo. Así lo confirma también la disposición a seguir entrenando a los militares ucranianos en Estados Unidos y otros países de la OTAN "mientras sea necesario".

Al suministrar armas de alta tecnología a Ucrania, Estados Unidos y otros países de la OTAN la están convirtiendo en un laboratorio personal y en un campo de pruebas para sus desarrollos.

Cabe mencionar la reciente decisión de Washington de endurecer el sistema de control de las entregas de armas estadounidenses en el extranjero, según el cual no deben utilizarse para cometer actos de genocidio, crímenes contra la humanidad o violaciones del derecho internacional humanitario. Sin embargo, si dichas armas se utilizan en interés de Estados Unidos en Ucrania, Washington hace la vista gorda. En la zona de la operación militar especial, las formaciones armadas ucranianas están golpeando a civiles con armas estadounidenses, utilizándolos como escudos humanos, y fusilando a prisioneros con ellas.

Durante todos estos años, el Occidente colectivo, que ha cultivado el régimen neonazi de Kiev, lo ha convertido en una herramienta obediente, con la que intenta en vano infligir una derrota estratégica a Rusia. Hoy en día, los países occidentales exigen a Kiev que continúe con sus ofensivas y la ocupación de nuevas regiones rusas, a pesar de que comprenden que tales planes están condenados al fracaso. No les importa que el precio de esa política sea la vida de miles de inocentes.

Está claro que la operación militar especial continuará hasta que se hayan completado las tareas de desnazificación y desmilitarización de Ucrania y la eliminación de las amenazas a la seguridad que emanan de su territorio.

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