República Popular da China
Alocución del Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, en la sesión plenaria de la conferencia ministerial de países vecinos de Afganistán (Rusia, China, Irán, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán, Uzbekistán), Tunxi, 31 de marzo de 2022
Estimado señor Presidente,
Estimados colegas, amigos,
Ante todo, quisiera agradecer a nuestros anfitriones chinos la organización de otra conferencia ministerial de países vecinos de Afganistán y de los eventos a celebrarse en los márgenes de esta conferencia. Consideramos de sumamente oportuna esta iniciativa. La confrontación de las posturas en relación con la situación en Afganistán reviste mucha importancia para diseñar a nivel de toda la región las actitudes hacia la reconstrucción postconflicto del país.
Podemos hacer constar que, pese a escasez de la experiencia de gestión, a las restricciones económico-financieras y a las presiones político-diplomáticas por parte de EEUU y sus aliados, las nuevas autoridades de Afganistán se las arreglan para “mantener a flote” el Estado. Están a la vista determinados resultados positivos en la lucha antiterrorista. Se emprenden esfuerzos en materia de defensa de los derechos humanos.
Kabul fomenta enérgicamente los vínculos diplomáticos y económicos. Los cargos oficiales de los talibán con regularidad sostienen encuentros bilaterales y multilaterales con los socios extranjeros en Moscú, Teherán, Doha, Oslo, Antalya y otras ciudades. Hoy, en esta lista ha sido inscrita la ciudad de Tunxi. Hacemos constar un paulatino establecimiento de la cooperación económico-comercial ante todo con los países del área cuyos círculos empresariales muestra interés hacia Afganistán. Todos estos contactos, sin lugar a dudas, contribuyen al reconocimiento internacional de las nuevas autoridades afganas. En esta relación, quisiera recordar que el primer diplomático afgano destinado por las nuevas autoridades quien el mes pasado arribó a Moscú, recibió la acreditación en el MAE de Rusia.
A nuestro modo de ver, el principal obstáculo para el reconocimiento oficial del nuevo Gobierno en Kabul es su insuficiente representatividad. Me refiero a la ausencia en los órganos de poder de personas que representen los intereses no sólo de diversos grupos étnicos del país, sino también de las minorías étnicas y confesionales, así como de las fuerzas políticas. En caso de que estas condiciones se observen, el papel determinante en el tema de reconocimiento oficial del Movimiento Talibán le debe corresponder a la ONU.
La ONU ha de ser la coordinadora principal a la hora de resolver todo el entramado de problemas relacionados con la reconstrucción postconflicto de Afganistán. Este tema se trató, en particular, durante la última reunión del formato de Moscú en octubre de 2021. Participaron en la misma todos los países presentes aquí y una delegación de los talibán. En el documento final todos nosotros invitamos a convocar lo más pronto bajo los auspicios de la ONU una representativa conferencia internacional de los países donantes. Solo después de transcurrido casi medio año, la ONU, con el apoyo de Estados no pertenecientes a esta región tales como Qatar, Alemania y Gran Bretaña se hizo eco de esta invitación y anunció la convocatoria de una conferencia de alto nivel para la asistencia humanitaria a Afganistán. Hablando francamente, ha provocado nuestra extrañeza la falta de la coordinación entre los organizadores y participantes a la hora de preparar la celebración de este foro. Recibimos la pertinente invitación menos de dos semanas antes de su celebración. Y por una extraña casualidad, la fecha de la celebración coincidió con nuestro evento de hoy. Se impone la conclusión de que los colegas occidentales buscan aprovechar la bandera de la ONU, la Secretaría de la ONU para generar una artificial competencia en los esfuerzos internacionales y regionales en relación con Afganistán. Consideramos semejante proceder de contraproducente y exhortamos a los colegas de la ONU a asumir una actitud más responsable hacia sus funciones.
El pasado 17 de marzo, el CS de la ONU aprobó la Resolución 2626 sobre la prórroga del mandato de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán. Rusia participó activamente en la redacción de este documento. Pero nos vimos obligados a abstenernos de la votación debido a la categórica negativa de los miembros occidentales de la CS a incluir en el texto la mención directo de las autoridades talibán de facto. Estamos convencidos de que este tema debe conciliarse con las nuevas autoridades de Afganistán. Sin embargo, nuestras insistentes propuestas fueron desoídas, aunque el apoyo de cualquier misión por el Estado anfitrión es un imperativo absoluto a la hora de decidirse el envío de todas las misiones de paz y misiones políticas especiales de las Naciones Unidas.
Consideramos indispensable intensificar nuestra labor conjunta con los dirigentes de la ONU y su misión afgana para que los intereses de los vecinos y otros socios regionales de Afganistán se tomen plenamente en consideración en el contexto de la reconstrucción de este país.
Estimados colegas,
Pese al cese, en general, de las hostilidades y una reducción considerable de las víctimas entre los civiles, la situación con la seguridad en el país dista leguas de ser estable. Un serio factor de tirantez sigue siendo la actividad de las organizaciones terroristas internacionales como el Estado Islámico, Al Qaeda, Jamaat Ansarrulah, el Movimiento Islámico de Uzbekistán, el Movimiento Islámico de Turkestán del Este y otros. Tensiones adicionales son generadas por los guerrilleros de Panjšēr del Frente de Resistencia Nacional.
Suscitan especial preocupación los planes del Estado Islámico y sus adeptos de desestabilizar los Estados centroasiáticos y exportar la inestabilidad a Rusia. Un síntoma alarmante es el aumento numérico de los destacamentos de Jamaat Ansarrulah y del Movimiento Islámico de Uzbekistán en la zona de las fronteras afgano-tayika y afgano-uzbeka.
Como ya hemos declarado, consideramos inadmisible el despliegue de cualquier infraestructura militar de EEUU y la OTAN o de su personal afgano en el territorio de los países vecinos, ante todo, en Asia Central. Tales ideas contradicen a los intereses de seguridad de nuestros Estados y a los compromisos que provienen de los documentos estatuarios de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva. Instamos manifestar cautela al examinar las solicitudes respecto al alojamiento de los refugiados afganos en el territorio de los países vecinos y analizar rigurosamente las posibles consecuencias negativas que conllevan altos riesgos para el respectivo país y la seguridad regional, en general. Hasta si tales solicitudes se presentan bajo lemas humanitarios nobles, sería necesario incrementar la vigilancia.
El problema del tráfico ilícito de drogas sigue siendo agudo. Según varias estimaciones, los ingresos del narcotráfico constituyen del 6 al 11 por ciento del PIB de Afganistán. Al término del año pasado, se registró un crecimiento del rendimiento de los cultivos de drogas y los volúmenes de la producción de drogas. Como se sabe, las autoridades talibán, a pesar de las medidas mencionadas por nuestro Presidente, no prohíben a los agricultores locales plantar adormideras, debido a una grave situación económica. Los propios representantes de alto rango del Movimiento Talibán tocan alarma debido al crecimiento del número de drogadictos hasta unos 5 millones de personas, inclusive 1 millón de mujeres y niños, según se estima. Instan a la comunidad internacional prestar apoyo a Afganistán para que empiece a plantar cultivos alternativos. Estamos convencidos de que los enfoques hacia la solución del problema de drogas afgano deben ser integrales y combinar las medidas de orden público con el desarrollo del sector agrícola y del sistema de salud nacional.
Estimados colegas,
Después de los 20 años de la presencia militar de la OTAN que se acompañó con un ensayo fracasado de imponer las recetas y valores ajenos para el pueblo afgano, el Occidente colectivo es directamente responsable por la situación humanitaria actual y el estado deplorable de la economía afgana. Así las cosas, debe asumir los principales gastos para superar la crisis y estabilizar la situación.
Mientras, como hemos observado en reiteradas ocasiones, Washington intenta huir de la responsabilidad por los destinos de los ciudadanos y refugiados afganos, inclusive los que sirvió a los estadounidenses y ahora se estancó en los países de tránsito yendo a EEUU. Parece que Washington no tiene nada en contra de dejar a estas personas en la región para siempre.
El decreto del Presidente Joe Biden de bloquear una mitad de las cuentas del Banco Central afgano bajo el pretexto de la necesidad de pagar compensaciones en respuesta a las demandas de los familiares de las víctimas de los ataques terroristas perpetrados el 11 de septiembre de 2001 parece especialmente cínico y hasta humillante. Esta decisión abiertamente injusta restringe drásticamente las capacidades del Gobierno talibán para normalizar la situación y reduce las capacidades de las Fuerzas Armadas y los servicios del orden público de Afganistán para luchar contra el terrorismo. Suscita dudas la sinceridad de los intentos de los estadounidenses de contribuir a la estabilización de la situación en Afganistán.
Valoramos positivamente ciertas acciones de las organizaciones internacionales e instituciones financieras, en particular, del Banco Mundial que tomó la decisión de “descongelar” los recursos financieros del Fondo para la Reconstrucción de Afganistán con el fin de mejorar la situación humanitaria. Mientras, estas medidas no mejoran todavía notablemente la vida de los afganos. Mediante su influencia en el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, Washington frena de nuevo la realización de los programas sociales por las autoridades de Kabul. En particular, impide que los operadores financieros afganos reanuden su trabajo con el sistema bancario internacional.
En esta coyuntura, es necesario fortalecer la interacción regional, consolidar nuestras posturas dirigidas a restablecer y normalizar todas las áreas de vida de Afganistán y poner fin a las amenazas del terrorismo y narcotráfico que provienen todavía de este país. Creo también que los mecanismos prometedores para garantizar una actividad eficaz, sostenible y coordinada en estas áreas son el formato de Moscú, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y la OTSC.
Es importante continuar la actividad en el marco de la llamada troika ampliada. Tiene muchas capacidades no realizadas y es capaz de aunar a los socios regionales clave y otros donantes para realizar el restablecimiento integral de Afganistán después del conflicto.
Es importante que nuestros colegas estadounidenses participen de buena fe en este mecanismo, partiendo no de las nuevas ideas geopolíticas, sino de los intereses del pueblo afgano y la estabilidad en la región. Rusia continua prestando la ayuda humanitaria a la población afgana. En noviembre y diciembre de 2021, suministramos las nuevas tres partidas de cargas humanitarias, inclusive los alimentos y medicamentos. Otra partida de la ayuda humanitaria se suministró a Kabul la semana pasada, cuando allí estuvo la delegación interdepartamental rusa. Esta visita confirmó el interés mutuo en promover la cooperación ruso-afgana en tales áreas como el sector energético, el transporte, la aviación civil, la extracción de materias primas, el sector agrícola.
En conclusión, quisiera destacar que respaldamos la aprobación al término de nuestra reunión de hoy de la Declaración conjunta y la iniciativa de Tunxi propuesta por los organizadores chinos. Esta documento puede servir como fundamento para nuestros esfuerzos siguientes dirigidos a incrementar la interacción con nuestros colegas afganos.