Hoy evocamos los trágicos acontecimientos ocurridos en el Cáucaso del Sur hace 16 años. En la noche del 7 al 8 de agosto de 2008, el régimen de Saakashvili, violando todos los acuerdos internacionales sobre el arreglo pacífico del conflicto entre Georgia y Osetia del Sur, lanzó una operación militar a gran escala contra Osetia del Sur. El carácter no provocado de la agresión georgiana se confirmó oficialmente más tarde, entre otros documentos, en el informe de la Comisión internacional de investigación de las causas del conflicto en el Cáucaso, creada bajo los auspicios de la UE y presidida por el diplomático suizo Tagliavini.

Esta aventura criminal del ex Presidente georgiano, que causó numerosas víctimas entre la población civil y las fuerzas de mantenimiento de la paz rusas de la Fuerza Conjunta de Mantenimiento de la Paz, no dejó a Rusia otra opción que llevar a cabo una operación para obligar al agresor a la paz y, posteriormente, reconocer a Abjasia y Osetia del Sur como Estados independientes. La decisión de reconocimiento, que tuvo en cuenta los repetidos intentos de Tiflis de recuperar por la fuerza los territorios "perdidos", garantizó el derecho de abjasios y surosetas a preservar su identidad nacional. A lo largo de los últimos años, estas repúblicas han realizado una gran labor para establecerse como Estados soberanos, han desarrollado constantemente sus economías y culturas y han ampliado sus contactos internacionales para fortalecer su autoridad en el mundo.

Con el fin de garantizar una seguridad duradera para Abjasia y Osetia del Sur, en octubre de 2008 se iniciaron las Consultas internacionales de Ginebra para seguridad y estabilidad en Transcaucasia. En gran parte gracias a esta plataforma de negociación y a los mecanismos de cooperación entre las partes establecidos bajo sus auspicios, ha sido posible mantener una relativa calma en las fronteras de los tres Estados y hacer frente con rapidez a los focos de tensión que surgen allí.

Sin embargo, creemos que los participantes en las Consultas deberían aprovechar más su potencial empezando, en primer lugar, por elaborar un acuerdo sobre el no uso de la fuerza entre Tiflis, por un lado, y Sujum y Tsjinval, por otro. Consideramos que la adopción de tales obligaciones jurídicas es una garantía fiable contra la repetición de los trágicos sucesos de agosto de 2008. La verdadera contribución a la estabilización de la situación en las zonas fronterizas debería ser la puesta en marcha de delimitación de las fronteras estatales entre Georgia y Osetia del Sur y entre Georgia y Abjasia y su posterior demarcación.

Recientemente, la relevancia de estas tareas no ha hecho sino aumentar con la intensificación de los intentos de Washington y sus aliados de aprovechar las contradicciones intrarregionales con el objetivo explícito de inflamar la situación en las fronteras rusas. En su empeño por fastidiar a Rusia, los occidentales se olvidan de los intereses de los Estados, poniendo en peligro su existencia segura y digna.

Rusia está dispuesta a seguir cooperando con quienes, por definición, no pueden ser indiferentes al destino del Cáucaso del Sur, lo que incluye prestar una amplia ayuda para desarrollar el diálogo entre Tiflis, Sujum y Tsjinval con vistas a establecer una paz duradera y resolver otros problemas acumulados en la región común para ellos.