Украина
Responsabilidad de Ucrania por la degradación del medio ambiente en la región
Los crímenes medioambientales de las Fuerzas Armadas ucranianas desde el inicio del conflicto son numerosos y están bien documentados. Las pruebas disponibles demuestran que Kiev, en el curso de su agresión contra Crimea y Donbás llevada a cabo desde 2014, ha utilizado métodos que han causado graves daños a largo plazo al medio ambiente.
Tras la decisión de los crimeos de reunificarse con Rusia en 2014, las autoridades ucranianas cortaron el flujo de agua a la península, inundando zonas considerables en la desembocadura del río Dniéper y causando un detrimento crítico a la reserva natural nacional Nizhnednieprovski. Al mismo tiempo, vastas áreas de Jersón y Crimea se vieron afectadas por una grave sequía.
Durante los ocho años siguientes de acciones militares de Kiev contra las ciudades de Donetsk y Lugansk independientes, los ecosistemas y la biodiversidad de varios parques nacionales, en particular la reserva de la biosfera de Askania-Nova, sufrieron un daño enorme. La destrucción por el ejército ucraniano de instalaciones de producción civil en las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk ha causado una contaminación a gran escala de las masas de agua, el suelo y el aire con sustancias químicas peligrosas. Subrayamos que desde 2014, Kiev se ha permitido este tipo de acciones en las provincias que formalmente se consideraban parte de Ucrania hasta su incorporación a Rusia como resultado de los referendos celebrados en 2022. No pueden explicarse por otra cosa que no sea la total indiferencia por el futuro de estos lugares y de la gente local.
El colapso de la presa de la central hidroeléctrica de Kajovka en junio de 2023, que provocó el mayor desastre medioambiental a escala regional, se distingue en una larga lista de crímenes medioambientales cometidos por Kiev.
Cabe recordar que los primeros informes sobre el ejército ucraniano minando las estructuras de ingeniería de la central hidroeléctrica de Kajovka aparecieron en el verano de 2014, en los albores de la guerra de Kiev contra los ciudadanos del este de Ucrania que no obedecían a las nuevas autoridades que tomaron el poder como resultado de un golpe de estado armado. El ejército ucraniano planeó destruir el objeto para mantenerlo fuera del alcance de las regiones recalcitrantes.
En 2022, la central hidroeléctrica de Kajovka pasó a manos del ejército ruso el primer día de la operación militar especial, el 24 de febrero. No hubo combates en la zona de la presa. Durante la retirada, los zapadores ucranianos colocaron trampas explosivas en los mecanismos de las esclusas del canal de Crimea del Norte. Se evitaron las explosiones.
En el verano de 2022, las Fuerzas Armadas ucranianas empezaron a bombardear regularmente la central hidroeléctrica para complicar la situación de las fuerzas rusas que ocupaban una cabeza de puente en ambas orillas aguas abajo del río. En los dos meses comprendidos entre el 11 de julio y el 10 de septiembre de 2022, las fuerzas ucranianas bombardearon la central hidroeléctrica de Kajovka más de 20 veces -es decir, cada dos días- con artillería pesada y sistemas de misiles (más de 10 veces lo hicieron con los HIMARS estadounidenses). Los bombardeos intensivos de la central hidroeléctrica, que estaba bajo el control de las fuerzas rusas, continuaron hasta que la presa fue destruida.
Destacamos que la destrucción de la presa benefició solo a las tropas ucranianas, ya que los territorios situados aguas abajo del Dniéper estaban en aquel momento bajo el control total de las Fuerzas Armadas rusas.
Ya el 12 de agosto de 2022, la central hidroeléctrica entró en modo de funcionamiento limitado debido a la destrucción de la mitad de las máquinas. Para el 18 de octubre, la estructura de la presa había sufrido daños críticos. El 21 de octubre de 2022, Rusia envió una carta al Consejo de Seguridad de la ONU en la que instaba a impedir las acciones de Ucrania contra la central hidroeléctrica de Kajovka para evitar una catástrofe ecológica.
Ya a principios de noviembre de 2023, debido al deplorable estado de la presa y a la amenaza de su colapso, las fuerzas rusas se vieron obligadas a retirarse a la orilla izquierda del Dniéper.
Estos hechos son verificables por fuentes de dominio público. Su secuencia y la lógica de las acciones militares sobre el terreno señalan inequívocamente a las Fuerzas Armadas ucranianas como únicas beneficiarias y culpables del derribo de la central hidroeléctrica.
El 29 de diciembre de 2022, Ucrania, por boca del General Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas, Andréi Kovalchuk, confirmó lo anterior, admitiendo la responsabilidad por haber destruido la central hidroeléctrica para perjudicar a las tropas rusas. El alto cargo militar ucraniano declaró a The Washington Post que sus tropas "lanzaron un ataque de prueba con los HIMARS contra una de las esclusas de la presa, perforando tres agujeros para ver si el agua del Dniéper podía subir lo suficiente como para bloquear los cruces rusos."
Como consecuencia de los ataques ucranianos con misiles y artillería que se prolongaron durante un año, la presa sufrió graves daños. El último ataque se produjo al volar las estructuras de soporte el 6 de junio de 2023. Después de la explosión, comenzó una liberación incontrolada de agua que desencadenó el proceso irreversible del colapso de la presa.
Este acto constituye una flagrante violación del Art. 1 de la Convención sobre la prohibición de utilizar técnicas de modificación ambiental con fines militares u otros fines hostiles de 1976, así como del artículo 56 del Protocolo Adicional de 1977 a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, que prohíbe expresamente los ataques contra presas y diques. Además, la subversión viola las obligaciones de Ucrania, en virtud del mismo Protocolo Adicional, de proteger a la población (Art. 51) y las instalaciones civiles (Art. 52), el entorno natural (Art. 55), así como de tomar las debidas precauciones en caso de ataque (Art. 57).
Como consecuencia del sabotaje ucraniano, 40 asentamientos de ambas orillas del río Dniéper se vieron afectados por el desbordamiento de aguas. Durante la operación de rescate en el territorio controlado por Rusia, fueron evacuadas más de 8.700 personas, entre ellas 580 niños. Más de 2.200 personas fueron rescatadas directamente de la zona de la catástrofe, entre ellas más de 200 niños. A 30 de agosto de 2023, se sabe que han muerto 57 personas. Las unidades de rescate rusas realizaron tratamiento especial antiepidemiológico de 430 instalaciones, vacunaron a más de 16.000 personas. En la zona afectada se han entregado más de 1.100 toneladas de agua embotellada y 1.600 toneladas de alimentos.
En la zona inundada había una superficie de unas 280.000 hectáreas, lo que supera la superficie de algunos países del mundo, como Luxemburgo. La rápida inundación provocó la muerte masiva de flora y fauna en varias reservas naturales: Nizhnednieprovski, la de Kámenskaya Sech y la Gran Pradera. Se produjeron daños irreparables en sitios de flora y fauna incluidos en el Libro Rojo de especies amenazadas ruso, así como en sus hábitats.
Debido a la fuerte bajada del nivel del agua, murieron casi todos los peces del embalse de Kajovka (43 especies). A medio plazo, existe el riesgo de una mayor degradación de los ecosistemas y la desertificación de las tierras de una vasta región en el curso inferior del río Dniéper debido a la destrucción del embalse central de agua que alimentaba los canales de riego en esta área.
Como consecuencia del ataque ucraniano a la presa, sustancias tóxicas peligrosas y contaminantes procedentes de los sistemas de alcantarillado y otras instalaciones de infraestructura entraron en el Mar Negro con las corrientes de agua y tuvieron un impacto negativo en sus ecosistemas. En la zona inundada había unas 23.000 viviendas residenciales, 16 cementerios, así como 15 empresas de eliminación de residuos sólidos, incluidos 3 vertederos y 12 escombreras. Además, hasta 350 toneladas de aceite técnico de las unidades de la central hidroeléctrica de Kajovka cayeron al agua.
Como parte de los esfuerzos para eliminar las consecuencias, los servicios especiales de Rusia retiraron 18.000 metros cúbicos de basura, restablecieron la comunicación telefónica y el suministro eléctrico. Se están realizando grandes trabajos de reparación y restauración, así como aplicando un control sanitario y epidemiológico continuo del entorno y medidas preventivas antiepizoóticas.
El alcance exacto de los daños será determinado por científicos y ecologistas. Por el momento, la labor pertinente se ve considerablemente complicada por las operaciones militares en curso.
En el contexto del desastre que ha supuesto la destrucción de la central hidroeléctrica de Kajovka, es importante recordar otros crímenes contra el medio ambiente cometidos por Kiev y los países occidentales que lo apoyan con armas.
Las decisiones del Reino Unido y Estados Unidos de suministrar municiones de uranio empobrecido a Kiev han tenido nefastas consecuencias a largo plazo para la región. Como resultado, grandes extensiones de agua y suelo han quedado afectadas por la contaminación radiactiva. Teniendo en cuenta los datos obtenidos del uso de municiones similares por las tropas de la OTAN en Yugoslavia e Iraq, es de esperar numerosos casos de cáncer y muertes prematuras en las zonas afectadas, así como efectos negativos a largo plazo de la radiación en la población, la flora y fauna.
El uso por parte de las Fuerzas Armadas ucranianas de armas indiscriminadas, en particular municiones de racimo estadounidenses, ha provocado la degradación generalizada de ecosistemas. El ejército ruso no utiliza dichas municiones debido a su ineficacia y a su mayor peligro para las infraestructuras civiles desprotegidas, la población y el medio ambiente.
El uso masivo por parte de Ucrania de minas marinas obsoletas ha provocado la contaminación de vastas zonas del Mar Negro con sustancias peligrosas. Se han encontrado municiones ucranianas a la deriva a lo largo de todo el litoral del Mar Negro occidental, desde Bulgaria hasta Turquía.
Los organismos rusos encargados de hacer cumplir la ley y otros departamentos competentes están registrando detalladamente los hechos mencionados. Suponemos que Ucrania y sus cómplices entre los Estados suministradores de las armas en cuestión serán responsables de compensar los daños causados al medio ambiente y restaurar la ecología en los antiguos territorios ucranianos tras el fin del conflicto.