El 31 de agosto las autoridades estadounidenses anunciaron medidas sin precedentes destinadas a reducir la actividad de las representaciones consulares y diplomáticas rusas en EEUU. Nos demandaron que cerráramos en dos días uno de los consulados generales más grandes que se ubica en San Francisco y presta servicios notariales, consulares y de tramitación de visados a los ciudadanos de Rusia y EEUU que residen en varios estados populosos.  Además, nos exigen que cesemos inmediatamente la actividad de la Representación comercial en Washington y su oficina en Nueva York. Imponen restricciones considerables al desplazamiento de los diplomáticos y delegaciones oficiales rusos.

Dicho paso lo calificamos como una nueva infracción flagrante del derecho internacional, incluidos los compromisos de EEUU contraídos en virtud de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas y consulares.  Es un acto aun más escandaloso que los pasos anteriores de Washington, incluida la confiscación por parte de la Administración de Barack Obama de los inmuebles de la embajada de Rusia y Representación permanente de Rusia ante la ONU, realizada en diciembre del año pasado sin respetar la inmunidad diplomática.

Además de ordenar una nueva toma ilegal de las propiedades caras del Estado ruso y decomisarlas, insistiendo luego en que las vendamos, esta vez las autoridades de EEUU nos hacen exigencias que crean una amenaza directa para la seguridad de los ciudadanos rusos. Los servicios especiales estadounidenses tienen planeados entrada y registro en el consulado general ruso en San Francisco, incluidos los pisos de los empleados que viven en su edificio y gozan de inmunidad diplomática. Para ello requieren que los diplomáticos y sus familias, incluidos los niños y bebés, abandonen sus casas para 10 o 12 horas. Se trata de una irrupción en el consulado y en las viviendas de los empleados diplomáticos a los que ponen en la calle para que los agentes del FBI trabajen allí libremente.

EEUU sigue agravando con semejantes pasos provocativos el complicado ya ambiente del diálogo bilateral, socavando la interacción y las posibilidades de resolver cooperando los palpitantes problemas internacionales.

Lo que apena más, es que estas medidas afecten a decenas de miles de ciudadanos ordinarios de los dos países, que no tienen nada que ver con la política. EEUU da muestras evidentes de no estar interesado en absoluto en desarrollar las relaciones entre nuestros ciudadanos: primero dejaron de conceder los visados a los rusos en sus consulados generales en San Petersburgo, Ekaterinburgo y Vladivostok, y ahora les privan a los ciudadanos estadounidenses de la posibilidad de obtener visas rusas en San Francisco. En esencia, siguen así la línea de la Administración de Barack Obama, conforme a la cual el FBI empezó en 2013 a intimidar a los participantes estadounidenses de los viajes de familiarización a Rusia, organizados por la agencia federal Rossotrudnichestvo, y el Departamento de Estado retiró en 2016 la acreditación de cinco cónsules honorarios rusos que habían trabajado activamente en varios estados por ampliar los intercambios sociales.  

Expresamos nuestro categórico rechazo a las acciones de Washington contrarias al derecho internacional y, en conformidad con las prácticas diplomáticas, nos reservamos el derecho de tomar las medidas de respuesta. No es nuestra elección. Es lo que nos imponen.