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Discurso y respuestas a las preguntas ofrecidas por el Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, en el Foro del Futuro 2050, Moscú, 9 de junio de 2025

985-09-06-2025

Estimados amigos,

Colegas,

Dimitri Simes comenzó casi con cita a modo de epígrafe a la ex Vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris. Ella dijo que lo que está ocurriendo hoy no se repetirá mañana. Es, más o menos, lo que desea expresar en sus conocidas frases. Así es la vida.

Gracias por tan amables palabras hacia mí. La cuestión de cómo cambia una persona cuando ocupa un cargo de gran responsabilidad en el umbral entre épocas es muy pertinente. Por un lado, es personal. Hacía mucho que no pensaba de eso. Ahora, al recordar aquella época histórica, resurgen en mi memoria e incluso en mis sensaciones los sentimientos que experimentamos entonces: una profunda decepción, amargura. Luego vinieron destellos de esperanza.

El tema del mundo multipolar evocó precisamente aquellos destellos de esperanza que vislumbramos a mediados de los años noventa. Desde 1994, trabajé en Nueva York. En enero de 1996, Yevgueni Primakov fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores. Sigue siendo nuestro gran maestro. Una personalidad brillante y polifacética. Poseía el don de la previsión política y geopolítica, algo muy raro tanto en el mundo como en la política. Fue él quien formuló la concepción de un mundo multipolar que fue revolucionaria para aquel entonces. Fue una respuesta a las declaraciones de conocidos expertos políticos sobre el “fin de la historia”, que auguraban que de ahora en adelante el orden liberal occidental “envolvería” sin obstáculos a todo el planeta, a los pensamientos humanos, las almas, los corazones y la vida cotidiana.

Yevgueni Primakov no solo propuso esta concepción, sino que la promovió enérgicamente. El primer paso concreto en ese camino fue la Declaración sobre un mundo multipolar y la formación de un nuevo orden internacional, firmada por los líderes de Rusia y China en Moscú en 1997.

Primakov aún ocupaba el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno de Borís Yeltsin. Justamente en 1997, se sentaron las bases jurídicas para que el concepto de multipolaridad adquiriera una presencia permanente en el diálogo internacional.

En 2002, cuando Vladímir Putin ya fue Presidente, se celebró la primera cumbre trilateral Rusia-India-China. Desde aquel momento, este trío RIC se consolidó como útil para todos los participantes. Aunque quizás no se escribió tanto sobre esta alianza como sobre la OCS, BRICS y otros organismos, RIC, sin hacer mucho ruido pero sin ocultarse, promovió con seguridad la cooperación en este formato. Se celebraron unas 20 reuniones de Ministros de Exteriores y varias decenas de encuentros a nivel ministerial entre Ministros de Economía, Transporte, Energía y en el ámbito de las Humanidades.

Desde entonces, la multipolaridad ha ido ganando impulso. Podemos afirmarlo con responsabilidad. El análisis de Yevgueni Primakov, que sustenta esta concepción, ha demostrado plenamente su vigencia.

Nuevos centros de poder (crecimiento económico, capacidad financiera, lo que a su vez conlleva la influencia política) han surgido en Eurasia, en la región de Asia-Pacífico, en Oriente Próximo, en África, en América Latina, es decir, en todo el mundo. Esta tendencia refleja el deseo de los países de cada región de asumir la responsabilidad de su propio desarrollo, del desarrollo de sus continentes. Creo que es una buena tendencia. Más aún, se aceleró con los cambios introducidos en las relaciones económicas y de otra índole a nivel global tras la elección de Donald Trump como Presidente de EEUU. El modelo de globalización fomentado por sus predecesores resultó inadecuado para la filosofía de los trumpistas, demasiado ideologizado. Y comenzaron a "limpiar" sus acciones en la arena internacional de influencias ideológicas. Aunque las ideologías eran diversas, todas compartían una esencia común: enfoques neoliberales, la expansión de la influencia del “Occidente colectivo” sobre el resto del mundo. En la realidad, se hizo un intento de reescribir el “fin de la historia”, un intento de seguir viviendo a expensas de los demás, pero ya no mediante burdos métodos coloniales, sino mediante métodos de neocolonialismo moderno, donde los países del Sur y del Este Global, con algunas excepciones, desempeñan el papel de proveedores de materias primas. La mayor parte del valor añadido se produce en Occidente. Hay muchos ejemplos de esto.

Este segundo "despertar" de África, en particular, donde el colonialismo fue especialmente cruel, está vinculado precisamente con la lucha contra los métodos neocoloniales que Occidente sigue aplicando y que cada vez más países rechazan.

En diciembre de 2024, por iniciativa del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de la ONU (organismo creado en 2022 por iniciativa de Venezuela y que ahora cuenta con alrededor de 20 países, con un número creciente de países que desean adherirse a este Grupo), se adoptó una resolución dedicada a la necesidad de contrarrestar las actuales prácticas neocoloniales. En el 80 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que se celebrará en otoño próximo, este tema será uno de los más candentes y debatidos.

No es solo un movimiento, conferencias o papeles que se discuten y aprueban. Los datos estadísticos muestran el progreso del proceso de multipolaridad. Por ejemplo, China es hoy la primera economía del mundo en paridad de poder adquisitivo. Rusia es la cuarta. Espero que no descendamos, en vista de todas las discusiones actuales sobre nuestras tareas macroeconómicas y los métodos aplicados.

Como fue anunciado en 2024, Rusia superó a Japón y Alemania en paridad de poder adquisitivo, y, desde hace varios años, BRICS en su conjunto ya superó al Grupo de los Siete países occidentales en ese mismo indicador. Y la brecha entre ellos sigue creciendo. No se trata solo de cifras de crecimiento económico. Todo esto se logra mediante importantes transformaciones estructurales. La mayoría de los países del Sur Global, aunque mantienen relaciones normales y comerciales con Occidente (nosotros también estuvimos dispuestos a ello; no fue nuestra elección romperlas), están reduciendo su dependencia de los países y monedas occidentales. Están formando mecanismos de comercio exterior independientes del control occidental, estableciendo nuevas cadenas logísticas y de transporte, y forjando una nueva arquitectura de cooperación en el ámbito de cultura, educación y deporte. Esta última es también una tendencia interesante. Simultáneamente, EEUU está creando nuevas formas de organización de competiciones deportivas globales. Aún veremos mucho más, también en el ámbito cultural. Eurovisión, con todos sus exóticos “ornamentos” y “arabescos”, también provoca el deseo de volver a canciones normales sobre intereses humanos normales. El proceso está en marcha.

El hecho que la multipolaridad es una realidad geopolítica lo reconocen incluso en Occidente. Recordemos que hasta representantes del Gobierno de Joe Biden lo declararon. En enero de 2025, Marco Rubio, mi colega y actual Secretario de Estado de EEUU, calificó el orden mundial unipolar como “un producto anómalo del fin de la Guerra Fría”, cuando parecía que el “fin de la historia” había llegado y que todo se desarrollaría según lo decidido en Occidente.

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, pese a algunas declaraciones controvertidas y poco ponderadas sobre otros temas, afirmó claramente que la multipolaridad es una tendencia seria y duradera, que es irreversible.

Representantes de muchos países europeos han reconocido en reiteradas ocasiones que el equilibrio de poder en el mundo ha cambiado y no en favor de Occidente.

Otra cosa es que los representantes occidentales, aunque reconocen los hechos, no ven la multipolaridad como algo bueno, ni como una realización de los principios de igualdad, fraternidad y libertad, sino como una amenaza a sus intereses y a su dominio, del que dependían durante siglos para mantener su bienestar.

Ya no asistimos a la Conferencia de Seguridad de Múnich, que se celebra cada febrero. Se ha convertido en un foro apologético de la filosofía y escuela de pensamiento occidental. La última conferencia celebrada en febrero pasado, estuvo dedicada precisamente a la multipolaridad (multipolarization, como la llamaron). El informe publicado deja claro que tienen miedo de la multipolaridad, quieren detenerla, e incluso destruirla para que estas tendencias no resurjan. De ahí su actitud agresiva, su dureza, hasta llegar a emitir ultimátumes a Estados soberanos para que no se salgan del orden unilateral que Occidente impone o intenta imponer, incluso mediante sanciones unilaterales arbitrarias y criminales, que socavan los postulados que el propio Occidente promovía hace 30 o 40 años.

El informe de la Conferencia de Múnich describe la multipolaridad como un desafío, casi como sinónimo de caos, de confrontación entre grandes potencias condenadas a una competencia perpetua que genera amenazas a la seguridad internacional. La lógica y filosofía de quienes redactaron ese informe es que solo bajo un “mando único” puede garantizarse la paz y un desarrollo seguro de la humanidad. Y ese “mando único” ya sabemos bajo quién debe estar. Cualquier diversidad, cualquier multipolaridad, se percibe como una amenaza, sobre todo por aquellos que quisieron imponer el “fin de la historia” y mantener el mundo unipolar. No lo lograrán. Esa conclusión es dudosa.

El trabajo que se está llevando a cabo actualmente en la arena internacional demuestra lo contrario: siempre que los países, incluidas las grandes potencias, respeten los intereses mutuos, logran llegar a acuerdos. Tenemos muchos temas pendientes que generan debate y requieren mayor análisis, así como concesiones mutuas adicionales, con nuestros grandes vecinos como China e India, y también con los países de la CEI y la UEEA. Cuanto más estrecha sea la cooperación, más preguntas surgen, sobre las cuales cada parte quiere defender un poco más sus intereses. Sin embargo, en caso de trabajar con respeto, sin recurrir a amenazas, ultimátumes, y mucho menos aplicarlos en la realidad, siempre se puede encontrar un equilibrio honesto de intereses. Esto se manifiesta, como ya dije, en nuestras relaciones con China, India, nuestros vecinos, los países BRICS, la OCS, nuestros socios en el mundo árabe, en el mundo islámico en general, en África y en América Latina.

Reitero, el volumen de contactos y trabajo conjunto que tenemos está principalmente concentrado en nuestro entorno más cercano y en tales alianzas como BRICS, OCS, la CEI y la UEEA. Para que el mundo se desarrolle de esta manera, es necesario respetar los principios generalmente aprobados. He oído a muchos colegas pronosticar que habría que romper el sistema de Yalta y Potsdam para crear algo nuevo. Advertiría contra enfoques tan radicales. Sin duda, como se dice, la práctica de la procuración de la justicia no es adecuada en la forma en que Occidente la aplica o utiliza.

En cuanto a los fundamentos del Derecho Internacional, ¿a quién no le satisface la Carta de las Naciones Unidas? Establece, en primer lugar, que toda la actividad de las Naciones Unidas se basa en el principio de la igualdad soberana de los Estados. Establece que no se puede interferir en los asuntos de otros, que las guerras y las amenazas de guerra deben ser eliminadas, y ese es el principal objetivo de la ONU. Sin embargo, es necesario aplicar estos principios de la Carta no selectivamente, como de un menú: "quieres una hamburguesa, pero no quieres pescado", como hace Occidente. Se aferraron al principio de autodeterminación de los pueblos en la primera página de la Carta de la ONU. Y a través de este principio, en una situación cuando no había guerras ni riesgos de confrontación militar, separaron a Kosovo de Serbia. Y dijeron que fue obvio, fue autodeterminación de los pueblos. Aunque no hubo referéndum allí, nadie se autodeterminó allí, excepto el parlamento, "manejado" y liderado, al igual que el "Gobierno" de esta región serbia, por criminales del "Ejército de Liberación de Kosovo". Esto ocurrió en 2008.

Y en 2014, los habitantes de Crimea y de Donbás pidieron que les dejaran en paz, levantándose políticamente contra los golpistas que tomaron el poder en Kiev mediante un golpe de Estado sangriento, pisoteando el acuerdo firmado bajo la garantía de la Unión Europea con el entonces Presidente de que se debían celebrar elecciones anticipadas. Fueron los golpistas quienes les declararon terroristas, enviaron un Ejército regular contra ellos, incluyendo aviones de combate que bombardearon Lugansk. Y muchas otras cosas sucedieron allí, incluyendo lo que sigue ocurriendo hasta ahora. Es una vergüenza para todo Occidente: crímenes no investigados, incluidos crímenes tan emblemáticos como la quema de casi cincuenta personas en vivo en la Casa de los Sindicatos en Odesa el 2 de mayo de 2014. En aquel momento, el Consejo de Europa intentó tímidamente ofrecer sus servicios y ayudar en la investigación. Le permitieron. Luego, al parecer, le explicaron discretamente cuál era su 'lugar' y qué puesto ocupaba en esa jerarquía. Una vergüenza.

Mencionaré también a Bucha. Hace tres años, "casualmente", dos días después de que las tropas rusas, como gesto de buena voluntad, se retiraran de los suburbios de Kiev (donde solo estuvieron las autoridades locales durante dos días), de repente llegaron allí los corresponsales de la BBC y milagrosamente mostraron cuerpos puestos cuidadosamente no en sótanos, sino en la calle principal de este poblado. Estalló la indignación, "Rusia es bárbara, carnicera", se impuso un nuevo paquete de sanciones.

A partir de aquel momento, enviamos varias solicitudes oficiales a los organismos de la ONU pidiendo investigar las violaciones de los derechos humanos. Crearon deliberadamente, sin nuestra participación, una comisión independiente sobre asuntos ucranianos en el Consejo de Derechos Humanos. Nos dirigimos allí oficialmente tres veces. Silencio. Yo preguntaba directamente y en público al Secretario General Antonio Guterres en las reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU, si se podría obtener a través de sus "buenos oficios" la lista de las personas cuyos cuerpos encontrados tan oportunamente en aquel lugar mostraron los corresponsales de la BBC. Se aleja tímidamente, desviando la mirada. En los últimos dos años, estuve dos veces en Nueva York en la Asamblea General de la ONU. Al final ofrezco allí una rueda de prensa. Allí están presentes todos los medios de comunicación mundiales. Ya apelé a su profesionalismo, a sus instintos, a su orgullo. Les pregunté si no les importaba realmente lo que sucedió allí. ¿O se les prohibieron hasta tocar ese tema? No hay respuesta, naturalmente.

En la Carta de la ONU, además de la integridad territorial, el derecho de las naciones a la autodeterminación, hay muchos otros principios. En 1970, la Asamblea General aprobó una extensa Declaración sobre los principios de las relaciones entre los Estados de acuerdo con la Carta de la ONU. Allí se aclararon las cosas. En cuanto al principio de autodeterminación y cómo está relacionado con la integridad territorial, se dijo que todos deben respetar la integridad territorial de aquellos Estados cuyos gobiernos respetan el principio de autodeterminación de los pueblos y, por lo tanto, representan a toda la población que vive en ese territorio. Es decir, el Gobierno en un Estado cuya integridad territorial debe ser protegida debe representar a toda la población que vive en ese territorio.

¿Quién dudaba después del golpe de Estado de que los racistas y nazis que llegaron al poder representaban a rusos, rusohablantes y muchos otros grupos étnicos que no deseaban ese poder criminal?

En la Carta de la ONU, antes de que se mencionara el derecho de las naciones a la autodeterminación, estaba escrito (no lo creerán) que los derechos humanos deben ser respetados independientemente de la raza, sexo, idioma y religión. ¿Alguna vez se oyó a los países occidentales hablar sobre la necesidad de respetar los derechos humanos, al defender al Gobierno de Vladímir Zelenski? Ni una sola vez.

Cualquier país sobre el que Occidente hablara en el espacio público (Rusia, China, Venezuela, Irán, incluso Hungría, Eslovaquia ahora, cualquier otro país), los derechos humanos están en la parte superior de la lista de reclamaciones. Pero en Ucrania, no hay nada parecido. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el expresidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y varios otros líderes europeos declaran que hay que seguir ayudando a Ucrania para que "derrote a Rusia". Luego, después de "derrotar", se convirtió en "para que no pierda ante Rusia", ahora "se necesita un alto el fuego para reponer los suministros de municiones". Pero todos dicen que Ucrania "merece su apoyo", porque está "defendiendo los valores europeos". Resulta que las leyes que erradican el idioma ruso en todos los ámbitos, y la última ley, dirigida en esencia a la erradicación de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana canónica, que viola directamente la cláusula citada de la Carta de la ONU, son percibidas por la "Europa ilustrada" como la lucha de los nacionalistas ucranianos por los "valores europeos". La Comisaria de la UE para la Ampliación, Marta Kos, dijo que "Ucrania había cumplido con todas las condiciones previas necesarias para comenzar las negociaciones sobre su adhesión a la Unión Europea".

La aspiración de "enterrar" la multipolaridad y cualquier disidencia, como lo hicieron con Rumania, como intentan hacer con Hungría, con Eslovaquia, con todos los que piensan de intereses nacionales, no es para la Unión Europea. La multipolaridad es algo diferente. Se está formando y se seguirá formando independientemente de cómo se comporten los líderes europeos.

Hace algún tiempo, pensamos que ahora hay muchos grupos de integración en todas partes: en Eurasia, en África, en América Latina. En África hay una unión continental: la Unión Africana; en América Latina y el Caribe hay una unión similar: CELAC, pero en Eurasia no hay una. Aunque es el continente más grande, más rico y tal vez el más exitoso en una perspectiva histórica previsible.

Cuando hablamos de seguridad en Eurasia, hasta hace poco se pensaba de inmediato en organizaciones como la OSCE (naturalmente, la OTAN), la Unión Europea. Sí, intentaron desempeñar el papel de "mediadores honestos" para atraer a sus mecanismos a los vecinos de la parte asiática del continente europeo. Pero la OSCE y la OTAN fueron creadas según la concepción euroatlántica. Incluso cuando se preparaba la cumbre de Helsinki en 1975, se suponía que Europa se extendería desde el oeste de los Urales hasta Lisboa. Sin embargo, los europeos insistieron en invitar a Estados Unidos y Canadá.

El modelo euroatlántico se desacreditó a sí mismo. Esto no se aplica solo a la OSCE, sino también a la OTAN, como otro producto de las concepciones euroatlánticas. Ahora se puede decir con seguridad que esto también se aplica a la Unión Europea, que se ocupaba del desarrollo económico, social y de la infraestructura de los territorios de los Estados miembros, garantizando los vínculos entre estos territorios. Pero hace unos dos años, en medio de la operación militar especial, al arrojar odio hacia Rusia, reviviendo nuevamente ideas nazis de "infligir una derrota estratégica a Rusia", poniendo a toda Europa bajo las armas, como lo hizo Napoleón, como intentaron hacerlo durante la guerra de Crimea y durante la Primera y especialmente la Segunda Guerra Mundial (ahora la venda se ha caído de los ojos de todas las personas normales que creían en esto), la Unión Europea firmó un acuerdo con la OTAN, según el cual cedió a la Alianza del Atlántico Norte su territorio para desplegar cualquier tipo de armamento hacia el este, hasta las fronteras de Rusia. Y cayó en el euroatlantismo.

Lo más importante es que estos organismos ya no pueden pretender ni siquiera para llenar parcialmente el vacío de un foro continental común. La OSCE está casi destruida hasta los cimientos. El consenso fue pisoteado. Ahora Finlandia, que es la presidenta, está preparando la 50ª sesión jubilar del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la OSCE. No invitan a todos (simplemente decidieron así) para no arruinar la fiesta. La OTAN está en una profunda crisis. Veremos cómo las reformas (el 5% en defensa), que ahora están siendo objeto de disputa, afectarán a la OTAN. Veremos cómo la clara intención de Washington bajo la administración de Donald Trump de ocuparse más de los asuntos del Lejano Oriente, de la "región Indo-Pacífico", como llaman a la región de Asia-Pacífico, dejando a Europa, como dicen los franceses, que se ocupe de sus propios asuntos por sí sola.

En este sentido, se busca un formato continental común. Tuvimos relaciones con la Unión Europea: decenas de mecanismos. Existió el Consejo Rusia-OTAN. También hubo muchos programas allí: la lucha contra el terrorismo, la cooperación en Afganistán, todo tipo de cosas. Todavía no hay un mecanismo continental común.

En su momento, durante la primera cumbre Rusia-ASEAN, el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, propuso no crear algo desde cero, sino partir 'de la vida real'. Existe la UEEA. Tiene relaciones con la OCS. Cada una de estas organizaciones mantiene relaciones con la ASEAN. También existen vínculos entre la UEEA y los proyectos del marco conceptual chino 'Un cinturón, una ruta'.

Si se reúnen aquellos que planean continuar trabajando en cada una de estas direcciones y ven dónde pueden armonizar estos planes de manera beneficiosa, este proceso el Presidente Vladímir Putin llamó la formación de un Gran Partenariado Euroasiático. No solo los organismos que mencioné. También hay el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, con que tenemos relaciones muy estrechas, el Consejo de Desarrollo del Sur de Asia, hay el grupo de los cinco de Asia Central y una serie de otras estructuras.

Se propone desarrollar el Gran Partenariado Euroasiático sobre la base de transparencia para todos los países del continente, lo que brinda enormes ventajas competitivas a los Estados ubicados en este continente, de las cuales Occidente ahora quiere distanciarse.

El Canciller de Alemania, Friedrich Merz, como sea que salga, probablemente para que los estadounidenses no restablecen los gasoductos Nord Stream, declaró que los gasoductos Nord Stream están sujetos a sanciones y está prohibido restablecerlos. El también "se lamenta" de que los simples alemanes estén sufriendo por las guerras arancelarias. Bien hecho.

Si el Gran Partenariado Euroasiático se desarrolla de manera natural, bien podría convertirse en el fundamento material para la arquitectura de la seguridad euroasiática. Actualmente estamos trabajando en esto, principalmente con nuestros amigos bielorrusos. Este año llevarán a cabo su tercera conferencia sobre seguridad eurasiática.

Hoy y mañana, el Ministro de Asuntos Exteriores de Bielorrusia, mi homólogo Maxim Ryshenkov, estará de visita en Moscú. Juntos, difundimos como una iniciativa para la discusión el proyecto de Carta Eurasiática de Diversidad y Multipolaridad. El proceso avanza y suscita interés. En las Conferencias de Minsk participaron representantes de los países de la OTAN y de la Unión Europea (Hungría, Eslovaquia, Serbia). El proceso está abierto a todos los países del continente.

Nuestro partido gobernante Rusia Unida, junto con representantes de otros partidos parlamentarios, celebró hace una semana en Perm audiencias sociopolíticas sobre el mismo tema. Participaron líderes de partidos de varios Estados asiáticos, incluidos Japón, Corea del Sur, Tailandia, China. Estos son los partidos que forman parte de la Conferencia Internacional de Partidos Políticos Asiáticos.

Pregunta: Una pregunta sobre la administración estadounidense. Llevan en el poder durante cinco meses. Durante este tiempo hubo muchas declaraciones y nombramientos. Algunos de estos nombramientos ya se han revisado y han finalizado con despidos. ¿Cómo ve usted las relaciones de Rusia con la nueva administración de Donald Trump? ¿Dónde nos encontramos? ¿Hacia dónde nos lleva todo esto?

Respuesta: Considero que nos encontramos en una situación más correcta, más normal, que hubo en las relaciones con la administración de Joe Biden, quienes después de las negociaciones prometedoras entre el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebradas en Ginebra el 16 de junio de 2021, dieron un giro (lamentablemente, no de 360 grados, como aconsejó Annalena Baerbock) sino de 180 grados. Todos los canales de comunicación fueron bloqueados. La reunión en Ginebra fue buena. En la parte inicial de la reunión (en un círculo reducido), Joe Biden dijo lo siguiente sin mirar lo que le habían escrito: Estados Unidos y Rusia son dos grandes potencias. Cada potencia tiene su propia historia. Es necesario respetar la historia del otro y la de cualquier otro país. Estados Unidos se formó como un crisol donde todos los inmigrantes se sumergían y salían con la inscripción "derechos humanos" en la frente, y "todos somos estadounidenses". El Imperio ruso se desarrolló de manera diferente. Anexaba territorios donde vivían pueblos sedentarios durante siglos. No les sumergían en ningún crisol, respetaban todas sus tradiciones, veneraban su historia, cultura y religión. Incluso el Imperio ruso solía otorgar diferentes estatus a sus partes constituyentes para respetar y tener en cuenta su diversidad. Por lo tanto, es un Estado completamente diferente, una civilización en los más diversos sentidos de la palabra. Estados Unidos no quiere que nadie socave esta monoliticidad, esta unidad. A Vladímir Putin le tocó hacer mucho después de asumir la presidencia en 2000. El país se fortaleció. Esto es muy útil. Nos sentimos seguros cuando Rusia, al poseer armas nucleares, ejerce control sobre el país.

El Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, declaró recientemente que Joe Biden, cuando aún estaba en el cargo, le había dicho que Rusia debía ser destruida. Parece como si dos personas completamente diferentes hubieran expresado su postura con respecto a Rusia. En aquel entonces, su principal preocupación era que Rusia no perdiera la capacidad de controlar su poderío militar. Y luego, la prioridad de Biden pasó a ser la destrucción de Rusia.

A continuación, se produjo una desconexión total. El director de la CIA, William Burns, vino a Moscú para convencernos de que abandonáramos la decisión “irrevocable” de atacar Ucrania (según relataron los estadounidenses). Les dijimos que nuestra preocupación era defender los intereses legítimos de Rusia en materia de seguridad, y no atacar a nadie. Presentamos un borrador de acuerdo entre Rusia y la OTAN y un borrador de acuerdo entre Rusia y EEUU, en los que se destacaban los intereses de Rusia en materia de seguridad, concebidos como algo que no interfería en la seguridad de nuestros vecinos. Discutimos ambos documentos en reuniones con el entonces Secretario de Estado, Antony Blinken, en Ginebra en enero de 2022. De hecho, nos ignoraron, calificando de inaceptables las agendas entonces propuestas y ahora abordadas en el curso de la operación militar especial. No hay garantías de que Ucrania no se adhiera a la OTAN. Ni se lo planteen.

El ex Secretario de Estado, Antony Blinken, me dijo que lo máximo que podíamos hacer era desarrollar misiles terrestres de corto y medio alcance. Se trata de una clase prohibida por el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, del que EEUU se retiró. No respondieron y no responderán a nuestra petición de redactar, en ausencia del tratado, dos moratorias paralelas pero no relacionadas entre sí. Antony Blinken propuso llegar a un acuerdo por el que EEUU desplegaría un determinado número de misiles terrestres de corto y medio alcance en Ucrania, mientras que Rusia se comprometería a hacer lo mismo cerca de la frontera con Ucrania. Así estableceríamos un límite máximo. Pero una semana después, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, Vladímir Zelenski gritaba histéricamente que nadie podía prohibir a Ucrania unirse a la OTAN. Fue aplaudido. Otra semana más tarde, en una grave violación de los acuerdos de Minsk, los bombardeos sobre Donbás se intensificaron entre 10 y 15 veces. Cuando el plan B estuvo listo para su aplicación -concretamente, poner fin a la guerra no mediante los acuerdos de Minsk, sino mediante la toma por la fuerza de pequeños territorios de las repúblicas de Donetsk y Lugansk que no estaban bajo el control de Kiev-, no nos quedó otra opción.

Nunca debemos hacernos ilusiones. Durante la reunión con el Secretario de Estado, Marco Rubio, en Riad a finales de febrero, los estadounidenses, como iniciadores de la reunión, abrieron la conversación y dijeron que la política exterior del Presidente estadounidense Donald Trump y su Administración se basa firmemente en los intereses nacionales de EEUU. Reconocen que otros países también tienen sus propios intereses nacionales, especialmente cuando se trata de grandes potencias como EEUU o la Federación de Rusia. Por lo tanto, para evitar sorpresas o malentendidos, parten de la premisa de que, en la mayoría de los casos, los intereses de los principales países no coincidirán. Sin embargo, cuando los intereses nacionales de países como Rusia y EEUU coinciden, es un error colosal no aprovechar esta coincidencia para llevar a cabo proyectos de beneficio material mutuo (en economía, energía, transporte, espacio, Ártico o cualquier otro ámbito). Y en la mayoría de los casos, cuando estos intereses no coinciden, es responsabilidad de las grandes potencias evitar que esta discrepancia degenere en una confrontación, y más aún en una confrontación hostil. Apoyo totalmente este enfoque. El Presidente ruso Vladímir Putin siempre se ha basado en esta premisa a la hora de formular su política exterior. Estamos dispuestos a hablar con franqueza con todo el mundo sin renunciar a nuestros propios intereses nacionales, profundamente arraigados y legítimos, y sin exigir lo mismo a nuestros socios. Siempre existe la posibilidad de llegar a un acuerdo. El “equilibrio de intereses” y el “compromiso” son las palabras que el Presidente ruso Vladímir Putin ha pronunciado en múltiples ocasiones al responder a la pregunta de con quién podríamos llegar a un acuerdo.

Yo no me haría ilusiones. No sabemos cómo se desarrollará la situación dentro de la Administración Trump. Creo que la relación establecida entre nuestros Presidentes durante el primer mandato de Donald Trump es una relación de trabajo. No necesitan preámbulos ni prólogos y, durante sus conversaciones telefónicas habituales, van directamente al grano. Así es como se debe trabajar. Siempre es mejor expresar tus opiniones abiertamente. Eso evitará cualquier ilusión o falsas esperanzas. Creo que el Presidente estadounidense Donald Trump, su Secretario de Estado y su vicepresidente son políticos que prefieren precisamente este estilo de trabajo.

Pregunta (traducida del inglés): ¿Qué problemas y retos prevé ahora que Rusia pasa de una operación militar especial a una operación antiterrorista?

Respuesta: Esto nos preocupa no solo por lo ocurrido a principios de este mes, sino también porque el régimen de Kiev ha utilizado estos métodos de una forma u otra (quizás no tan descaradamente como en las provincias de Briansk y Kursk) desde el principio. Puedo nombrar cualquier territorio en el que se hayan producido hostilidades y el resultado será el mismo. Creo que la provincia de Kursk es el ejemplo más revelador. Las Fuerzas Armadas rusas aclaran qué lugares del territorio ucraniano han sido objeto de sus ataques. Se trata de objetivos militares: unidades militares, lugares donde se concentra el equipo o antiguos lugares civiles utilizados por las FF.AA. ucranianas o el Servicio de Seguridad de Ucrania.

En cuanto a la provincia de Kursk, todos hemos visto lo que hicieron allí los nazis ucranianos. No hay ni un solo lugar que pueda presentarse al “público” como un objetivo asociado a la actividad bélica. Por lo tanto, no nos sorprende. Durante su última reunión con el Gobierno, el Presidente ruso Vladímir Putin dejó claro a qué conclusión habíamos llegado. Partiremos de ahí.

Se trata de una amenaza bastante grave. Obviamente, Ucrania es responsable de todo ello, pero estaría indefensa sin el apoyo de los anglosajones. Bueno, ahora podemos decir que sin el apoyo británico. Es posible que, por inercia, los servicios secretos estadounidenses también estén involucrados, pero los británicos lo están seguramente. Las medidas deben ser tomadas no solo por el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (que tiene mucho trabajo), sino también por el Ministerio del Interior, la Guardia Nacional y otros servicios de seguridad. Es importante reforzar lo que solíamos llamar vigilancia pública. Esto se está llevando a cabo. Tiene razón cuando dice que hay riesgos de una amenaza terrorista creciente. Los observamos también. Haremos todo lo posible para suprimir estas amenazas y evitar daños a nuestros ciudadanos.

Pregunta: Rusia se define como un Estado civilizacional en su Concepto de la política exterior para 2023, que subraya su identidad basada en las tradiciones civilizatorias euroasiáticas, distintas del liberalismo occidental. ¿Qué implicaciones tendrá esta identificación que hace hincapié en la soberanía cultural y civilizacional? ¿Cómo afectará a las relaciones a largo plazo de Rusia con Europa y EEUU? Además, Estados civilizacionales como Rusia y China se están convirtiendo cada vez más en los principales artífices de la multipolaridad con su legitimidad civilizacional, especialmente su creencia en ir más allá de la lógica occidental de dividir y gobernar, el juego de suma cero, para abrazar la cooperación en la que todos ganan. ¿Qué opina sobre la perspectiva de la sinergia entre la economía china y la UEEA? ¿Cuál sería el impacto para la región y más allá? ¿Podrían Rusia y China sentar las bases para crear una organización panasiática?

Respuesta: Lo que hace que el continente euroasiático sea tan único es que no solo ha sido el hogar de estas dos civilizaciones que surgieron hace miles de años y se han desarrollado aquí. De hecho, aquí hubo múltiples civilizaciones. Está la civilización india, el mundo otomano y las civilizaciones que solían designarse a sí mismas como el Imperio Romano. Y vemos que las tradiciones del pasado siguen resonando hoy en día. Otros continentes, como África y América Latina, también tienen sus raíces civilizatorias, representadas principalmente por sus pueblos indígenas, pero su identidad civilizatoria tiende a ser menos evidente en términos de cultura, tradiciones o costumbres. Incluso Groenlandia carece de tradiciones de este tipo.

En mi discurso de apertura, traté de transmitir la idea de que todas las personas son diferentes, al igual que las civilizaciones y las religiones. En Eurasia, podemos encontrar puntos en común con todos nuestros vecinos y todas las grandes potencias. Estoy totalmente de acuerdo con lo que ha dicho sobre promover el diálogo entre civilizaciones como vía para fomentar una narrativa pancontinental. También estoy de acuerdo en que Rusia y la RPC pueden y deben desempeñar un papel protagonista y proactivo en este proceso. Espero que el primer paso en esta dirección consista en reactivar el formato tripartito RIC (Rusia, la India, China). No nos hemos reunido a nivel de ministros de Asuntos Exteriores en los últimos dos años. He planteado este tema tanto a mi homólogo chino como al ministro de Asuntos Exteriores de la India. La tensión en la frontera entre la India y China se ha aliviado considerablemente y la situación está volviendo a la normalidad. Existe un diálogo entre Nueva Delhi y Beijing, por lo que espero que podamos reactivar el formato tripartito RIC. Esto supondría un paso importante para avanzar en la agenda pancontinental.

Pregunta (traducida del inglés): ¿Cómo podemos cambiar la percepción que Occidente tiene de Rusia?

Respuesta: Muchos rusos y personas de otras naciones de la URSS vivieron un momento de felicidad similar al Día del Elba, cuando derrotamos a un enemigo formidable, y esto ocurrió a pesar de todas las maniobras diplomáticas de Occidente durante los primeros días, meses y años de la guerra, cuando proporcionaron ayuda y pusieron en marcha planes de préstamo y arriendo, que por cierto no eran gratuitos. Es importante destacar que el Reino Unido adoptó una actitud de esperar y ver qué pasaba para decidir de qué lado entraría en la guerra. Había retos cada vez mayores y una falta de confianza persistente. Sin embargo, la URSS, EEUU y el Reino Unido lograron celebrar varias reuniones al más alto nivel para acordar compromisos geopolíticos. Por una parte, hubo un frío cálculo, y por otra, trataron de equilibrar también sus intereses. Nunca he visto una mejor expresión de felicidad que el encuentro en el Elba. Pero no logró producir un efecto duradero. Incluso antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, nuestros aliados ya estaban tramando la Operación Impensable. El hecho de que entendieran que atacar a la URSS sería impensable era algo positivo. Pero eso era lo que estaban pensando. Luego vino el discurso de Winston Churchill de la Cortina de Hierro y del inicio de la Guerra Fría.

Lo más importante es contar con una comunidad feliz de personas que representan a diversos países y culturas y que sienten lo mismo tras derrotar a las fuerzas del mal. Hoy en día, la confrontación entre el bien y el mal ha vuelto a aparecer en nuestra agenda. Tenía razón al decir que Occidente, principalmente Europa y su núcleo agresivo liderado por todos estos Starmer, Merz y Macron, lucha contra nosotros suministrando armas de alta precisión a Ucrania. De hecho, los ucranianos no pueden manejar estas armas, esa es la tarea de los países proveedores. Pero hay más. Occidente simplemente quiere demostrar que nuestro país está aislado impidiendo que alguien viaje aquí.

Hubo un eurodiputado que vino a conmemorar los 80 años de la Victoria. Por ello, lo expulsaron de su grupo parlamentario y le prohibieron entrar en la sala plenaria. Qué vergüenza. Esto equivale al fascismo, a una dictadura. Ya he mencionado lo que hicieron en Rumanía.

Todos estos países tienen embajadores en Moscú. Algunos tienen Consulados Generales en Moscú y San Petersburgo. Los embajadores tienen la misión de informar a sus gobiernos de la verdad. Sus gobiernos dijeron que su objetivo consistía en infligir una derrota estratégica a Rusia. Por lo tanto, los embajadores tienen la misión de informar sobre la forma en que han estado trabajando para lograr este objetivo sobre el terreno, en la Federación de Rusia, en un esfuerzo por derrotarla. No sé qué han estado informando estos embajadores a sus gobiernos, pero hay algunas cosas que puedo decirles al respecto.

Tengo un ejemplo. En mayo de 2024, reflexionamos y el Ministerio de Asuntos Exteriores decidió no responder de forma burda a los procedimientos que los países anfitriones habían introducido en relación con nuestros embajadores en Europa. Por ejemplo, los funcionarios europeos se negaban a reunirse con ellos, a menos que tuvieran que transmitir una protesta airada.

Antes de la operación militar especial, solíamos reunirnos con cada uno de los embajadores de la UE cada seis meses. Nos reuníamos con ellos consecutivamente, en nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores o en sus respectivas embajadas, y discutíamos todos los temas de interés en un almuerzo de trabajo.

En mayo de 2024, decidimos invitarlos a reunirse, sin anuncios (aunque esto ya no importa), para ofrecerles aclaraciones sobre cualquier acontecimiento actual que les resultara poco claro. Pudimos ver que las respectivas capitales obviamente no tenían suficiente conciencia de la situación, de las consecuencias y los efectos de su política agresiva contra Rusia sobre los dirigentes y el pueblo rusos. Invitamos a todos, incluido el jefe de la Delegación de la UE, y fijamos una fecha y una hora. De repente, unos días antes del evento programado, nos notificaron que habían recibido instrucciones de sus capitales para rechazar esta invitación. Eso demostró que Europa no estaba interesada en conocer los resultados (en esa etapa) de su política belicosa y agresiva. Ordenaron a sus embajadores que se quedaran donde estaban.

Lo mencioné públicamente. Después de eso, nos enteramos de que se reunieron con el representante de la Comisión Europea y decidieron responder a mis críticas redactando un documento que iban a hacer público. Según el borrador que distribuyeron, lo que yo había dicho no era cierto y la verdadera razón era que no podían aceptar una invitación del ministro de Asuntos Exteriores del país que atacó Ucrania y que de repente se hizo responsable del envenenamiento de Alexéi Navalny.

A este respecto, me gustaría recordarles que nunca se nos ha presentado una lista de nombres que coincidan con los cadáveres que se mostraron en Bucha, ni por parte del Secretario General de la ONU, António Guterres, ni del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, ni de los periodistas que parecen conocer todos los detalles sobre Jeffrey Epstein, pero no sobre Bucha.

Hablando de Alexéi Navalny, creo que también es muy poco ético especular sobre la vida de una persona, independientemente de lo que se piense de ella. Fue trasladado en avión desde Omsk a Alemania en menos de 24 horas, sin cumplir con los trámites que suelen requerir estos casos, en un avión que fue enviado para él, escoltado por personas que llegaron en ese avión sin visados ni pasaportes y que luego abandonaron Rusia. Fue trasladado a un hospital civil, el Charité, pero no se encontraron rastros de veneno. A continuación, fue trasladado de urgencia a una clínica del Bundeswehr, donde encontraron “algo”. Emitimos una nota solicitando ver lo que habían encontrado, porque era ciudadano ruso y era importante para nosotros saberlo. Nos dijeron que no, explicando que cualquier información sobre los resultados de las pruebas de Navalny revelaría la fase actual de su programa biológico. Dijeron que enviarían sus pruebas a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Enviamos una solicitud a la OPAQ. La organización, que Occidente también había privatizado hace mucho tiempo, dijo que los alemanes les habían enviado las pruebas, pero advirtió que no nos las mostraran. No bromeo diciéndolo ahora. No sabemos qué tratamiento recibió ni qué le dieron en esta clínica del Bundeswehr. No puedo saber qué efectos podrían haber tenido esos medicamentos en un año, un año y medio, dos o tres años. Este debate se basa en la negativa a proporcionar datos.

Lo mismo ocurre con el Boeing malasio. Nadie citó ningún dato. De los 13 testigos, solo uno habló en persona y el resto eran anónimos. Recientemente hubo una vista judicial en los Países Bajos. EEUU proporcionó algunos datos de imágenes satelitales; todo lo que tenemos es una declaración de que se mostraron al tribunal. O tal vez no fue así, pero el tribunal confió en que los datos de EEUU eran correctos y no tuvo necesidad de verlos.

Todo lo anterior es una manifestación más de su impunidad y una confianza irremediable en la propia razón, que sirve de principal motor para aquellos que quieren socavar el desarrollo de la multipolaridad, incluso por medios militares. Me siento tentado a decir que la verdad está de nuestro lado y que la multipolaridad será nuestra.

Pregunta (traducida del inglés): Soy mitad escocés y mitad irlandés, así que me gustaría aprovechar esta oportunidad para desvincularme de cualquier responsabilidad por los crímenes históricos de los anglosajones.

El Presidente Donald Trump está en el cargo, pero ¿tiene poder? En los últimos días vertiginosos en Washington, hemos visto la capacidad del Presidente Trump para hacer lo mismo que Annalena Baerbock, es decir, sus opiniones dan giros como una veleta. Quizás sea un rasgo de su carácter.

En EEUU existe una dualidad de poder. Personalmente, creo que el Presidente Trump no sabía nada de los atentados terroristas contra los aeródromos militares en Rusia durante la última semana. Se llevaron a cabo de forma rápida y, evidentemente, por orden de la Administración anterior. ¿Cree Usted que hay motivos para pensar que el Estado profundo de EEUU está decidido a frustrar cualquier bien que pueda tener en mente el Presidente Trump?

Respuesta: Creo que en cualquier sociedad, especialmente en una que se ha desarrollado durante décadas dentro de su propio sistema político, como si siguiera unos caminos muy trillados, la llegada de una figura vívida y poco convencional al timón del Estado provoca inevitablemente procesos subterráneos destinados a preservar el modo de vida habitual: vivir endeudado y propagar la propia ideología. Creo que esto no es en absoluto exclusivo de EEUU.

La cuestión se ha planteado repetidamente en los últimos años. Incluso en nuestra propia sociedad, había quienes esperaban que todo volviera al statu quo, que los que huyeron (me refiero a las empresas occidentales) regresaran, fueran recibidos con los brazos abiertos y se reanudaran las escapadas a la Costa Azul o Cerdeña. Todo volvería a estar bien, cuando el consumo se sustentaba en gran medida en las importaciones.

El Presidente Vladímir Putin habló claramente sobre nuestro propio pueblo, sin utilizar el término “Estado profundo”, pero la esencia es muy similar. Nuestra experiencia en la unificación de este tipo de personas está mucho menos arraigada que en EEUU, pero el Presidente Putin fue inequívoco en cuanto al regreso de las empresas: no nos oponemos, pero debe ser justo. Si huyeron y abandonaron a sus trabajadores, el nicho ya está ocupado, lo sentimos, propongan algo que nos resulte aceptable.

Pero lo más importante es que, poco después del inicio de la operación militar especial, hablando sobre el futuro del mundo, dejó claro lo siguiente: nunca más, para nosotros, para Rusia, para el pueblo ruso, las cosas serán como eran antes de febrero de 2022. En otras palabras, mantuvo la esperanza hasta el último momento de que los borradores de los tratados que Rusia presentó a la OTAN y a EEUU en 2021 se tomaran en serio, de que prevaleciera el sentido común. Pero no funcionó, no nos creyeron.

El Presidente Vladímir Putin concedió recientemente una entrevista en la que se le preguntó directamente si había sido ingenuo. Respondió que sí, efectivamente, había sido ingenuo. Sin embargo, esto significa que nos dejamos atrapar por numerosos marcos y eslóganes amistosos -”del Atlántico al Pacífico” y “espacios comunes con la UE- que abarcaban cuatro áreas clave: seguridad, economía, infraestructura y cuestiones culturales. Estos espacios comunes se construyeron desde el Atlántico hasta el Pacífico. Hubo docenas de iniciativas de cooperación, proyectos conjuntos, cumbres bianuales, reuniones ministeriales, representantes permanentes, Rusia y la UE, el Consejo Rusia-OTAN y mucho más. Se firmaron declaraciones solemnes al más alto nivel dentro de la OSCE, en las que se afirmaba que la seguridad es indivisible y que nadie reforzaría su seguridad a expensas de otros. Todo esto se acumuló por inercia, y cada vez que Occidente demostró su total falta de fiabilidad como socio negociador, quedó claro que esas bonitas palabras solo servían para un propósito: prepararse una vez más para una guerra de aniquilación contra Rusia, como habían hecho en siglos pasados.

Sin embargo, queríamos creer lo contrario y persistimos hasta el último momento en nuestros compromisos con Alemania, Francia y Londres para promover la idea de que habíamos llegado a acuerdos. Pero poco a poco, fueron socavando estos acuerdos. Como admitió más tarde la ex subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, invirtieron más de 5.000 millones de dólares en Ucrania específicamente para convertirla en un país antirruso.

Pido disculpas por desviarme de la agenda estadounidense para centrarme en la nuestra, pero el concepto de Estado profundo no es en absoluto exclusivo de EEUU. Antes he mencionado la Comisión Europea, un organismo no elegido cuya composición es el resultado de acuerdos opacos entre bastidores (“tú me rascas la espalda y yo te rasco la tuya”). Los actores de esta Comisión persiguen sus propios intereses, al igual que lo hace el Estado profundo. Su objetivo es someter a este Estado profundo. Cada vez que las elecciones en cualquier país dan como ganador en la primera vuelta a alguien que no forma parte de la clase política establecida, sino que, en sentido positivo, es nacionalista (puede que no les gustemos nosotros u otros, pero piensan en su propio pueblo, como debería hacer cualquier político), se activan inmediatamente mecanismos similares al Estado profundo para restaurar el statu quo.

Espero sinceramente que las normas constitucionales prevalezcan en EEUU, que el Presidente Donald Trump no se vea limitado en el ejercicio de su autoridad constitucional, que no se enfrente a obstáculos y que tenga pleno acceso a la información.

No sé hasta qué punto se informa al Presidente estadounidense sobre las operaciones que el régimen ucraniano lleva a cabo contra nuestro país. Es un hecho demostrado que numerosos asesores estadounidenses siguen integrados en los servicios de seguridad de Ucrania, ya que no han sido retirados. Lo que instructores militares de otras naciones suministran armas al régimen ucraniano y operan allí es también un hecho conocido. También sabemos que asesoran a las FF.AA. ucranianas sobre operaciones estratégicas, ubicación de instalaciones y camuflaje. Como he mencionado, muchos sistemas de armas modernos no pueden funcionar sin la participación directa del personal militar de las naciones proveedoras.

Según tengo entendido, al Presidente Trump le preguntaron en su avión sobre los recientes ataques, no solo recientes, sino ataques terroristas. Afirmó que, al enterarse de ellos, supo inmediatamente que Ucrania recibiría su merecido y sería bombardeada hasta quedar reducida a escombros, según sus propias palabras. Solo puedo interpretar y comentar lo que oigo. En cuanto a cómo llegan al Presidente los informes de inteligencia estadounidenses, francamente, no lo sé. A través del Ministerio de Asuntos Exteriores, no nos entrometemos en los asuntos clasificados de otros países.

Pregunta (traducida del inglés): En un mundo multicultural, multipolar e interconectado, ¿cuál es el futuro de la diplomacia?

Respuesta: Creo que la diplomacia no desaparecerá en ningún sistema o formato de orden mundial que pueda existir.

He mencionado anteriormente que la diplomacia es la profesión más antigua, porque es necesario llegar a un acuerdo sobre las cosas antes de poder seguir adelante. No hay forma de lograr algo sin diplomacia.

Hablando de la percepción ingenua del optimista período postsoviético, cuando todo el mundo estaba allí para “cortejarnos”: cientos de especialistas trabajaban en nuestras instituciones estatales, especialmente en las organizaciones financieras. Parecía el fin de la historia, con nosotros formando parte del mundo civilizado. Sin embargo, la decepción nos alcanzó muy rápidamente. En aquel entonces, había una expresión popular en nuestro lenguaje de política exterior que aparecía en numerosos documentos analíticos y que decía que la reducción del factor de la fuerza militar en los asuntos internacionales era el sello distintivo de la nueva era postsoviética y posterior a la Guerra Fría. Hoy en día, esto solo puede hacernos sonreír. Tan pronto como alguien se convencía de ese enfoque y reducía el factor de la fuerza, quien le había convencido para hacerlo seguía adelante y utilizaba el factor de la fuerza al máximo.

La percepción ingenua de estas promesas o mantras es cosa del pasado, pero la diplomacia sigue teniendo un papel que desempeñar. Entre otras cosas, puede utilizarse para evitar una escalada descontrolada de la carrera armamentística, especialmente de las armas nucleares, hasta un nivel en el que se puedan producir daños irreparables. Ahora nos enfrentamos al grave riesgo añadido de la inteligencia artificial. Quién sabe qué conclusiones puede sacar cuando comprenda cómo se gobierna un país concreto. Muchos se dedican a ello.

La Administración Trump quiere reanudar el diálogo estratégico. Partimos de la premisa de que, tan pronto como los componentes básicos de nuestras relaciones se ajusten a los principios de las conversaciones en pie de igualdad sobre la estabilidad estratégica, estaremos dispuestos a reanudarlas. Se necesitan esfuerzos adicionales antes de llegar a ese punto.

La situación de Ucrania también puede recurrir a la diplomacia. En este momento, nuestras tropas en primera línea son, sin duda, nuestros mejores diplomáticos. Defienden la verdad, el honor y la dignidad de la gente.

No hace mucho, el Canciller alemán Friedrich Merz se dejó llevar y entró en un frenesí en uno de sus discursos. Dijo que Rusia necesitaba ser detenida y que volverían a convertir a Alemania en la potencia militar número uno de Europa. No estoy seguro de que se diera cuenta de lo que significaba la palabra "otra vez" en este contexto, pero luego agregó que Rusia no se detendría en Ucrania y avanzaría para conquistar toda Europa. Está usando sus propios estándares para juzgarnos. Está impregnado de la mentalidad de la Alemania nazi, que necesitaba territorios y acceso a los recursos naturales. Planearon exterminar a la mayoría de las personas de ciertas etnias y las exterminaron. Merz intenta interpretar nuestros pensamientos y acciones a partir de sus propias evaluaciones y planes instintivos genéticos.

El objetivo de la operación militar especial no es ganar territorios, sino defender a las personas cuyos antepasados han vivido en estas tierras durante siglos, construyeron ciudades, puertos, fábricas, carreteras, sembraron trigo y fabricaron otros productos. El primer gobierno que llegó al poder después del golpe de Estado de 2014 en Ucrania declaró a estas personas “infrahumanas”. En septiembre de 2021, Vladímir Zelenski, respondiendo a una pregunta sobre lo que piensa de la gente del otro lado en Donbás, dijo que hay humanos y hay “criaturas”. Si vives en Ucrania y crees que eres parte de la cultura rusa, sigue su consejo y, por la seguridad y felicidad de tus hijos y nietos, vete a Rusia. La gente de Donbás, en realidad, siguió su consejo. Celebraron un referéndum y, como él sugirió, se fueron a Rusia. De eso se trata.

Un día, el régimen nazi de Kiev, ignorando las protestas de los ciudadanos de Odesa, demolió el monumento a la fundadora de la ciudad, la emperatriz Catalina la Grande. Una semana después, la UNESCO declaró patrimonio cultural mundial el centro histórico de Odesa, que este monumento solía adornar. ¿Qué se supone que debemos pensar de esta organización dirigida por la ciudadana francesa Audrey Azoulay? ¿Cómo uno puede deshonrarse tanto y asegurarse de que nadie en Occidente siquiera mencione este hecho absolutamente obvio?

Ahora estamos manteniendo conversaciones en Estambul. Nuestra operación continuará, el Presidente Putin lo ha dejado inequívocamente claro. Además, estamos dispuestos a contribuir al logro de los objetivos de la operación militar especial a través de la diplomacia clásica, principalmente abordando cuestiones humanitarias, que incluyen el intercambio de prisioneros de guerra y el regreso de los jóvenes reclutados por los centros de reclutamiento territoriales ucranianos, los heridos, los enfermos y los cadáveres.

Ya se ha dicho tanto sobre la negativa de Zelenski a recuperar los cuerpos de sus propios soldados que ni siquiera quiero hablar más sobre este tema blasfemo. Aunque permítanme repetir que los resultados sobre el terreno se formalizarán legalmente. Esto lo harán principalmente diplomáticos, pero en conjunto con los militares. Nuestra posición es clara, sabemos lo que defendemos y por lo que luchamos en el frente, en la diplomacia y la economía, y en la crianza de nuestros hijos.

Pregunta (traducida del inglés): Sé que Usted respeta profundamente el sentido mismo de la labor de la ONU y las organizaciones internacionales en las que comenzó su carrera diplomática. Mi pregunta se refiere a la situación geográfica de esas organizaciones, cuyas oficinas están ubicadas en los “países neutrales”, como Suiza y Austria, aunque sabemos que en los últimos tres años han dejado de ser neutrales. Creo que en las condiciones de un mundo multipolar, es necesario llevar a cabo una reubicación. Por ejemplo, la OPEP podría trasladarse a Estambul, o algunas organizaciones de la ONU con sede en Ginebra podrían trasladarse a la India o al continente africano.

Respuesta: La mejor opción es trasladar la ONU a Sochi.

Iósif Stalin lo propuso seriamente. Más tarde, cedió ante Roosevelt. Long Island fue la primera opción, seguida de Manhattan, Nueva York.

Ahora todas estas entidades tienen profundas raíces, no solo físicamente, como edificios y propiedades, sino también en términos de personal de la ONU, especialmente después de que se introdujeran los contratos permanentes y los miembros del personal de la ONU compraran sus propias casas y apartamentos. Si se intenta trasladarlos a otra ubicación ahora, sería un esfuerzo de reubicación de proporciones alucinantes.

Creo que en este caso debería aplicarse el mismo principio que en la Carta de la ONU. No hay ni un solo principio en la Carta que sea irrelevante o injusto hoy en día. La única deficiencia es el hecho de que estos principios no se han aplicado plenamente. Como dice un dicho popular del Imperio ruso, la severidad de las leyes rusas se ve atenuada por el cumplimiento opcional.

Lo mismo ocurre con la Carta de la ONU y los países que ha mencionado que acogen la sede de la ONU, como EEUU, Austria y Suiza. Si la Carta de la ONU se aplicara realmente, es probable que la mayoría de los problemas mundiales se resolvieran de forma mucho más eficaz. Basta con pensar en el principio de igualdad soberana de los Estados. Lo único que hay que hacer es aplicarlo. Es algo difícil de hacer, quizá poco realista, pero aún así.

Lo mismo ocurre con la reubicación. Cada ciudad que actualmente acoge organismos de la ONU tiene obligaciones consagradas en acuerdos entre la ONU y el país anfitrión. Estas obligaciones exigen de manera inequívoca que los visados no se retrasen uno o dos años y que no se restrinja la circulación de los diplomáticos que trabajan en misiones ante la organización internacional.

Por eso se creó en Nueva York el Comité de Relaciones con el País Anfitrión de la ONU. Incluso durante la Administración Biden, incluimos en su reglamento una disposición en el sentido de que, como Estado anfitrión de la sede, EEUU debe cumplir sus funciones. Esto es importante no solo porque es más barato que la reubicación, sino también porque es una cuestión de principio que no se deben tolerar las violaciones flagrantes de los compromisos existentes.

La superioridad moral siempre está del lado de quien insiste en cumplir los acuerdos. Rusia siempre ha respetado los acuerdos que ha firmado. Lo reafirmamos de nuevo durante las conversaciones en el contexto de la operación militar especial.

 


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