Discurso introductorio pronunciado por del Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, en una reunión de trabajo con los jefes de las oficinas de medios extranjeros acreditados en Rusia, Moscú, 15 de febrero de 2023
Estimados colegas,
Perdón por el retraso. Hoy se celebró en la Duma de Estado la sesión de control al Gobierno, en la que se prestó mucha atención a la política exterior y se hicieron muchas preguntas.
Le agradecemos que hayan aceptado nuestra invitación. Es una tradición comunicarnos en un ambiente informal.
Veo aquí muchas caras familiares. Tuvimos la oportunidad de conversar durante la gran rueda de prensa en enero. Creo que mantuvimos un buen diálogo. Hoy podemos continuarlo productivamente.
Estamos abiertos a la comunicación con la comunidad de medios extranjeros. Su humilde servidor, una humilde servidora más (María Zajárova), viceministros de asuntos exteriores, directores de departamentos y nuestros embajadores siempre están abiertos a comunicarse y presentar nuestro punto de vista y la verdad. Siempre estamos a su disposición.
Al mismo tiempo, esperamos que todo lo que escuchen y lleguen a saber de nosotros, lo transmitan a su audiencia de manera objetiva, por ejemplo, sobre nuestra política exterior, sobre las medidas internas tomadas por el Gobierno de Rusia para mitigar las consecuencias negativas de las sanciones que forman parte de la guerra híbrida total declarada contra nosotros, una guerra económica, cultural y humanitaria. Probablemente, para sus lectores, que muestran interés en lo que está sucediendo, es importante recibir la información de primera mano junto con lo que se dice sobre nosotros en sus países de origen.
Estoy convencido de que un verdadero periodista, como un verdadero diplomático, valora su reputación y trata de cubrir los eventos de manera imparcial y detallada. Incluso cuando se trata de las conclusiones que se presentan a su audiencia y a la nuestra.
Los reportajes y las publicaciones rusos se preparan a base de los hechos reales. Espero que no nieguen que en Rusia se presentan muchos hechos sobre lo que está sucediendo en Ucrania y a su alrededor. Todos ellos están respaldados por evidencias concretas. Esta información siempre debe llegar al consumidor final, que está bajo una lluvia de especulaciones, fraudes y varios materiales que tergiversan directamente la realidad. En este momento, contar la verdad es de particular importancia para ustedes y para nosotros, los diplomáticos.
Constantemente, tratamos de hacer nuestro trabajo con los periodistas extranjeros lo más eficaz posible, transparente y sencillo por su forma. Regularmente, organizamos giras de prensa por las ciudades y pueblos de nuestro país. Permiten sentir cómo vive el país, las regiones y los ciudadanos que en su mayoría son abiertos, amistosos y están dispuestos a contactar. En los últimos años, hemos organizado alrededor de 60 tales giras por nuestras regiones. Es mucho. Seguiremos con esta empresa útil y prometedora. Los invito a la próxima gira que se anunciará dentro de poco.
No lo hacemos porque tratamos de distinguirse de los Estados occidentales de alguna manera. No fomentan tal práctica, aunque se llaman a sí mismos «faros de la democracia». Pero, en realidad, introducen censura y limpian su espacio informativo de los puntos de vista alternativos, luchan contra cualquier manifestación de disidencia. Tratan de «cancelar» a nuestros periodistas y medios, etiquetándolos como «voceros del Kremlin». Lo confirma la situación escandalosa en torno a las redacciones más grandes de RT y Sputnik en la Unión Europea. Terminaron bajo la apisonadora de censura y discriminación, no debido a la operación militar especial. Hace cinco años, el Palacio del Elíseo se negó oficialmente a acreditar RT y Sputnik, explicando directamente por boca del Presidente de Francia, Emmanuel Macron, que esta negativa se debe al hecho de que no son la prensa, sino «agentes de influencia y órganos de propaganda falsa».
La misma guerra híbrida, pero con todos los elementos militares, económicos, culturales y mediáticos, comenzó mucho antes de los acontecimientos actuales. Lo reconoció, con una ingenuidad «infantil», el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien dijo ayer que comenzaron a preparar la guerra en 2014, es decir, cuando llevaron al poder a neonazis, rusófobos, golpistas, quienes en primer lugar declararon la guerra contra todo lo ruso y empezaron la campaña para expulsar a los rusos de Crimea. Dijo que fue desde entonces que nuestros colegas de la OTAN comenzaron a preparar la guerra contra Rusia.
Si hablamos de RT y Sputnik, fueron incluidos en la lista de agentes extranjeros en EEUU por iniciativa del éste. De nuevo, cinco años antes del inicio de la operación militar especial. Esto también es una parte de la guerra informativa, que a su vez constituye un componente integral de la guerra híbrida, que ahora se libra en su totalidad.
Hace una semana, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, el principal diplomático de la Unión Europea, dijo públicamente y sin ningún remordimiento que el hecho de que prohíben el trabajo de varios medios rusos en Europa es «una medida para proteger la libertad de expresión». Lo dejaré a su juicio. Estoy convencido de que ustedes conocen muy bien los principios del periodismo libre y lo que hacen RT y Sputnik. Si ustedes ven violaciones graves de los principios de la libertad de expresión en sus actividades, sería interesante conocer unos ejemplos de esto hoy.
Consideramos esto una intolerancia completa al pluralismo de opiniones, que es uno de los principales valores del liberalismo clásico, incluso si nos ponemos del lado de los neoliberales a la hora de defender la verdad. Pero desde una perspectiva jurídica, esta política de «cancelar» los medios de habla rusa viola gravemente los compromisos asumidos por todos los países occidentales en el marco de la OSCE para garantizar la libertad de los medios de comunicación y el igual acceso a la información para la población de todos los países de la OSCE. Incluyendo el acceso a la información, cuyas fuentes se encuentran tanto dentro del país de que se trate, como fuera de él.
El hecho interesante es el que el principal iniciador de adoptar tal compromiso para garantizar el acceso a la información en 1990 fue Francia. El mismo país que expulsó a RT y Sputnik del Palacio del Elíseo, declarándolos instrumentos de propaganda rusa. El compromiso sobre el acceso a las fuentes de información sin ningún tipo de restricciones se adoptó en 1990, cuando la URSS se encontraba en la fase de desaparición. Entonces, Occidente creía que a partir de ahora empezó el «fin de la historia», que todas las reglas de la vida de la humanidad, incluidas las decisiones sobre qué información proporcionar a la población, dependerían solo de EEUU, la Unión Europea y la OTAN. Por eso, a nosotros, la URSS, se nos impuso activamente la decisión en el marco de la OSCE que eliminaría cualquier obstáculo para el acceso a la información. Cuando superamos la etapa de perturbaciones a nivel estatal y creamos unos medios verdaderamente independientes y aspirantes a ser objetivos, inmediatamente les pareció esto inconveniente a nuestros socios occidentales, encabezados por Francia. Las verdades amargan. Esto confirmó que el embaucamiento informativo de la audiencia se había convertido en una norma del día en los gobiernos occidentales y que cualquier información que de alguna manera cuestionara la razón de las autoridades oficiales era inconveniente. Las autoridades de la URSS hacían exactamente lo mismo en su momento, cerrándose de las agencias de información occidentales y permitiendo que solo medios comunistas leales trabajen en nuestro mercado informativo. Ahora, observamos esta misma tendencia, justo de acuerdo con George Orwell, en el trabajo de los gobiernos occidentales, en lo que se refiere a su deseo de tirar de la rienda a los medios.
Por ejemplo, presten atención a la reacción que se observa en Occidente en respuesta a las revelaciones concretas, basadas en muchos hechos, de Seymour Hersh con respecto a las explosiones de los gasoductos Nord Stream. Imagínense que algo similar se atribuiría a Rusia en relación con el oleoducto Canadá – EEUU. No tendrían otro trabajo. Los obligarían a escribir solo sobre esto ahora. Aquí tenemos una noticia bomba, basada en hechos. Hace tiempo que asumimos que existen. Sin embargo, es un periodista más serio que no renuncia a sus declaraciones y los resultados de la investigación. Por el contrario, los confirma diariamente y como si trata de empezar una conversación con los que se mencionan en su investigación. ¿Cuál es la reacción? Ninguna.
Recuerden cómo, después de las declaraciones de la Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, de que «highly likely», o muy probablemente, los rusos envenenaron a los Skripal, necesitaron dos días para expulsar a 150 diplomáticos rusos de Europa y EEUU. Nadie pensó en cómo comprobarlo todo. Lo dijeron y ya está. El Reino Unido obligó a los europeos continentales a expulsar a los diplomáticos rusos. Entonces, pregunté a nuestros colegas en la Unión Europea, muchos de los cuales se sentían incómodos, si Londres había mostrado algunas pruebas, aparte de las palabras de Theresa May de que «highly likely» fue así, ya que casi nadie más tenía motivos. Sintiéndose confundidos, dijeron que nadie de Londres les había proporcionado ningunos hechos, pero dijeron que los expulsaran lo más rápido posible y luego les darían pruebas. No tuve pereza y después de algún tiempo hablé con las mismas personas de la UE para preguntar si al final les habían presentado las pruebas. Bajaron los ojos y dijeron que no. Así es como funciona la propaganda, en primer lugar, cuando lo necesitan los anglosajones.
¿Acaso las evidencias de Seymour Hersh son menos convincentes que el balbuceo que presentaron en relación con Salisbury, en relación con Alexéi Navalny, cuyos datos de examen médico todavía se niegan a facilitarnos? Además, en este caso no hay nada de «highly likely». Nos dicen que tienen pruebas que demuestran que fue envenenado. Pero no nos darán los resultados de estos análisis, porque el mismo ciudadano ruso no lo quiere. Luego nos dijeron que estos datos ya pertenecen a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Acudimos ahí, diciendo que, según los alemanes, habían llegado a ser «su propiedad», y pidiendo que los compartieran. Nos respondieron que sí, los alemanes les habían entregado estos análisis, pero dijeron que no tenían derecho a publicarlos completamente. Se publicó un extracto tan estéril, del cual nada está claro. Es una burla al sentido común y a la libertad de expresión.
Hoy, el representante del Secretario General de la ONU, respondiendo a la pregunta de uno de sus colegas, si habrá una investigación en relación con la información proporcionada por Seymour Hersh sobre las causas y el responsable de las explosiones de Nord Stream 1 y Nord Stream 2, dijo que no están autorizados para investigar. Encuentren los materiales de hace tres o cuatro meses, cuando planteamos la cuestión de que el Secretario General de la Organización no tiene la autoridad para realizar una investigación a solicitud de uno o dos países. Se refería a otro incidente químico en Siria o en otro lugar. Es fácil de encontrar en Internet. Entonces, la Secretaria General Adjunta, Rosemary A. DiCarlo, que, por una extraña coincidencia, es ciudadana de EEUU, dijo que estaban llevando a cabo una investigación por encargo del Consejo de Seguridad, la Asamblea General o los países miembros de la ONU. Dijimos que los países miembros no pueden encomendar una investigación. Es un procedimiento legal, hay que respetar las reglas, solo el Consejo de Seguridad de la Organización puede encomendarla. Nos dijeron que la solicitud de los países miembros era suficiente.
Ahora, el país miembro, la Federación de Rusia, ha recurrido a la Secretaría con la solicitud de llevar a cabo una investigación con respecto a los materiales de Seymour Hersh. Este tema se ha convertido en uno de los centrales en los debates internacionales. Vamos a ver cuán coherentemente pueden formular su posición António Guterres, el portavoz Stéphane Dujarric (ciudadano de Francia) o su adjunto Farhan Haq (ciudadano de EEUU), dadas las recientes declaraciones de la Secretaria General Adjunta, Rosemary A. DiCarlo, de que la Secretaría tiene derecho a realizar investigaciones a solicitud de los países miembros. Estoy ironizando. Pero la ironía se basa en hechos escandalosos.
La política de Occidente para privatizar las Secretarías de la ONU, lo vemos también en la OPAQ y la OSCE, sobrepasa todos los límites de la decencia en cuanto a la ética diplomática y humana. Las normas de procedimiento se rompen «por la rodilla». La Secretaría Técnica de la OPAQ se ve obligada a ocuparse de la tarea, expresamente prohibida en la Convención sobre Armas Químicas, no tienen derecho a identificar a los responsables. Su deber es solo determinar si se ha utilizado o no una sustancia química prohibida. Todo lo demás que puedan hacer debe ser objeto de un suplemento consensuado a la Convención sobre Armas Químicas.
Hace unos años, a través de una votación, por una minoría de los participantes en la Convención, les permitieron señalar con el dedo, en este caso, a la República Árabe Siria. De este modo, justificaron una escenificación descarada y flagrante organizada por los Cascos Blancos. Las ridículas evidencias que presentaron, como sacaban a los niños sin máscaras de los sótanos, les echaban agua con una manguera y decían que estaban salvando a los niños de un ataque químico, se consideraron razón suficiente no solo para investigar, sino también para emitir un veredicto.
Seymour Hersh presenta hechos concretos con las fechas en las que todo fue considerado en la Casa Blanca y en otros departamentos de la administración estadounidense. Lo que describió en papel coincide con los eventos realmente registrados directamente en los gasoductos. La ONU dice que no está autorizada para investigar. Todos los países, en cuyas zonas económicas se construyeron los gasoductos Nord Stream, han guardado silencio ya durante seis meses, sin decir ni pío.
Desde septiembre de 2022, ni los suecos ni los daneses han respondido a las cartas oficiales del Primer Ministro de Rusia, Mijaíl Mishustin, que cortésmente propuso a nombrar a una persona de contacto con quien se podría hablar, ya que esto sucedió en aguas territoriales, en la zona exclusiva de Suecia y Dinamarca, y los gasoductos son propiedad de una empresa rusa. Probablemente, tengan una ética periodística, es decir, cuando alguien acude a ustedes, se ven obligados a responderles después de un tiempo, incluso si la respuesta es no. Desde septiembre de 2022, el presidente del Gobierno de la Federación de Rusia está esperando una respuesta de unos Estados absolutamente independientes y soberanos. Aproximadamente una vez al mes, nuestros embajadores recuerdan a los primeros ministros que se han puesto en contacto con ellos Podrían al menos escribir que han recibido el mensaje, pero por ahora están «ocupados». Ni siquiera esto. Creo que es una grosería que oculta el fracaso total de los intentos de maquillar la responsabilidad del Occidente colectivo, encabezado por EEUU, en este sabotaje, la organización de un acto terrorista.
Seymour Hersh explicó el motivo. Lo principal era no dejar que Alemania se sintiera en una zona de energía cómoda y comenzara a recibir gas a través de estos dos gasoductos, financiados por compañías de Rusia, Alemania, Austria e Italia. «Escupieron» en las caras de muchas empresas europeas. Al igual que hace años se descubrió que Agencia de Seguridad Nacional de EEUU tenía intervenido el teléfono de la ex canciller de la República Federal de Alemania, Angela Merkel. Todos reconocieron que era un hecho que no requería ser investigado. La canciller de Alemania no se comportó como el líder del principal país de la Unión Europea, sino como el jefe de gobierno de una potencia ocupada.
Ahora se repite de manera aún más sorprendente. No solo humillaron a Alemania, sino que la pusieron en su lugar, el lugar de un satélite de EEUU, que decidirá si Berlín puede garantizar su desarrollo económico y satisfacer las necesidades sociales de los ciudadanos, utilizando el gas que fluye por el gasoducto, financiado incluso por la propia Alemania. Les dijeron que se olvidaran del dinero, los enterraron. En enero de 2022, el Presidente de EEUU, Joe Biden, prometió que no habría gasoducto. Lo prometió la Subsecretaria de Estado, Victoria Nuland. Justo después del atentado terrorista, la exministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Liz Truss, expresó su entusiasmo en las redes sociales, y mi ex homólogo polaco, Radosław Sikorski, escribió: «Gracias, EEUU». Además, hace menos de un mes, Victoria Nuland dijo en el Congreso de EEUU que compartía la alegría de los senadores por el hecho de que estos gasoductos se habían convertido en «una pila de metal en el fondo del mar Báltico». ¿No es una confesión? ¿No es un reconocimiento de la culpa?
Lo más gracioso es que ninguno de los medios occidentales escribe sobre esto en absoluto. Seymour Hersh está luchando por su verdad en las redes sociales y algunos canales de Internet, pero los medios principales, o tal vez no sepa algo, guardan silencio al respecto. Esta es una sentencia que Occidente colectivo y EEUU dictan a sí mismos, con relación a las «reglas» que se tienen en cuenta cuando se dice a todo el mundo que se olvide del Derecho Internacional y la ONU. Dicen que allí hay un montón de autócratas, mientras que ellos construirán «un sistema democrático» al que invitarán a quienes quieran y vivirán según «las reglas» en las que tiene que basarse el orden mundial.
Lo que está sucediendo es uno de los mejores ejemplos de «las reglas», a cuyos autores les «da igual» qué tribulaciones graves echarán sobre los hombros de muchos países, incluidos los aliados directos de EEUU. Ahora dicen que los rusos están organizando una crisis de seguridad alimentaria y energética. De ninguna manera dudo de su profesionalismo. Ustedes saben qué hechos presentan la OMS, el PNUD y la FAO acerca de cuándo comenzó la crisis alimentaria. Tan pronto como estalló la pandemia del coronavirus, el Occidente colectivo, en las mejores tradiciones coloniales, empezó a comprar alimentos, imprimiendo billones de dólares y euros para esto, solo con el objetivo de tenerlo todo para los días malos.
Los países pobres no consiguieron nada entonces, ni ahora. Hoy se han publicado nuevos datos estadísticos, según los cuales, los países más pobres de África recibieron alrededor del 10%, la mitad fue a parar a la Unión Europea. Se están acumulando las reservas de alimentos. Probablemente, alguna parte la obtendrán los países del tercer mundo, pero ya por dinero. Mucho de lo que llamamos el resultado de «las reglas» occidentales nos hace pensar. Recorrieron un largo camino para llegar hasta aquí. La explosión de los gasoductos fue la solución final al problema del gas alemán. Al igual que ahora tratan de resolver definitivamente el problema ruso, también querían resolver el problema alemán, para que Berlín nunca intentase desempeñar un papel independiente en una perspectiva histórica previsible.
Hay muchos estudios de los que se dedicaron a la historia de Europa y llegaron a la conclusión de que siempre que Rusia y Alemania tenían relaciones normales y desarrollaban proyectos conjuntos en el ámbito económico, logístico e incluso militar, la vida de Europa era más tranquila. Sin embargo, los que querían ejercer el mando de este continente a través del océano o el canal de la Mancha, no se sentían tan tranquilos, lo que fue aún más relevante en muchas etapas del desarrollo histórico. Impidieron que Alemania creciera como primera potencia europea, sobre todo gracias a la energía rusa fiable a precios perfectamente razonables y competitivos, que asegurarían el crecimiento exponencial de la economía alemana.
Ahora, el Canciller de la República Federal de Alemania, Olaf Scholz, la Ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, y el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, dicen constantemente que Occidente ha podido hacer frente a las sanciones rusas. ¿A qué sanciones? En general, Occidente nos ha prohibido vender petróleo y gas. Se ha asegurado algunas salidas, ha decidido compadecerse de sí mismo un poco, por mucho que los estadounidenses han permitido que el Occidente europeo lo haga. La Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha dicho que «ganaron».
Me dirijo a los medios independientes, porque no he visto en ninguna parte al menos una estimación aproximada de cuánto más caro se ha vuelto para Europa satisfacer sus necesidades energéticas. Calcúlenlo. No encontrarán en ningún informe estadístico, ni en ningún documento del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, ni en ninguna otra entidad, cuánto gastó Europa para comprar gas y petróleo hace un año, cuánto ha gastado este año y cuánto gastará el próximo. Solo hay un «reportaje» brioso de que han reemplazado el gas y el petróleo rusos y de que «todo está bien». ¿Cuánto les cuesta esto a las economías de Alemania, Francia, en menor medida, Austria y a las demás que dependen del gas y petróleo?
¿Nadie les prohíbe hacer una investigación periodística? Tratarán de averiguar los detalles de lo que reveló Seymour Hersh, en vez de António Guterres. No tienen a Stéphane Dujarric, que, por casualidad, es un ciudadano de Francia, quien ha dicho que la ONU no está autorizada para investigar. A mi juicio, las investigaciones periodísticas son muy apropiadas. Seymour Hersh es un periodista respetado. Un tal Ned Price insulta la investigación del ganador del Premio Pulitzer, diciendo que no responden a disparates. Esto evidencia un gran «respeto» del portavoz del Departamento de Estado de EEUU por aquellos con quienes debe trabajar. Como Ned Price no es el jefe para todos de ustedes, traten de llevar a cabo una investigación.