Discurso y respuestas a las preguntas ofrecidas por el Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, en el Foro del Futuro 2050, Moscú, 9 de junio de 2025
Estimados amigos,
Colegas,
Dimitri Simes comenzó casi con cita a modo de epígrafe a la ex Vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris. Ella dijo que lo que está ocurriendo hoy no se repetirá mañana. Es, más o menos, lo que desea expresar en sus conocidas frases. Así es la vida.
Gracias por tan amables palabras hacia mí. La cuestión de cómo cambia una persona cuando ocupa un cargo de gran responsabilidad en el umbral entre épocas es muy pertinente. Por un lado, es personal. Hacía mucho que no pensaba de eso. Ahora, al recordar aquella época histórica, resurgen en mi memoria e incluso en mis sensaciones los sentimientos que experimentamos entonces: una profunda decepción, amargura. Luego vinieron destellos de esperanza.
El tema del mundo multipolar evocó precisamente aquellos destellos de esperanza que vislumbramos a mediados de los años noventa. Desde 1994, trabajé en Nueva York. En enero de 1996, Yevgueni Primakov fue nombrado Ministro de Asuntos Exteriores. Sigue siendo nuestro gran maestro. Una personalidad brillante y polifacética. Poseía el don de la previsión política y geopolítica, algo muy raro tanto en el mundo como en la política. Fue él quien formuló la concepción de un mundo multipolar que fue revolucionaria para aquel entonces. Fue una respuesta a las declaraciones de conocidos expertos políticos sobre el “fin de la historia”, que auguraban que de ahora en adelante el orden liberal occidental “envolvería” sin obstáculos a todo el planeta, a los pensamientos humanos, las almas, los corazones y la vida cotidiana.
Yevgueni Primakov no solo propuso esta concepción, sino que la promovió enérgicamente. El primer paso concreto en ese camino fue la Declaración sobre un mundo multipolar y la formación de un nuevo orden internacional, firmada por los líderes de Rusia y China en Moscú en 1997.
Primakov aún ocupaba el cargo de Ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno de Borís Yeltsin. Justamente en 1997, se sentaron las bases jurídicas para que el concepto de multipolaridad adquiriera una presencia permanente en el diálogo internacional.
En 2002, cuando Vladímir Putin ya fue Presidente, se celebró la primera cumbre trilateral Rusia-India-China. Desde aquel momento, este trío RIC se consolidó como útil para todos los participantes. Aunque quizás no se escribió tanto sobre esta alianza como sobre la OCS, BRICS y otros organismos, RIC, sin hacer mucho ruido pero sin ocultarse, promovió con seguridad la cooperación en este formato. Se celebraron unas 20 reuniones de Ministros de Exteriores y varias decenas de encuentros a nivel ministerial entre Ministros de Economía, Transporte, Energía y en el ámbito de las Humanidades.
Desde entonces, la multipolaridad ha ido ganando impulso. Podemos afirmarlo con responsabilidad. El análisis de Yevgueni Primakov, que sustenta esta concepción, ha demostrado plenamente su vigencia.
Nuevos centros de poder (crecimiento económico, capacidad financiera, lo que a su vez conlleva la influencia política) han surgido en Eurasia, en la región de Asia-Pacífico, en Oriente Próximo, en África, en América Latina, es decir, en todo el mundo. Esta tendencia refleja el deseo de los países de cada región de asumir la responsabilidad de su propio desarrollo, del desarrollo de sus continentes. Creo que es una buena tendencia. Más aún, se aceleró con los cambios introducidos en las relaciones económicas y de otra índole a nivel global tras la elección de Donald Trump como Presidente de EEUU. El modelo de globalización fomentado por sus predecesores resultó inadecuado para la filosofía de los trumpistas, demasiado ideologizado. Y comenzaron a "limpiar" sus acciones en la arena internacional de influencias ideológicas. Aunque las ideologías eran diversas, todas compartían una esencia común: enfoques neoliberales, la expansión de la influencia del “Occidente colectivo” sobre el resto del mundo. En la realidad, se hizo un intento de reescribir el “fin de la historia”, un intento de seguir viviendo a expensas de los demás, pero ya no mediante burdos métodos coloniales, sino mediante métodos de neocolonialismo moderno, donde los países del Sur y del Este Global, con algunas excepciones, desempeñan el papel de proveedores de materias primas. La mayor parte del valor añadido se produce en Occidente. Hay muchos ejemplos de esto.
Este segundo "despertar" de África, en particular, donde el colonialismo fue especialmente cruel, está vinculado precisamente con la lucha contra los métodos neocoloniales que Occidente sigue aplicando y que cada vez más países rechazan.
En diciembre de 2024, por iniciativa del Grupo de Amigos en Defensa de la Carta de la ONU (organismo creado en 2022 por iniciativa de Venezuela y que ahora cuenta con alrededor de 20 países, con un número creciente de países que desean adherirse a este Grupo), se adoptó una resolución dedicada a la necesidad de contrarrestar las actuales prácticas neocoloniales. En el 80 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que se celebrará en otoño próximo, este tema será uno de los más candentes y debatidos.
No es solo un movimiento, conferencias o papeles que se discuten y aprueban. Los datos estadísticos muestran el progreso del proceso de multipolaridad. Por ejemplo, China es hoy la primera economía del mundo en paridad de poder adquisitivo. Rusia es la cuarta. Espero que no descendamos, en vista de todas las discusiones actuales sobre nuestras tareas macroeconómicas y los métodos aplicados.
Como fue anunciado en 2024, Rusia superó a Japón y Alemania en paridad de poder adquisitivo, y, desde hace varios años, BRICS en su conjunto ya superó al Grupo de los Siete países occidentales en ese mismo indicador. Y la brecha entre ellos sigue creciendo. No se trata solo de cifras de crecimiento económico. Todo esto se logra mediante importantes transformaciones estructurales. La mayoría de los países del Sur Global, aunque mantienen relaciones normales y comerciales con Occidente (nosotros también estuvimos dispuestos a ello; no fue nuestra elección romperlas), están reduciendo su dependencia de los países y monedas occidentales. Están formando mecanismos de comercio exterior independientes del control occidental, estableciendo nuevas cadenas logísticas y de transporte, y forjando una nueva arquitectura de cooperación en el ámbito de cultura, educación y deporte. Esta última es también una tendencia interesante. Simultáneamente, EEUU está creando nuevas formas de organización de competiciones deportivas globales. Aún veremos mucho más, también en el ámbito cultural. Eurovisión, con todos sus exóticos “ornamentos” y “arabescos”, también provoca el deseo de volver a canciones normales sobre intereses humanos normales. El proceso está en marcha.
El hecho que la multipolaridad es una realidad geopolítica lo reconocen incluso en Occidente. Recordemos que hasta representantes del Gobierno de Joe Biden lo declararon. En enero de 2025, Marco Rubio, mi colega y actual Secretario de Estado de EEUU, calificó el orden mundial unipolar como “un producto anómalo del fin de la Guerra Fría”, cuando parecía que el “fin de la historia” había llegado y que todo se desarrollaría según lo decidido en Occidente.
El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, pese a algunas declaraciones controvertidas y poco ponderadas sobre otros temas, afirmó claramente que la multipolaridad es una tendencia seria y duradera, que es irreversible.
Representantes de muchos países europeos han reconocido en reiteradas ocasiones que el equilibrio de poder en el mundo ha cambiado y no en favor de Occidente.
Otra cosa es que los representantes occidentales, aunque reconocen los hechos, no ven la multipolaridad como algo bueno, ni como una realización de los principios de igualdad, fraternidad y libertad, sino como una amenaza a sus intereses y a su dominio, del que dependían durante siglos para mantener su bienestar.
Ya no asistimos a la Conferencia de Seguridad de Múnich, que se celebra cada febrero. Se ha convertido en un foro apologético de la filosofía y escuela de pensamiento occidental. La última conferencia celebrada en febrero pasado, estuvo dedicada precisamente a la multipolaridad (multipolarization, como la llamaron). El informe publicado deja claro que tienen miedo de la multipolaridad, quieren detenerla, e incluso destruirla para que estas tendencias no resurjan. De ahí su actitud agresiva, su dureza, hasta llegar a emitir ultimátumes a Estados soberanos para que no se salgan del orden unilateral que Occidente impone o intenta imponer, incluso mediante sanciones unilaterales arbitrarias y criminales, que socavan los postulados que el propio Occidente promovía hace 30 o 40 años.
El informe de la Conferencia de Múnich describe la multipolaridad como un desafío, casi como sinónimo de caos, de confrontación entre grandes potencias condenadas a una competencia perpetua que genera amenazas a la seguridad internacional. La lógica y filosofía de quienes redactaron ese informe es que solo bajo un “mando único” puede garantizarse la paz y un desarrollo seguro de la humanidad. Y ese “mando único” ya sabemos bajo quién debe estar. Cualquier diversidad, cualquier multipolaridad, se percibe como una amenaza, sobre todo por aquellos que quisieron imponer el “fin de la historia” y mantener el mundo unipolar. No lo lograrán. Esa conclusión es dudosa.
El trabajo que se está llevando a cabo actualmente en la arena internacional demuestra lo contrario: siempre que los países, incluidas las grandes potencias, respeten los intereses mutuos, logran llegar a acuerdos. Tenemos muchos temas pendientes que generan debate y requieren mayor análisis, así como concesiones mutuas adicionales, con nuestros grandes vecinos como China e India, y también con los países de la CEI y la UEEA. Cuanto más estrecha sea la cooperación, más preguntas surgen, sobre las cuales cada parte quiere defender un poco más sus intereses. Sin embargo, en caso de trabajar con respeto, sin recurrir a amenazas, ultimátumes, y mucho menos aplicarlos en la realidad, siempre se puede encontrar un equilibrio honesto de intereses. Esto se manifiesta, como ya dije, en nuestras relaciones con China, India, nuestros vecinos, los países BRICS, la OCS, nuestros socios en el mundo árabe, en el mundo islámico en general, en África y en América Latina.
Reitero, el volumen de contactos y trabajo conjunto que tenemos está principalmente concentrado en nuestro entorno más cercano y en tales alianzas como BRICS, OCS, la CEI y la UEEA. Para que el mundo se desarrolle de esta manera, es necesario respetar los principios generalmente aprobados. He oído a muchos colegas pronosticar que habría que romper el sistema de Yalta y Potsdam para crear algo nuevo. Advertiría contra enfoques tan radicales. Sin duda, como se dice, la práctica de la procuración de la justicia no es adecuada en la forma en que Occidente la aplica o utiliza.
En cuanto a los fundamentos del Derecho Internacional, ¿a quién no le satisface la Carta de las Naciones Unidas? Establece, en primer lugar, que toda la actividad de las Naciones Unidas se basa en el principio de la igualdad soberana de los Estados. Establece que no se puede interferir en los asuntos de otros, que las guerras y las amenazas de guerra deben ser eliminadas, y ese es el principal objetivo de la ONU. Sin embargo, es necesario aplicar estos principios de la Carta no selectivamente, como de un menú: "quieres una hamburguesa, pero no quieres pescado", como hace Occidente. Se aferraron al principio de autodeterminación de los pueblos en la primera página de la Carta de la ONU. Y a través de este principio, en una situación cuando no había guerras ni riesgos de confrontación militar, separaron a Kosovo de Serbia. Y dijeron que fue obvio, fue autodeterminación de los pueblos. Aunque no hubo referéndum allí, nadie se autodeterminó allí, excepto el parlamento, "manejado" y liderado, al igual que el "Gobierno" de esta región serbia, por criminales del "Ejército de Liberación de Kosovo". Esto ocurrió en 2008.
Y en 2014, los habitantes de Crimea y de Donbás pidieron que les dejaran en paz, levantándose políticamente contra los golpistas que tomaron el poder en Kiev mediante un golpe de Estado sangriento, pisoteando el acuerdo firmado bajo la garantía de la Unión Europea con el entonces Presidente de que se debían celebrar elecciones anticipadas. Fueron los golpistas quienes les declararon terroristas, enviaron un Ejército regular contra ellos, incluyendo aviones de combate que bombardearon Lugansk. Y muchas otras cosas sucedieron allí, incluyendo lo que sigue ocurriendo hasta ahora. Es una vergüenza para todo Occidente: crímenes no investigados, incluidos crímenes tan emblemáticos como la quema de casi cincuenta personas en vivo en la Casa de los Sindicatos en Odesa el 2 de mayo de 2014. En aquel momento, el Consejo de Europa intentó tímidamente ofrecer sus servicios y ayudar en la investigación. Le permitieron. Luego, al parecer, le explicaron discretamente cuál era su 'lugar' y qué puesto ocupaba en esa jerarquía. Una vergüenza.
Mencionaré también a Bucha. Hace tres años, "casualmente", dos días después de que las tropas rusas, como gesto de buena voluntad, se retiraran de los suburbios de Kiev (donde solo estuvieron las autoridades locales durante dos días), de repente llegaron allí los corresponsales de la BBC y milagrosamente mostraron cuerpos puestos cuidadosamente no en sótanos, sino en la calle principal de este poblado. Estalló la indignación, "Rusia es bárbara, carnicera", se impuso un nuevo paquete de sanciones.
A partir de aquel momento, enviamos varias solicitudes oficiales a los organismos de la ONU pidiendo investigar las violaciones de los derechos humanos. Crearon deliberadamente, sin nuestra participación, una comisión independiente sobre asuntos ucranianos en el Consejo de Derechos Humanos. Nos dirigimos allí oficialmente tres veces. Silencio. Yo preguntaba directamente y en público al Secretario General Antonio Guterres en las reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU, si se podría obtener a través de sus "buenos oficios" la lista de las personas cuyos cuerpos encontrados tan oportunamente en aquel lugar mostraron los corresponsales de la BBC. Se aleja tímidamente, desviando la mirada. En los últimos dos años, estuve dos veces en Nueva York en la Asamblea General de la ONU. Al final ofrezco allí una rueda de prensa. Allí están presentes todos los medios de comunicación mundiales. Ya apelé a su profesionalismo, a sus instintos, a su orgullo. Les pregunté si no les importaba realmente lo que sucedió allí. ¿O se les prohibieron hasta tocar ese tema? No hay respuesta, naturalmente.
En la Carta de la ONU, además de la integridad territorial, el derecho de las naciones a la autodeterminación, hay muchos otros principios. En 1970, la Asamblea General aprobó una extensa Declaración sobre los principios de las relaciones entre los Estados de acuerdo con la Carta de la ONU. Allí se aclararon las cosas. En cuanto al principio de autodeterminación y cómo está relacionado con la integridad territorial, se dijo que todos deben respetar la integridad territorial de aquellos Estados cuyos gobiernos respetan el principio de autodeterminación de los pueblos y, por lo tanto, representan a toda la población que vive en ese territorio. Es decir, el Gobierno en un Estado cuya integridad territorial debe ser protegida debe representar a toda la población que vive en ese territorio.
¿Quién dudaba después del golpe de Estado de que los racistas y nazis que llegaron al poder representaban a rusos, rusohablantes y muchos otros grupos étnicos que no deseaban ese poder criminal?
En la Carta de la ONU, antes de que se mencionara el derecho de las naciones a la autodeterminación, estaba escrito (no lo creerán) que los derechos humanos deben ser respetados independientemente de la raza, sexo, idioma y religión. ¿Alguna vez se oyó a los países occidentales hablar sobre la necesidad de respetar los derechos humanos, al defender al Gobierno de Vladímir Zelenski? Ni una sola vez.
Cualquier país sobre el que Occidente hablara en el espacio público (Rusia, China, Venezuela, Irán, incluso Hungría, Eslovaquia ahora, cualquier otro país), los derechos humanos están en la parte superior de la lista de reclamaciones. Pero en Ucrania, no hay nada parecido. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el expresidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y varios otros líderes europeos declaran que hay que seguir ayudando a Ucrania para que "derrote a Rusia". Luego, después de "derrotar", se convirtió en "para que no pierda ante Rusia", ahora "se necesita un alto el fuego para reponer los suministros de municiones". Pero todos dicen que Ucrania "merece su apoyo", porque está "defendiendo los valores europeos". Resulta que las leyes que erradican el idioma ruso en todos los ámbitos, y la última ley, dirigida en esencia a la erradicación de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana canónica, que viola directamente la cláusula citada de la Carta de la ONU, son percibidas por la "Europa ilustrada" como la lucha de los nacionalistas ucranianos por los "valores europeos". La Comisaria de la UE para la Ampliación, Marta Kos, dijo que "Ucrania había cumplido con todas las condiciones previas necesarias para comenzar las negociaciones sobre su adhesión a la Unión Europea".
La aspiración de "enterrar" la multipolaridad y cualquier disidencia, como lo hicieron con Rumania, como intentan hacer con Hungría, con Eslovaquia, con todos los que piensan de intereses nacionales, no es para la Unión Europea. La multipolaridad es algo diferente. Se está formando y se seguirá formando independientemente de cómo se comporten los líderes europeos.
Hace algún tiempo, pensamos que ahora hay muchos grupos de integración en todas partes: en Eurasia, en África, en América Latina. En África hay una unión continental: la Unión Africana; en América Latina y el Caribe hay una unión similar: CELAC, pero en Eurasia no hay una. Aunque es el continente más grande, más rico y tal vez el más exitoso en una perspectiva histórica previsible.
Cuando hablamos de seguridad en Eurasia, hasta hace poco se pensaba de inmediato en organizaciones como la OSCE (naturalmente, la OTAN), la Unión Europea. Sí, intentaron desempeñar el papel de "mediadores honestos" para atraer a sus mecanismos a los vecinos de la parte asiática del continente europeo. Pero la OSCE y la OTAN fueron creadas según la concepción euroatlántica. Incluso cuando se preparaba la cumbre de Helsinki en 1975, se suponía que Europa se extendería desde el oeste de los Urales hasta Lisboa. Sin embargo, los europeos insistieron en invitar a Estados Unidos y Canadá.
El modelo euroatlántico se desacreditó a sí mismo. Esto no se aplica solo a la OSCE, sino también a la OTAN, como otro producto de las concepciones euroatlánticas. Ahora se puede decir con seguridad que esto también se aplica a la Unión Europea, que se ocupaba del desarrollo económico, social y de la infraestructura de los territorios de los Estados miembros, garantizando los vínculos entre estos territorios. Pero hace unos dos años, en medio de la operación militar especial, al arrojar odio hacia Rusia, reviviendo nuevamente ideas nazis de "infligir una derrota estratégica a Rusia", poniendo a toda Europa bajo las armas, como lo hizo Napoleón, como intentaron hacerlo durante la guerra de Crimea y durante la Primera y especialmente la Segunda Guerra Mundial (ahora la venda se ha caído de los ojos de todas las personas normales que creían en esto), la Unión Europea firmó un acuerdo con la OTAN, según el cual cedió a la Alianza del Atlántico Norte su territorio para desplegar cualquier tipo de armamento hacia el este, hasta las fronteras de Rusia. Y cayó en el euroatlantismo.
Lo más importante es que estos organismos ya no pueden pretender ni siquiera para llenar parcialmente el vacío de un foro continental común. La OSCE está casi destruida hasta los cimientos. El consenso fue pisoteado. Ahora Finlandia, que es la presidenta, está preparando la 50ª sesión jubilar del Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la OSCE. No invitan a todos (simplemente decidieron así) para no arruinar la fiesta. La OTAN está en una profunda crisis. Veremos cómo las reformas (el 5% en defensa), que ahora están siendo objeto de disputa, afectarán a la OTAN. Veremos cómo la clara intención de Washington bajo la administración de Donald Trump de ocuparse más de los asuntos del Lejano Oriente, de la "región Indo-Pacífico", como llaman a la región de Asia-Pacífico, dejando a Europa, como dicen los franceses, que se ocupe de sus propios asuntos por sí sola.
En este sentido, se busca un formato continental común. Tuvimos relaciones con la Unión Europea: decenas de mecanismos. Existió el Consejo Rusia-OTAN. También hubo muchos programas allí: la lucha contra el terrorismo, la cooperación en Afganistán, todo tipo de cosas. Todavía no hay un mecanismo continental común.
En su momento, durante la primera cumbre Rusia-ASEAN, el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, propuso no crear algo desde cero, sino partir 'de la vida real'. Existe la UEEA. Tiene relaciones con la OCS. Cada una de estas organizaciones mantiene relaciones con la ASEAN. También existen vínculos entre la UEEA y los proyectos del marco conceptual chino 'Un cinturón, una ruta'.
Si se reúnen aquellos que planean continuar trabajando en cada una de estas direcciones y ven dónde pueden armonizar estos planes de manera beneficiosa, este proceso el Presidente Vladímir Putin llamó la formación de un Gran Partenariado Euroasiático. No solo los organismos que mencioné. También hay el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, con que tenemos relaciones muy estrechas, el Consejo de Desarrollo del Sur de Asia, hay el grupo de los cinco de Asia Central y una serie de otras estructuras.
Se propone desarrollar el Gran Partenariado Euroasiático sobre la base de transparencia para todos los países del continente, lo que brinda enormes ventajas competitivas a los Estados ubicados en este continente, de las cuales Occidente ahora quiere distanciarse.
El Canciller de Alemania, Friedrich Merz, como sea que salga, probablemente para que los estadounidenses no restablecen los gasoductos Nord Stream, declaró que los gasoductos Nord Stream están sujetos a sanciones y está prohibido restablecerlos. El también "se lamenta" de que los simples alemanes estén sufriendo por las guerras arancelarias. Bien hecho.
Si el Gran Partenariado Euroasiático se desarrolla de manera natural, bien podría convertirse en el fundamento material para la arquitectura de la seguridad euroasiática. Actualmente estamos trabajando en esto, principalmente con nuestros amigos bielorrusos. Este año llevarán a cabo su tercera conferencia sobre seguridad eurasiática.
Hoy y mañana, el Ministro de Asuntos Exteriores de Bielorrusia, mi homólogo Maxim Ryshenkov, estará de visita en Moscú. Juntos, difundimos como una iniciativa para la discusión el proyecto de Carta Eurasiática de Diversidad y Multipolaridad. El proceso avanza y suscita interés. En las Conferencias de Minsk participaron representantes de los países de la OTAN y de la Unión Europea (Hungría, Eslovaquia, Serbia). El proceso está abierto a todos los países del continente.
Nuestro partido gobernante Rusia Unida, junto con representantes de otros partidos parlamentarios, celebró hace una semana en Perm audiencias sociopolíticas sobre el mismo tema. Participaron líderes de partidos de varios Estados asiáticos, incluidos Japón, Corea del Sur, Tailandia, China. Estos son los partidos que forman parte de la Conferencia Internacional de Partidos Políticos Asiáticos.
Pregunta: Una pregunta sobre la administración estadounidense. Llevan en el poder durante cinco meses. Durante este tiempo hubo muchas declaraciones y nombramientos. Algunos de estos nombramientos ya se han revisado y han finalizado con despidos. ¿Cómo ve usted las relaciones de Rusia con la nueva administración de Donald Trump? ¿Dónde nos encontramos? ¿Hacia dónde nos lleva todo esto?
Respuesta: Considero que nos encontramos en una situación más correcta, más normal, que hubo en las relaciones con la administración de Joe Biden, quienes después de las negociaciones prometedoras entre el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebradas en Ginebra el 16 de junio de 2021, dieron un giro (lamentablemente, no de 360 grados, como aconsejó Annalena Baerbock) sino de 180 grados. Todos los canales de comunicación fueron bloqueados. La reunión en Ginebra fue buena. En la parte inicial de la reunión (en un círculo reducido), Joe Biden dijo lo siguiente sin mirar lo que le habían escrito: Estados Unidos y Rusia son dos grandes potencias. Cada potencia tiene su propia historia. Es necesario respetar la historia del otro y la de cualquier otro país. Estados Unidos se formó como un crisol donde todos los inmigrantes se sumergían y salían con la inscripción "derechos humanos" en la frente, y "todos somos estadounidenses". El Imperio ruso se desarrolló de manera diferente. Anexaba territorios donde vivían pueblos sedentarios durante siglos. No les sumergían en ningún crisol, respetaban todas sus tradiciones, veneraban su historia, cultura y religión. Incluso el Imperio ruso solía otorgar diferentes estatus a sus partes constituyentes para respetar y tener en cuenta su diversidad. Por lo tanto, es un Estado completamente diferente, una civilización en los más diversos sentidos de la palabra. Estados Unidos no quiere que nadie socave esta monoliticidad, esta unidad. A Vladímir Putin le tocó hacer mucho después de asumir la presidencia en 2000. El país se fortaleció. Esto es muy útil. Nos sentimos seguros cuando Rusia, al poseer armas nucleares, ejerce control sobre el país.
Continuará…