Entrevista concedida por el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, a la Agencia de Noticias TASS, Moscú, 28 de marzo de 2023
Pregunta: En lo tocante a las relaciones entre Rusia y EEUU, anteriormente se ha informado de que las partes habían mantenido “ciertos contactos” sobre el START III. ¿Continúan los mismos? ¿Qué cosas terribles deberían ocurrir, para que Moscú y Washington acabaran por sentarse a la mesa de las negociaciones y se pusieran a llegar a un acuerdo sobre el nuevo orden mundial?
Respuesta: No hay ningunos contactos con los estadounidenses con respecto al Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. Nos envían notas, protestan y manifiestan que no tenemos derecho a haber tomado la decisión que tomamos. Son argumentos jurídicamente nulos. Hemos explicado con máxima claridad tanto por medio del discurso del Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, como de la declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores que los estadounidenses habían minado los principios fundamentales en los que se basa el Tratado en cuestión. Están expuestos en el Preámbulo, donde se indica de manera inequívoca que Rusia y Estados Unidos fomentarán las relaciones de cooperación que se basarán en la confianza mutua, el respeto, las garantías de una seguridad indivisible en el contexto de su esfuerzo por el mantenimiento de la estabilidad estratégica. No hay necesidad de convencerle a nadie de que todos estos principios fueron pisoteados por la Administración estadounidense.
¿Y sabe de qué más se nos acusa? Hemos anunciado que, a pesar de suspender nuestra participación en el Tratado, durante el período de su vigencia, hasta 2026, seguiremos observando los indicadores de cantidad recogidos en el mismo. Washington manifestó que Rusia supuestamente estaba intentando cumplir de manera selectiva con los compromisos derivados del Tratado. No es así.
Hemos suspendido totalmente nuestra participación en este Tratado, de modo que nuestra disposición a mantener durante el período estipulados los topes para armamentos estratégicos ofensivos es únicamente un gesto de buena voluntad.
En cuanto a su pregunta de qué debería ocurrir, para que reanudáramos nuestros contactos con EEUU. Washington debe cambiar su comportamiento y volver a los principios civilizados en las relaciones interestatales, incluidos los principios recogidos en el START III. Por supuesto, debe guiarse por los principios de la Carta de las Naciones Unidas, en la que se recoge la necesidad de respetar la igualdad soberana de los Estados. La actuación de EEUU entra en directa contradicción con dicho principio. Contra Rusia se declaró una guerra híbrida y es de envergadura global. Puesto que EEUU está aplicando esta política no veo qué cambios deberían operarse dentro de las élites políticas estadounidenses y del Occidente colectivo que está completamente subyugado por Washington.
Esperamos que en algún momento se impongan la sensatez y la lógica del diálogo y no la de la confrontación, la lógica del equilibrio de los intereses y no de la implementación de objetivos geopolíticos propios mediante guerras híbridas y de otro tipo. De momento, sin embargo, no estamos viendo indicios de que EEUU esté dispuesto a plantearse la necesidad de volver a los orígenes recogidos por el Derecho Internacional, sobre todo, por la Carta de las Naciones Unidas.
Pregunta: El tema de Transnistria en las últimas semanas a ratos ha recibido mucha cobertura. ¿Cuál es su pronóstico? ¿Qué pasará con esta región, podría darse una situación en la que Rusia necesite defender directamente al mundo ruso allí?
Respuesta: En Transnistria viven 220.000 ciudadanos rusos. Por supuesto, asumimos la responsabilidad por todos ellos. Están desplegados en la región nuestro contingente de paz y tropas que vigilan un enorme almacén de municiones en la localidad de Kolbasnaya. Tenemos un mandato acordado en su momento con todas las partes. Estamos convencidos de que dicho mandato sigue siendo plenamente vigente. Nos guiaremos por el mismo.
Si hablamos de la situación general en Transnistria, por supuesto, ha degradado como resultado de la política que decidió aplicar el Gobierno del país liderado por la Presidenta Maya Sandu. Es una política abiertamente anti Rusia y anti Transnistria.
Se ha introducido de modo legislativo castigo por el llamado separatismo. Sin embargo, no percibimos ánimos separatistas en Transnistria. Lo que percibimos es la determinación de sus autoridades de cumplir los compromisos asumidos en el marco del formato 5+2 y encaminados a una formalización plena y aceptada por las partes del estatus de la región.
Por desgracia, la interacción en el formato en cuestión está casi congelada. En gran medida lo propició la política aplicada por Occidente que decidió encargarse del “arreglo” y de imponérselo a Tiráspol. Apoya plenamente la política de la Presidenta Maia Sandu orientada a la confrontación y miope que no hace sino conducir la situación a un atolladero.
Su papel extremadamente negativo lo desempeñan también las autoridades ucranianas que, en contra de su estatus de mediador del formato 5+2, se puso definitivamente del lado de Chisináu y apoya todos sus anhelos beligerantes y su actitud destructiva con respecto a Transnistria. Se están creando las fortificaciones entre Ucrania y Transnistria, demostrando Kiev por todos los medios a su disposición a intervenir en dicho proceso, también usando la fuerza.
Me gustaría volver a señalar que Rusia asume su responsabilidad por la seguridad en Transnistria, en plena correspondencia con el mandato de nuestros militares. Nos guiaremos por dicho mandato.
Pregunta: Le haré una pregunta sobre Ucrania que a los periodistas nos hace la gente de a pie. ¿Qué ocurrirá con Ucrania, quedará algo de ella?
Respuesta: Es una pregunta que le preocupa a cualquier persona normal que sienta preocupación por el futuro de la gente que vive en Ucrania y en general en el espacio postsoviético. No hace falta repetir la historia de la evolución de esta crisis tras el sangriento golpe de Estado anticonstitucional, momento en el que Occidente una vez más decidió crear una amenaza para Rusia, cultivando la teoría y las prácticas nazis.
En este caso el objetivo es alcanzado a través de las autoridades ucranianas que llegaron al poder de forma ilegal. Vemos manifestaciones de rusofobia y abierto nazismo, cuando todo lo ruso es prohibido a nivel legislativo y las organizaciones nazis gozan de apoyo directo por parte del Estado. Celebran abiertamente sus marchas, asistidas también por invitados procedentes de países extranjeros. Ostentan su simbología que reproduce los símbolos de las divisiones de las SS prohibidas por la sentencia del Tribunal de Núremberg.
Dada esta circunstancia, es importante otra pregunta, ¿quién está combatiendo por qué? El Presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, de manera concienzuda continúa aplicando la política de sus antecesores. Tras el golpe de Estado, la primera iniciativa de los golpistas llegados al poder fue exigir que se aboliera el estatus regional de la lengua rusa y se expulsara a los rusos de Crimea.
Luego estuvieron las declaraciones de la gente que se instaló en el poder y fue reconocida por los países occidentales. Por ejemplo, el entonces Presidente de Gobierno de Ucrania, Arseni Yatseniuk, calificó a los rusos del sudeste del país que no habían aceptado el golpe de Estado de “seres que no llegan a humanos”. Piotr Poroshenko, quien se convertiría en Presidente ucraniano, exponiendo sus ideas, manifestó que el régimen ucraniano acabaría imponiéndose sin falta a quienes se habían resistido al golpe de Estado. Señaló que los niños de personas leales al régimen acudirían a maravillosas guarderías, colegios y universidades, mientras que los hijos de quienes estaban en contra permanecerían en sótanos.
Más tarde, al ser preguntado Vladímir Zelenski sobre la gente de Donbás, respondió que existían personas y existían “seres”. Añadió que, si algunos de los ciudadanos ucranianos se identificaban con la cultura y el mundo rusos, por el futuro de sus hijos habían de largarse con destino a Rusia.
En la actualidad, Vladímir Zelenski y su camarilla, apoyados por Europa, EEUU y en general por el Occidente colectivo, exigen la recuperación de los territorios que definían las fronteras de Rusia en 1991, momento en que adquirió la independencia. Me gustaría hacerles una pregunta a quienes alientan este tipo de llamamientos, ¿cuál es su actitud hacia el futuro de esta gente? Su actitud hipotética, aunque imposible de imaginar. Sin embargo, la gente que llama a ello ha de plantearse, ¿de qué manera se sentiría esta gente, de regresar a las fronteras de Ucrania de 1991? ¿Cómo se sentirían, al ser llamados “seres” y “especímenes”, al serles exigido que se olvidaran de todo lo ruso y se largaran con destino a Rusia?
A diferencia de Ucrania que combate por este mismo objetivo, bajo el mando del actual régimen nazi, estamos llevando a cabo nuestra operación militar especial por la gente que está siendo oprimida, en contra de todas las normas y todos los principios internacionales habidos y por haber, en contra de las bases sobre las cuales fue proclamada la independencia de Ucrania. Declaración de independencia del país indica directamente que el país desea ser neutro y permanecer fuera de bloques y que así será en el futuro. Se declaran directamente las garantías de los derechos de los rusos, los rusoparlantes y en general de todas las minorías nacionales, así como el interés en vivir en paz, buena vecindad y concordia con todos los países vecinos. Todo esto fue echado por tierra y pisoteado por los nazis que mandan en Kiev ahora.
Sabemos por lo que estamos combatiendo: queremos liberar a esta gente de cualquier amenaza que las actuales autoridades ucranianas puedan crear para su vida, para sus tradiciones, para sus familias. No se puede elegir las condiciones históricas ni geográficas en las que un país vive. No tenemos ningún derecho de dejar a esta gente a merced de los nazis y los racistas.