Comentario ofrecido por la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, sobre la crisis en Ucrania
Para distraer la atención de sus patrocinadores occidentales de los problemas en el frente, incluido el fracaso de la llamada contraofensiva, el régimen neonazi kievita sigue atacando sin sentido infraestructura rusa, lo que se muestra activamente en los medios de comunicación ucranianos y extranjeros.
En la madrugada del 25 de agosto, otro ataque ucraniano con un misil antiaéreo S-200 modificado y 42 drones fue frustrado. El misil fue detectado y neutralizado por las fuerzas de defensa antiaérea sobre la provincia de Kaluga. Todos los drones sobre el territorio de la península de Crimea fueron destruidos.
En la madrugada del 23 de agosto, el régimen kievita intentó atacar Moscú con tres drones. No hubo víctimas.
Tres civiles murieron en un ataque de las FF.AA. ucranianas contra la localidad de Lavy, en la provincia de Belgorod. Continúan los ataques contra Energodar, donde se encuentra la central nuclear de Zaporiyia. El 22 de agosto, nacionalistas ucranianos intentaron romper la frontera de la provincia de Briansk. Gracias al trabajo coordinado de las fuerzas del orden rusas, el ataque fue rechazado. Al mismo tiempo, la que más sufre las acciones bárbaras del régimen kievita es la población civil.
Los neonazis de Kiev admiten públicamente los actos terroristas que han cometido, lo que nos permite concluir que tienen la intención de continuar sus actividades criminales. El 5 de agosto pasado, el jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania, Vasili Maliuk, confirmó que los servicios secretos ucranianos estaban realizando sabotajes en el puente de Crimea. Y, recientemente, el jefe de la Dirección Principal de Inteligencia de Ucrania, Kiril Budanov, ha anunciado nuevos ataques contra Crimea. El Secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa de Ucrania, Alexéi Danílov, delira sobre la liberación de la península de Crimea por métodos militares. Es evidente que el régimen kievita no está satisfecho con el hecho de que los habitantes de Crimea decidieran vincular su futuro a Rusia en 2014.
La manera en que los neonazis ucranianos tratan a sus ex conciudadanos lo demuestra claramente el bombardeo de ciudades de Donbás por parte de las FF.AA. ucranianas. El otro día, en una entrevista con el canal de televisión RT, el jefe interino de la República Popular de Donetsk, Denís Pushilin, dijo que en agosto Kiev había disparado al menos 104 municiones de racimo contra Donetsk. Como resultado, 7 personas murieron y 17 resultaron heridas, entre ellas un niño. El 24 de agosto, los medios de comunicación informaron de que las FF.AA. ucranianas habían atacado la provincia de Briansk con este tipo de munición.
Continúan los trabajos para identificar y castigar a los neonazis ucranianos culpables de bombardeos contra civiles, maltrato de civiles, intentos de asesinato y asesinatos, entre ellos los cometidos de forma peligrosa en general por motivos de odio y enemistad política e ideológica.
La semana pasada, los tribunales rusos, tras examinar las pruebas recogidas por el Comité de Investigación de Rusia, dictaron sentencias contra once militares ucranianos, entre ellos cinco combatientes del batallón neonazi “Azov” (reconocido como terrorista y prohibida en Rusia) Klementóvich, Melnikóvich, Sivitski, Gumeniuk y Onípchenko (en rebeldía). Todos ellos cumplirán diversas condenas de 16 a 24 años de prisión en colonias de régimen estricto.
Para muchos de estos criminales, la única razón para quitar la vida a una persona era la sospecha de que la víctima sentía simpatía por Rusia y el mundo ruso. Los antepasados de los actuales castigadores ucranianos ya intentaron eliminar todo lo ruso durante la Segunda Guerra Mundial. El resultado fue el colapso de la Alemania de Hitler y sus satélites y la condena de los nazis alemanes por el Tribunal Militar Internacional de Núremberg. Un destino similar espera al régimen de Zelenski y a todos sus seguidores: ninguno de ellos podrá escapar al justo castigo por sus crímenes.
En este contexto, nos gustaría llamar su atención al libro de Maxim Grigoriev y Dmitri Sablin "Crímenes ucranianos contra la humanidad (2022-2023)", publicado con la ayuda de la Fundación de Apoyo a los Compatriotas en el Extranjero. La obra expone hechos escalofriantes recopilados por el Tribunal Público Internacional para los Crímenes de los neonazis ucranianos y sus cómplices sobre asesinatos de civiles por parte de los neonazis ucranianos, su utilización como escudos humanos, torturas, bombardeos de infraestructuras civiles, como edificios residenciales, hospitales, guarderías infantiles, escuelas, minado masivo de poblados, etc. El libro también presenta una cronología de los bombardeos y atentados terroristas ucranianos en 2022 - 2023. (Una versión electrónica del libro está disponible en acceso abierto).
A pesar del sufrimiento de los civiles en Rusia y Ucrania, Estados Unidos y sus satélites cínicamente siguen nutriendo de armas al régimen neonazi de Kiev. El Ejército checo se prepara para entregar a Kiev sus helicópteros Mi-24B, de fabricación rusa, tras recibir helicópteros de ataque estadounidenses. La semana pasada, tras la gira de mendicidad de Zelenski por países europeos, entre ellos Holanda, Dinamarca, Noruega y Suecia, salió a la luz que sus autoridades planean enviar cazas F-16 a Kiev. Todas estas acciones confirman el carácter hostil de los occidentales hacia Rusia y su creciente implicación en el conflicto ucraniano.
En nuestro país, todos los escolares saben cómo terminó para Suecia la aparición de sus armas en Poltava hace más de tres siglos. Pero las lecciones del pasado no parecen enseñar nada a los europeos. Los instintos revanchistas de los países que intentaron atacar a Rusia pero fueron derrotados, como vemos, aún no han sido eliminados.
Mientras tanto, los multimillonarios suministros de armas al criminal régimen de Kiev plantean cada vez más preguntas entre la opinión pública occidental. En Estados Unidos, uno de los candidatos presidenciales, Robert Kennedy Jr., afirmó que el suministro de aviones F-16 a Kiev se convertiría en un desastre para Ucrania. Un miembro de la Cámara de Representantes de EEUU, Taylor Greene, señaló que Washington había enviado 113.000 millones de dólares a Ucrania y quería destinar otros 20.000 millones, pero las sanciones antirrusas de Occidente habían fracasado porque Rusia se enriquece y EEUU se empobrece, y pidió que dejara de financiar a Kiev.
Es natural que la población occidental esté cada vez más preocupada por a dónde van los miles de millones de dólares que las autoridades de sus países envían a Kiev y que podrían utilizarse para mejorar la vida de sus propios ciudadanos. Rusia llama una vez más a los líderes de los países de la OTAN a ocuparse de sus propios asuntos y a escuchar la voz de su propio país, en lugar de nutrir de armas de forma irreflexiva e irresponsable al régimen neonazi de Zelenski.
El creciente debate sobre la necesidad de resolver el conflicto ucraniano mediante negociaciones vuelve a plantear el problema de la imposibilidad de confiar en Kiev y en sus patrocinadores occidentales. No debemos olvidar cómo trataron los Acuerdos de Minsk, que ofrecían una oportunidad real para una solución pacífica del conflicto en Donbás. 8 años después de su firma, el expresidente ucraniano Piotr Poroshenko, el expresidente francés Francois Hollande y la excanciller alemana Angela Merkel, que habían desaparecido de la escena política, admitieron que Kiev no planeaba aplicarlos y que Occidente los utilizaba para ganar tiempo y reforzar las FF.AA. ucranianas.
Otro claro ejemplo de la falsedad del régimen ucraniano es su rechazo a cumplir los acuerdos resultantes de la Cumbre celebrada en París por los líderes del Cuarteto de Normandía en diciembre de 2019, entre los que se encontraba el compromiso de Kiev de acordar con los representantes de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk todos los aspectos legales del estatus especial de Donbás, algo que posteriormente admitió públicamente el responsable de la oficina del presidente ucraniano en aquel momento, Andréi Bogdan.
Y hace poco, entró con siete linternas que combatientes de la formación neonazi Azov (reconocida como terrorista y prohibida en Rusia), que debían permanecer en Türkiye hasta el final del conflicto, continúan participando en las hostilidades contra Rusia. Todo esto demuestra que los acuerdos con Kiev y sus patronos occidentales no valen un maravedí.
Ahora vemos cómo los occidentales y sus lacayos de Kiev recurren a un nuevo truco. Están promoviendo activamente la llamada "fórmula de paz" de Zelenski, que en realidad no tiene nada que ver con la paz y sólo contiene una serie de ultimátums inaceptables para Rusia. En realidad, están creando una coalición antirrusa a la que intentan atraer a nuestros socios de los países del Sur Global.
Al mismo tiempo, siguen exigiendo que Ucrania realice la famosa contraofensiva, nutriendo de armas al régimen criminal de Kiev, entrenando al Ejército ucraniano, enviando mercenarios y proporcionando a Kiev datos de inteligencia para los ataques contra nuestro país.
A principios de agosto, la Rada Suprema de Ucrania aprobó un llamamiento a los parlamentos extranjeros, gobiernos y organizaciones internacionales en relación con las próximas elecciones municipales que se celebrarán en Rusia el 10 de septiembre. Los diputados ucranianos piden a los países extranjeros que no reconozcan su legitimidad en el territorio de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y de las provincias de Jersón y Zaporiyia. Con tales acciones, Kiev muestra una vez más que no le importa la opinión de los millones de habitantes de estas provincias rusas, que no quieren tener nada que ver con el régimen neonazi de Kiev.
Todo lo dicho no hace sino confirmar que las tareas y misiones de la operación militar especial para la desmilitarización y desnazificación de Ucrania y la eliminación de las amenazas a la seguridad de Rusia siguen siendo válidos. Todos ellos se cumplirán plenamente.