Discurso del Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, en la velada en memoria de Anatoli Dobrinin, Moscú, 20 de noviembre de 2019

Estimados colegas, buenas noches,

Les pido disculpar mi retraso que se debe a la celebración de negociaciones con los colegas de Corea del Norte. Me disculpa también que Anatoli Dobrinin, cuyo centenario de nacimiento celebramos hoy, dedicó muchos esfuerzos a este problema, a la paz en esta parte del Planeta. Tal vez no fuera lo más importante en su enorme y valioso trabajo pero sí le dedicó su tiempo.

Me es grato poder saludarles en este importante evento. Rendimos homenaje a nuestro compatriota inminente que sirvió a la Patria en cuerpo y en alma en todos los puestos que le deparaba la suerte. Me alegro mucho de ver aquí a los familiares y amigos de Anatoli Dobrinin. Especialmente grato es ver a sus colegas que tuvieron la suerte de haber trabajado bajo su dirección.

Fue realmente una persona única. De profesión era ingeniero de aviación. Ustedes conocen su biografía, tanto más que está contada de forma muy detallada y amena en la maravillosa película televisiva mostrada recientemente en la cadena de televisión Pervi Kanal. Agradezco sinceramente a sus autores que habían puesto el alma en estas imágenes memoriales que para muchas generaciones servirán de recuerdo sobre la singular experiencia de Anatoli Dobrinin. Creo que el cuarto de siglo que pasó en EEUU, en el cargo del embajador de la URSS, es un plazo único no sólo para el servicio diplomático de nuestro país, sino en todo el mundo. Como saben, vio sucederse a seis presidentes. Con cada uno de ellos, cada nueva administración y secretario de Estado, conseguía entablar relaciones muy sólidas, de compañerismo y altísimo nivel de profesionalidad. El trato que recibía en Washington era tal que, por ejemplo, tenía una línea telefónica cerrara con la Casa Blanca. Entraba en el Departamento de Estado por su propia puerta, como se dice, a la que ningún extranjero más tenía acceso, ni siquiera los aliados más cercanos de EEUU. Las memorias de los interlocutores estadounidenses de Anatoli Dobrinin ponen de manifiesto lo mucho que admiraban y respetaban a esta figura, al representante de un gran país.

La Crisis de los Misiles en Cuba es la página más intensa de la vida de Anatoli Dobrinin. No en vano se destaca este episodio de su excepcional biografía. El mundo estaba al borde de la guerra nuclear y sólo los colosales esfuerzos de varias personas, una de ellas Anatoli Dobrinin, hicieron que tanto nosotros como los estadounidenses dieran el paso atrás. Un papel enorme lo hizo su capacidad de dejar claras la postura y las llamadas líneas rojas de la URSS a sus interlocutores estadounidenses, y, a la vez, su capacidad de informar honestamente, sin endulzar, a Moscú y de convencer a los líderes soviéticos. Este es el mérito de un diplomático y ojalá su ejemplo sirviera de faro para todos lo que se hayan dedicado a este servicio.

Además de la Crisis de los Misiles, su biografía cuanta con numerosas páginas gloriosas relacionadas con los esfuerzos de Anatoli Dobrinin de ayudar a desescalar la tensión internacional. Basta con mencionar su sólido aporte a la preparación de los documentos tan decisivos como el Tratado soviético-estadounidense  sobre Misiles Antibalísticos (ABM) y el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas. Entonces se trataba de la primera versión de éste último (SALT-I). Lamentablemente, el  Tratado ABM dejó de existir. Ahora estamos sintiendo las consecuencias de las acciones dirigidas a destruir el sistema de control de armas y de garantías de estabilidad estratégica. Tanto más importante es para nuestros negociadores sobre el desarme defender nuestras posturas, buscar compromisos y acuerdos que se correspondan con el alto listón dejado por Anatoli Dobrinin y sus colegas.

Era un jefe muy exigente aunque, de hecho, era lo que se llama hombre orquesta. Podía trabajar de forma independiente, aunque esto no significa que no apreciara a sus colegas. Era un gran maestro. Por desgracia no tuve la oportunidad de trabajar con él pero nos comunicamos con regularidad en los años 1980, cuando me desempeñaba en la sección económica de la Representación soviética en la ONU. Nosotros no participábamos en las visitas del más alto nivel, para estos casos, cuando llegaban ministros de Asuntos Exteriores - Andréi Gromiko, Eduard Shevardnadze – Anatoli Dobrinin también llegaba desde Washington, y era cuando teníamos la posibilidad de reunirnos como compañeros y amigos, o en los actos con motivo de la participación de los dirigentes soviéticos en el período de sesiones de la Asamblea General de la ONU.

Recuerdo que en seguida atraía a las personas con su sonrisa, su manera de ser, su sentido de humor. Nunca, por más crítica fuera la situación (y lo corroboran los que estuvieron a su lado en el momento de toma de cisiones durante la Crisis de los Misiles y otros momentos críticos), nunca perdió la compostura. Ni siquiera mostraba la más mínima preocupación que podría descarriar o infundir pesimismo a las personas que le acompañaban en aquel momento. Esta gran capacidad de contener las sensaciones que seguramente experimentaba – las de alarma, peligro, responsabilidad – sin inmutarse, es una de las principales cualidades para un dirigente, a mi juicio.

Una vez terminada su servicio activo, Anatoli Dobrinin se dedicó al estudio y a la vida pública. Su libro «Exclusivamente confidencial» está escrito con un lenguaje muy singular, propio de él. El libro muestra lo importante que es dejar legado para las generaciones venideras. Muchos aprenderán con este realmente gran manual de vida y profesionalismo.

Hoy, de hecho, finalizamos el programa de actos conmemorativos dedicados al aniversario de Anatoli Dobrinin. En el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú y la Academia Diplomática del MAE de Rusia se celebraron las conferencias científico-prácticas. Nuestro Departamento Histórico-Diplomático organizó la exposición de materiales de archivo que se exhibieron en el MAE de Rusia, en la Embajada de Rusia en Washington, en la sede de la ONU en Nueva York. El Departamento de Planificación de Política Exterior convocó el concurso temático de ensayos entre los diplomáticos jóvenes. Hoy se anunciarán los nombres de los ganadores y se les entregarán los diplomas correspondientes.

Ya he mencionado la valiosa participación de la agencia de información ITAR-TASS y la cadena de televisión Pervi Kanal, que presentaron unos productos documentales e informativos de gran calidad, que llamaron atención en Rusia y fuera de ella.

Esta mañana los representantes de nuestro Consejo de Veteranos y el Consejo de los Jóvenes Diplomáticos depositaron flores a la tumba de Anatoli Dobrinin.  Durante el acto de hoy estamparemos con matasellos el sobre artístico con sello dedicado a Anatoli Dobrinin, del que se emitirá una tirada de un millón de ejemplares por nuestro socio de confianza, la empresa «Marka, S.A.».

En esto termino y expreso la esperanza de que los altos estándares en el arte de la diplomacia que nos dejó Anatoli Dobrinin, nos sirvan de modelo a todos nosotros y a las generaciones venideras que se dediquen al servicio diplomático.

Gracias por su atención.

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Los sobres artísticos es nuestra tradición. No es la primera vez cuando, junto con nuestros buenos amigos y socios de la empresa «Marka, S.A.», los estampamos inutilizando el sello personalizado. Tales ceremonias las dedicamos a Andréi Gromiko, a Yevgueni Primakov, a Andréi Kárlov, nuestro amigo trágicamente fallecido en Ankara. Hoy homenajeamos de esta manera a Anatoli Dobrinin. Me parece una tradición muy bonita que seguiremos fomentando.

No es la única forma de nuestra cooperación con «Marka, S.A.». Son ellos los que emitieron la maravillosa serie de sellos postales dedicados a los uniformes diplomáticos. Es una colección única, me considero afortunado de tener un ejemplar de la misma. Expresamos un gran reconocimiento al director de la Agencia Federal de Comunicaciones, Oleg Dujovnitski, por brindar tanta atención a la política exterior. Seguiremos cooperando.