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Discurso de apertura del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, S.V. Lavrov, en la conferencia de prensa, dedicada a las cuestiones de la resolución de la situación siria en el marco de la visita a Moscú de Kofi Annan, el Enviado Especial de la ONU y LEA, Moscú, el 16 de julio 2012

1383-16-07-2012

Buenas tardes, estimados señoras y señores,

Hoy llega a Moscú, Kofi Annan el Enviado Especial de la ONU y LEA para Siria, con quien hoy celebraremos unas negociaciones. Mañana, el 17 de julio, lo recibirá el Presidente de Federación de Rusia, Vladimir Putin.

Esta es ya la segunda visita del Enviado Especial a la capital de Rusia. El hecho de invitar a Kofi Annan a Rusia confirma nuestro fuerte apoyo político a sus esfuerzos y al plan de resolución pacifica desarrollado por él, un plan que consta de seis puntos, que suponen la solución política y diplomática de la crisis en Siria. Estamos convencidos de que este plan es la única base viable para la solución de las dificultades internas sirias. Permítanme que les recuerde, que el plan de Kofi Annan, lo apoyó la Resolución 2042 del Consejo de Seguridad de la ONU, por lo tanto adquiere el carácter obligatorio para todas las partes del conflicto.

Decidimos celebrar hoy esta conferencia de prensa, dada la atención que se presta por todos los Estados a los acontecimientos en Siria, las evaluaciones, que se hacen últimamente, así como existe la necesidad de informar, en la medida de lo posible, a la opinión pública mundial sobre el enfoque de la Federación Rusa.

No seré original, si digo que lo que está sucediendo en Siria es horrible. Está muriendo la gente. En este contexto, ya se han pronunciado millones de palabras sobre quién es el culpable y qué hacer, los anuncios de la aplicación de sanciones, la necesidad de un cambio de régimen y la solidaridad con la "revolución popular" – es precisamente así como se comenzó a llamar las acciones de la oposición armada. Suenan las acusaciones de crímenes contra la humanidad, las exigencias de llevar a los culpables ante La Haya. Detrás de todo esto, percibimos una falta de deseo de poner el fin inmediato de la violencia, de detener el derramamiento de sangre, ya que todo lo demás puede esperar. Lo principal es que deje de morir la gente.

Tenemos claro - para poner fin a la violencia hay que forzar a todas las partes del conflicto a cesar las acciones armadas a la vez, sincronizar la salida de las ciudades de los equipos pesados y de toda la gente armada, bajo la supervisión de la Misión de las Naciones Unidas en Siria. Por cierto, esto es lo que nosotros propusimos a detallar en el texto del comunicado de la Reunión Ministerial, celebrada el 30 de junio de este año en Ginebra, pero nuestros socios, tanto occidentales, como los demás, se han opuesto. Según su entender, las fuerzas del gobierno son las primeras que tienen que retirarse de las ciudades de la manera unilateral, y sólo entonces se podrá pedir a las formaciones opositoras armadas (que son, como ustedes conocen muy bien, están bien armadas) a declarar una tregua. Creo que cualquiera que se guía por el sentido común, entiende, que este esquema no es realista y simplemente no funcionará.

Solamente es posible el alto de fuego sincronizado, que debe seguirse de la retirada simultánea de las fuerzas gubernamentales y de los grupos de oposición, de todas las localidades y pueblos del país. Consideramos, que para realizarlo, hay que encargar a los observadores de la ONU a acordar con las partes participantes un plan concreto para cada ciudad y localidad, donde se producen los enfrentamientos armados. La parte rusa ha formulado una propuesta al respecto. A pesar de que nuestros socios de Ginebra, no la apoyaron, estamos convencidos de su razonabilidad y racionalidad, y incluimos esta propuesta al proyecto de la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el que Rusia ha divulgado recientemente en Nueva York. Nuestro proyecto tiene como objetivo el cumplimiento pleno de los acuerdos de Ginebra, y prevé, entre otras cosas, la prórroga de la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en Siria, para los próximos tres meses.

Nuestros colegas occidentales han realizado un proyecto alternativo en el que las resoluciones de Ginebra no se han reflejado en su totalidad. El proyecto contiene las exigencias de imponer las sanciones contra el régimen sirio en virtud del Capítulo VII de los Estatutos de las Naciones Unidas, pero sobre esto no se ha llegado a ningún acuerdo común en Ginebra, por lo tanto los participantes no se han comprometido a tomar tal decisión.

Al mismo tiempo, muy a nuestro pesar, observamos incluso varios signos de chantaje. Se nos dice - si usted no da su consentimiento a una resolución en virtud del Capítulo VII de los Estatutos de las Naciones Unidas, nos negaremos a ampliar el mandato de la Misión de Observadores. Creo que este es un enfoque absolutamente contraproducente y peligroso, puesto que es inadmisible el uso de los observadores en calidad de "moneda de cambio". La Labor de los Observadores es proporcionar una evaluación objetiva de lo sucedido e investigar los hechos, similares al ocurrido en el Tremes.

Seguiremos firmemente insistiendo hasta conseguir la ampliación del mandato de la Misión de la ONU, incluida su posible modificación, con más énfasis en el componente político, como lo propone Ban Ki-moon, el Secretario General, en su último informe sobre Siria. Nuestra posición es bien conocida y surge de la necesidad de crear las condiciones para llegar a un consenso por los propios sirios. Dentro de esta posición rechazamos los métodos de la dictadura, los chantajes, las amenazas, y cualquier otra medida que, en nuestra opinión, nos llevará a preparar el terreno para la intervención desde fuera, de lado de la oposición armada. Nosotros no tomamos partido por ninguna de las partes del conflicto en Siria. Nuestro único interés -impedir la desestabilización del estado sirio, su derrumbe y la consiguiente degradación de toda la región.

En el discurso del encuentro con los embajadores y representantes permanentes de la Federación de Rusia del 9 de julio en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, el Presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, ha subrayado que nuestra política es libre e independiente y se lleva a cabo basándose en las normas del derecho internacional y la necesidad de elaborar las estrategias y las acciones colectivas. Por cierto, el registro de la "vida laboral" de aquellos que están tratando activamente de hacernos cambiar nuestra posición de principios, esta colmada de infracciones graves de derecho internacional y de los tristes ejemplos de solución de diversos conflictos por medio del uso de las acciones de fuerza unilaterales. Los resultados de estas acciones están a la vista de todo el mundo, y no es que sus autores tengan el derecho de objetar algo en vista de la postura de Rusia en cuanto al respecto a las diversas situaciones de crisis.

Desde el principio, sin lugar a dudas, hemos apoyado el plan de Kofi Annan, el despliegue de la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en Siria y hemos hecho suficiente para que el Damasco oficial diera su consentimiento. Rusia también propuso la iniciativa de la reunión de los participantes externos más importantes, que se celebró el 30 de junio en Ginebra, durante el cual fue aprobado un comunicado detallado que concretaba los pasos para llevar a cabo el plan de K. Annan. El proyecto de resolución ruso, distribuido dentro del Consejo de Seguridad de la ONU, se basa no en inventadas, sino en las conclusiones reales de la Reunión de Ginebra. No contiene referencias al Capítulo VII de "fuerza" de los Estatutos, ni las condiciones previas para el comienzo del diálogo político. Esto coincide plenamente con los acuerdos de la reunión de Ginebra, donde no se hace mención al Capítulo VII, ni a las exigencias previas unilaterales. Desafortunadamente, algunos de los participantes de la Reunión empezaron a distorsionar el contenido de los acuerdos alcanzados casi inmediatamente después de su finalización, afirmar que suponían la salida de poder de Bashar-al-Assad y sus allegados (pero, sorprendentemente, nadie puede explicar de qué manera se podría llevar a cabo esta salida) y tratar de hacer coincidir la situación siria con la prevista por el Capítulo VII de los Estatutos de la ONU.

De todo lo mencionado yo solo puedo hacer una conclusión – o bien nuestros socios de la reunión en Ginebra no son sinceros, o no tienen la capacidad suficiente para llegar a un acuerdo. Hablando claramente, me gustaría preguntar de qué Capítulo VII se pude hablar, si aquellos que proponen su uso se niegan a hacer lo que les exigen las ya aprobadas resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y lo que todos nos comprometimos hacer en la reunión de Ginebra - es decir, tratar de influir en todos los participantes sirios, incluida la oposición armada, pero siguiendo el espíritu constructivo y no incitador? Los que ni siquiera intentaron utilizar sus influencias y su autoridad en el trato con las tropas de combate fuertemente armados, que luchan contra las fuerzas oficiales del gobierno, son sin duda responsables del hecho de que las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU 2042 y 2043 no se cumplen.

Antes de llamar al uso de medidas coercitivas, se debería realizar lo acordado fuera de los límites del Capítulo VII y lo que está dentro de lo acordado en las resoluciones 2042 y 2043 del Consejo de Seguridad de la ONU – hay que tratar de influir en todos los participantes del conflicto, en lugar de partir únicamente de las exigencias unilaterales al gobierno. Las exigencias al régimen son necesarias y las planteamos. Pero hacer parecer que la otra parte no precisa de las mismas influencias, sería incorrecto. Y sobre todo, "colgarle el muerto" a Rusia y a China, por no mencionar las amenazas de "que tendrán que pagar por ello", que está fuera de los limites no sólo de la diplomacia, sino de las elementales normas de la educación.

Mientras tanto, la obstinada negativa de algunos de nuestros socios a aplicar las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU y los acuerdos de Ginebra, la está pagando el pueblo sirio. Exigimos a Bashar-al-Assad, y a la oposición poner fin a los enfrentamientos armados, ofreciéndoles medidas concretas que ya he mencionado, con el fin de asegurar la retirada simultánea de maquinaria pesada y hombres armados de las ciudades. Algunos de nuestros colegas lo requieren sólo al régimen, pero apoyan a la oposición desde el punto de vista moral, político y financiero y con el suministro de armas fomentan la continuidad de las acciones militares, la toma de las ciudades, y, en definitiva, la toma del poder.

Diré una vez más, no apoyamos a Bashar-al-Assad, apoyamos lo que hemos acordado todos - el plan de Kofi Annan, las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, la resolución de Ginebra. Apoyamos en su totalidad todo lo acordado en estos documentos. Tan sólo se pueden aplicar en su totalidad, y no por partes que les hayan gustado más a algunos. Con todo lo dicho, aceptaremos cualquier decisión del pueblo sirio con respecto a quién va a gobernar Siria, con tal de que esta fuera la decisión de los propios sirios. Tal decisión debe ser tomada en el marco de la soberanía y la integridad territorial del país, garantizando los derechos legítimos de todos los grupos étnicos y religiosos. Todas las cuestiones relacionadas con la reforma del sistema político y la determinación de los parámetros y plazos del período de transición, deben ser resueltas independientemente por los sirios a través del diálogo entre el gobierno y todos los grupos de la oposición, tal como se estipula en el plan de K. Annan y en el Comunicado de Ginebra. Los intentos de excluir a alguna de las partes de este proceso no cumplen con los acuerdos alcanzados. El papel de los agentes externos en este proceso debe consistir en hacer que todos los que luchan en Siria, cumplan los requisitos del alto de fuego e inicio de un diálogo, durante el que serán determinados los parámetros del proceso político.

Estamos muy preocupados por la situación en Siria, que se complica cada vez más. El conflicto cobra la dimensión del interreligioso. Esto nos preocupa muy seriamente. No podemos permanecer indiferentes a la suerte de las comunidades cristianas y las demás, que residen en Siria. Nos preocupa también el hecho de que en el país, según los múltiples testimonios, ha intensificado sus actividades la "tercera fuerza", representada por "Al Qaeda" y las organizaciones extremistas, cercanas a ella. Esta tendencia se observa también en otras partes de la región. Pone en peligro su seguridad, y se debe de poner un frente firme a ella. Todo el mundo que de verdad se interesa por lo sucedido, entiende que de la manera de solucionar la crisis siria, dependerá en el futuro , en gran medida, el modelo de la respuesta por parte de la comunidad internacional a los conflictos internos de otros estados. Las Resoluciones de Ginebra y las del Consejo de Seguridad de la ONU, prevén la realización de estas medidas únicamente sobre la base del derecho internacional, respetando los principios de Estatutos de las Naciones Unidas - sobre todo, de los principios de soberanía, integridad territorial de los estados y no intervención en los asuntos internos del Estado.

No cabe duda de que el papel más importante en el hecho de aplicar las decisiones y resoluciones de la Reunión de Ginebra del Consejo de Seguridad de la ONU, pertenece a Kofi Annan. Por lo tanto, vemos una gran importancia en el próximo encuentro con él en Moscú. Seguimos trabajando con otros agentes tanto internos, como externos, teniendo en cuenta al gobierno y a los diversos grupos de la oposición. La semana pasada, los representantes de organizaciones de la oposición, entre ellos del Consejo Nacional Sirio, han estado con visita en Moscú. Por ahora no logramos transmitirles la necesidad de abandonar sus exigencias radicales. Siguen afirmando que "tiene lugar una revolución", seguramente, habéis oído y leído sus declaraciones. Pero eso no es lo que hace falta para calmar la situación, detener el derramamiento de sangre, salvar las vidas humanas y promover el diálogo interno en Siria sobre el futuro del país que es esencial para la región.


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