Intervención y respuesta del ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, a la pregunta de los medios de comunicación al término de la visita a Yida, Arabia Saudí, 21 de junio de 2014
Concluyo mi visita al Reino de Arabia Saudí. Aquí, mis interlocutores han sido el príncipe heredero Salman bin Abdulaziz; el sucesor del príncipe heredero, Muqrin bin Abdulaziz; el ministro de Asuntos Exteriores, Saud Al-Faisal; y el ministro de Asuntos de la Guardia Nacional, el príncipe Mutaib. Todos los interlocutores han subrayado el profundo interés del Gobierno de Arabia Saudí y del rey en persona, que acaba de regresar de vacaciones, en incrementar sustancialmente la asociación con la Federación de Rusia. Sobre este particular, coincidieron el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el rey Abdullah en sus recientes conversaciones telefónicas, y en la visita a Rusia que a principios de junio realizó el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Saud Al-Faisal.
Por acuerdo de los gobiernos de los dos países, hoy hemos mantenido unas conversaciones provechosas sobre dos tipos de cuestiones. En primer lugar, son relaciones bilaterales en toda su plenitud. Estamos de acuerdo en que la cooperación comercial y económica debe incrementarse sustancialmente. Para esto contamos con todas las posibilidades, tanto desde el punto de vista de la búsqueda de inversiones mutuamente beneficiosas en Rusia y Arabia Saudí como de la unificación de nuestras capacidades financieras y tecnológicas. Hemos acordado potenciar la actividad de la Comisión Intergubernamental para la Cooperación Comercial y Económica y Científico-Técnica, que hace muchos años que no se ha reunido, e impulsar a los empresarios de los dos países a cooperar en el marco del Consejo Empresarial Ruso-Árabe. Creo que en un futuro inmediato podremos dar pasos prácticos en estas direcciones. Insisto en que el principal acuerdo se ha logrado. Tenemos un gran interés en toda una serie de líneas de colaboración: energía, cooperación en la exploración pacífica del espacio exterior, utilización pacífica de la energía nuclear, agricultura, infraestructuras. Ya hemos tenido experiencia, y contamos con todas las bases para contribuir y con nuevas fuerzas para seguir avanzando.
Otro bloque de cuestiones en las relaciones bilaterales es el de la cooperación humanitaria. Hemos acordado potenciar los intercambios en el campo de la arqueología. Existe un interés mutuo en compartir experiencias y trabajar conjuntamente. Hay un interés mutuo en desarrollar el turismo. Hemos agradecido a las autoridades de Arabia Saudí la actitud siempre atenta e impecable con nuestros peregrinos durante la época del Hajj, y hemos manifestado nuestro deseo de que los saudíes vengan con más frecuencia a Rusia en calidad de turistas. Tenemos muchas cosas para ver. Esta propuesta también ha recibido apoyo.
Un bloque grande de cuestiones afectaba a los diferentes conflictos que abundan en esta región, en Oriente Medio y en el norte de África. A la situación en Siria, que desde hace mucho tiempo ocupa una gran atención de la comunidad internacional, se han sumado los problemas de Libia e Irak. En Yemen la situación no es nada halagüeña. Sin entrar en detalles, diré lo principal: con Arabia Saudí nos une el convencimiento mutuo de que el principal problema actual es el del terrorismo, y que hay que dirigir todos los esfuerzos para evitar que el terrorismo se imponga en esta región. En todos los países que he enumerado se mantiene esta amenaza.
El segundo aspecto principal es impedir otra ola de disgregación de los países de la región. Estos riesgos existen. Es más, se han agravado en los últimos tiempos con las acciones de los milicianos del Estado Islámico de Irak y Levante. Esto no responde a los intereses de Arabia Saudí ni de otros países de la región ni de Rusia, porque estamos interesados en un Oriente Medio estable y floreciente, para que en él vivan en paz todos los pueblos, representantes de todas las confesiones, incluidos los cristianos, y los ortodoxos. Abogamos porque un Oriente Medio estable abra nuevas oportunidades para una cooperación mutuamente beneficiosa. Esta es la principal coincidencia conceptual de nuestros planteamientos con los representantes del Reino de Arabia Saudí.
También hemos acordado medidas más concretas para impulsar estas cuestiones –prevención del terrorismo y estabilización de los países de la región – en las consultas que mantenemos uno y otro con interlocutores externos, como los países del Golfo Pérsico, Egipto, la Liga Árabe, China y nuestros socios occidentales, y en primer lugar con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
Quiero recordar que los representantes no árabes y líderes del mundo islámico, como Turquía e Irán, deben involucrarse también en la cooperación si queremos alcanzar resultados en estos aspectos cada vez más graves de la política regional.
Hemos concluido nuestro viaje con una visita a la sede de la OCI, conversando con el secretario general y otros responsables de esta organización, y hemos confirmado el interés en el consiguiente desarrollo de nuestra cooperación.
Rusia tiene el estatus de observador en la OCI. Tenemos un acuerdo marco que prevé la celebración de consultas regulares sobre diferentes problemas de Oriente Medio y el norte de África, cuestiones como la lucha contra el terrorismo y el cese de la financiación del terrorismo, la cooperación en el ámbito del diálogo entre civilizaciones, entre religiones, así como la cooperación de Rusia y los países miembros de la OCI en la ONU en diferentes aspectos relacionados con la paz, la seguridad, la promoción de la igualdad, sin dobles raseros en el diálogo sobre los derechos humanos. En unas consultas estrechas, ha quedado confirmado el interés en todas estas líneas. Vamos a trabajar con nuestros socios de conformidad con los acuerdos logrados.
Pregunta: Desde la presentación del plan de paz del presidente de Ucrania, Petró Poroshenko, se han producido algunos incidentes en la frontera entre Rusia y Ucrania. A la vista de estos hechos, ¿se puede hablar de unas perspectivas positivas de resolución pacífica de la situación en el sureste de Ucrania en el plazo anunciado de una semana? ¿Qué valoración le merece el contenido de este plan de paz y la ausencia en él de un punto sobre el inicio de las conversaciones? ¿En qué medida es necesaria la propuesta sobre una zona de amortiguación y hasta qué punto es factible?
Serguéi Lavrov: El Kremlin y el Ministerio de Asuntos Exteriores ya emitieron ayer sus valoraciones sobre el plan de paz presentado por el presidente de Ucrania, Petró Poroshenko. Una gran parte de los puntos de este plan parecen un ultimátum que se da a todos los que no están de acuerdo con las autoridades actuales y con la forma en qué llegaron al poder. Tenéis unos días, unas semanas, para deponer las armas, y en caso contrario, deberéis salir de Ucrania, y entonces nosotros tal vez consideremos que no habéis cometido algún delito y podríais ser amnistiados.
Insisto una vez más. El plan de paz contiene toda una serie de ultimátums. Esto no tienen nada que ver con lo que el presidente Poroshenko dijo en Normandía, ni con lo expresado en los contactos telefónicos con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ni con lo que los interlocutores occidentales han expuesto al presidente ruso en conversaciones telefónicas recientes.
Aquí no está lo principal de las conversaciones. Supone un radical abandono de la Declaración de Ginebra del 17 de abril, que hasta la fecha, al menos verbalmente, apoyan todos nuestros socios occidentales, EE.UU., la UE y las autoridades ucranianas. Las autoridades ucranianas firmaron esa declaración, en la que además del cese de la violencia y de cualquier tipo de extremismo, es imprescindible iniciar inmediatamente un diálogo inclusivo, que debe extenderse a todas las regiones y a todas las fuerzas políticas, para buscar unos acuerdos para realizar una reforma constitucional. Ahí se dice iniciar "inmediatamente" un proceso de reforma constitucional a través de este diálogo. Por eso, el tiempo transcurrido desde el 17 de abril, cuando se aprobó el acuerdo, es suficiente para formular unas propuestas concretas de las nuevas autoridades ucranianas sobre la forma de organizar ese diálogo, que los participantes en la declaración de Ginebra exigieron que se iniciara sin más demora. Por ahora no hemos visto nada.
Insisto en que nos inquieta y nos preocupa mucho que al mismo tiempo que se impulsa el plan de paz se intensifique una operación militar antiterrorista. Y ya se han producido bombardeos en territorio ruso que han causado destrozos. E incluso hay heridos. Todavía no sabemos cuál va a ser la suerte de las personas que han resultado heridas por disparos de mortero. Así que aquí, creo, todos van a mirar a los patrocinadores occidentales de las autoridades de Kiev, que han asumido la responsabilidad del golpe de Estado y de la consiguiente preparación de las elecciones presidenciales. Ahora, seguramente, esta responsabilidad debe plasmarse en medidas concretas que conduzcan la situación al cauce de la Declaración de Ginebra del 17 de abril y permitan iniciar inmediatamente un diálogo sobre la reforma de la Constitución y la solución de la crisis con la participación de todas las regiones de Ucrania.