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Cumbre del G7

980-21-05-2023

COMUNICADO DE PRENSA

 

En Hiroshima (Japón) se terminó la cumbre del denominado Grupo de los Siete. Su resultado principal fue la recopilación de declaraciones llenas de párrafos odiosos de carácter antirruso y antichino. De esta manera, el acontecimiento volvió a acabarse con decisiones politizadas encaminadas a trazar líneas divisorias en las relaciones internacionales.

El G7 antaño fue una asociación cuyos miembros coordinaban las posturas sobre distintas cuestiones de la agenda mundial. Pero ahora está irreversiblemente degradada. Se ha convertido en un “incubador” donde, bajo el liderazgo de los anglosajones, maduran iniciativas destructivas que sacuden la estabilidad global. Luego se pegan a los extras proestadounidenses de los países de la OTAN, la UE y otros satélites de Washington.

Las pretensiones inconsistentes de los miembros del G7 de ser el garante mundial de la estabilidad financiera y económica se hicieron obvias para todos en los años de crisis 2008 y 2009. Como muestran los acaecimientos internacionales de los años recientes, ahora el G7 tampoco puede sugerir nada creativo en la esfera política y diplomática. El miedo pánico ante el proceso objetivo del establecimiento de la multipolaridad y destrucción de la hegemonía encabezada por EEUU, que permitió a Occidente saquear al mundo, ahora impulsa a los miembros del grupo a esforzarse plenamente por espolear la histeria rusofóbica y sinofóbica.

El G7 está literalmente obsesionado por una amplia confrontación contra Rusia. Debido al empeño de EEUU, asumió las funciones de la sede que planifica medidas de sanciones y otros elementos de la guerra proxy contra nuestro país, incluida la determinación de la escala y el plazo de suministros militares occidentales al régimen kievita. Hoy es la razón de ser del G7. Los resultados de la cumbre lo confirman. Al persistir en la demonstración de su intención de infligir una “derrota estratégica” a Rusia, los dirigentes de los Siete tomaron a su reunión al mandatario del régimen de Kiev controlado por ellos mismos y convirtieron definitivamente el acontecimiento en Hiroshima en un espectáculo propagandístico.

Con ayuda de Londres, Washington no solo pone en práctica una agenda destructiva a través del G7 encauzándola hacia fuera, sino también obliga a sus aliados a solidarizarse con las decisiones perjudiciales para ellos. No solo hace aumentar los gastos militares ya considerables para nutrir el régimen kievita de armamentos, sino también traslada la responsabilidad por mantener a los refugiados a los países de la UE, los hace engancharse a la “aguja de gas” estadounidense, practica una política flagrantemente proteccionista que busca convertir a los socios del G7 en un apéndice industrial y de materias primas en el sector de altas tecnologías. Los denominados grandes países europeos perdieron su autonomía por completo y reconocieron la supremacía de los anglosajones entregándoles la gestión del G7. Los Gobiernos europeos se separaron definitivamente de los intereses de la propia población.

El mecanismo de presiones sancionadoras colectivas diseñado por los Siete provocó la crisis alimenticia y energética mundial. En 2022 se acordó la decisión de imponer los denominados “topes de precios” contra los suministros marítimos de petróleo y productos petroleros rusos a los terceros países, dicha decisión genera graves desequilibrios en las plataformas comerciales globales, socava los cimientos del funcionamiento tipo mercado de la economía mundial, contradice directamente a las normas de la OMC y el Derecho Internacional, a las que suelen apelar los occidentales cuando lo consideran ventajoso. Las barreras a los suministros de alimentos rusos erigidas por los países del G7 hacen sufrir a los Estados más necesitados.

Los experimentos de los Siete en materia de transición energética e introducción de las tecnologías verdes no permiten formar un equilibrio energético sostenible debido a su poca fiabilidad. Los países de altos ingresos pueden permitirse tales innovaciones. El fundamento del crecimiento sostenible de las economías nacionales lo socava la imposición de dichas innovaciones a los países que ya han tenido hambre energética durante mucho tiempo.

Cada país del G7 hace gala de su renombre en la defensa de los valores democráticos. Al mismo tiempo, en realidad, ningún participante de este club no puede presumir de pura reputación en materia del respeto de los derechos y libertades internacionales. La historia de todos estos países está vinculada con la opresión y vulneración de los derechos de otros. Los Siete euroasiáticos son las anteriores potencias coloniales y conquistadoras que fundaron su bienestar en la explotación y expropiación del patrimonio de otros. En cuanto a EEUU y Canadá, sus nativos tuvieron que sufrir durante décadas el reasentamiento forzado, difuminación de la identidad cultural, burlas y genocidio.

Sería mejor si los miembros del G7 dieran el ejemplo de la democracia en vez de azuzar los medios y organizaciones no gubernamentales contra los Gobiernos indóciles. Vemos cuán “humanamente” resuelven la cuestión migratoria y “pacifican” los disturbios sociales en Europa, se deshacen de la oposición en EEUU. Desde hace muchos años Occidente viene patrocinando el régimen kievita nazi, hace la vista gorda a todas las atrocidades que comete. Hemos preguntado muchas veces cómo se correlaciona con los ideales europeos del humanismo y valores democráticos. Occidente no responde.

Las reglas por las que aboga el G7 son su propia ideología y sistema de valores. Sirven a los intereses particulares y no comunes de la comunidad internacional. El G7 considera la política independiente de los terceros países como una amenaza al notorio “orden basado en las reglas”. Se aplican varias medidas contra los rebeldes, desde la coerción económica y agresión de información hasta el chantaje, amenazas e injerencia militar.

Los países del G7 no solo se han ensuciado las manos con intervenciones militares ilícitas contra países soberanos y preparación de golpes de Estado. Sus negocios siguen extrayendo depredadoramente los recursos del Este y el Sur globales, sin preocuparse siquiera por las consecuencias para el medio ambiente y violación de los estándares laborales. Los hechos correspondientes se saben bien.

Paralelamente, se hace todo para politizar las plataformas multilaterales, ante todo, el foro verdaderamente líder de cooperación económica global con un mayor número de representantes, el G20. Los intentos de los Siete de presentarse como partidarios de legalidad y justicia en los asuntos internacionales son una burla de la historia y el sentido común.

En el contexto de la cumbre pasada, merece mención especial la elección cínica y sacrílega de Hiroshima como la ciudad anfitriona. Tokio y Washington se niegan obstinadamente a reconocer su responsabilidad tanto por haber desatado la guerra agresiva en el Lejano Oriente como por los bombardeos nucleares barbáricos de las ciudades japonesas, injustificados desde el punto de vista militar. Los estadounidenses simplemente querían ensayar sus municiones nucleares. En la antesala de la cumbre del G7, la Administración de EEUU declaró con su típica arrogancia que Joe Biden no tiene la intención de disculparse por tales acciones. Como si hubiera dudas al respecto.

En este contexto, parecen hipócritas los razonamientos de los dirigentes estadounidenses sobre el liderazgo en el control de armamentos y la no proliferación. Así como los lamentos de los miembros del G7 sobre la necesidad de luchar contra la mítica amenaza nuclear rusa. Muchas veces recalcamos y presentamos argumentos explicando de dónde proviene la amenaza en realidad. No de Moscú, sino Washington, Londres y otras capitales de Occidente colectivo.

Sobre este telón de fondo poco atrayente, los países del G7 no tienen vergüenza en coquetear con los Estados no occidentales para atraerlos a su lado, no dejarles desarrollar los vínculos con Rusia y la RPC. Además, es obvio que el G7 es el mayor factor de agudización de los problemas globales. No puede reflejar los intereses de otros centros de desarrollo, en particular, los Estados de Asia-Pacífico, el sur de Asia, el Oriente Medio, África, América Latina.

Estamos convencidos de que la mayoría de los miembros de la comunidad mundial comparten nuestras evaluaciones del G7 y sus acciones destructivas.


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