Comentario ofrecido por la portavoz del MAE de Rusia, María Zajárova, en relación con la conferencia dedicada a Ucrania en Suiza
Uno de estos días, en Bürgenstock, Suiza, se celebró la denominada cumbre de paz dedicada a Ucrania. Kiev y las capitales occidentales se desvivieron por presentarla como un evento de escala prácticamente universal. Sin embargo, en realidad, el afán de confundir los deseos con la realidad se tornó un fiasco total. Pese a las tentativas de Zelenski y sus dueños anglosajones, casi la mitad de los 160 invitados se negó a practicar el turismo político. No tuvo éxito la apuesta por atraer a la máxima cantidad de los países del Sur global. A pesar del chantaje, las flagrantes amenazas y esquemas fraudulentas, muchos de ellos mostraron firmeza, no cedieron ante la fuerte presión e hicieron caso omiso de la persuasión insistente para que vinieran a los Alpes.
Se pudo predecir el fracaso de la peña congregada en Suiza. No habría podido suceder de manera distinta, ya que, desde el principio, el régimen kievita nazi y sus titiriteros occidentales no intentaron buscar vías de arreglar pacíficamente la crisis en Ucrania. No les interesa la paz en Ucrania, solo necesitan continuar la confrontación, la escalada y extender las hostilidades con tal de cumplir el sueño imposible de infligir a Rusia una “derrota estratégica”. Hay pruebas fehacientes de que, en Bürgenstock, el jefe de la Oficina de Zelenski, Andréi Yermak, negoció con las delegaciones extranjeras sobre el aumento de suministros de armas para las FF.AA. ucranianas.
Los anglosajones y sus títeres ucranianos se empeñan en encubrir sus motivos agresivos con la fórmula de Zelenski que es un callejón sin salida y es completamente fallida. Sus autores de allende el océano y en la calle Bánkovaya tratan de presentar la fórmula como la única base para el arreglo, la imponen con persistencia a la comunidad internacional sin tener en cuenta la opinión de nadie y deseando contribuir a la solución de la crisis. Esto es lo que sucedió en Suiza también.
A los organizadores de la “cumbre” tampoco les ayudaron las cínicas manipulaciones con varios puntos de la fórmula con las que quisieron conseguir el apoyo de los países de Asia, África y América Latina. Dichos puntos fueron aparentemente agradables al oído, pero no adecuados en absoluto en términos del evento en Bürgenstock (por ejemplo, la seguridad nuclear). Esta abyecta artimaña y la manifiesta charlatanería vuelven a probar las verdaderas intenciones de Occidente y el régimen de Bandera en Kiev.
El nulo resultado de la peña reunida en los Alpes es confirmado también por la falta de unanimidad entre sus participantes. No todos consintieron en secundar el comunicado final de carácter francamente antirruso. Primero, se negaron a hacerlo 12 delegaciones, y después de la reunión, su número elevó hasta 14. Entre estas delegaciones están las de la India, Indonesia, Jordania, Irán, México, los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Tailandia, Sudáfrica y otros Estados influyentes. No descartamos que el número de tales países crezca.
Se hizo claro que la mayoría mundial no acepta las recomendaciones de Kiev y Occidente relativas al arreglo de la crisis ucraniana, ve su naturaleza absolutamente no pacífica y no quiere obedecer los empujones de EEUU y sus satélites
Estamos seguros de que en el mundo seguirá cobrando vigor la comprensión de que la vía real hacia el arreglo sostenible de la crisis está claramente expuesta en la iniciativa de paz del Presidente de Rusia, Vladímir Putin, formulada en su discurso en el MAE ruso el pasado 14 de junio.
Sus elementos clave son: retirar las unidades armadas ucranianas de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, de las provincias de Zaporiyia y Jersón, establecer el estatus neutral no nuclear y no alineado de Ucrania, desmilitarizar y desnazificar Ucrania. Además, garantizar al máximo los Derechos, las libertades y los intereses de los ciudadanos de habla rusa en Ucrania, refrendar las nuevas realidades territoriales, es decir, el estatus de Crimea, Sebastopol, la RPD, la RPL, las provincias de Jersón y Zaporiyia como entidades federales de la Federación de Rusia, cuya población aprovechó mediante los referendos el derecho de pueblos a la libre determinación, estipulado en la Carta de la ONU, al desatar Kiev la guerra contra ellos.
Occidente y Kiev deberían dejar de embaucar y practicar artificios para poner la discusión en el camino equivocado, confundiendo a la comunidad internacional y cambiando la causa por el efecto de la crisis ucraniana. Deberían comprender que no existe alternativa razonable del plan de paz propuesto por el Presidente de Rusia. Cuanto antes lo asuman a nivel de conciencia, antes comenzará el arreglo real y el término de las hostilidades. En caso contrario, se les ofrecerán unas condiciones mucho peores para iniciar las negociaciones.
En tal contexto, la señal trascendental son las palabras del líder ruso acerca de que Moscú entiende su responsabilidad por la estabilidad mundial, y vuelve a corroborar su disposición a hablar con todos los países. No obstante, esto debería ser no una simulación del proceso de paz dirigido a servir a la voluntad y los intereses mezquinos de alguien, sino una conversación seria y sustancial que aborde el entramado de las cuestiones relativas a la seguridad global.
Al mismo tiempo, los eventos parecidos a la peña que acudió a Bürgenstock no son capaces de crear las condiciones y constituir la plataforma para mantener un diálogo efectivamente serio encaminado a alcanzar la paz global, sostenible y justa.