Discurso y respuestas a las preguntas de los medios ofrecidos por el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, durante la rueda de prensa conjunta al término de las negociaciones con el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Adel al Jubeir. Moscú, 11 de agosto de 2015
Estimadas señoras y señores:
Nos es muy grato saludar en Moscú a la delegación de Arabia Saudí encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores, Adel al Jubeir. Hace una semana nos reunimos en Qatar y, con la participación del secretario de Estado de EEUU, John Kerry, bajo un formato tripartito, discutimos la situación en Oriente Próximo; en primer lugar, las posibilidades de un arreglo político en Siria. Hoy hemos continuado esa conversación, desarrollando los progresos conseguidos en Doha. Creo que la discusión ha resultado muy útil.
Hemos analizado la situación en Siria en el contexto del desarrollo global de los acontecimientos en Oriente Próximo y Africa del Norte, en particular en Libia, Yemen e Irak. Coincidimos en la necesidad de consolidar los esfuerzos en la lucha contra la amenaza común proveniente del llamado Estado Islámico (EI) y otros grupos terroristas. Es una amenaza real tanto para Rusia como para Arabia Saudí y otros países de la región y fuera de la misma.
Según ya se conoce, en junio de este año el presidente de Rusia, Vladimir Putin, durante el encuentro en San Petersburgo con Mohammad bin Salman, vice príncipe heredero y ministro de Defensa saudí, propuso unir los esfuerzos para formar un marco legal internacional con el objetivo de crear una coalición antiterrorista en esta región. Estoy seguro de que continuaremos negociando esta iniciativa. Ya hay algunas ideas sobre cómo conseguir este objetivo. Repito, esta conversación continuará.
Están relacionadas directamente con este objetivo las cuestiones relativas al cumplimiento de las disposiciones del Comunicado de Ginebra del 30 de junio de 2012.
Rusia y Arabia Saudita coinciden en muchos puntos en cuanto al cumplimiento del Comunicado de Ginebra aunque hay ciertas diferencias en lo que se refiere a las vías concretas de alcanzar un arreglo en este importante país árabe. En cualquier caso, hemos acordado seguir dando pasos (y los hemos coordinado) orientados a preparar las condiciones óptimas para la reanudación del diálogo entre el Gobierno y toda la oposición siria bajo la égida del enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura.
Hemos discutido la situación en Yemen, donde está cada vez más presente el objetivo de poner fin a los enfrentamientos armados entre las partes e impulsar el diálogo político. Hemos informado a nuestros invitados sobre los contactos entre la parte rusa y los representantes de las agrupaciones yemeníes con el objetivo de ayudar al enviado especial del secretario general de las Naciones Unidas para Yemen, Ismail Ould Cheikh Ahmed, a reanudar el proceso negociador tomando en consideración las decisiones aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Hemos intercambiado opiniones sobre la situación en otros puntos calientes de la región, en particular en Irak y Libia. En estas cuestiones también coincidimos con nuestros colegas sauditas en los puntos clave.
Hemos prestado una especial atención a la tarea de superar el estancamiento en el que se vio el proceso de paz en Oriente Próximo debido a la suspensión de las negociaciones entre los palestinos y los israelíes. Estamos de acuerdo en que los ulteriores esfuerzos deben seguir basándose en la iniciativa pacífica árabe propuesta en 2002 por el rey de Arabia Saudí, y en la necesidad de insistir en atraer a la actividad del cuarteto de los intermediarios internacionales a los representantes de la Liga de Estados Árabes.
En relación con el acuerdo alcanzado sobre el programa nuclear iraní, hemos expresado nuestra esperanza de que en estas nuevas condiciones se hagan esfuerzos adicionales para entablar un diálogo constructivo entre todos los países del Golfo Pérsico, incluidos los Estados árabes y la República Islámica de Irán. Confiamos en que durante el avance hacia tal diálogo se tomen en consideración las disposiciones del programa elaborado por Rusia para garantizar la seguridad en la región del Golfo Pérsico que llevamos promoviendo durante los últimos años durante los contactos con nuestros socios, en particular en el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo (CCEAG).
Además de la agenda internacional, hemos analizado en detalle el estado de las relaciones bilaterales, que recibieron un fuerte impulso durante la mencionada visita a la Federación de Rusia en junio del vice príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammad bin Salman. Hemos intercambiado opiniones sobre qué pasos habría que dar para cumplir con los acuerdos alcanzados durante esta visita, en particular en materia de energía, uso pacífico de la energía nuclear, inversiones y proyectos conjuntos en agricultura y construcción.
Apreciamos altamente la atención que prestan al desarrollo de las relaciones con Rusia su majestad el rey Salman y otros altos cargos de Arabia Saudí. Hemos confirmado la invitación dirigida por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, al rey de Arabia Saudí para visitar la Federación de Rusia en cualquier momento que considere oportuno. Estamos convencidos de que tal visita dará un impulso adicional al desarrollo de nuestra cooperación con Arabia Saudí en todos los ámbitos.
Pregunta: En torno a la iniciativa del presidente de Rusia, Vladimir Putin, consistente en la creación de una alianza regional e internacional, discutida el pasado 3 de agosto en Doha y hoy aquí, siguen existiendo bastantes preguntas: ¿Se ha considerado la participación de Siria en esta estructura, dado que inicialmente se habló de que participaran en la alianza Turquía, Arabia Saudí y el Gobierno de la República Árabe Siria? ¿En qué puntos del plan se observaban discrepancias?
Respuesta: Ya dije en mi discurso introductorio que habíamos abordado la lucha contra el terrorismo en la región y la necesidad de unir en esta tarea a todas las fuerzas que ofrecen resistencia a los grupos terroristas, sean el Estado Islámico, el Frente al-Nusra o alguno más. Es evidente que en esta lucha ya participan las fuerzas armadas de Siria, Irak y los milicianos kurdos de ambos países. Estoy convencido de que muchas unidades armadas, en primer lugar las formadas por sirios, que se dedican a promover sus propios intereses y a afianzar su propia posición en su Estado, rechazan de forma tajante la ideología y las prácticas implantadas en su tierra por los terroristas. Es necesario unirlos a todos y aprovechar la influencia que tienen los “actores externos” en las distintas fuerzas, para que esta unión sea eficiente al máximo.
Según ya hemos subrayado mi homólogo saudita y yo, Rusia y el Reino de Arabia Saudí apoyan todos los principios del comunicado de Ginebra del 30 de junio de 2012, en concreto la necesidad de mantener las instituciones públicas, una de las cuales es el ejército sirio. Parto de que su participación en la lucha contra los terroristas es muy necesaria.
Ya he dicho que, a pesar de que nuestras posturas sobre el arreglo de la crisis coinciden en un principio, tenemos discrepancias en lo concerniente al futuro del presidente Bashar Al-Asad. Nuestra postura consiste en que todos los aspectos del arreglo, incluida la coordinación de los parámetros del período de transición y las reformas políticas, han de decidirlas los propios sirios. De acuerdo con lo estipulado por el Comunicado de Ginebra, todos los aspectos que acabo de mencionar han de ser acordados por el Gobierno sirio y todas las fuerzas de la oposición del país. Uno de los resultados tangibles de las negociaciones de hoy es la cooperación en la unificación de las fuerzas en la oposición en base a una plataforma constructiva que englobe las visiones de las fuerzas de la oposición sobre el futuro de Siria. Ello permitirá celebrar de una manera más eficiente el diálogo que está siendo preparado en estos momentos bajo la égida de la ONU.
Pregunta: Ahora tienen lugar en Moscú preparativos de una reunión para el proceso sirio. ¿Cuándo está prevista su celebración? ¿Tiene planeados algunos contactos con los representantes y los coordinadores de la coalición nacional de las fuerzas de la oposición de Siria?
Respuesta: No estamos preparando ninguna reunión de la oposición siria, dispone de datos incorrectos. Celebramos dos reuniones, en el pasado febrero y en el pasado abril. Ahora seguimos manteniendo los contactos de forma individualizada. Próximamente han de acudir a Moscú los líderes de determinados grupos de la oposición, incluido el presidente del Partido Kurdo de Unidad Democrática, Saleh Muslim, el miembro del llamado comité ‘El Cairo-2’, Haytham Manna. Se le invitó también al presidente de la Coalición nacional de las fuerzas de la oposición y la revolución de Siria, Khaled Khoja. Dichas visitas no forman parte de ninguna reunión colectiva. Son, y me gustaría volver a repetirlo, individuales.
Trabajaremos con estos representantes de distintos grupos de la oposición siria en el marco de una postura común que acabamos de presentar junto con el ministro de Asuntos Exteriores de Arabia Saudí, Adel Al-Jubeir.
Pregunta: El Reino Unido apoyó la propuesta de Francia sobre la renuncia voluntaria al uso del derecho a veto, en caso de ser necesarias medidas urgentes, encaminadas a poner coto a crímenes masivos. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Respuesta: No es la primera vez que se expresa la idea de renunciar o limitar voluntariamente el derecho al veto. Consideramos que carece de una perspectiva seria, dado que el mencionado derecho es estipulado por la Carta de la ONU, sin condiciones ni limitaciones algunas. Y todos los Estados que ratificaron este documento de suma importancia para el derecho internacional han de respetarlo.
Incluso si supusiéramos hipotéticamente que se siga con la discusión de este tema, surgiría enseguida toda una serie de preguntas. En primer lugar, si se propone renunciar al derecho al veto durante la votación, al tratarse de crímenes masivos, ¿quién definiría el criterio de “masivo”? ¿“Masivo”, cuánto sería? ¿Unas 100 personas o unas 1.000? Y, si 100 marcaran el límite, no se podría renunciar al derecho al veto en caso de 99 personas, pero sí en caso de 100. Problemas parecidos se han derivado de los tristemente famosos conceptos de “intervención humanitaria” y de la responsabilidad de proteger. Es imposible elaborar una actitud imparcial a este problema. En su momento, durante los respectivos debates sobre la responsabilidad de proteger, se suponía el derecho a la “intervención humanitaria”, es decir, la posibilidad de intervenir quienes quieran en caso de desearlo ellos. Entonces no se habló del compromiso ni de la necesidad de intervenir en situaciones, sino que se reservaba este derecho, para poder elegir y justificar su intervención en los asuntos de países más ricos e importantes y mirar a otro lado si la tragedia ocurría en los países pobres y de escaso interés económico.
Le voy a poner un ejemplo reciente: nuestros interlocutores occidentales promovieron con mucha insistencia en el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución sobre Srebrenica que nosotros acabamos vetando. El intento se argumentaba por la necesidad de honrar la memoria de las víctimas de crímenes masivos, pero sólo de aquellas que habían caído a manos de los serbios, mientras que en la crisis bosnia hubo víctimas por todos los bandos. Pero los coautores sólo querían un documento que confirmara su visión unilateral de cuanto había ocurrido en Bosnia. El veto ruso también les resultaba de utilidad, para podernos acusar de estar bloqueando las labores del CS de la ONU.
Nos preocupan en cierta medida los intentos cada vez más frecuentes de provocar una confrontación permanente en el Consejo de Seguridad por medio de promoción de resoluciones unilaterales, sea la relativa a Srebrenica o al Boeing de Malaysia Airlines. Si llamamos a las cosas por su nombre, ya no se trata de la diplomacia, sino del deseo de convertir el CS de la ONU en una herramienta de la propaganda.
La diplomacia ya se ve bastante perjudicada, debido a que nuestros interlocutores occidentales cada vez optan más a favor de las medidas sancionadoras, creyendo que es la forma más fácil y eficiente de conseguir sus propósitos geopolíticos. Lo abordamos de forma abierta con nuestros compañeros, en primer lugar, países que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Recordamos que la Carta de la ONU responsabiliza a los miembros permanentes de este organismo de forma especial, algo que ha de tenerse en cuenta e impedir la creación artificial de problemas dentro de “los cinco”.
Rusia se pronuncia por el renacimiento de la cultura del diálogo, que ofrece unos resultados concretos, hecho que se probó durante el arreglo de la situación con el programa nuclear iraní y de los distintos aspectos del desarme químico de Siria. Posiblemente, habría que seguir este camino. Es menos notable para la opinión pública, supone un esfuerzo mucho mayor, pero es mucho más eficiente y beneficioso para las relaciones internacionales en general, en comparación con los intentos unilaterales de provocar escándalos.
Pregunta (dirigida a Adel Al-Jubeir): Es bien sabida la existencia de ciertas discrepancias entre Rusia y Arabia Saudí sobre el Comunicado de Ginebra. ¿Estarían las partes dispuestas a dar una solución a estos problemas? ¿Se podría esperar que en el marco de la iniciativa del presidente Putin sobre la creación de una coalición regional para la lucha contra el terrorismo se produzcan reuniones oficiales entre Riad y Damasco?
Respuesta (añadido después de la respuesta del ministro Al-Juseir): Dado que en ciertos momentos usted mencionó a Rusia, me gustaría hacer un par de comentarios.
En cuanto a la coalición, no nos estamos refiriendo a una coalición en su forma clásica, con su comandante en Jefe y las tropas a su mando, etc. Nos estamos refiriendo a una cosa muy simple. Ya en estos momentos están combatiendo contra los terroristas los ejércitos sirio e iraquí, los kurdos, las unidades armadas de la oposición siria que cuentan con apoyo externo. Sólo se trata de coordinar de una forma u otra los esfuerzos de quienes están luchando, sin formar los ejércitos de los países de la zona ni enviarles a la zona del conflicto. El objetivo sería dejar clara la tarea, es decir, la lucha contra el terrorismo, para que dejen para más tarde sus ajustes de cuentas internas.
No sólo Rusia, sino también muchos expertos militares extranjeros están completamente convencidos de que, sin unirse todos las fuerzas que luchan contra los terroristas, los ataques aéreos lanzados por EEUU y la coalición, no tendrán efectos deseados y no lograrán la derrota del Estado Islámico. Unas acciones más coordinadas, según comentó el presidente Putin y acabo de comentar yo, en general podrían prestar asistencia a los ataques aéreos asestados contra las posiciones de los terroristas. Sin embargo, es importante garantizar que cualquier acción antiterrorista, las de la coalición dirigida por EEUU incluidas, corresponda con las normativas del derecho internacional y sean absolutamente legítimas, como ocurre en Irak, donde se cuenta con el consentimiento del Gobierno. De la misma forma habría que obrar en el territorio sirio, donde el problema no se ha solucionado todavía.
Como ha dicho ya mi homólogo y amigo saudí, tenemos ciertas discrepancias principalmente en lo concerniente a un único tema, el futuro de Bashar Al-Asad. No me gustaría que ninguno de los países influyentes involucrados en cierta medida en el conflicto sirio abrigara la esperanza de que el problema del presidente Asad pueda ser solucionado por vía militar. La única forma de la solución militar es que llegue al poder el Estado Islámico y otros terroristas. No creo que nadie lo desee.
Hemos dejado claro hoy que el presidente Bashar Al-Asad no presenta un peligro. Se podría hablar de los problemas que existen en Siria y de que podrían agravarse aún más, pero Bashar Al-Asad no resulta peligroso para ningún país vecino, mientras que el Estado Islámico no sólo amenaza a Irak, Siria o Arabia Saudí, algo de lo que informa a la opinión pública, sino que está elaborando mapas que abarcan territorios desde España hasta Pakistán. De modo que todos tenemos que comparar la escala del peligro.
La primera pregunta tenía que ver con la existencia de discrepancias entre Rusia y Arabia Saudí en lo relativo al Comunicado de Ginebra aprobado en junio de 2012. Le daré de entrada una respuesta: no existen discrepancias. Arabia Saudí y Rusia se pronuncian por el cumplimiento completo del Comunicado de Ginebra, incluida, según dice el documento, la creación de un organismo administrativo de transición, un organismo que asuma la totalidad del poder ejecutivo. La composición de este organismo y la decisión sobre su creación han de definirse mediante el consenso entre el Gobierno de Siria y todas las fuerzas de la oposición.
El Comunicado de Ginebra fue apoyado por la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU aprobada por consenso que tiene carácter de obligatorio cumplimiento. De modo que aquí ni siquiera hay aspectos que discutir. Hoy nos hemos dedicado a coordinar nuestros esfuerzos, encaminados a crear condiciones propicias para el inicio del diálogo sobre el cumplimiento completo del Comunicado de Ginebra.