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Comentario del Departamento de Información y Prensa del MAE de Rusia con motivo de la decisión de EEUU de suspender el diálogo bilateral sobre el arreglo en Siria

1805-03-09-2016

Lamentamos profundamente la decisión de Washington de suspender el diálogo ruso-estadounidense sobre el restablecimiento de la paz en la República Árabe de Siria. La declaración emitida por el Departamento de Estado de EEUU sobre la suspensión de la cooperación con Rusia para el arreglo del conflicto en Siria, salvo la prevención de incidentes en el espacio aéreo de este país durante los vuelos de la aviación de combate, no puede por menos de suscitar una honda decepción.

Estos últimos días, tanto en el curso de las conversaciones telefónicas de Serguéi Lavrov con el Secretario de Estado de EEUU, John Kerry, como por conducto de nuestras legaciones diplomáticas en Ginebra, hemos venido aplicando esfuerzos minuciosos con vistas a normalizar la situación en torno a Alepo, donde los grupos extremistas abortaron el régimen del cese al fuego, establecido anteriormente. Sin embargo, al final, la parte estadounidense no secundó la disposición de Rusia a declarar en esta zona una pausa humanitaria de 72 horas de duración.

EEUU también se opuso a la retirada de las tropas gubernamentales y de los grupos extremistas del camino Castello, aunque esta medida fue refrendada en nuestro acuerdo bilateral del 9 de septiembre y haría posible el suministro de la ayuda humanitaria a la parte oriental de Alepo. Dando muestra de la buena voluntad, las autoridades de Siria por nuestra sugerencia estaban dispuestas a dar tal paso y hace tres semanas incluso procedieron a retirar sus tropas, pero en aquella ocasión Washington no resultó capaz y ahora no quiere asegurar que hagan lo mismo los grupos de la oposición que controla. Será porque en realidad le importan poco las necesidades humanitarias de la población siria, aprovechando este tema exclusivamente con sus fines políticos, o porque simplemente es incapaz de ejercer influencia sobre los grupos de la oposición.

Últimamente, los debates entre los diplomáticos rusos y estadounidenses giraban fundamentalmente en torno al grupo Jabjat al-Nusra al que nunca se extendía ningún armisticio. Los interlocutores hablaban del perfil de este grupo, quiénes están detrás de ella y quiénes lo apoyan. ¿Por qué en unas condiciones cuando todos parecen reconocer que se trata de una entidad terrorista, directamente vinculada a Al Qaeda que hace 15 años había perpetrado espeluznantes atentados terroristas en EEUU, la Administración de Obama no se apresura a deslindar de ella los grupos antigubernamentales orientados a Washington? Más bien al contrario, la utiliza como escudo para encubrir los grupos de la oposición que se fusionaron con Jabjat al-Nusra y formalmente confirmaron su participación en el cese de las hostilidades. Y esto a pesar de que el director de la CIA, John Brennan, todavía en febrero nos prometió en persona  separar la oposición moderada de los terroristas en plazos reducidos.

Nos dábamos perfecta cuenta de que Jabjat al-Nusra aprovechaba todas las pausas humanitarias para reagruparse, incorporar en sus filas a nuevos terroristas, recibir desde el extranjero armamentos y municiones, también, según informaciones disponibles, con el concurso de EEUU. Sus cabecillas manifestaban sin tapujos que utilizan estas treguas, incluido el “régimen del silencio”, declarado a partir del próximo 12 de octubre, para preparar nuevas operaciones ofensivas, lo que ahora observamos en torno a Alepo.

EEUU nunca había ejercido presiones efectivas sobre Jabjat al-Nusra. Sin hacer nada para deslindar a los terroristas de la oposición moderada, sin emprender acciones algunas contra Jabjat al-Nusra cuyos miembros continuaban perpetrando sus sangrientas ferocidades, Washington al propio tiempo se oponía enérgicamente a que los paráramos nosotros.

De este modo, la actual decisión de Washington evidencia que la Administración de Obama no está en condiciones de cumplir la condición clave para continuar nuestra cooperación en aras de superar el conflicto sirio. O, quizás, no abriga ni había abrigado nunca tal propósito. Tenemos una impresión cada vez más fuerte de que, ansioso de cambiar el poder en Damasco, Washington está dispuesto a pactar con el diablo, aliarse con terroristas recalcitrantes que desean invertir el signo de desarrollo histórico, imponiendo a sangre y fuego sus normas inhumanas.

Exhortamos a EEUU a analizar una vez más la situación y la impresión que sus acciones causan en el mundo entero. Los envites son muy altos. Si a resultas de las decisiones estadounidenses Siria sufre nuevos ataques terroristas, la culpa de ello recaerá sobre la Casa Blanca. Ahora le toca elegir a Washington. En esta capital deben sopesar sensatamente qué futuro quieren para el pueblo sirio.


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