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Comentarios del Departamento de Información del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia sobre la situación en Ucrania

485-07-03-2014

Las últimas decisiones, declaraciones y planes anunciados en las capitales europeas de las organizaciones europeas y euroatlánticas con respecto a la crisis ucraniana llevan a plantear qué objetivos reales persiguen nuestros socios, qué medios están dispuestos a emplear para conseguirlos y, al mismo tiempo, qué sacrificios están dispuestos a realizar. Por no hablar de que en las relaciones bilaterales con los miembros de esas organizaciones suelen decir que comprenden y desean trabajar de forma verdaderamente conjunta y que no quieren crear nuevas barreras. Pero, por lo visto, cuando todos sus miembros se reúnen juntos en busca de soluciones mutuamente aceptables, prevalecen los más vociferantes, los que anteponen sus propios intereses políticos, económicos e históricos a las tareas comunes. Las voces juiciosas de los países pequeños y grandes que valoran nuestras relaciones bilaterales y comprenden realmente los valores comunes de nuestros pueblos se pierden entre la voz de la multitud.

Aparte de esto, los socios occidentales, que impulsan activamente sus ideas para crear un grupo de contacto sobre Ucrania, al mismo tiempo abogan por restringir el trabajo en los formatos tradicionales y en las líneas más importantes de nuestra cooperación.

La sucesión de acontecimientos a la que hemos asistido revela que para lograr sus propósitos nuestros socios no escatiman ningún medio. El empeño en arrastrar a Ucrania a asociarse con la UE, que ignora la situación real de la sociedad ucraniana, se ha llevado a cabo mediante el apoyo provocador a las protestas antigubernamentales en Maidán. A cambio de la firma el 21 de febrero de un acuerdo entre el presidente y los líderes de la oposición, acuerdo pisoteado al día siguiente, se produjo un precipitado reconocimiento de un régimen ilegítimo en Kiev. Ahora, siguen los intentos de Kiev de desviar la atención tanto de los «comisarios» del «Euromaidán» como de la opinión pública de los problemas reales con la democracia y el respeto de los derechos humanos y económicos en la «crisis de Crimea». Es como si la otra parte de Ucrania, la occidental, con sus problemas evidentes, no existiese.

El 6 de febrero en Bruselas, en la Sesión extraordinaria del Consejo de Europa, se perdió una nueva oportunidad de evaluar de forma objetiva y justa los acontecimientos que se están desarrollando en Ucrania. Moscú se quedó perplejo al conocer sus resultados, sobre todo en lo que respecta a las amenazas de aplicar sanciones a Rusia. La Unión Europea debe comprender claramente que cualquier medida restrictiva no solo no quedará sin respuesta, sino que afectará a los intereses de la propia Unión Europea y de sus miembros.

Esto es igualmente aplicable a los intentos de sanción por parte de la OTAN.

Los países miembros de la OSCE y sus órganos ejecutivos están actuando dentro de la peor tradición del doble rasero con respecto a la situación en Ucrania. En contra de su mandato, no han dicho ni palabra del crecimiento del sentimiento nacionalista y neonazi y, por supuesto, «no se han dado cuenta» de las acciones violentas de las fuerzas extremistas.

Los intentos mal encubiertos de cerrar los ojos a los crímenes perpetrados en Kiev y en Ucrania occidental van acompañados del deseo de vigilar de cerca las acciones de las autoridades legítimas de Crimea para decidir su futuro libremente. Además, eluden el principio angular para la OSCE del consenso, no tienen en cuenta las opiniones y las recomendaciones de Rusia y no esperan las invitaciones oficiales de las autoridades de Crimea.

Estamos convencidos de que la contribución internacional a la estabilización de la situación en Ucrania puede ser provechosa y efectiva, pero solo en el caso de que sea objetiva. Y para eso, antes que nada, la OSCE debe condenar todas las acciones violentas de los activistas de Maidán, reconocer el golpe de Estado ilegal perpetrado en Kiev y comenzar un trabajo sistemático y constante para apoyar a las diferentes fuerzas políticas de Ucrania y para que se cumpla el acuerdo del 21 de febrero.

Despiertan la incomprensión y una profunda decepción las declaraciones de algunos miembros de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, que no dudan en expresar su "deseo" de interrumpir su colaboración con los parlamentarios rusos en la APCE privándoles de su derecho de voto o de su autoridad, y los más alejados de la realidad amenazan con expulsar a Rusia del Consejo de Europa. Confiamos en que en la postura del Comité de Ministros del Consejo de Europa se mantenga un enfoque responsable y suficientemente equilibrado, basado en una valoración realista de la situación y en una disposición a un diálogo abierto.

Consideramos que en las organizaciones europeas y euroatlánticas prevalecerá en general el sentido común, y que puedan desempeñar un papel importante para lograr una mayor unidad europea. Y que la Unión Europea, que no siempre desempeña con éxito un papel de liderazgo en Ucrania, no dé ningún paso que pueda socavar su credibilidad como socio estratégico.

7 de marzo de 2014

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