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Discurso del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en la solemne recepción con motivo de la Pascua ortodoxa, Moscú, 17 de abril de 2018

722-17-04-2018

Su Santidad,

Sus Excelencias,

Colegas,

Amigos,

Señoras y señores,

Permítanme saludar cordialmente a los sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa Rusa, a los representantes de otras confesiones, organismos públicos, sociedad civil, a los dirigentes de las misiones diplomáticas acreditadas en Moscú en la reunión de Pascua de Resurrección en el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia. La gran festividad de la Pascua, que simboliza el triunfo de la vida y la bondad, fortalece en nuestros corazones la fe en la verdad y la justicia e incita a brindar actos de generosidad.

En todos los tiempos la Iglesia Ortodoxa Rusa estuvo al lado de su rebaño, compartió el destino de Rusia, inspiró a las personas a hacer hazañas defendiendo la Patria, les ayudó a resistir en los años de duras pruebas. Hoy la Iglesia hace un gran aporte a la búsqueda de las óptimas soluciones de las cuestiones actuales de la agenda nacional,  a la manutención de la paz civil y conciliación, a la consolidación de la sociedad en torno a los valores trascendentes espirituales y morales. Además intensifica el útil trabajo social y educativo, hace mucho para fomentar el instituto de la familia, para inculcar a la nueva generación los ideales cristianos.

Los diplomáticos, apreciamos especialmente los esfuerzos de la Iglesia Ortodoxa Rusia destinados a profundizar los vínculos con los compatriotas residentes fuera del país, a consolidar el mundo ortodoxo, a defender la verdad histórica, a promover la lengua y la cultura rusas. Ayudan a conseguir estos objetivos los viajes al exterior de Su Santidad, como la reciente visita a Bulgaria para participar en la celebración del 140 aniversario de la liberación de este país del dominio otomano.

Esta devota labor es tanto más necesaria hoy en día cuanto más caótica y menor predecible se vuelve la situación en el mundo. En varios Estados occidentales cobra fuerza la peligrosa, y a la vez vergonzosa, tendencia de renunciar a propias raíces espirituales y culturales. Mientras los principales criterios de la existencia humana, como usted, Su Santidad, ha destacado en su mensaje de Pascua, se declaran la comodidad y el éxito. Se ponen en entredicho los principios fundamentales de la moral. Esta línea no sólo es viciosa sino también antidemocrática ya que se impone por una minoría agresiva en contra de la voluntad de la aplastante mayoría de los ciudadanos.

La «exportación» forzosa de los valores pseudo liberales acompañada del coqueteo con los radicales y la separación de los terroristas en «malos» y «buenos», se tradujeron en el caos y anarquía en vastos territorios del Oriente Próximo, la cuna del cristianismo. Es obvio que resulte imposible proteger de forma segura a los cristianos y los representantes de otras religiones si no se derrotan las organizaciones terroristas y se arreglan de forma estable y por vía política los numerosos conflictos y crisis.

Desde luego, la mayor preocupación suscita la situación en torno a Siria. Gracias a los esfuerzos de algunos países, Rusia entre ellos, se consiguió preservar el Estado sirio y crear las premisas necesarias para el diálogo nacional. Los ataques con misiles ejecutados por EEUU y sus aliados contra Siria bajo un pretexto falso representan una burda infracción del derecho internacional y la Carta de la ONU. Estas acciones agresivas empeoran la situación humanitaria, favorecen a los extremistas y alejan la meta de establecer la paz en las atormentadas tierras sirias. La escalada de la situación en torno a Siria afecta negativamente, por supuesto, todo el sistema de relaciones internacionales. Rusia no dejará de luchar por que se respeten la soberanía y la integridad territorial de Siria y todos los países de esta y otras regiones. 

En estas complicadas condiciones merece un especial reconocimiento la actividad para la paz de Su Santidad, incluidos sus recientes contactos con el Papa Francisco y los líderes de las iglesias ortodoxas de Constantinopla, Antioquía, Alejandría y Jerusalén.

Está claro que es importante continuar contribuyendo a estabilizar la situación en otras zonas de la región: Irak, Yemen, Libia. Brindar más atención al foco de tensión ya crónica que representa el conflicto palestino-israelí. La solución justa de este problema influirá de forma positiva en la situación en todo el Oriente Próximo.

No puede dejar de preocupar la situación en la vecina Ucrania. Los ultranacionalistas, que llegaron al poder en febrero de 2014, pretenden destruir, a toda costa, los vínculos multiseculares  entre dos pueblos hermanos. Se intensifica la guerra anunciada contra la lengua rusa en la que habla una parte considerable de la población del país. La ley ucraniana «Sobre la educación» infringe directamente los compromisos internacionales de Kíev. Aprovechando la connivencia y, a veces, el respaldo desenmascarado de las autoridades de Kíev, continúan expropiaciones de los templos de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana acompañadas por acciones agresivas con respecto a los sacerdotes y feligreses.

Estamos convencidos de que la única forma de superar la discordia intestina, de impedir la ulterior división de la sociedad ucraniana es la implementación completa y consecutiva del Complejo de Medidas de Minsk aprobado durante las negociaciones de los líderes de Rusia, Francia, Alemania y Ucrania. Confiamos en que el pueblo ucraniano se muestre sabio y restablezca el consenso nacional. Aprovechando la ocasión me gustaría volver a resaltar el papel de Su Santidad en la solución de los graves problemas humanitarios que afectan este país cercano, en todos los aspectos.

La diplomacia rusa sigue haciendo todo lo posible para defender los derechos de los cristianos y los representantes de otras religiones tradicionales. En diciembre del año pasado, en los márgenes del Consejo Ministerial de la OSCE, conjuntamente con los socios húngaros organizamos el evento destinado a la situación de los cristianos en los países de la OSCE y las regiones limítrofes. En estos eventos toman parte activa los representantes de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Estamos trabajando con energía en la implementación del encargo del Consejo Ministerial de la OSCE, aprobado en Basilea en diciembre de 2014, relativo a la preparación de las declaraciones sobre la lucha contra la intolerancia y discriminación con respecto a los cristianos y musulmanes (similares a los documentos sobre la inadmisibilidad del antisemitismo ya aprobados por la OSCE).  Confiamos en que este año la cuestión avance aunque no constatamos un gran entusiasmo en relación a estas declaraciones por parte de algunos de nuestros socios occidentales.  

Estamos abiertos a seguir fomentando una asociación heterogénea con la Iglesia Ortodoxa Rusa y la interacción estrecha con otras religiones tradicionales en Rusia en aras de promover una agenda internacional honesta, armoniosa y optimista.

Para concluir me gustaría felicitarles de todo el alma a usted, Su Santidad, y a todos los respetados invitados con motivo de la gran festividad de la Pascua. Les deseo salud, paz y prosperidad. ¡Cristo ha resucitado!

 

 

 

 


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