Discurso pronunciado por el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en el transcurso de la conferencia internacional “Parlamentarios contra la droga”, Moscú, 4 de diciembre de 2017
Estimado señor presidente,
Estimados colegas y amigos,
Antes que nada, me gustaría expresar mi sincero apoyo a esta iniciativa de la Duma de Estado de la Asamblea Federal de Rusia que se pronunció por celebrar la Conferencia “Parlamentarios contra la droga”. Además, permítanme expresar mi agradecimiento a los invitados extranjeros, muchos de los cuales han realizado un largo viaje para acudir a Moscú.
En este foro se abordará en detalle el problema de la droga de envergadura global que afecta a todos los países sin excepción alguna. Es evidente que no tiene solución fácil ni rápida. Es por ello, porque resulta tan relevante la aportación a la causa de los parlamentarios que, conociendo las características específicas nacionales, van elaborando la legislación antidroga, creando de esta forma los algoritmos de largo plazo para luchar contra esta amenaza.
Nos hemos de guiar en esta actividad legisladora por las pertinentes normas legales internacionales. Es de aplaudir que el período de sesiones especial de la Asamblea General de la ONU dedicado al problema global de la droga haya confirmado de manera inequívoca que las tres Convenciones vigentes de la ONU representan la piedra angular del control antidroga internacional. Precisamente estos documentos sientan las bases de la cooperación interestatal en la lucha contra la droga. Sin dichos documentos no contaríamos con estándares legales universales que garantizaran la interacción entre diferentes países en el mencionado campo ni para su realización práctica. Por esa misma razón es primordial que las tres Convenciones antidroga universales sigan sirviendo de base para la lucha contra este reto a nivel mundial.
Por desgracia, a pesar de todos los esfuerzos de la comunidad internacional, el problema de la droga no deja de ser muy grave. La globalización ha hecho al narcotráfico adquirir envergadura mundial, convirtiéndolo en una industria ramificada.
El crimen organizado se ha instalado en los rincones más recónditos de Internet, para montar allí mercados de venta incontrolada de estupefacientes. La inusitada variedad de sustancias psicotrópicas y su amplia oferta instan a la comunidad a elaborar una actitud creativa y solidaria que permita ofrecer una respuesta eficaz a este mal. La amenaza de la fusión del narcotráfico con el terrorismo también se ha hecho realidad, convirtiéndose en una forma de sustento de las mortíferas actividades terroristas. De esta manera el narcotráfico está minando la seguridad y la estabilidad internacionales.
Ante la gravedad de estos problemas no podemos aceptar la actitud de quienes proponen rendirse ante este ataque intenso del narcotráfico, cediendo el paso a la total narcoliberalización, dado que supondría una catástrofe nunca vista.
Hemos de rendir homenaje al personal de las unidades antidroga que a menudo se juega la vida, enfrentándose al narcotráfico. Es necesario seguir fomentando su cooperación, promover los intercambios de datos y elevar el grado del equipamiento técnico.
Rusia participa enérgicamente en estas labores. Junto con nuestros socios en la OTSC celebramos con regularidad operaciones antidroga de gran envergadura conocidas bajo el nombre de Canal que se proponen poner barreras sólidas ante la expansión de la droga al territorio de los Estados miembros del dicho organismo.
En el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái se dan pasos consecuentes que vienen encaminados a crear unas amplias potencialidades capaces de ofrecer una eficaz resistencia a la amenaza terrorista y la narcoamenaza.
Los BRICS también están reforzando sus herramientas antidroga intercontinentales.
En nuestras labores diarias cooperamos de manera estrecha con la Organización de las Naciones Unidas, cuya Oficina contra la Droga y el Delito se ha convertido en un socio de fiar en la consolidación de la cooperación internacional antidroga.
Es evidente que la eficiencia de la lucha contra la droga es determinada en gran medida por el nivel de preparación del personal de las unidades antidroga. Rusia participa de manera activa en estas actividades, formando en sus centros docentes a efectivos para Afganistán y los países limítrofes. Me gustaría señalar la aportación del Gobierno de Japón hecha a la realización de este proyecto que con pasos reales prueba su adhesión a la lucha contra la expansión de la droga.
Nuestra asistencia en la formación del personal para las unidades antidroga traspasa los límites de nuestra región. Presta sus servicios de manera permanente el curso para la lucha contra la droga creado por el Ministerio del Interior de Rusia en cooperación con nuestros socios peruanos. Se encarga de formar a efectivos para los países de América Latina. Su décima promoción está prevista para la próxima primavera.
Hace un mes se inauguró en Nicaragua el Centro ruso de formación del personal para el Ministerio del Interior. El pasado 10 de noviembre la primera promoción ya finalizó sus estudios.
Nos proponemos seguir poniendo en práctica los postulados de la Resolución aprobada por iniciativa de Rusia en el 60º período de sesiones de la Comisión de Estupefacientes de la ONU. Otro objetivo para nosotros es continuar reforzando las potencialidades de los organismos de mantenimiento del orden público mediante la formación de cuadros para las unidades antidroga.
Rusia se pronuncia por la apertura y la buena voluntad en las relaciones con los organismos internacionales. Nos guiamos por esos principios, al recibir recientemente en Moscú a la misión de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, cuyas conclusiones y recomendaciones no se dejarán de tener en cuenta en las actividades nacionales y en la cooperación internacional.
Votando a favor de las Resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que autorizaban el uso de contingentes militares de la OTAN y de sus aliados en el territorio de Afganistán, también en el marco de la misión Apoyo Decidido esperábamos de todo corazón que en cooperación con el Gobierno afgano se conseguiría revertir los ritmos galopantes de la producción de droga en dicho país, ya mencionados hoy. Por desgracia, los datos hechos públicos recientemente por la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, la narco epidemia afgana está cobrando cada vez mayor envergadura. Este año la producción de droga en Afganistán ha vuelto a batir una especie de récord, habiendo crecido las superficies sembradas con adormidera de amapola en un 63% y alcanzado el nivel de 328.000 hectáreas. La planta es cultivada es 21 de las 34 provincias afganas. En general, la producción de opiáceos en el país ha aumentado durante el año en curso en un 87%, alcanzando las 9.000 toneladas de producto. La envergadura de esta tragedia precisa de un nuevo nivel de asociación internacional. Llamamos a los representantes de la OTAN a dedicarse a la búsqueda de nuevas actitudes compartidas, para expulsar al crimen organizado y al terrorismo de la tierra afgana.
Al mismo tiempo, nos pronunciamos por una puesta en práctica más activa de la iniciativa Pacto de París y por su adaptación operativa a las condiciones actuales. Cooperamos con Afganistán de manera intensa a través de la OTSC, en el marco de la cual funciona el pertinente grupo de trabajo, así como a través de la OCS, donde Afganistán goza de la condición de observador. Me gustaría señalar también nuestros contactos estrechos con los vecinos afganos, entre otros, los celebrados en el marco del centro de información y coordinación centroasiático para la lucha contra el tráfico de droga, sustancias estupefacientes y sus precursores.
En pasado abril el presidente de Rusia, Vladímir Putin, subrayó la necesidad de lanzar en los medios de comunicación una campaña de propaganda antidroga y a formar en las mentes jóvenes una barrera indestructible contra el consumo de la droga.
Estamos orientados en estas labores a promover una intensa cooperación entre la sociedad civil y nuestros amigos de las organizaciones no gubernamentales. Este año, al celebrarse el segundo concurso para de adjudicación de las becas presidenciales, doce ONGs rusas que se dedican a la protección de la salud de los ciudadanos de nuestro país y a la propaganda de la vida sana recibieron fondos para poner en práctica proyectos en la esfera de la lucha contra la droga.
Nuestros parlamentarios y dirigentes del poder ejecutivos, yo entre ellos, hemos participado en eventos celebrados por la Unión Nacional Antidroga que se pronuncia por una renuncia incondicional a todo tipo de estupefacientes y por la superación de cualquier adicción, cooperando para ello con deportistas, así como con personalidades del mundo del arte y de la cultura. Es de aplaudir que la organización en cuestión amplíe su red de socios en el extranjero, mientras que sus experiencias hayan recibido una alta apreciación durante los debates en la ONU dedicados a este tema.
Estoy convencido de que las actividades de estas organizaciones no gubernamentales representan una contribución real a la puesta en práctica de la tarea formulada por el Gobierno ruso de elevar para 2020 en un 50% el número de partidarios de la vida sana en nuestro país. Se ha de promover la formación de unos hábitos saludables, para que la drogodependencia sea erradicada en la sociedad rusa y en los países aquí representados.
Queridos amigos, nuestro objetivo final es avanzar hacia un mundo libre de droga. A pesar de que este trayecto está lleno de obstáculos, se hace el camino al andar. Según tengo entendido, se han reunido en esta sala quienes no tienen la intención de cubrir otra ruta. Tras dejar el mundo libre de droga, nos acercaremos a los ideales recogidos en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estoy convencido de que, uniendo los esfuerzos de los parlamentarios, los Gobiernos y la sociedad civil, sabremos dar solución a este problema.