DECLARACIÓN DEL SANTÍSIMO PATRIARCA DE MOSCÚ Y DE TODA RUSIA, ALEJO II, Y DEL SAGRADO SÍNODO DE LA IGLESIA ORTODOXA RUSA EN RELACIÓN CON LOS ACTOS TERRORISTAS EN AMÉRICA
Ayer en los Estados Unidos de América ocurrió una tragedia horrible. El acto terrorista nunca visto en la historia se llevó las vidas de miles de ciudadanos civiles. La gente en el mundo entero contemplaba en las pantallas televisivas un cuadro monstruoso, negándose a creer en la realidad de lo que estaba pasando. Veíamos casas en llamas y destruidas, cuerpos ensangrentados de los heridos, lágrimas en los ojos de los estadounidenses sencillos y llorábamos junto con ellos.
Nuestro pueblo sabe lo que es la guerra, el terror y la violencia. Las explosiones de viviendas también estremecieron ciudades rusas y se llevaron las vidas de muchos compatriotas nuestros. En Chechenia resultaron torturados bestialmente y muertos centenares de personas inocentes, incluidos sacerdotes ortodoxos y musulmanes. En Kosovo y Macedonia hasta la fecha se derrumban santuarios ortodoxos, mientras que la población civil queda aterrorizada.
Lloramos las personas inocentes muertas y oramos por su reposo eterno. Nuestra oración especial pertenece a los heridos, a quienes perdieron a familiares y allegados, a quienes permanecen en miedo y desesperanza. Qué Dios ayude a nuestros hermanos y hermanas estadounidenses en la prueba horrorosa que los alcanzó.
La Iglesia Ortodoxa Rusa condena resueltamente a los que perpetraron aquel crimen bárbaro. Por más que los malhechores traten de justificarlo sacrílegamente, será para siempre pecado contra Dios y los hombres, violación de los mandamientos de toda religión. Lo sucedido en América volvió a recordar al mundo entero que el terrorismo no puede ser retenido en el marco de un solo país o una sola región. Este mal se ha convertido en una desgracia universal, y se debe luchar conjuntamente contra él.
La tragedia sucedida debe desembriagar al mundo. Los Gobiernos y los pueblos deben aprender para siempre una lección: no se puede apoyarse en el terror ni en la arbitrariedad en aras de alcanzar objetivos políticos, no se puede justificar ni apoyar a las fuerzas criminales con los razonamientos de los derechos humanos de quienes no sólo no respetan los derechos y las libertades de los demás sino que siembran a su torno muerte y destrucciones. Se debe cortar o castigar de la manera más severa el cumplimiento de la voluntad criminal.
Después de la catástrofe de ayer el mundo se ha hecho distinto. Con toda la claridad horrorosa hemos visto el fantasma de la guerra del siglo XXI, ya que nos hemos tropezado con otra tentativa descarada de imponer a los otros su visión del orden mundial basándose en sus propias convicciones filosóficas y religiosas, absolutizando su cultura y su modo de vida. Qué estos días trágicos nos inciten a reapreciar el orden mundial actual comenzando a edificarlo de manera que los pueblos del mundo puedan vivir de acuerdo con sus tradiciones y aspiraciones, sin explotación ni represión, pero sí en armonía unos con otros. Sólo así sabremos evitar que la historia mundial se desarrolle según los guiones más pesimistas que se recuerdan hoy.
Nuestros pensamientos y oraciones están con el pueblo de América. Le deseamos curar cuanto antes las heridas, volver hacia la vida pacífica y próspera. Qué la tragedia de ayer nunca se repita en ningún lugar. Ojalá los pueblos del mundo combatan el mal del terror y juntos, en confianza y en apoyo mutuo, trabajen en beneficio común. Creemos que así será, Porque las Sagradas Escrituras dicen: "los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra" (Salmo 37, 9).