Entrevista ofrecida por el Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, para el documental dedicado al 75º aniversario de la Universidad MGIMO del MAE de Rusia, 23 de octubre de 2019, Moscú
Pregunta: Señor Ministro, he oído que realmente no quería entrar a estudiar en la MGIMO sino en algún otro sitio. ¿Es verdad?
Respuesta: A decir verdad, tenía la intención de entrar a estudiar en la Universidad de Ingeniería Física de Moscú. La razón era sencilla: no es que no me atrajeran las ciencias de la naturaleza, siempre me han gustado las Humanidades, pero mi profesor favorito hasta el último año del colegio era mi profesor de físicas y matemáticas, por desgracia, ya fallecido. Al igual que muchos compañeros de clase, estaba literalmente enamorado de estas asignaturas. Hay personas que le contagian a uno su fervor, su pasión por lo que hacen, lo transmiten a quienes están a su alrededor. Y así ocurrió. Presenté los documentos a la Universidad de Ingeniería Física y mi madre me dijo : “Si quieres entrar en la Universidad de Ingeniería Física, hazlo. Pero en este centro docente, igual que en la mayoría de otros establecimientos de enseñanza superior, los exámenes de acceso empiezan el 1º de agosto, mientras que en el Instituto Estatal de Relaciones Internacionales (MGIMO), el 1º de julio. ¿Por qué no lo intentas? Esto no anula tu vocación, tu propósito de entrar en la MEPhI. Inténtalo para ver si tiene conocimientos en diversas esferas”.
Fue ésta la situación. Me gradué del colegio con una medalla de plata y pasé dos exámenes, el 1 y el 3 de julio. Al pasar por el colegio, donde mis compañeros todavía estaban haciendo los papeles para presentarlos en las Universidades donde los exámenes empezarían el 1 de agosto, me sentí ya libre. En este caso, tal vez, prevaleciera el deseo de no tentar la suerte, y yo pasé todo el mes de julio sin prepararme para los exámenes de acceso. Participé en las faenas de hondonada para el centro de TV en Ostánkino. Es decir, todo ocurrió fortuitamente.
Pregunta: ¿Qué recuerdos guarda de aquella obra?
Respuesta: Hicimos allí nuestros primeros sketches humorísticos, no éramos ni estudiantes del primer años todavía. Nos enviaron tres semanas a aquella obra de construcción. Hicimos una película sobre Fantomás, uno de mis futuros compañeros tenía una cámara de vídeo, fue gracioso. De modo que trabajamos y también nos divertimos un poco.
Pregunta: ¿Y la película sigue existiendo?
Respuesta: La película sigue existiendo. Seguramente está en los archivos de la MGIMO, yo, por lo menos, tengo un disco.
Pregunta: ¿Quién le ayudó en aquella obra?
Respuesta: ¿Quién me ayudó en aquella obra? ¿Si llevaba angarillas conmigo? Entre otras personas, estaba allí mi buen amigo, el rector de la Universidad MGIMO del MAE de Rusia, Anatoli Torkunov. Trabajó en la misma hondonada que yo. Echábamos los cimientos de las altísimas capacidades tecnológicas de las que hoy dispone nuestra televisión.
Pregunta: El acceso a la Universidad y luego enseguida la obra. ¿Y cuándo le asignaron las lenguas extranjeras, antes o después?
Respuesta: Nos dijeron que podíamos indicar nuestras preferencias, yo pedí el francés y el árabe. Para entonces hablaba bastante bien el inglés, había sacado un sobresaliente en el examen. Y me apetecía aprender el francés y el árabe, porque estábamos en 1967, pasaban muchas cosas en Oriente Próximo. Era un sitio interesante y romántico, tenía esa sensación. El resultado se supo el 31 de agosto. Nos dijeron que teníamos que venir a la Universidad y encontrar las listas de los grupos colgadas en las puertas de cristal del actual edificio de la Academia Diplomática, nuestra “antigua casa del río”. Vine y vi que había once grupos, el primero, el más prestigioso era inglés-francés. El estudiante número uno era Lavrov S.V. Me di la vuelta y me fui a pasear con los chicos. El 1 de septiembre vine a la Universidad, subí al aula donde tenía que celebrarse el primer seminario del grupo número uno. Se pasó la lista y al decirse el apellido Lavrov se levantaron dos estudiantes. El profesor preguntó a uno de nosotros: “¿Cómo se llama?”. “Soy Serguéi”. Luego me preguntó a mí: “¿Y Usted cómo se llama?”. Yo respondí: “También soy Serguéi”. El vuelve a preguntarme: “¿Y su nombre patronímico?”. Yo respondo: “Víctorovich”. Y me dice: “Entonces, adiós”. Resultó que en aquel agrupo oficialmente habían inscrito a Serguéi Vladímirovich Lavrov, mientras yo pasé a formar parte no del primero, sino del último grupo, el undécimo. Y así, en contra de mis deseos de estudiar el francés y el árabe, empecé a estudiar el inglés y el cingalés y no por ese orden, sino al revés. Es decir, mi primera lengua era el cingalés y la segunda, el inglés. Más tarde me pasé al programa que me permitía acabar de estudiar el inglés como primera lengua. Me inscribí a clases de francés que se convirtió en mi segunda lengua. Ésta es la historia. He oído que ahora este tipo de cosas se deciden por sorteo en la MGIMO.
Pregunta: Se dice eso.
Pregunta: ¿Y sale todo bien? ¿Se “dispersa” a los candidatos, como en la Champions?
Pregunta: A mí me dieron lo que había pedido. Había pedido el alemán y me lo dieron. ¿Y se ocurrió pensar en aquel momento que pasaría toda su vida en Sri Lanka?
Respuesta: No lo pensé en absoluto. Era interesante, una escritura exótica parecida en algo al armenio. Es sánscrito, una lengua con diptongos. Había muchas cosas graciosas. Nuestro profesor, Alexander Belkovich, que tampoco está con nosotros ya, era un hombre encantador. No sólo nos enseñó además de cingalés, muchas cosas. No era fácil, porque él mismo nunca había estado en Sri Lanka y Ceilán, antes de que pasara a formar parte de Sri Lanka, porque por razones de seguridad había problemas con los viajes al extranjero. Nos inculcó interés por esta lengua, eran muy interesantes sus clases. Copiábamos a mano libros por las noches y él nos firmaba contratos de trabajo, porque no se imprimían cosas en cingalés, se escribía a mano por quienes tenían mejor letra de nosotros cuatro. Después de las clases nos presentaba a sus amigos, salíamos juntos a la calle y en verano nos poníamos a jugar al fútbol con nuestro profesor y con sus amigos. Era una vida intensa y llena del espíritu del compañerismo. En su mayoría, nuestros profesores eran personas de una gran erudición que eran, además, muy agradables en el trato.
Pregunta: Ya que se ha acordado del fútbol, tengo una pregunta de parte del Presidente de Kazajstán, Kasym-Zhomart Tokaev. Hablé con él hace dos semanas y me dijo literalmente lo siguiente: “El señor Ministro juega muy bien al fútbol, por eso quiero preguntarle una cosa. Recuerdo que, cuando era joven, hacía una maniobra muy buena, me metía a la derecha y luego chutaba con fuerza contra la portería. ¿Logra repetir este tipo de maniobras en la actualidad?”
Respuesta: En la actualidad intentamos más bien jugar en el centro, sin desviarnos hacia la derecha ni hacia la izquierda, porque la práctica demuestra que las desviaciones hacia la derecha y la izquierda suelen acabar mal y no sólo en el deporte.
Pregunta: ¿Sigue jugando al fútbol?
Respuesta: Sí, sigo jugando, ayer jugué. Por supuesto, ya no se corre, como antes, pero disfruto al recibir el pase, alargarlo y lanzar un ataque intenso. Disfruto con poder elegir el sitio que me permita acabar un pase buenísimo con un gol. Esta sensación no se compara con nada.
Pregunta: Mientras le hemos estado esperando en esta habitación, hemos averiguado que son minoría aquí los graduados por la MGIMO.
Respuesta: ¿Aquí, entre nosotros?
Pregunta: Aquí, entre nosotros y entre sus compañeros.
Respuesta: El periodismo se está volviendo más democrático, todo correcto.
Pregunta: Ni siquiera estoy hablando del periodismo, sino del Departamento de Información y Prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores. Toda la sección de los medios rusos no estudió en la MGIMO.
Respuesta: ¿Se refiere al Departamento de Información y Prensa?
Pregunta: Sí. En este sentido, seguramente, con que personal más trabaja, es con los graduados por la MGIMO. ¿Simplifica ello su trabajo de alguna manera?
Respuesta: ¿Dice, en el Ministerio? Verá, el Departamento de Información y Prensa es uno de los más dinámicos del Ministerio. Diría que los graduados de la MGIMO son mayoría allí. Sin embargo, su en la sección de los medios rusos los graduados por la MGIMO son ya minoría, diría que, antes que nada, es natural, porque los medios rusos son estudiados de una manera más profunda y profesional en otros centros de estudios superiores, en la Facultad de Periodismo de la Universidad Estatal Lomonósov de Moscú y otros. Al mismo tiempo, es una tendencia que venimos observando en el Ministerio: a pesar de mostrar lealtad a la MGIMO y a la Academia Diplomática, en su calidad de centros que “forjan a nuestro personal” y nos suministran a jóvenes especialistas, estamos interesados en ampliar la geografía de universidades a la hora de admitir a los empleados. Esta tendencia se viene reforzando durante todos los años que llevo trabajando como Ministro de Asuntos Exteriores. Están con nosotros los graduados por la Universidad Estatal de San Petersburgo, la Universidad Federal de los Urales, la Universidad Federal de Lejano Oriente y otras. SI hablamos de quienes entran a estudiar en la MGIMO, contó el rector del centro Anatoli Torkunov antes del inicio de nuevo curso escolar, que ya están representadas allí más de 70 entes federadas de nuestro país. Hay distintas correlaciones, pero no por ello deja de tener importancia, porque nutrimos a nuestra alma mater con jóvenes talentos de todo el país.
Pregunta: Y, al reunirse en las negociaciones, fuera de Rusia o dentro del país, con sus homólogos que estudiaron en la misma Universidad, como, por ejemplo, el Presidente de Kazajstán, Kasym-Zhomart Tokaev, el Presidente de Azerbaiyán, Iljam Aliev, el Ministro de Asuntos Exteriores de Mongolia, Damdin Tsogtbaatar y demás políticos, ¿se hacen con más facilidad las cosas?
Respuesta: También estudiaron en la MGIMO el Ministro de Asuntos Exteriores de Eslovaquia, Miroslav Lajcak, el Ministro de Asuntos Exteriores de Armenia, Zograb Mnatsakanián, espero no olvidarme de nadie, muchos compañeros estudiaron en la MGIMO. Por supuesto, el haber estudiado juntos ayuda a establecer contacto y, al ser establecido éste, es agradable acordarse juntos de los días de la juventud, sobre todo si estudiamos en el mismo curso, en cursos distintos, pero más o menos en el mismo momento. Nos acordamos de las fiestas que preparábamos, sobre todo, las humorísticas que tenían mucha fama, en general, de la Universidad. Cuando entramos en la MGIMO, nos pusieron unos “tutores” que eran estudiantes del tercer año. En el primer semestre, de entrada, tuvimos ya varias fiestas, donde nos unimos al arte de una fiesta de humor. Nosotros mismos lo ensayamos, como ya he dicho, filmando películas graciosas en la hondonada que cavamos para la Torre de TV en Ostánkino.
Pregunta: Se conoce la historia de cómo compuso el himno de la Universidad MGIMO. ¿Y cómo se la había ocurrido tal idea?
Respuesta: Antes que nada, no intenté competir con nadie. Trabajaba en aquellos momentos en Nueva York y todos los años o cada dos años, al volver a finales de agosto de vacaciones, sobre todo la gente que trabajaba fuera, celebrábamos veladas en el edificio antiguo, que acoge ahora a la Academia Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. Era imposible imaginarse una velada sin humor. Escribíamos las escenas que luego representábamos a distancia, yo en Nueva York, alguien, en París. Luego lo poníamos en común, cambiábamos algo y acordábamos por correo electrónico. En una de aquellas tardes, no me acuerdo del año, 1999 0 2000 sería, regresé de mi aventura de turno: nos habíamos bajado en barcos por el río Katúñ en Altái, regresé a casa de Barnaúl a primera hora de la mañana y por la noche íbamos a tener una velada con la gente de nuestro curso. Ni se me ocurrió pensar en el himno antiguo, simplemente intentaba componer un verso para cada fiesta de las nuestras y adaptarlo a “los tres acordes que conocía”. Me gustaría subrayar que en absoluto tenía en mente rivalizar con la gran canción de los 50, La Casa antigua del río Mosсova que hablaba del viejo edificio que tenía atrapado para siempre nuestros sentimientos a pesar de los años que transcurrían...
Me motivé con el mismo argumento, porque la MGIMO ya no estaba situada cerca del río. Simplemente dediqué un verso a mi curso y, al recibir algún tiempo más tarde un disco con esta canción interpretada por el coro del Ministerio del Interior, quedé algo perplejo. Había sido iniciativa de la Universidad y Anatoli Torkunov me dijo que podían coexistir sin problemas varios himnos a la vez, porque la Universidad no era Estado donde todo tenía que estar en perfecto orden, sino un centro de estudios donde se apoyaba el pluralismo, también desde el punto de vista de canciones y poesías. No hay mayor secreto en esa historia.
Pregunta: Cuando se acuerda de aquel edificio antiguo cerca de la estación de metro Park Kylturi, ¿se pone nostálgico o me lo parece?
Respuestas: Nuestras veladas únicamente las celebramos allí. Por supuesto, hay nostalgia, pero no sólo porque en 1967 en la cafetería de la cuarta planta se vendía cerveza que sí que era verdad. Es básicamente porque son los recuerdos de la juventud, incluso de la niñez, porque éramos unos niños de 16 ó 17 años, porque teníamos nuestras fiestas, humor y aulas que tan familiares nos resultaban. Seguramente es algo como el primer amor.
Todos los años visito con mucho gusto el edificio actual de la Universidad Estatal de Relaciones Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia. Ahora hay otro edificio más y pronto inauguraremos la nueva residencia, creo. Cuenta con una infraestructura muy desarrollada que permite vertebrar el proceso de estudios, usando las tecnologías más avanzadas. Pero el primer amor ni deja de serlo nunca. Aquel ambiente acogedor, la sensación de “estar en casa” en aquel edificio siempre se quedará con nosotros.
Pregunta: He pasado por la galería, donde están colgados los retratos de los ministros. La situación es la siguiente: la MGIMO celebra su 75º aniversario, pero hubo en la historia del Ministerio un larguísimo período de tiempo, cuando no estaba dirigido por un graduado de esta Universidad. Y luego empezó la Historia de la Rusia moderna: Alexándr Bessmértnyj, Andréi Kózirev, Yevgueni Primakov que llegó del Instituto de Orientalismo de la Academia de Ciencias de Rusia, Serguéi Lavrov. ¿Será también de la MGIMO el próximo Ministro de Exteriores?
Respuesta: No me gustaría ni siquiera hacer suposiciones, porque aquí lo decide todo el Presidente de la Federación de Rusia. No hace su elección en función del diploma del candidato, sino de las cualidades que demuestra su trabajo y en la vida real. Cuentan también sus características profesionales, el saber llegar a fórmulas de compromiso de tal manera que sean garantizados de manera obligatoria los intereses de nuestro país.
Pregunta: Una pregunta rápida: tres cualidades de la MGIMO...
Respuesta: La mejor, la más querida, el centro líder del futuro...