Entrevista del representante permanente de Rusia ante la OSCE, Alexander Lukashévich, a la agencia de información Rossiya Segodnya 16 de septiembre de 2015
Pregunta: Señor Lukashévich, ya había trabajado antes en la representación rusa ante la OSCE en Viena. ¿Qué ha cambiado en la organización desde entonces?
Respuesta: Le voy a ser absolutamente sincero: ha cambiado todo. Durante los últimos decenios ha venido transformándose, lamentablemente, la propia naturaleza de esta organización. Según la Declaración de Astaná, firmada por los jefes de Estado durante la cumbre de la OSCE en 2010, es una organización ampliamente representativa y global cuya misión es realizar consultas, tomar decisiones y cooperar en materia de seguridad regional. Es decir, se planeaba que constituiría el segmento central de la arquitectura europea de seguridad, en torno al cual se desarrollaría otra infraestructura institucional. Esta fue la idea inicial prevista ya en el Acta Final de Helsinki y en otros documentos, que comprendía la OSCE (entonces la CSCE) como elemento central que dirigiría los procesos en Europa conjuntamente con otras organizaciones. Pero, desgraciadamente, la realidad es bien distinta.
Pregunta: ¿Por qué pasó?
Respuesta: La instauración y el desarrollo de la Unión Europea, el fortalecimiento de la OTAN y la aprobación de la doctrina militar de la Alianza, hicieron que la OSCE se quedara al margen de la gran política europea. Quedaron en el olvido los principios acordados por los representantes de los Estados miembros de las asociaciones mencionadas. Y eso que en muchos de los documentos de la OSCE está constatado que ninguna organización para la seguridad puede considerar parte de su influencia a esta parte de la extensa zona geográfica de responsabilidad de la OSCE.
No obstante, la OSCE no consiguió convertirse en una auténtica organización regional a tenor del octavo capítulo de la Carta de la ONU. De ahí los graves problemas en el desarrollo institucional de la organización. No cuenta con un estatuto u otro documento constitutivo, aunque su adopción se prioriza en muchas decisiones. Rusia siempre ha defendido y seguirá defendiendo la necesidad de cumplir con ellas ya que muchas acciones concretas, como extender la zona de influencia y recurrir a otras formas de regulación del conflicto, por ejemplo en Ucrania, chocan con dificultades y obstáculos derivados de una estructura funcional inestable de la organización.
Pregunta: ¿Qué impide otorgar a la OSCE el estatuto oficial de organización regional?
Respuesta: Lamentablemente, lo impide la postura de nuestros colegas occidentales, que no desean que la organización se consolide a tenor de las prerrogativas de la ONU y obtenga un estatus oficial. Por eso se la sigue tratando como un tratado regional, no como una organización regional, según el capítulo ocho. El problema de la reforma permanece entre los principales puntos de la agenda, y Rusia continuará promoviendo con energía su postura con respecto a los documentos constitutivos y el estatuto de la organización. Esto se extiende también al reglamento de actividad de las instituciones de la OSCE, que, en contra de las decisiones colectivas de los Estados miembros, recurren cada vez más a la propia táctica de guerrilla.
Pregunta: ¿De qué institución en concreto podría tratarse por ejemplo?
Respuesta: Pues, por ejemplo, de la Oficina para las instituciones democráticas y los derechos humanos (OIDDH). Como usted sabrá, recientemente protagonizó un escándalo en torno a la observación electoral en Azerbaiyán, ya que este Estado miembro se opuso a acoger un grupo de observadores demasiado numeroso, según su criterio. En cambio, propusieron su propio esquema, que se ajustaba mejor a los intereses nacionales tomando en consideración que, además de la OSCE, otras entidades observadoras pueden tener una opinión propia al respecto. Pero la OIDDH adoptó una postura intransigente y, finalmente, suspendió el monitoreo de los comicios en Azerbaiyán. Por eso la próxima reunión del consejo permanente revisará detenidamente la metodología de trabajo de esta institución de la OSCE en el ámbito electoral.
Pregunta: ¿Es una situación similar a la de Donbás, donde la OIDDH tampoco realizará el monitoreo de las elecciones?
Respuesta: La situación en Donbás es más complicada. Aquí el papel de la OIDDH es secundario. Lo más importante es que aún no tiene solución el principal problema del proceso de paz en Ucrania: no hay un diálogo directo entre las partes, una premisa obligatoria para el arreglo según los Acuerdos de Minsk. Recordará que, de acuerdo a este documento, el mecanismo de las elecciones municipales debe ser elaborado con el diálogo directo entre Kiev, Donetsk y Lugansk, en virtud de la legislación ucraniana. La Ley sobre el Estatus Provisional aprobada el año pasado sigue sin entrar en vigor. De hecho, las autoridades ucranianas tomaron por su propia cuenta la decisión de no convocar en Donbás las elecciones previstas para el 25 de octubre en el resto del país. Y aquí estamos ante una colisión ya que Kiev infringió sus compromisos derivados de los Acuerdos de Minsk.
Otra tarea muy importante es garantizar que todas las instituciones de la OSCE trabajen en un estrecho contacto con los Estados miembros, que no puedan imponer su voluntad a la fuerza. Ahora es al revés: es la OIDDH la que dicta las condiciones de su monitoreo sin que nadie pueda explicar por qué a muchos de los Estados occidentales la misión no se envía o se envía reducida a 10 o 15 personas para hacer constar un proceso 100% democrático, así como la completa ausencia de problemas, cuando todos sabemos que no hay sociedades perfectas.
En la conferencia de Varsovia a finales de septiembre se va a discutir el tema electoral y planeamos defender enérgicamente nuestra postura. Aunque no quiero decir que esté decepcionado, pero estando la tercera vez en Viena, en la sede de la organización, lo que veo es que resultan viables sólo los procesos internos. Los mecanismos de trabajo en Viena y las discusiones en el alto y el más alto nivel no tienen nada que ver.
Pregunta: ¿En qué sentido? ¿Los mensajes de los embajadores de los países ante la OSCE no coinciden con las decisiones ministeriales?
Respuesta: Lo que sucede es que el mensaje de las pocas declaraciones que se aprueban, queda desdibujado a raíz de tantas discusiones. Tomemos como ejemplo el encuentro en Berlín el sábado pasado de los cancilleres dedicado al problema de Ucrania. La conversación, aunque complicada, fue constructiva, sin acusaciones ni retóricas. Al mismo tiempo, la reciente reunión del Consejo Permanente de la OSCE le deja a uno perplejo: grupos enteros de países, sobre todo EEUU y Ucrania llegan a expresarse en términos extremos como "la ocupación", "la retirada de las tropas rusas", "anexión", etc. Esto no es un punto de vista consensuado sino la visión particular de los representantes de estos Estados. Pero lo dicen los representantes permanentes ante la OSCE. Mientras a nivel ministerial la discusión tiene un carácter totalmente distinto, se ve que ya superado la etapa de la polémica política, que está centrado en elaborar los compromisos que impulsen el proceso de paz. Es decir, a un nivel se dicen unas cosas, y luego, para complacer a la opinión pública y a los patrocinadores occidentales, se dicen otras, completamente distintas.
Pregunta: Por cierto, hablando de Ucrania. Hace poco usted criticó el trabajo de otra institución de la OSCE, la Misión Especial de Monitoreo.
Respuesta: No la critiqué, expresé mi descontento constructivo con el cumplimiento insuficiente del mandato de la misión, según el cual podría y debería hacer mucho más. Las cuestiones más controvertidas son las relativas a los informes de la misión. No estamos satisfechos con la forma en la que se refleja la realidad objetiva en la zona del conflicto en estos informes. Esto se refiere tanto al registro de las acciones combativas concretas, como a la evaluación de la situación en el país en general. Porque el conflicto en Donbás es sólo una parte de la crisis interna ucraniana, y el arreglo de este conflicto armado es, a su vez, sólo una parte del mandato de la Comisión Especial de Monitoreo. Además de monitorizar la situación en la línea de separación entre las partes enfrentadas, una tarea, sin duda, primordial, debería también monitorear la situación en torno al cumplimiento de los derechos humanos en todo el territorio de Ucrania.
Pregunta: ¿Entonces, qué tareas plantearía ante la Misión?
Respuesta: Presentamos la iniciativa, y la anunciamos, relativa a la elaboración de un informe temático, extremadamente claro, honesto y analítico, que muestre las consecuencias de la llamada operación antiterrorista del ejército ucraniano en la zona del conflicto. Y, en adelante, estos informes deberían prepararse con regularidad.
Pregunta: ¿Tiene que haber un nuevo formato de informes?
Respuesta: No del todo. En realidad, la misión tiene experiencia de preparar estos informes temáticos, aunque no siempre es exitosa. Me refiero al informe politizado sobre Crimea, aunque el mandato de la Misión no se extiende a este territorio, que es un territorio de la Federación de Rusia y siempre lo hemos declarado. El último informe, el relativo al abastecimiento de agua en la zona del conflicto, sí que resultó muy oportuno: el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, lo mencionó durante la reunión del Cuarteto de Normandía en Berlín alegando que la Misión había evaluado la situación como cercana a la catástrofe humanitaria. Cuando la mayoría de la población no tiene acceso al agua estamos ante una infracción directa del derecho humanitario internacional. También se elaboró el informe sobre los derechos humanos pero su tono general fue muy neutral y la situación general se calificaba de normal a pesar de algunos problemas.
Pregunta: ¿Qué es, según usted, lo que impide a la Misión preparar unos informes equilibrados?
Respuesta: Se lo impide la presión ejercida por parte de Kiev y occidente. Los observadores intentan encontrar el equilibrio, y es comprensible, entre dos partes del conflicto, entre Donbás y Kiev. Pero, por ejemplo, si nuestros periodistas revelan hechos que no se reflejan en los informes de la Misión, es extraño, sobre todo para la opinión pública, para los ciudadanos de a pie, que, por un lado, desean tener una visión más amplia de la situación, pero cuando reciben la información que no aparece en los informes, se preguntan en seguida ¿por qué?
Pregunta: Tal vez se deba a la restricción de acceso.
Respuesta: Sí, hay problemas de acceso a muchos lugares, pero la misión está obligada a cumplir con su papel de realizar el monitoreo sistémico no para acusar a una de las partes sino para dar a conocer a la comunidad internacional quién está infringiendo más los Acuerdos de Minsk. Es importante que la Misión transmita una imagen completa de las dimensiones del conflicto. Ya hemos planteado esta cuestión ante la Secretaría y el Centro de Prevención de Conflictos. La idea no fue rechazada pero seguro que habrá que luchar para que prospere.
Pregunta: ¿Se prolongará el mandato de la Misión Especial de Monitoreo para el próximo año?
Respuesta: Formalmente, el mandato actual de la Misión tiene vigencia hasta marzo de 2016. Pero hay muchas cosas que dependen de diversos factores, en particular del futuro de los Acuerdos de Minsk. Los acuerdos aprobados en la capital bielorrusa en febrero estarán vigentes hasta finales de 2015. No está muy claro lo que vaya a pasar luego. Los ucranianos, por lo visto, no están dispuestos a trasladar el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk al próximo año. Habrá que discutirlo. Todo dependerá de las partes y de si llegan a solucionar las profundas contradicciones que existen entre ellas. El trabajo de la misión viene acondicionado no sólo por su mandato, sino también por los Acuerdos de Minsk, los cuales, de hecho, lo completaron. Es decir, el documento firmado en Minsk debería ser sagrado no sólo para todos los políticos locales, es también la hoja de ruta de la propia Misión.
Pregunta: No sólo el conflicto en Ucrania desafía la estabilidad en Europa, que está enfrentándose a otro gran problema. Se trata de la crisis de refugiados, algunos medios informan de que entre las miles de personas que llegan a Europa, generalmente sin documentos, hay terroristas, que cruzan libremente las fronteras de la Unión Europea.
Respuesta: Sí, aunque más que publicaciones de la prensa libre, ya se trata de comunicados de naturaleza más seria. Y parece que es más que un reto. Parece que Europa se está enfrentando a una catástrofe humanitaria de gran escala y muy difícil de resolver. Pero la OSCE no tiene mandato directo para ello, se ocupan del tema las instituciones europeas, la Unión Europea, los Estados miembros. En la OSCE no se realizaron aún discusiones sobre el tema, aunque está claro que son inevitables, ya que esta crisis afecta la seguridad de las personas, de los Estados y no sólo directamente, sino a través de los aspectos económicos y sociales. Los problemas de los refugiados podrían minar la identidad europea y obstaculizar la búsqueda de nuevas formas de integración europea. Porque, en mi opinión personal, estamos ante un choque de corte civilizatorio entre el islam extremista, el islam tradicional y los valores europeos. Es lo que más temen los europeos, y lo que más temen, con razón, en el mundo.
Pregunta: ¿Pero la OSCE de momento no tiene nada que ver con la crisis de refugiados?
Respuesta: Creo que este tema se discutirá en breve. La presidencia serbia ya dejó claro que no se podrá dejar de lado. Ya veremos los resultados prácticos. Porque aquí lo que cuenta son también las herramientas financieras y las posibilidades institucionales. En cualquier caso, seguirá siendo prerrogativa de los Estados, y aquí están vigentes las decisiones aprobadas por la UE y la Comisión Europea que distribuyen las cuotas, algo que provoca también descontento.
Pregunta: ¿Cuál es la postura de Rusia en esta situación?
Respuesta: Nuestra idea principal consiste en que antes de cooperar en el tema con otras instituciones tenemos que llamar a las cosas por sus nombres y comprender las causas de la crisis que está amenazando con convertirse en una catástrofe sin precedentes para Europa. Nadie, hasta ahora, ha hablado del porqué de esta afluencia de los refugiados. Todo el mundo esquiva la conversación sobre las causas de esta situación conflictiva, de por qué los sirios, los libios, los iraquíes huyen de sus países. Está claro, no es una conversación amena.
Pero para comprender de qué manera reaccionar ante las amenazas, es necesario comprender las causas de las mismas. Creo que en el seno de la OSCE habrá una conversación sobre las posibilidades de la organización de participar en la búsqueda de la solución, tanto desde la perspectiva de seguridad, como desde la económica, la social y la humanitaria. Ya veremos cómo se desarrollan estas discusiones aquí. En cualquier caso es un aspecto serio que requiere una decisión muy sopesada. El tema se discutirá seguramente durante el próximo período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, en el que se aprobará el programa de desarrollo para el próximo decenio. En cambio, la OSCE no puede desempeñar un papel de liderazgo en este asunto, sino que deberá encontrar un hueco para cooperar.
Pregunta: Hablando de los planes para el futuro. En 2016 será Alemania la que ostentará la presidencia en la OSCE. ¿Qué espera de ella?
Respuesta: Si no recuerdo mal, Alemania ya presidió la OSCE durante medio año. Ahora, en la situación actual, especialmente en 2016, será un reto para la política exterior germana y para las élites políticas en general. Y, naturalmente, para la organización. Porque será presidida por uno de los más potentes Estados de la Unión Europea, capaz, según nosotros, de encontrar puntos comunes en las posturas dispares generadas por la crisis ucraniana. No obstante, los alemanes se están preparando minuciosamente para su presidencia. En julio intervino en la OSCE el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, quien expuso las prioridades de su país, que seguirán revisándose. Por lo tanto, el encuentro ministerial en Belgrado no sólo marcará el fin de la presidencia serbia, sino también el inicio de la alemana. Incluso, dará unas pautas a la austríaca en 2017. Estamos dispuestos a trabajar de forma seria y constructiva con los socios alemanes, y el resto de los miembros. Urge invertir la tendencia de mantener las discusiones ideologizadas y dedicarnos a reforzar la OSCE y renovar sus herramientas sobre unas bases y decisiones colectivas, por difícil que sea conseguirla. La OSCE cuenta con unos archivos colosales de soluciones de diversos problemas y, por lo tanto, podría resultar muy útil, dada la voluntad política y el deseo de fortalecer esta organización, en lugar de convertirla en un "perro centinela para los derechos humanos".
Pregunta: ¿Cuáles son sus planes personales con respecto al nuevo cargo?
Respuesta: Aquí no puede haber nada personal. Asumí el cargo con ganas de trabajar mucho. Por supuesto, seguiremos partiendo de los planteamientos reflejados en el concepto de la política exterior, transmitidos por nuestros líderes, por el canciller, por otros representantes oficiales. Lo único en que confío personalmente es en que se consiga superar la división entre los Estados miembros e intentar elaborar una agenda común, como lo hicimos en etapas precedentes.
Pregunta: ¿Qué puede hacer para ello un representante permanente?
Respuesta: Pues le dirá que todo. Porque el principio de funcionamiento de esta organización consiste no sólo en el diálogo y en la cooperación, sino también en el consenso. Mientras no se consiga el consenso entre todos los 57 países miembros, no habrá decisión ya que si contradice los intereses nacionales de uno de ellos, no dejará que se apruebe. Esto no es un veto, claro está, sino una herramienta reguladora dentro de la organización. Si nuestras posturas divergen, estamos dispuestos a buscar compromisos, pero si nos presionan… Ya hemos dado a entender en el Consejo de Seguridad de la ONU que en este caso actuaremos de acuerdo con la Carta de la ONU. Cabe señalar al respecto una vez más, que el derecho a veto no es una prerrogativa sino una elevada responsabilidad por la decisión adoptada. Así que, volviendo a su pregunta, el representante permanente puede hacer todo lo que está dentro de sus posibilidades dentro de un organismo multilateral.
Pregunta: ¿No espera, entonces, una reacción de respuesta?
Respuesta: Sabe usted, lo dijo muy bien el canciller ruso, Serguéi Lavrov, durante la reunión de los ministros de Exteriores de la OSCE en Basel en 2014. Le preguntaron si no se había sentido aislado a consecuencia de las sanciones restrictivas impuestas por Occidente, y contestó: "En realidad, no me puedo tomar un café por la cantidad de personas que quieren hablar conmigo". Yo también lo he sentido aquí: a pesar de la diferencia de posturas, hay un gran interés hacia los planteamientos rusos. Tenemos mucho que decir, también en retrospectiva. Rusia siempre ha ocupado posiciones de liderazgo en la organización. Esperemos que esta tendencia persista, porque sin la voz de Rusia tanto aquí, como en otros formatos, será imposible encontrar decisiones eficientes para arreglar los diferentes problemas. Creo que seguiremos tratando de entender unos a otros.