Discurso pronunciado por el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en la inauguración del monumento a Walt Whitman en Moscú, 14 de octubre de 2009
Estimadas señoras y señores,
Queridos amigos,
La inauguración del monumento a Walt Whitman, gran poeta estadounidense, en Moscú es muy significativo en la historia de los lazos culturales de Rusia y EE.UU. Es un ejemplo brillante de la cooperación ruso-estadounidense basada en los valores culturales coincidentes y la proximidad de las tradiciones literarias de nuestros países.
Es sabido que las autoridades urbanas de Moscú y Washington lanzaron la iniciativa de intercambiar los monumentos a los representantes eminentes de las escuelas literarias nacionales. En el año 2000 a Washington le fue entregado el monumento a Alejandro Pushkin. Ahora Moscú recibe con gratitud el don de respuesta de la parte estadounidense. Considero que es muy oportuna la instalación del monumento a Walt Whitman justamente en el territorio de la Universidad Pública de Moscú "Miguel Lomonósov" que es el centro más importante de la educación y la ciencia de nuestro país, fragua de los intelectuales rusos.
La opción no es casual. A los dos grandes poetas de Rusia y EE.UU. les aproxima el verdadero carácter nacional y a la vez el "humanitarismo universal" de su obra, si nos valemos de las palabras de Teodoro Dostoievski. Si "Pushkin es todo para nosotros", entonces Whitman, tal como lo llamaban los contemporáneos, es "poeta de América y es América misma". Al igual que Alejandro Pushkin que poseía la "capacidad de la sensibilidad mundial", Walt Whitman, reformador de la poesía norteamericana, combinaba el relevante talento creador con la profunda visión filosófica de la historia y el entendimiento de la unidad de la civilización humana. No es casual que su poesía fuese traducida prácticamente de inmediato al ruso despertando ecos notables en nuestro país.
Pienso que el reconocimiento de la obra de Walt Whitman en Rusia se debe al interés y respeto que el poeta estadounidense alimentaba hacia nuestro patrimonio cultural e histórico. Pertenece a su pluma la acertada comparación de nuestros pueblos que desarrolla la idea de Alexis de Tocqueville sobre los destinos comunes de América y Rusia, que está representada en el pedestal de este excelente monumento: "¡Vosotros, los rusos, y nosotros, los americanos! Estamos tan lejos unos de otros, nos parecemos tan distintos, pero de todos modos…por algo más importante nuestras patrias son tan similares".
Estoy convencido de que semejante fe en las posibilidades de la aproximación de Rusia y EE.UU. es necesaria hoy como nunca, en la época de la interdependencia creciente y los lazos que se consolidan entre nuestros países. Sobre todo porque América emprendió el camino de cambios, lo cual, tal como dijo en su discurso de inauguración el Presidente Barack Obama, les exigirá a los estadounidenses volver a sus valores genuinos, incluidos, entre otros, tales como la valentía, la tolerancia y la justicia.
Les agradezco la atención.
14 de octubre de 2009