Entrevista concedida por el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, a la revista del Consejo para la política exterior y de defensa, Moscú, 2 de septiembre de 2016
Pregunta: Buenos días, señor ministro. Me gustaría hacerle a usted varias preguntas, en primer lugar, sobre el vector asiático de la política exterior de Rusia. ¿Cómo lo podría evaluar? ¿Qué más haría falta hacer, para que se convierta en un vector realmente prioritario? A veces da la sensación de que con toda la importancia que tiene Asia, nuestros vectores occidentales despiertan un mayor interés, se podría decir incluso que pasiones.
Respuesta: En la diplomacia tales categorías como pasiones son inaceptables, dado que opera con las nociones del cálculo, pasos sopesados que permitan avanzar persiguiendo de una forma más eficaz los intereses nacionales del país.
En cuanto al vector asiático de nuestra política, siempre está presente y no nos hacen falta ningunas pasiones. Somos una potencia euroasiática y la mayor parte de nuestro territorio está situada en Asia, siendo menos explotada y desarrollada en comparación con la parte europea. La Historia ha querido que así sea, no porque hayamos subestimado Asia, sino porque en el momento de la formación de los principales elementos de la economía moderna, es decir, de las actividades económicas, técnológicas e innovadoras, estaban concentradas en Europa y en Estados Unidos. Asia sólo recientemente ha empezado a hacer muestra de su calidad de “locomotora” del crecimiento económico mundial, fuente de tecnologías más rompedoras, innovaciones y todo aquello que es calificado como la “economía del conocimiento”. El 60% del PIB recae en la región de Asia-Pacífico, incluidos Estados Unidos, y, por supuesto, los países asiáticos. La mitad del comercio mundial tambié recae en la región de Asia Pacífico. El centro del desarrollo se está desplazando y es una tendencia objetiva. Es imposible imaginarse la existencia de una región única, de un punto en el globo terráqueo que genere todos los procesos económicos y tecnológicos en el mundo.
Desde el punto de vista dialéctico el mundo se esta volviendo multipolar. Muestra de ello es surgimiento de unos nuevos centros de crecimiento económico y poderío financiero que conllevan, como no podía ser de otra forma, la influencia política.
Ello coincide plenamente con nuestra filosofía que no deja de tener en cuenta la mencionada tendencia. Ahora que se están abriendo ante Rusia nuevas perspectivas económicas en Oriente, hemos de aprovecharlas al máximo, dado que las autoridades de nuestro país han tomado la decisión de fomentar el desarrollo de Siberia Oriental. Además del aspecto económico objetivo y el desplazamiento del centro de la economía mundial hacia Oriente, está el factor político. Europa, asesorada por EEUU, parece estar dispuesta a cortar sus relaciones con Rusia. Sin embargo, no son pocos los países europeos que lo hacen de una forma completamente consciente, insistiendo en que la política (en este caso, de castigo) aplicada contra Rusia ha de prevalecer sobre los intereses económicos. Es un punto de vista opuesto a los principios promovidos desde siempre por Occidente.
En Oriente existe un gran número de organismos, de los que Rusia forma parte y en los que no hay cabida a ninguna actitud discriminatoria hacia nuestro país. Es el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico que celebra anualmente sus Cumbres, así como las Cumbres de Asia Oriental, una estructura relativamente reciente que, sin embargo, ha ganado popularidad. Se dedica a dar solución integral a los problemas económicos, geopolíticos y político-militares. Se han creado numerosos organismos dependientes de la ASEAN que cuentan con el mecanismo de cooperación por diálogo. Rusia es uno de los países asociados, junto con EEUU, China, la India y la UE. La ASEAN celebra todos los años foros regionales dedicados a la seguridad. Está además la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza en Asia, iniciativa lanzada en su momento por el presidente de Kazajstán y una serie de otros proyectos, como, por ejemplo, Diálogo de cooperación de Asia. Son numerosos los mecanismos y resultan, a nuestro modo de ver, de bastante utilidad. Tendría sentido organizarlas mejor en la región: en Europa existe la OSCE, en América Latina, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en África, la Unión Africana. En Asia no existe ningún mecanismo universal, pero supongo que no hace falta forzar este tipo de integración. Seguramente la marcha natural de los procesos en algún momento invitará a poner más orden. Cuento con que los participantes de estos procesos se den cuenta de la necesidad de mostrarse abiertos. Lo que ocurre es que en estos momentos están enfrentadas dos tendencias, la de mostrarse abiertos y la de volver al sistema de bloques, generando estructuras políticas y militares de acceso restringido.
En Asia existen además diferentes “tríos”, participante de los cuales es siempre EEUU y sus aliados. Está en marcha la formación de la Cooperación Económica Transpacífico, un bloque de acceso restringido, dado que sólo se podrá unirse a este organismo, después de que sus participantes de inicio, de categoría privilegiada, elaboren las reglas de juego. Los promotores de estos proyectos de entrada se niegan a aplicar el principio de paridad.
Nuestra respuesta a ello es una actitud abierta. En el marco de las Cumbres de Asia Oriental hace unos 6 años propusimos iniciar el diálogo sin compromiso alguno encaminado de encontrar actitudes libres de bloque que se apoyen en el principio inclusivo y garanticen posibilidades económicas y de seguridad iguales. Curiosamente, esta iniciativa fue apoyada por todos los participantes de las Cumbres de Asia Oriental, incluídos nuestros interlocutores estadounidenses. Se han celebrado ya cinco rondas de negociaciones, también en Indonesia, Brenéi, Camboya y China. Es un proceso bastante pausado, pero en Asia tradicionalmente se toma su tiempo para formalizar los documentos. Hemos de respetar las tradiciones locales, por ejemplo, las de la ASEAN.
Una combinación de factores, en concreto necesidades propias del desarrollo de Oriente, crecimiento económico en Asia y la región de Asia Pacífico junto con la postura política parcial de Europa generaron la situación que vivimos en la actualidad y que nos concede posibilidades adicionales para paliar las diferencias en el desarrollo de distintas partes de nuestro país.
Pregunta: Acaba de mencionar la calidad de “locomotora” del desarrollo y del nuevo centro de crecimiento económico a nivel mundial que tiene Asia. ¿Qué es lo que entendemos bajo “Eurasia”? ¿Cuál es el significado de esta palabra para Rusia y las perspectivas de esta región?
Respuesta: Yo recuerdo del curso de geografía que tuve en el colegio que Eurasia es el continente, en el cual está situada toda Europa, Rusia y, además de muchos otros, tales países como China, la India, Pakistán, Bangladés. Además del término geográfico, por supuesto, Eurasia ha cobrado importancia desde el punto de vista de procesos de integración. Se ha creado la Unión Económica Euroasiáica, fruto de muchos años de trabajo enfocado a preservar todo lo positivo que había facilitado la economía soviética a los Estados actualmente independientes. Me refiero a los vínculos internos, las ventajas comparativas, la división del trabajo y muchas otras cosas. Existe además la Unión aduanera. Hacia la Unión Económica Euroasiática se está mostrando un interés bastante intenso: tiene ya cinco países miembros y otros vecinos de Rusia se lo están plantenado en serio. Aparte de miembros de hecho y los potenciales, existe un intenso interés en llegar a fórmulas de compromiso con la Unión en la zona de libre comercio. Se ha firmado ya el primer acuerdo sobre la zona de libre comercio con Vietnam. Una serie de países de la ASEAN, incluido Singapur, están expresando su interés por este proyecto. En la Cumbre Rusia-ASEAN celebrada en pasado mayo en la ciudad de Sochi se habló de un posible inicio de consultas sobre la creación de una zona de libre comercio entre Rusia y toda la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático. Más de una decena de países, representantes tanto de Asia como de América Latina, se han mostrado interesados en negociar la liberalización del comercio con la Unión Económica Euroasiática y con doce ya se han firmado memorándums sobre el inicio de las consultas. Se están realziando preparativos para que los pertinentes documentos sean firmados con otros cinco países.
Tenemos muy claro que la Unión Económica Euroasiática representa un mercado enorme, de unos 180 millones de habitantes, y un bloque muy potente desde el punto de vista económico que cuenta con recursos naturales y un mercado de trabajo que despierta interés y resulta atractivo, ofreciendo mano de obra muy calificada. De modo que tiene valor para todos nosotros. Nos damos además perfecta cuenta de que sería incorrecto evolucionar de forma independiente de los demás Estados de la región euroasiática. Es por esta razón porque desde el principio los promotores de la Unión tenían en mente la necesidad de permanecer abiertos a la cooperación con otros organismos, dado, sobre todo, el hecho de que los miembros de la Unión también forman parte de éstos.
Un ejemplo brillante de ello es la Organización de Cooperación de Shanghái. Como ya sabrán, en la actualidad, además de la integración económica euroasiática, China está promoviendo el concepto del cinturón económico “La ruta de la seda” que supone el desarrollo de los vínculos económicos, de inversiones y sobre todo de la infraestructura de transporte y logística. Son proyectos que tienen que ver con nuestros intereses y con los intereses de otros miembros de la Unión Económica Euroasiática y de la OCS. La lógica aplicada apuesta por lo contrario a los intentos de competir, aunque la competencia sea un fenómeno difícil de evitar. Es evidente que, de considerar nosotros estos proyectos distintos, es decir, la Unión Económica Euroasiática, la Organización de Cooperación de Shanghái y la iniciativa china de la Ruta de la seda, a través del prisma de la confrontación y de intentar sacar conclusiones unilaterales, no habríamos ganado nada. Mientras tanto, la lógica y su realización práctica emprendida por decisión del presidente de Rusia, Vladimir Putin, consiste en la necesidad de buscar fórmulas de compromiso y soluciones de mutuo beneficio.
El presidente de Rusia proclamó el Concepto de Gran Eurasia que podría plasmarse en el diálogo de todos los Estados interesados. La Unión Económica Euroasiática y China han empezado ya a negociar un documento sobre la cooperación económica. Ya está en marcha el proceso iniciado en las Cumbres de los líderes ruso y chino y consistente en combinar la integración económica euroasiática y el concepto chino “la Ruta de la Seda”. Aunque todavía no quede muy claro el modelo final, consideramos importante mencionar nuestra disposición de ampliar el número de participantes en las consultas y las negociaciones. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, formuló la iniciativa de fomentar potente cooperación en las esferas de la economía, el comercio, las inversiones y las infraestructuras de transporte y logística en la que tomen parte de los miembros de la Unión Económica Euroasiática, la OCS, incluídos los miembros potenciales, es decir, la India, Pakistán e Irán, así como los Estados miembros de la ASEAN.
Me gustaría volver al inicio mismo de su pregunta. Eurasia no es sólo Asia, sino también es Europa. El destino, la geología y la geografía han querido que fueran unidas en un continente. A pesar de que nuestras relaciones con la UE no están atravesando en la actualidad su mejor momento, no tenemos la intención de hacernos los ofendidos. Estamos convencidos de que es necesario partir de intereses a largo plazo y no de escándalos del día. No cabe la menor duda de que a largo plazo es necesario que Unión Europea y otros países de Europa situados en la parte asiática de este enorme continente busquen tender más puentes y dediquen un mayor esfuerzo a la promoción de la cooperación. Gracias a la situación geopolítica y económica, Rusia es un país que debería encargarse de estos procesos. El proyecto de Gran Eurasia que estamos mencionando no contradice en absoluto, sino que encaja perfectamente en el concepto de Europa unida del Atlántico a los Urales formulado por Charles de Gaulle. El presidente Putin lo ha formulado como espacio que se extienda de Lisboa a Vladivostok. No ha perdido su potencial este proyecto. No es normal que la coyuntura política e interna de los países occidentales nos impida avanzar en esta dirección estratégica que supone beneficios para todos sus participanetes. Espero que de forma paulatina los líderes occidentales se den cuenta de que, por supuesto, es importante ser reelegidos cada 4 ó 5 añós, pero los intentos de recurrir a la rusofobia para asegurarse apoyo electoral no hacen sino conducirles a un atolladero.
Pregunta: ¿Son importantes para usted las relaciones personales que tiene con sus interlocutores? ¿Está de acuerdo con que muchos problemas encuentran una solución con mayor facilidad, si se habla en un ambiente de confianza? Si así fuera, ¿cómo describiría desde el punto de vista personal al Secretario de Estado de EEUU, John Kerry?
Respuesta: Creo que la profesión más antigua en la historia es la diplomacia, digan lo que digan de otras profesiones. Diplomacia es, por definición, arte de relaciones entre la gente. Todavía en la sociedad primitiva tenían que llegar, de alguna manera, al acuerdo para decidir, quién iba a cazar a mamut, quién se dedicaba a mantener el fuego, quién las protegía a las mujeres. Es así. La diplomacia apenas se diferencia de relaciones entre amigos o entre los conocidos que no se llevan bien. Hay situaciones cuando unos seres humanos tienen que comunicarse y resolver problemas con otros seres humanos a los que ven como a sus adversarios. Lo mismo pasa entre los países. Aquí todo depende de la capacidad de una persona de escuchar a otra. No es obligatorio ponerse de acuerdo, pero tras escucharle, puedes actuar de manera mucho más eficiente para alcanzar lo que quieres y lo que buscas. Eso es la explicación más simple de nuestro oficio. Claro que cuando hablas con una persona que entiendas y que te entienda a ti, sobre todo, cuando no hay cámaras de vídeo, destellos de cámaras fotográficas, periodistas, gran acumulación de gente, es mucho más simple encontrar soluciones pragmáticas que se determinan por un equilibrio de intereses. Lo de “presentar” y “vender” estas soluciones al público ya es una cuestión técnica de la diplomacia.
Desde luego, estamos obligados a seguir las tradiciones. Cuanto se reúnen los jefes de Estados, los ministros de Asuntos Exteriores, habitualmente se sientan a una mesa grande, hay banderas, los jefes de las delegaciones van acompañados por sus ministros o consejeros o, en el caso de ministros de Asuntos Exteriores, los directores de sus departamentos, etc. Este modelo de negociaciones es importante, ya que permite formalizar de manera oficial las actas para que nadie se olvide después de lo negociado. Sin embargo, los acuerdos de verdad en la mayoría de los casos se alcanzan después de estas sesiones públicas, cuando los jefes de las delegaciones negocian a solas, acompañados por uno o un par de asesores, sin pensar en cómo lo perciban los periodistas y si puede esto o no ser objeto de especulaciones.
Estoy seguro de que la publicidad es obligatoria para la diplomacia (sin publicidad no existe), pero el mejor resultado, en mi opinión, lo brinda una combinación de publicidad y confidencialidad. Eso es absolutamente aplicable a mis relaciones con el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, a quien conozco desde hace mucho, todavía de senador, cuando ni pensaba que iba a convertirse en el secretario de Estado. En aquel entonces luchaba por el derecho de llegar a ser el presidente de EEUU, no canciller. Hablamos en situaciones absolutamente distintas, incluidas las nada oficiales. Existe un formato de trabajo, cuando los políticos, los diplomáticos y los parlamentarios, sin declarar nada, se reúnen en un lugar discreto en la costa de un lago u otro lugar y pasan juntos un día y medio: hacen barbacoa, hablan, se conocen. Le digo sinceramente que nunca hemos tenido ningún problema de entendimiento con John Kerry. Muchas veces no estamos de acuerdo, pero siempre respetamos la postura que tiene que defender cada uno de nosotros. Y eso, a propósito, nos ayuda a llegar al acuerdo. No es por casualidad, que sólo desde enero de este año he hablado con el secretario de Estado de EEUU, según mis asistentes, cerca de 40 veces. Es algo sin precedentes, no me acuerdo de nada parecido. No es que busquemos batir un récord, pero, de verdad, es algo que nunca hemos tenido en las relaciones entre los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia y EEUU, ni de cualquier otro Estado. John Kerry visitó Rusia en este periodo dos veces, y cuatro veces, a partir del mayo del año pasado. Cada vez avanzamos algo en los asuntos que discutimos. Por supuesto, las relaciones personales son de gran importancia. Y no es el único homólogo mío con quien mantengo relaciones de este tipo. No quiero ofenderle a nadie, pero mantengo esas relaciones con muchos, incluidos los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Francia, Hungría y muchos otros países. Tengo, claro está, unas relaciones muy estrechas con nuestros colegas de Egipto y de muchos países del Golfo Pérsico. Y precisamente esas relaciones personales nos ayudan a entender mejor las considerables controversias, en particular, en lo que se refiere a Siria.
Pregunta: Últimamente se pregunta mucho si nos encontramos en una nueva “guerra fría” o en la fase de la “paz fría”. La retórica que escuchamos es a veces agresiva como nunca antes. Si nos encontramos ante una nueva guerra fría, eso significa que sea cual sea un acuerdo, no es de cumplimiento obligatorio. Si se trata de una paz fría, la probabilidad de cumplimiento de los acuerdos pactados será algo mayor. ¿O es que me equivoco empleando estos conceptos? ¿Cómo caracterizaría el estado de nuestras relaciones ahora mismo?
Respuesta: Obviamente, no es una guerra fría, se trata de algo distinto. Por un lado, la situación es más complicada que una guerra fría, por otro, es más clara. Es más complicada, ya que el mundo no es bipolar, ya no existe esta disciplina impuesta a palos. Vemos intentos de mantenerla, pero no es tan fácil. Cada vez más Estados se dan cuenta de que, siendo muy importantes la globalización y los valores humanos universales, los bloques y la solidaridad en el marco de las estructuras creadas en el período de la guerra fría, existen también los intereses nacionales.
Un buen ejemplo de ello es lo que está ocurriendo ahora en la Unión Europea. Lo digo sin ningún tipo de regodeo, ya que lo que está ocurriendo se debe al hecho de que los principios de solidaridad y apoyo mutuo están en las manos de la burocracia que, en vez de limitarse con cumplir las funciones delegadas por los Estados miembros, está tirando de la manta que les cubre a esos Estados miembros, protegiéndoles del frío y ofreciéndoles confort. En la URSS la burocracia también ejercía presión sobre las repúblicas miembros. Sin embargo, la Unión Europea les superó en este sentido a todos, hasta a la OTAN, en la que la discusión es más democrática, aunque la minoría rusofóbica especula sin vergüenza con el principio de consenso y solidaridad de bloque. La burocracia de la Unión Europea intenta prohibirles a los países que actúen a como les hace falta en los ámbitos que nunca han sido delegados a Bruselas. Hay muchos ejemplos de ello. Espero que se den cuenta de esta exageración y la corrijan, ya que estamos interesados de que la UE permanezca libre de discrepancias internas, que sea un socio razonable y se guíe por los intereses económicos de sus países miembros y no por algunas condiciones geopolíticas absolutamente ajenas a la razón y la economía.
Nuestros colegas de la Unión Europea, por ejemplo, dicen estar dispuestos a seguir con el diálogo energético, como si lo necesitara Rusia solo. Condescienden a discutir el gasoducto Nord Stream - 2 y otras posibles líneas a condición de que mantengamos el tránsito a través de Ucrania. ¿Por qué? Vamos a ver qué es lo más ventajoso y fiable económicamente, tomadas en consideración las experiencias que hemos tenido con este tránsito y otras experiencias más.
En cuanto al estado actual de nuestras relaciones, vale la pena mencionar que en reiteradas ocasiones nos dejamos engañar con promesas, que nos daban pero no cumplían, empezando por aseveraciones en forma verbal de no expandir la OTAN y no ampliar su infraestructura hacia el Este y terminando con las promesas de no ubicar la estructura militar de la OTAN en el territorio de la antigua RDA. Todo ello fue formalizado en el curso de negociaciones, pero, desgraciadamente, ni hemos intentado celebrar ningún tipo de documentos políticos o jurídicos. Lo dimos por hecho. Estábamos eufóricos, creyendo que todas las discrepancias ideológicas habían quedado en el pasado. Pero no es así, los intereses de cada parte persisten y, desgraciada e inevitablemente, no pueden coincidir en un 100%. Sin embargo, no podemos calificar los intereses, que está defendiendo la OTAN bajo la influencia de EEUU, como legales desde el punto de vista de los intereses nacionales de cada Estado, ya que es evidente que intentan demonizarnos. Podemos ser criticados, como cualquier otro país. Tuvimos unos mecanismos de diálogo con EEUU y la UE en el marco de los cuales intercambiábamos nuestras preocupaciones sobre lo que ocurría en EEUU, Rusia y Europa. Aunque el diálogo no fue perfecto, pero sí fue igualitario y permitía resolver muchos asuntos y, de ser imposible, discutirlos.
Ahora aquel diálogo no funciona, como muchas otras cosas también. Los países de la OTAN con distinta intensidad (por lo menos muchos de ellos) se pronuncian sobre su visión de la Federación de Rusia y de cómo hay que calificar el régimen existente. En mi opinión, lo hacen, en primer lugar, para mantener la OTAN. En Afganistán intentaron defender la idea de la necesidad de esa estructura. Desgraciadamente, después del “trabajo” de la OTAN en Afganistán, la situación en el país empeoró varias veces (la narcoamenaza creció varias veces, la amenaza terrorista persiste, es más, al Talibán se le sumó el EI). Pero Afganistán sirvió de un objeto de esfuerzo colectivo, de un objetivo común. Sin embargo, ya no funciona, ya que nadie quiere ir a Afganistán. Allí permanecerá un contingente limitado de la OTAN, sobre todo los estadounidenses. Necesitan un nuevo pretexto para mantener la OTAN. Es más, para reforzar el papel estadounidense y su influencia en los países europeos han inventado la amenaza rusa, aprovechando para ello el golpe de Estado en Ucrania, que fue inmediatamente apoyado por Occidente contrariamente a todos sus principios. Es una política de doble rasero evidente. A ninguno de nuestros socios occidentales se le ocurrió decir tras el golpe de Estado en Ucrania lo que hoy dicen de la intentona golpista en Turquía, a saber que los golpes de Estado son inaceptables. Y, sin embargo, en el caso de Turquía no hubo ningún tipo de compromisos, como los que firmaron Francia, Alemania y Polonia el 20 de febrero de 2014, obligándose a apoyar los acuerdos alcanzados por Víctor Yanukovich y la oposición. Cuando al día siguiente dichos acuerdos se desplomaron, se lavaron las manos, limitándose con decir “eso es lo que tenemos...”. Y cuando intentamos avergonzarles, recordando que se habían comprometido a garantizar el cumplimiento de los acuerdos, se escondieron, evitando la respuesta, se confundieron. Los estadounidenses nos pidieron apoyar aquellos acuerdos, y cuando lo hicimos y al día siguiente el acuerdo fue pisoteado, quedaron callados. Es decir, hubo compromisos por parte de la UE, firmas. Es una doblez. Lo que ocurrió, demuestra unívocamente, que Occidente estuvo interesado en aquel golpe de Estado. Dicen que no lo habían preparado, que fue una sublevación popular, pero no fue así. Es un hecho probado que los países occidentales estaban interesados en aquel golpe de Estado, que les permitieron a los golpistas, que llegaron al poder el 21 de febrero, utilizar su ejército contra Donbás y otras partes de Ucrania oriental que se pronunciaron en contra de aquel golpe de Estado. Disponemos de documentos en los que en plena crisis la OTAN instó a Víctor Yanukovich a que no utilizara el ejército contra el pueblo. Sin embargo, justo después del golpe de Estado y la declaración de la llamada operación antiterrorista, lanzaron llamamiento a las nuevas autoridades ucranianas a hacer un uso proporcional de la fuerza para instalar el orden constitucional. Ni necesito decir cómo se llama eso.
La situación actual refleja la intención de EEUU de mantener la disciplina y su influencia en Europa. Estaban muy preocupados por las discusiones inspiradas hace unos años por Alemania y Francia de la necesidad para la UE de disponer de su propia organización militar para garantizar una mayor seguridad de la Unión Europea con sus propios medios. Desde que los acontecimientos en Ucrania fueron descaradamente aprovechados para aumentar la presencia militar en Europa, los estadounidenses aumentaron cuatro veces (prácticamente hasta 4 mil millones de USD) los gastos correspondientes, sobre todo, en Europa de Este. La segunda razón será que se aprovechan de renovar su material bélico, dar de comer a la industria de defensa. Ni se me ocurre cómo calificar este estado. Después de la aventura de Mijaíl Saakashvili en agosto de 2008, cuando solicitamos una reunión del Consejo Rusia OTAN para deliberar sobre la situación, Condoleezza Rice, la secretaria de Estado de EEUU, se negó categóricamente a hacerlo e insistió en congelar el funcionamiento del Consejo. Después reconocieron que fue un error. Nuestros colegas de la OTAN dijeron que el Consejo debe funcionar bajo “cualesquiera condiciones climáticas”, y sobre todo en una “tempestad”. Estalló una tempestad en Ucrania y volvieron a cerrar el Consejo Rusia OTAN. Ahora tratan de convocarlo otra vez.
En junio tuvo luchar una sesión en la que nuestros militares junto con nuestro representante ante la OTAN presentaron una serie de propuestas para consolidar la confianza. En primer lugar, apoyamos la iniciativa del presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, de elaborar un mecanismo de seguridad para los vuelos de los aviones militares de Rusia y la OTAN. En segundo lugar, presentamos una serie de acciones conjuntas, incluido el análisis de la situación militar en Europa, no sólo para evitar accidentes, sino también para analizar la situación actual y determinar las vías para garantizar los intereses de cada Estado. Les invitamos a nuestros colegas de la OTAN a las maniobras que se desarrollarán, en particular, en el Cáucaso, al foro internacional Ejército 2016, a los Juegos del Ejército. Por parte de la OTAN no hubo ninguna propuesta. Tuvimos la impresión de que el Consejo Rusia OTAN se reunió sólo para volver a decir lo mismo sobre el tema ucraniano. Eso significa que la OTAN se convirtió en una organización ideológica, cuyos miembros intentan mostrar unos a otros sus habilidades y se reúnen para buscar argumentos contra Rusia. Claro que no todos son así, que hay allí gente que entiende que es una vía muerta, que hay que volver a las normales relaciones de respeto, ya que el presumir que sólo tu lógica y enfoque son válidos para todo el mundo es una manera de pensar colonial. La vemos, desgraciadamente, en algunos políticos, sobre todo de los países incapaces de conformarse con la desintegración del imperio. Hay que ser más modesto y evaluar objetivamente el lugar que ocupas en el mundo moderno.