12:45

Discurso y respuestas a las preguntas ofrecidas por el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en el II Foro internacional científico-técnico “Ciclo de conferencias Yevgueni Primakov”, Moscú 30 de junio de 2017

1298-30-06-2017

Estimado señor Dynkin,

Estimado señor Kissinger,

Damas y caballeros,

Compañeros,

Para mí es un gran honor poder hablar en este II Foro internacional científico-práctico “Ciclo de conferencias Yevgueni Primakov” celebrado bajo la égida de Instituto de la Economía y las Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias de Rusia.

Permítanme dar la bienvenida a los eminentes científicos, estadistas, políticos y diplomáticos que representan aquí a Rusia y a muchos otros países.

En la situación actual que dista de ser sencilla, merecen nuestro más sincero respeto y apoyo la combinación del esfuerzo intelectual y una búsqueda de soluciones profesional y libre de influencias políticas para los problemas comunes en la arena internacional.

En el Ministerio de Asuntos Exteriores percibimos la orientación del Foro hacia el análisis del entramado de problemas de la actualidad con atención a las experiencias de nuestros grandes predecesores, en concreto, al polifacético legado creativo de Yevgueni Primakov. Fue un destacado estadista, diplomático, científico y pensador, quien hizo una valiosísima aportación a la elaboración de las nociones clave de la doctrina geopolítica de la Rusia moderna, cuya veracidad fue comprobada por el tiempo. Propició el entendimiento integral de los complejos procesos que se están operando en el mundo “posbipolar” que no cuadran, como nos demostró la vida, en la simplificada lógica del “fin de la Historia”.

Rusia cumplió a conciencia su parte de los “deberes” consistente en eliminar los vestigios de la Guerra Fría y aportando mucho al refuerzo de la confianza y la comprensión mutua en la región euroatlántica y en el mundo en general. Entre los avances más importantes me gustaría señalar nuestro papel decisivo, sin temor a exageración, en la unificación de Alemania, la retirada de las tropas de los países de Europa del Este y de los países Bálticos. Todo este tiempo hemos jugado limpio, sin tener doble intención ni doble agenda. Merece la pena señalar que en gran medida gracias a nuestra política aplicada a lo largo de los últimos 25 años, los europeos han podido ahorrar fondos colosales, reduciendo gastos en la defensa y destinándolos al fomento de la prosperidad de sus ciudadanos.

Por desgracia, el mundo no se ha vuelto ni más estable ni más predecible. En más de una ocasión hemos señalado las causas de la degradación de la situación internacional, llamado la atención a la escasa vitalidad del modelo unipolar, al carácter contraproducente de cualquier paso unilateral, al peligro de la no observancia del derecho internacional y al papel cada vez mayor del uso de la fuerza en los asuntos internacionales.

Hoy queda patente que el modelo “liberal” de la globalización que arraigó a principios  de los años 90 del siglo pasado y, sobre todo, su componente económico que busca el liderazgo y la prosperidad de un reducido grupo de Estados a costa del resto del mundo, no da más de sí. Demostró su inestabilidad ante distintos retos y su incapacidad de solucionar de forma eficaz numerosos problemas, por muy nobles que fueran los lemas proclamados.

La adopción de un nuevo modelo industrial y tecnológico abrió ante la humanidad posibilidades adicionales, pero no logró reducir el desnivel en el desarrollo entre los países ricos y los países pobres. En las últimas décadas el abismo que los separa no hizo sino ahondarse. Se mantiene además la volatilidad de la economía y las finanzas mundiales. El cambio climático también entraña graves peligros. La pobreza, la vulnerabilidad social y la competencia incesante propician casi en todas las esferas el aislamiento, el proteccionismo, el nacionalismo, el extremismo y los procesos migratorios incontrolados.

La otra cara del modelo de la “occidentalización” y del imperante deseo de cambiar al mundo en función de su propia escala de valores, llegando incluso a recurrir a la fuerza para cambiar los regímenes indeseables es la intensificación del terrorismo internacional. A su vez, los sangrientos atentados que están azotando distintas partes del mundo junto con la grave crisis migratoria en Europa evidencia lo ilusorio que es el intento de “crear islotes de seguridad”, de mantenerse “al margen de todo” o de solucionar los problemas existentes, sin basarse para ello en la cooperación multilateral.

Provoca especial preocupación el crecimiento del crimen cibernético, los cada vez más frecuentes casos del uso de tecnologías de información y comunicación para manipular la conciencia social, política y económica y perseguir intereses particulares. No menos peligrosos son la propaganda en el espacio cibernético de las ideas del terrorismo y el reclutamiento de nuevos miembros para las organizaciones terroristas internacionales. A lo largo de muchos años Rusia lucha de manera consecutiva por la aprobación bajo la égida de la ONU de unas normas universales de conducta responsable de los Estados en el ciberespacio. Esperamos reacciones a nuestras propuestas.

Es evidente que en un futuro no muy lejano el mundo seguirá enfrentándose a una serie de problemas de largo alcance comunes para toda la civilización. El presidente Vladimir Putin, hablando recientemente en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, señaló que no debemos ni tenemos el derecho de desperdiciar nuestras fuerzas y nuestro tiempo en peleas, conflictos y rencillas geopolíticas. Son demandadas actitudes sabias y sopesadas que hacen a uno renunciar al deseo de dominar a nivel global y a la viciosa práctica de “doble rasero”.

Hoy todos somos participantes en el proceso de la formación de un modelo policéntrico del que tanto ha hablado y ha escrito Evgueni Primakov. Su brillante capacidad para el estudio científico y una visión realmente sistémica permitieron definir el quid de la cuestión y captar la esencia de los movimientos tectónicos que se observan en la arena internacional. Seguramente todos coincidirán en que es una tendencia natural relacionada con la redistribución del equilibrio global de la fuerza y con el aumento en el mundo actual del papel de la cultura y de la identidad civilizatoria. Nos interesa a todos no frenar dicho proceso, sino garantizar su sostenibilidad y predictibilidad, para que el nuevo modelo mundial renovado y purificado en base a los principios recogidos en la Carta de la ONU sea justo y democrático y la globalización asuma la función unificadora, tomando en consideración los intereses de todos los participantes de la interacción internacional y propiciando la estabilidad y la seguridad del futuro de la humanidad.

El surgimiento de nuevos y seguros de sus fuerzas centros de poderío económico e influencia política de éste derivada supone un grado más alto de confianza que es imposible de conseguir, si no son respetados tales principios fundamentales de la vida internacional, como la soberanía de los Estados, la no intervención en sus asuntos internos y la solución de las disputas por la vía pacífica.

Sería necesario llegar a un acuerdo sobre la interpretación única de los principios y las normas del derecho internacional. Es difícil de subestimar en este sentido el papel de la ONU, portadora de la legitimidad universal. Las experiencias más recientes han puesto de manifiesto que medidas solidarias respaldadas por las autoridades de la ONU vía Resoluciones del Consejo de Seguridad son capaces de garantizar el progreso en la solución de los problemas más complicados.

Los intentos de adaptar al siglo XXI los institutos propios de la época de confrontación bipolar fracasarán, sin lugar a dudas. Así, la OTAN sigue fiel a la lógica de la Guerra Fría, buscando justificar su propia existencia. Al mismo tiempo, se vio incapaz de reaccionar de manera adecuada al principal reto de la actualidad, el terrorismo. Sin embargo, con su actuación la OTAN ha desestabilizado la seguridad europea y sigue haciéndolo, lo que indudablemente entra en contradicción con las aspiraciones de los europeos.

Las relaciones internacionales se encuentran hoy en una encrucijada y del camino que sigamos dependerá la situación que el mundo vivirá dentro de 15 ó 20 años. Bien continuaos perdiendo el tiempo, los recursos y los fondos, proceso que no tardará en lanzar una nueva carrera armamentista y la ampliación de las zonas de inestabilidad y caos. Bien los principales centros de la civilización logran llegar a un acuerdo basado en la cooperación internacional y respaldado por el papel coordinador de la ONU. Rusia opta por el segundo guion. Estamos siempre abiertos a la cooperación con quien desee mantenerla, para poder dar una solución eficaz a los problemas del desarrollo mundial. Estamos a favor del esfuerzo colectivo, multilateral encaminado a reforzar la seguridad y establecer cooperación paritaria y de mutuo beneficio. Y sabemos que la mayoría de los miembros de la comunidad internacional comparten esta postura.

Rusia la seguirá defendiendo y promoviendo en los asuntos internacionales una agenda pacífica, positiva y orientada al futuro, velando por el equilibrio y la estabilidad global. Reforzaremos nuestra interacción con los G-20, los BRICS, la OCS, la UEE y las asociaciones del espacio postsoviético, donde no hay “líderes y mandados”, sino que las decisiones son tomadas en base al consenso y con respeto a los intereses de todos los Estados miembros.

En el mundo moderno se concede especial importancia a las relaciones entre Rusia y EEUU. Esta tendencia afecta a un sinnúmero de campos, empezando por la estabilidad estratégica y acabando por el arreglo de las crisis regionales. Vemos con qué preocupación la mayoría de los países del mundo ven el actual estado anormal de las relaciones bilaterales, fruto de la lucha política interna en Washington.

Contamos con que la reunión en Hamburgo de los presidentes Vladimir Putin y Donald Trump aporte claridad al tema de las perspectivas de la cooperación bilateral. Yo personalmente espero que se imponga el pragmatismo y la orientación a la preservación de los intereses nacionales por métodos eficaces y sacados de la vida real. Fue ésta la postura que siempre ha destacado al patriarca de la política exterior estadounidense y gran amigo de Yevgueni Primakov, Henri Kissinger, que participa hoy en nuestro Ciclo de conferencias, un proyecto de gran importancia.

Estimados compañeros:

Los científicos y expertos asumen un indudable papel en el análisis integral de la situación internacional. Permítanme recordarles que Evgueni Primakov concedía una gran importancia a este tipo de trabajo, siendo instituidos por su iniciativa la Sección de problemas globales y relaciones internacionales (Academia de Ciencias de Rusia) y el Centro para el análisis de las situaciones (Academia de Ciencias de Rusia). Cuento con que las amplias potencialidades del “Ciclo de conferencias Yevgueni Primakov” continúen siendo muy solicitadas para el entendimiento y el análisis objetivos de los numerosos problemas de la actualidad, la búsqueda de vías de su solución temprana y el saneamiento de la situación en el mundo.

Gracias por su atención.                                                                            

Pregunta: Se está planeando una reunión de los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de EEUU, Donald Trump. El ambiente de las relaciones bilaterales, sin embargo, es bastante negativo. ¿Qué expectativas tiene el presidente Putin, a su modo de ver?

Respuesta: El presidente de Rusia, al igual que el presidente de EEUU, se deja guiar en los pasos que da por los intereses nacionales de su país y entenderán mejor de nadie estos intereses.

Me acuerdo de como hace años trabajé en Nueva York, adonde acudió Ehud Barak que ocupaba en aquel momento el puesto del ministro de Defensa de Israel. En su honor la Embajada de Israel organizó una cena, en la cual estuve sentado en la misma mesa que Henri Kissinger, Ehud Barak y el anfitrión. Fue en enero de 1996, unos días después del nombramiento a Yevgueni Primakov ministro de Asuntos Exteriores de Rusia. Alguno de los invitados le preguntó al señor Kissinger cómo veía aquel nombramiento, dado que le antecedía una etapa bastante liberal de la política exterior. La respuesta fue que siempre costaba menos entenderse con personas que entendían con claridad sus intereses nacionales. Parto de que los presidentes Putin y Trump tienen muy claros los intereses de sus países. Preferiría no hacer ningún tipo de pronóstico, porque lo más importante es que se supere esta etapa anormal en las relaciones bilaterales, durante la cual los líderes de dos potencias más grandes sólo hablaban por teléfono y nunca en persona. Verdad es que acudió a Moscú el Secretario de Estado, Rex Tillerson, y fui recibido en la Casa Blanca por el presidente Donald Trump, pero el contacto personal de los presidentes es muy importante. Las conversaciones telefónicas han revelado que los dos desean superar esa etapa anormal y empezar a llegar a acuerdos en temas concretos que afectan al estado de las relaciones bilaterales, incluidos los intereses empresariales y la solución de los problemas internacionales.

Abordamos con nuestros interlocutores occidentales y de otros países la crisis ucraniana y el arreglo sirio, así como los últimos acontecimientos derivados de las acusaciones de uso por Damasco el pasado 4 de abril de armas químicas en la localidad de Jan Sheijun, a lo cual la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas reaccionó de una forma bastante extraña, negándose a enviar a sus expertos al lugar de los acontecimientos y no facilitando ninguna información, para presentar ayer un informe en el cual se dice desconocer la procedencia de sarín y no tenerse seguridad alguna de que fuera lanzado con bombas desde aviones, mientras que todos estos meses se estaba tensando el ambiente. Bien, hablemos del tema que hablemos con cualquiera de nuestros interlocutores y los representantes de los organismos internacionales y les presentemos los argumentos que presentemos, se nos dice, y no les voy a revelar ningún secreto, que primero tenemos que llegar a un acuerdo con Washington y todo se arreglará sin ningún problema. No digo que sea malo. La vida es así: en muchos temas tienen que llegar a un acuerdo Rusia y EEUU, pero tampoco podemos olvidarnos de otras potencias que tienen sus propios intereses en otras regiones del mundo. Lo que quiero decir es que sería un gran error seguir con esta etapa anormal de las relaciones, porque afecta a muchos.

Espero que en esta reunión predomine el pragmatismo, el realismo y el entendimiento de que la mejor forma de preservar los intereses nacionales es actuando juntos y no a solas.

Pregunta: Henri Kissinger ha dicho en cierta ocasión que Rusia a lo largo de su Historia a menudo no aceptaba fórmulas de compromiso y sufría derrotas en unos u otros campos. ¿No le parece que en una serie de temas de la agenda internacional “jugamos en la liga equivocada”?

Respuesta: Todo depende de cómo se mire. No sé, si la sociedad politológica también cree que “estamos jugando en la liga equivocada”. He leído bastante y se me sigue comentando hasta hoy que hemos hecho mal, interviniendo en los conflictos en Donbás y Siria. A lo mejor habría que enfocar de forma integral a una nación o a un pueblo. Son personas que necesitan “panem et circenses” y les da igual la imagen que tienen en la arena internacional, si son percibidos como agentes serios, responsables, independientes que obran con dignidad o quienes por diversión y espectáculo son capaces de apoyar cualquier capricho. Es importante para mí dejarlo claro.

No me gustaría trazar paralelos, pero recientemente en una de las cadenas de televisión rusas se discutió sobre por qué no se ha cedido Leningrado a los nazis, salvando vidas y evitando el cerco. Yo no me planteo este tipo de preguntas, que lo hagan quienes analizan la situación en su calidad de politólogos y analistas.

¿Reforzaría nuestro peso en la política mundial la callada aceptación del golpe de Estado en Ucrania? ¿Tendríamos que haber abandonado a los rusos y a los rusoparlantes después de que los promotores de aquella revuelta armada apoyada desde el exterior proclamaran, antes que otra cosa, leyes discriminatorias con respecto a la lengua rusa? Porque lo primero que hicieron era anunciar que en Ucrania los rusos nunca pensarían en ucraniano, porque les expulsarían. No importa ya, en realidad. Si no lo hubiéramos hecho, habríamos traicionado nuestra civilización que nuestros predecesores habían creado y extendido a vastos territorios, como bien ha señalado el señor Kissinger. Lo mismo ocurre en Siria: algunos de los principales agentes de la comunidad internacional se propusieron derrocar a toda costa al presidente de la República Árabe de Siria, Bashar al-Assad, de la misma forma que lo hicieron con el presidente de Libia, Muamar el-Gadafi, pactando para ello con los terroristas y esperando luego meterles a raya. ¿Deberíamos considerar que es la “liga equivocada” y qué jueguen allí quienes estén acostumbrados? Pero, si hemos sufrido por culpa de terroristas en la época postsoviética más que cualquier otro país. Y además este tipo de pactos entran en contradicción con los fundamentos del derecho internacional. En la liga de la que hablo y en la que, en su opinión, no deberíamos meternos, se juega con métodos que minan los principios del derecho internacional y de la Carta de la ONU. No sé, si es nuestro asunto o no, pero considero que debemos defender lo acordado después de la Gran Victoria de 1945. No tengo otra respuesta a esta pregunta, porque es cosa de gustos, educación y actitudes políticas. He intentado exponer las mías.

Pregunta: En la actualidad, por desgracia, una reunión de dos presidentes no siempre es suficiente, para persuadir a los pueblos de sendos Estados. Así, en Estados Unidos el Congreso desempeña un papel importantísimo en la elaboración de la política exterior, entre otras cosas. ¿Qué le parece, es suficiente la comunicación que existe entre Rusia y los congresistas estadounidenses, que suelen sacar conclusiones en base a los datos facilitados por distintos grupos de presión y por los medios, que distan de estar bien informados sobre nuestro país? ¿Está prevista una nueva campaña de comunicación que ayude a llevar la verdad sobre nosotros también vía diplomacia popular?

Respuesta: El Congreso de EEUU siempre, al igual que ahora, ha desempeñado un papel muy importante y previsto por la Constitución de EEUU en la elaboración de la política exterior y en la toma de decisiones en muchos otros asuntos. Además, en estos momentos no existen casi ningunos canales de comunicación. Veo que están aquí presentes Alexéi Pushkov y otros parlamentarios. Durante varios años que precedieron a las elecciones presidenciales en Estados Unidos se han hecho intentos de establecer este tipo de contactos e incluso se han celebrado reuniones cortas al margen de foros internacionales. Sin embargo, se nos comunicó que los representantes del Congreso y los jefes de sus Comisiones para asuntos internacionales habían decidido tomarse una pausa. Lo digo de una forma muy cortés, porque a nosotros la noticia se nos dio de otra forma.

Lo considero incorrecto, dado que los vínculos interparlamentarios, y lo confirman nuestras relaciones con la mayoría aplastante de los Estados, representan un canal muy importante. Los parlamentarios son representantes de sus pueblos elegidos por votación. Y parece actitud incorrecta la de encerrarse en su concha, como lo suelen hacer los congresistas que no siquiera viajan al extranjero. Sin embargo, existen congresistas, senadores y miembros de la Cámara de Representantes que se dedican a la política exterior. Muchos hicieron una valiosa aportación al desarrollo de las relaciones entre EEUU y la URSS, y ahora, con Rusia. Es decir, allí hay personas que entienden cuanto está ocurriendo y seguramente están interesados en que no permanezcan bloqueados los canales de la comunicación interparlamentaria.

Sin embargo, el ambiente reinante en EEUU se impone, allí hay una “caza de brujas” de tal envergadura que nadie quiere hacer cosas que se habrían considerado en otras circunstancias completamente normales, mientras que ahora son interpretadas como muestra de que se es bruja. La gente en muchos sentidos fue intimidada, pero creo que se les va a pasar. No puede durar mucho tiempo esta anomalía absoluta que está teniendo lugar en EEUU, cuando, sin una sola prueba se intenta de hecho reconsiderar los resultados de las elecciones. La sociedad estadounidense y el sistema político del país, a pesar de todo, no son exentos del instinto de autoconservación. Creo que todo se andará. Y, en cuanto a los contactos a nivel de la diplomacia social, distintas ONGs y centros de estudios politológicos, se siguen manteniendo, aunque se percibe una cierta contención de los interlocutores estadounidenses. La razón es la misma: nadie quiere hacer públicos sus contactos con nuestro país.

Pregunta: Ha dicho y con toda razón que muchos asuntos en el mundo dependerán de si Rusia llega a un acuerdo con EEUU. Pero da la sensación de que Washington ha llegado ya a un acuerdo con China. ¿Nos simplifica o complica la tarea?

Respuesta: Son juegos de suma cero, la teoría de la gran conspiración judeo-masónica-comunista internacional o el gran tablero de ajedrez, como escribía Zbigniew Brzezinski o, lo que escribió Henri Kissinger en su libro “China”. El triángulo es cuestión es analizado por muchos autores en numerosas combinaciones.

¿Recuerdan la Chimerica? Se vaticinaba que acabaría de formarse y de gobernar el mundo. Creo que es poco realista, primero, porque no añadirá estabilidad al sistema internacional que ahora, que el mundo unipolar forma parte del pasado, está buscando nuevos cimientos. La elección es lógica, los países que se desarrollan con mayor dinamismo y complementan el círculo de los motores del desarrollo mundial. De momento el sistema está en movimiento y seguramente lo estará durante mucho tiempo más. No se puede parar este movimiento, pero es necesario concederle estabilidad. Y todos se dedican en la actualidad a llevar a cabo esta tarea. Dada esta circunstancia, no se puede decir que sea productivo el modelo que una a EEUU y China contra Rusia o a Rusia y China contra EEUU.

Y, sin embargo, es bastante factible que se den cuenta de que estos tres países, con la influencia que tienen en los asuntos internacionales y la economía mundial, pueden ayudar a la solución de problemas internacionales. Sin lugar a dudas, en cada situación concreta, sobre todo, en los países donde, al igual que en EEUU, mucho depende de los ciclos electorales, los políticos sienten la tentación de jugar a su favor y adelantarse por métodos no siempre honestos a sus socios, por acumular algunos puntos y ganar el apoyo de los electores. Puede ocurrir y no descarto que el proceso continúe. Con toda seguridad en diferentes países hay partidarios de unir a unos contra alguien más. La vida es así, suelen tener lugar estas cosas en la vida cotidiana, en las relaciones entre familiares, conocidos y compañeros. No hay ninguna novedad en ello. Creo que nunca dejará de existir.

Espero haberme explicado de forma clara: es necesario intentar llegar a un acuerdo, jugando limpio, por muy antinatural que le pueda parecer a uno.

Se acuerda de cómo el eminente militar de la época soviética, Vasili Chapaev viajó en cierta ocasión a Monte Carlo. Se sentó a jugar a las cartas y alguien enseguida dijo tener en Blackjack las 21 cartas. Chapaev pidió que se le enseñaran las cartas. A lo cual se le dijo que la costumbre era creer a quien anunciara ser el ganador. Y a partir de aquel instante, Chapaev  no dejaba de ganar. Algo muy parecido está ocurriendo ahora con las acusaciones formuladas contra Rusia. Aquella gente que nos acusa de perpetrar a los sistemas informáticos ataques sancionados por el Estado, de intervenir en la marcha de la campaña electoral en EEUU y de muchos países europeos, la gente que acusa a Bashar al-Assad de usar armas químicas y nos incrimina muchas otras cosas, aplica el mismo principio que se aplicaba en Monte Carlo: en una sociedad decente no se suelen pedir pruebas.

Sin embargo, la comunidad internacional es muy polifacética y el presidente Reagan dijo en cierta ocasión “Confía, pero verifica”. Y es lo que haremos, creer a los datos y no a las palabras.

Pregunta: ¿Qué opina del futuro de la Unión Europea? Sé que en Moscú muchos creen que en breve dejará de existir y otros tantos, que tiene bastantes imperfecciones. ¿Qué se podría esperar de las relaciones entre Rusia y la UE? Si no mal recuerdo, en pasado otoño en la reunión del Club de debates Valdai dijo que estaría bien que Europa desempeñara un papel más activo. ¿Cuál debería ser, a su modo de ver?

Respuesta: Empezó su pregunta diciendo que, según opina mucha gente en Moscú, la UE pronto dejará de existir. Me parece que es lo que opinan y declaran muchos líderes europeos. No voy a decir, cuáles, para que no se les acuse de haber pactado con Moscú para desprestigiar a la UE. Nosotros aquí únicamente seguimos cuanto allí ocurre.

Insisto en que lo dicen los líderes europeos e incluso existen iniciativas consistentes en seguir el ejemplo del Reino Unido y celebrar un referéndum sobre el abandono de la UE. Lo vemos sin ninguna maldad y le aseguro que no lo estamos disfrutando, pero tenemos claro que nadie puede influir en lo que ocurre dentro de la Unión Europea. Son procesos que tienen que calmarse de alguna forma.

Siempre hemos estado interesamos y lo estamos ahora en una UE fuerte que opine de manera unánime. Por desgracia, ahora esta voz única de la Unión se adapta al tono marcado por la minoría rusófoba. Incluso aquellos países que tienen una postura constructiva acerca de las relaciones con Rusia y entienden lo contraproducente que son la situación actual y una mayor escalada de tensiones, se encogen de hombros y allegan el principio de la solidaridad y el consenso. Aunque, por otra parte, el consenso es el encuentro en un punto intermedio entre dos posturas extremas. Sin embargo, en cuanto a Rusia, la UE no aplica este principio, sino que se orienta al criterio extremista y antirruso de unos pocos países. Todos sabemos qué países son.

Queremos de la UE que la política que aplica con respecto a nosotros y con respecto a cualquier otro socio suyo se base en el equilibrio de intereses dentro de la UE y no en la imposición a la mayoría de posturas minoritarias.


Дополнительные материалы

  • Фото

Фотоальбом

1 из 1 фотографий в альбоме

Некорректно указаны даты
Дополнительные инструменты поиска