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Acuerdos de Estambul sobre alimentos y fertilizantes

399-02-03-2023

COMUNICADO DE PRENSA

 

A medida que el segundo plazo (120 días) de la Iniciativa de Granos del Mar Negro sobre la exportación de grano ucraniano toca a su fin, los medios de comunicación especulan sobre nuevos acontecimientos. A instancias de Kiev y Washington, se promueve enérgicamente la tesis de que la Iniciativa no solo debe mantenerse dentro de los parámetros existentes (tres puertos: Odesa, Chernomorsk, Yuzhny, por 120 días con posibilidad de prórroga por un periodo similar en ausencia de objeciones por parte de Rusia, Turquía y Ucrania), sino también aumentar su duración y alcance (inmediatamente por un año más con la adición de puertos nuevos). Al mismo tiempo, se hacen torpes intentos de apelar a los esfuerzos de la ONU para garantizar la seguridad alimentaria mundial.

En este sentido, merece la pena recordar de nuevo el concepto del acuerdo de granos del Secretario General de la ONU en general y cómo se concluyeron los Acuerdos de Estambul del 22 de julio de 2022, en particular. Como se sabe, entre las respuestas ante el agravamiento de la crisis alimentaria en medio de la pandemia del COVID-19, la emisión monetaria descontrolada en los países occidentales y la transición forzada a una economía verde, António Guterres propuso normalizar los suministros de alimentos y fertilizantes de Rusia y Ucrania como parte de un único paquete. Esta propuesta se formalizó en Estambul el 22 de julio de 2022, con la firma simultánea de dos acuerdos complementarios: la mencionada Iniciativa de Granos del Mar Negro y el Memorando Rusia-ONU sobre el fomento de la producción agrícola nacional. Su aplicación simultánea tiene como objetivo reducir la amenaza de hambruna y proporcionar ayuda a los países necesitados de África, Asia y América Latina.

En la práctica, sin embargo, 8 meses después de su firma, solo se sigue aplicando una parte del paquete: la exportación de alimentos ucranianos. Y lo que es más, la implementación dista mucho de los objetivos humanitarios declarados. De hecho, estamos hablando de dar servicio a las exportaciones comerciales de granos de Ucrania. Desde el 1 de agosto de 2022, se han exportado más de 23 millones de toneladas de productos (principalmente (70%) de maíz forrajero y grano forrajero) a países de renta alta (47%), especialmente a la UE, y por encima de la media (34%). La proporción de suministros a países necesitados disminuye constantemente y asciende ya al 2,6%.

Sin embargo, cabe destacar que, gracias al concienzudo trabajo de los especialistas rusos del Centro Conjunto de Coordinación de Estambul en estricto cumplimiento de las normas de procedimiento acordadas, el ritmo de transporte de productos en el segundo periodo ha aumentado significativamente, superando el volumen de mercancías (10,2 millones de toneladas) exportadas en los primeros 120 días. Esta circunstancia, sin embargo, no impide que los ucranianos y sus patrocinadores occidentales acusen indiscriminadamente a Rusia de no cumplir sus obligaciones, exploten la tesis de utilizar el hambre como arma y exijan categóricamente que se amplíen los parámetros de la Iniciativa de Granos del Mar Negro.

No obstante, se silencia sin remordimientos el hecho de que Kiev sigue bloqueando la reanudación del oleoducto de amoníaco Togliatti-Odesa por razones puramente políticas. Las disposiciones pertinentes se detallan en ambos Acuerdos de Estambul y el transbordo de amoníaco podría haber comenzado al mismo tiempo que las exportaciones ucranianas de alimentos. Pero ni a los ucranianos ni a los occidentales les preocupa lo más mínimo que 2,5 millones de toneladas de materias primas, suficientes para producir 7 millones de toneladas de fertilizantes para alimentar a 200 millones de personas, no se haya exportado al mercado mundial como resultado de tales acciones. Tampoco les preocupa la crisis de asequibilidad de los fertilizantes, ni la escasez física de los mismos.

Los avances en la aplicación del Memorando Rusia-ONU sobre la normalización de nuestras exportaciones agrícolas tienden a cero. La razón es la obstinada falta de voluntad de los occidentales para reconocer la segunda parte del paquete de Guterres y sus continuas restricciones en materia de sanciones, que, a pesar de todas las declaraciones infundadas de Washington, Bruselas y Londres, se aplican a los alimentos y los fertilizantes. De hecho, la ONU está intentando trabajar para eximir a nuestros productos agrícolas de unas restricciones que, en principio, no deberían existir, siempre que se trate de la seguridad alimentaria mundial. Está trabajando sin éxito.

Un buen ejemplo es la donación de fertilizantes rusos (262.000 toneladas) bloqueados en los puertos de Letonia, Lituania, Estonia y Holanda a los países más pobres. Seis meses después, el único cargamento enviado es a Malawi (20.000 toneladas), que aún no ha llegado a su destino. Si incluso esta acción puramente humanitaria, sin ningún componente comercial, se ha llevado a cabo con tantas dificultades y retrasos bajo los auspicios de las Naciones Unidas, cabe imaginar los obstáculos a los que se enfrentan nuestras empresas para organizar las exportaciones que seguimos realizando. Lo hacemos por nuestra cuenta, sin la ayuda de la ONU.

Por lo tanto, nos vemos obligados a afirmar que el paquete de acuerdos propuesto por Guterres y firmado en Estambul el 22 de julio de 2022 no funciona. El principal problema es que los países occidentales están saboteando la implementación del Memorando Rusia-ONU. Obviamente, a los estadounidenses y europeos no les importan las necesidades de los países necesitados, ni los esfuerzos de la ONU, a la que llevan mucho tiempo y de forma persistente intentando convertir en una herramienta obediente al servicio de sus fines políticos.

Es hora de dejar de jugar la carta alimentaria. La mayor parte del grano ucraniano se destina a precios de dumping para forraje a la UE, no a las naciones más pobres. Las exportaciones agrícolas de Rusia sí que están flagrantemente obstruidas, por mucho que europeos y estadounidenses, acostumbrados a decir mentiras, intenten convencer a todo el mundo de lo contrario. Occidente entierra descaradamente el paquete humanitario del Secretario General de la ONU.


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