Entrevista concedida por el Ministro de Asuntos Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, a la revista Mezhdunaródnaya Zhizn (Vida Internacional), 19 de agosto de 2023
Pregunta: El mundo ha entrado en la época del enfrentamiento de estrategias del desarrollo global: las posturas de Rusia, China y en general de los países “no occidentales” se enfrentan a la política del dominio occidental. ¿Fue algo inevitable que se debió a las diferencias entre las civilizaciones, actitudes con respecto al uso de la fuerza y del Derecho Internacional, entendimiento del papel de las instituciones internacionales? ¿Cuál es, a su modo de ver, el papel y la misión de Rusia, dados los retos de la actualidad?
Respuesta: Estoy de acuerdo en que la postura del dominio occidental que está siendo promovida por EEUU y los países que se someten a Washington no supone un desarrollo armónico de toda la Humanidad. Todo lo contrario, es patente el constante anhelo de la minoría occidental de expandirse de manera política, militar, financiera y económica. Los lemas bajo los cuales se hace van cambiando: se habló de la globalización, de la occidentalización, de la americanización, de la universalización, de la liberalización, etc. La esencia, sin embargo, sigue siendo la misma: someter a su voluntad a todos los actores independientes, hacerles seguir las normas del juego que le benefician a Occidente.
Hoy pocos niegan que los estadounidenses y sus allegados intenten lograr que se congele o, como máximo, sea revertido el natural proceso de la evolución de las relaciones internacionales en el contexto de la formación de un sistema multipolar. Consideran posible obligar al mundo entero a someterse a sus necesidades, recurriendo para ello a métodos escasamente idóneos, métodos ilegales, incluido el uso de la fuerza y las sanciones unilaterales que no recibieron la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU, además de las campañas informativas y operaciones de carácter psicológico.
En Occidente están ahora al mando tales personas como Josep Borrell que dividen al mundo en su “jardín en flor” y en la jungla, donde, de acuerdo con ellos, habita la mayor parte dela Humanidad. Con esta mundividencia que podríamos calificar sin temor a exageración como racista, por supuesto, cuesta asimilar la llegada de un mundo multipolar. Entre las élites políticas y económicas europeas y estadounidenses se teme con toda razón que la transición a un sistema multipolar vaya acompañada por graves pérdidas geopolíticas y económicas, con la rotura definitiva de la globalización en su estado actual, adaptado a los moldes occidentales. En primer lugar, se sienten amenazados por la perspectiva de perder la posibilidad de llevar su vida de parásitos mantenidos por el resto del mundo garantizándose a su costa un avanzando crecimiento económico.
Su incapacidad de asimilar la lógica del desarrollo histórico que ni siquiera oculta la generación actual de los líderes occidentales, pone de manifiesto su degradación profesional, la pérdida de la capacidad de analizar de manera correcta los acontecimientos que van teniendo lugar y de pronosticar las tendencias. Otra confirmación de esta tesis consiste en que la poco pensada política de EEUU de sus protegidos hizo inevitable la actual agravación de la situación internacional, en contra de los intentos de prevenirla que fuimos haciendo durante muchos años. Me refiero a la crisis de la seguridad europea a gran escala, la responsabilidad por la cual han de asumirla plenamente nuestros antiguos interlocutores.
Dadas todas estas circunstancias, la Rusia moderna ve su misión en el mantenimiento del equilibrio global de los intereses y en la vertebración de una arquitectura de las relaciones internacionales más justa. De manera sistematizada nuestra postura está expuesta en la nueva redacción de la Estrategia de la política exterior aprobada por el Presidente Vladímir Putin el 31 de marzo de 2023. Confiamos en que han de convertirse en prioridad común las garantías de un desarrollo pacífico y paulatino de la Humanidad, en base a una agenda unificadora. Uno de los objetivos clave en dicho campo es la recuperación de la capacidad de la ONU de desempeñar el papel central, a la hora de ser acordados los intereses de los Estados miembros.
No estamos solos en este empeño. Cada vez mayor número de países del Sur y Oriente Globales empiezan a concienciarse y a formular sus intereses nacionales, a aplicar una política orientada a su puesta en práctica vía cooperación internacional. Estos Estados se pronuncian cada vez con mayor insistencia por la formación de un orden mundial más justo a través de las reformas de los existentes formatos de interacción y de la creación de nuevos formatos capaces de ofrecer una solución a problemas concretos en las esferas de la seguridad y el desarrollo. Apoyamos esta tendencia, teniendo presente que es la tendencia del futuro.
Pregunta: En 1987, la Primera Ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, que se encontraba de visita en Moscú, manifestó: “Creo que nunca ha existido un factor de disuasión más potente que las armas nucleares. Es por ello porque llevamos en Europa 40 años gozando de la paz”. Hoy, en la sociedad se está abordando ampliamente el posible uso de este tipo de armamentos. Unos comparten la opinión de que el umbral de su uso en condiciones de amenaza a la propia existencia de Rusia es bastante bajo. Otros consideran que esta postura es completamente inadmisible. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Respuesta: Es verdad que últimamente se habla bastante del papel de las armas nucleares en la política exterior de Rusia. Recordemos que las condiciones de su posible uso por nuestro país están recogidas en los documentos doctrinales. Es importante tener presente que la política estatal de Rusia en la esfera de la disuasión nuclear tiene un carácter exclusivamente defensivo y está dirigida al mantenimiento del potencial de las fuerzas nucleares a un nivel mínimamente necesario para poder defender de manera garantizada la soberanía y la integridad territorial del Estado, previniendo actos de agresión contra Rusia y sus aliados.
En el contexto de la disuasión el hecho de contar con armamentos nucleares representa hoy la única respuesta posible a algunas amenazas externas a la seguridad de nuestro país. El desarrollo de la situación en torno a Ucrania confirmó que nuestras preocupaciones en dicho campo habían sido fundadas. Tras haber pisoteado burdamente el principio de la indivisibilidad de la seguridad, la OTAN, organismo que, recordemos, se proclamó una Alianza nuclear, apostó por la “derrota estratégica” de Rusia. La respuesta que nos vimos obligados a ofrecerle para defender la seguridad de nuestro contorno exterior, fue usada por el Occidente colectivo para pasar a una encarnizada confrontación con el uso del arsenal híbrido de medios.
En el contexto de la crisis ucraniana, un gran peligro consiste en que, provocando la escalada, EEUU y los países miembros de la OTAN corren el peligro de acabar en la situación de un enfrentamiento directo de potencias nucleares. Consideramos que este desarrollo de los acontecimientos debe y puede ser prevenido. Por este motivo, nos vemos obligados a recordar sobre la existencia de altos riesgos militares y políticos y a enviar mensajes de alerta a nuestros oponentes.
Me gustaría subrayar que nuestro país se atiene plenamente al principio de la inadmisibilidad de una guerra nuclear y parte de que en tal guerra no puede haber ganadores. Por lo tanto, esta guerra nunca debe ser desatada. El postulado en cuestión fue confirmado por los líderes de 5 potencias nucleares en una declaración conjunta del 3 de enero de 2023. En las condiciones actuales el documento se ha vuelto especialmente relevante, puesto que de su lógica se desprende que hace falta prevenir cualquier confrontación militar entre las potencias nucleares, porque existe el peligro de que pase al nivel nuclear. Dada esta circunstancia, en la etapa actual es primordial que cada uno de los Estados nucleares mantenga su adhesión a dichos principios y se muestre al máximo comedido.
Pregunta: Rusia y los países Occidentales están al borde de un enfrentamiento directo. ¿No le parece que el nivel de la extrema rusofobia ha adquirido ya otra dimensión histórica? ¿Cómo podría caracterizar hoy la amenaza de la escalada de las tensiones? ¿Sería posible que se volvieran a vivir las trágicas páginas de la Historia del siglo XX, testigo de dos guerras?
Respuesta: Es verdad, los países occidentales están como frenéticos después de un par de décadas durante las cuales aparentaron ser socios civilizados y de conducta apropiada en la arena internacional. Sin embargo, esta situación tiene también su ventaja, la Mayoría Mundial ha recibido la posibilidad de ver la verdadera cara de quienes parecían estar aspirando al derecho exclusivo de definir “los valores universales”.
La naturaleza rusófoba de muchos nuestros antiguos interlocutores estaba oculta de manera hipócrita, pero hoy se ha manifestado tal como es, por dejarlo de alguna manera. No nos olvidemos, sin embargo, que eso no empezó ayer: durante muchos años fueron convirtiendo de manera cínica a los países vecinos de Rusia en una base fortificada hostil a Rusia, criando allí una generación entera de políticos que fueron preparados para declarar una guerra a la Historia y la cultura comunes, en general, a todo lo ruso.
En muchas capitales occidentales se reconoció abiertamente que no se había tenido la intención de cumplir los Acuerdos de Minsk, cuyo objetivo era arreglar el conflicto en Ucrania. En realidad, sólo se ganó el tiempo para preparar el guion militar y nutrir a Kiev con armas.
Creo que es importante entender una cosa: Occidente desea eliminar a nuestro país, por ser un serio rival geopolítico. Precisamente por este motivo Washington y Bruselas desataron contra Rusia una guerra híbrida. Además, se nos está presionando con sanciones, no teniendo precedentes esta presión. A nuestros socios se les obliga por las buenas y por las malas a renunciar a la cooperación económica y de todo tipo con Rusia. Se recurre a evidentes actos subversivos, como ocurrió en el caso de las explosiones organizadas en el fondo del mar Báltico, en el gasoducto Nord Stream. Se hacen indignantes intentos de “desconectar” a nuestro país de los mecanismos de cooperación internacional en la esfera de la cultura, la educación, la ciencia y el deporte.
Es evidente que esta y otras medidas agresivas están encaminadas a debilitar y a extenuar a Rusia. Desean agotar al máximo nuestras posibilidades económicas, tecnológicas y defensivas, limitar nuestra soberanía y obligarnos a renunciar a una línea independiente en la política exterior e interior.
Unos 50 países que forman parte de la llamada coalición Ramstein de apoyo militar a Ucrania de hecho están implicados en el conflicto armado del lado del régimen kievita y me gustaría subrayar que éste no desdeña tampoco los métodos terroristas en las acciones bélicas. Son enviados a Ucrania importantes partidas de armamentos occidentales, entre ellos, municiones de racimo y largo alcance. En la planificación de las operaciones de las FF.AA. ucranianas participan instructores de la OTAN y son usados datos de los servicios de inteligencia de la OTAN.
La ayuda extranjera al régimen de Vladímir Zelenski en un año desde el inicio de la operación militar especial superó los 160.000 millones de dólares, tocándole a la ayuda militar unos 75.000 millones de dólares. De acuerdo con las estimaciones de la ONG estadounidense The Heritage Foundation, EEUU ya le ha asignado a Ucrania cerca de 113.000 millones, lo que equivaldría a unos 900 euros por familia más unos 300 euros de servicio de la deuda. Son unas cuantías desorbitadas, dada, sobre todo la complicada situación económica en el mundo.
Los líderes extranjeros repiten, como si de un mantra se tratara, que le seguirán ayudando a Kiev el tiempo que haga falta. Por supuesto, combatir hasta que no queden más ucranianos es su elección, de la misma manera que es elección de la camarilla de Zelenski. Sin embargo, históricamente EEUU nunca ha prestado el mejor apoyo a sus aliados. Basta con tener presentes los episodios de cese brusco de la ayuda militar estadounidense al Vietnam del Sur en 1973, al régimen de Ashraf Ghani en Afganistán en 2021 y el hecho de que esta decisión provocaba una caída inmediata de las autoridades leales a Kiev. La Ucrania de hoy depende casi por completo de las asignaciones occidentales y de los envíos de armas.
Si nos asomamos al futuro, veremos que es muy triste para las autoridades kievitas y sus patrocinadores. Cuanto más se alargan los enfrentamientos armados, menos ganas tienen los inversores extranjeros de participar en la reconstrucción post bélica de Ucrania. Se vuelve cada vez más débil su fe en los éxitos militares de Kiev y en la conservación de dicho Estado en los formatos y fronteras que sea. Ni falta que hace mencionar que habría que cuestionar y mucho la capacidad de Kiev de atender su deuda externa. La no devolución de los préstamos supondrá una evitable carga para los contribuyentes occidentales, propiciando la inflación y el descenso del nivel de vida.
Occidente ha de darse cuenta también de otra cosa: Rusia se dedicará a defender a su gente y a sus intereses vitales por todos los medios. Y será mejor que nuestros oponentes caigan cuento antes en la cuenta de que es completamente inútil la confrontación con Rusia, para pasar a unos medios más civilizados, políticos y diplomáticos en las garantías del equilibrio de intereses.
Pregunta: Una serie de políticos, entre ellos, el Presidente de la República de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, y el Primer Ministro de Hungría, Viktor Orbán, manifestaron en más de una ocasión que el cese del conflicto en Ucrania habría de ser acordado por Rusia y EEUU. ¿Comparte este punto de vista?
Respuesta: Esta lógica deja a entender que Ucrania es títere de EEUU y que es con Washington con quien hace falta solucionar todos los problemas importantes. El problema, sin embargo, en que EEUU no tiene la intención de acabar con el conflicto. Como ya he dicho, su objetivo oficialmente declarado es asestarle a Rusia “una derrota estratégica” desde el punto de vista militar, económico y político. Es por ello que no se deja de señalar en Washington que todas las negociaciones sobre el arreglo deben celebrarse únicamente con el respeto de las condiciones de la parte ucraniana, es decir, en base a la famosa Fórmula de paz de Vladímir Zelenski. A nuestro modo de ver es un ultimátum que no tiene sentido. No tiene sentido exigirnos que aceptemos que sean menoscabados nuestros intereses genuinos en la esfera de la seguridad y se siga cometiendo el ultraje dirigido contra los rusos y los rusoparlantes en los nuevos territorios y en los territorios controlados por las FF.AA. ucranianas.
Recordemos que en diciembre de 2021 ya hicimos un importantísimo intento de hacerles llegar a las capitales occidentales nuestras preocupaciones, entregándoles los borradores de dos Tratados, sobre las garantías de la seguridad (con EEUU) y sobre las medidas que garantizaran la seguridad (con los países miembros de la OTAN). Nuestra iniciativa fue rechazada de entrada y con altanería. En vez de negociar, concentraron todas sus fuerzas en el aumento de la fabricación de armamentos y municiones que serían enviados a Ucrania, provocando una mayor escalada de las tensiones en la región.
Nuestra postura es consecutiva y completamente transparente. Siempre hemos dicho que estamos dispuestos a mantener un diálogo concreto e invertimos muchos años y esfuerzos, intentando que Kiev empezara a cumplir los Acuerdos de Minsk. Como bien sabe, desde los primeros días de la operación militar especial Rusia estuvo dispuesta a abordar las vías políticas y diplomáticas que permitieran alcanzar sus objetivos. Enseguida correspondimos a la propuesta de Ucrania de empezar las negociaciones y participamos en las mismas hasta el momento de interrumpirlas en abril de 2022 la parte ucraniana por indicación de Occidente. Más tarde, el 30 de septiembre de 2022, Vladímir Zelenski con su decreto acabó prohibiendo cualquier tipo de negociaciones con las autoridades rusas. De esta manera, fue Kiev la que, por indicación de sus patronos occidentales, saboteó la labor diplomática.
Ahora en diferentes ciudades, en concreto, en Copenhague, en Yeda son celebradas reuniones multilaterales a las que no son invitados representantes de Rusia. El objetivo de las mismas es convencer a los países en vías del desarrollo de que apoyen la Fórmula de paz de Vladímir Zelenski. Al mismo tiempo, Moscú es acusada de “no querer participar en las negociaciones”, mientras que cualquier argumento que alegue la necesidad de tener en cuenta los intereses vitales de nuestro país son rechazadas de entrada. Lógicamente, esta postura no evidencia la intención de los países occidentales de llegar a ningún acuerdo con Rusia.
De esta manera, de momento, por desgracia, no se vislumbran ningunas perspectivas de negociaciones entre Rusia y Occidente. Además, los patrocinadores occidentales no dejan de instar al régimen kievita a que suba las apuestas. Y los hipócritas llamamientos de los países occidentales a mantener las negociaciones son calificados por nosotros como una maniobra táctica, cuyo objetivo es ganar más tiempo, para concederles a las exhaustas tropas ucranianas una tregua y la posibilidad de reagruparse, para volver a nutrirlas con armas y municiones. Sin embargo, es la vía de la guerra y no del arreglo pacífico. Es algo que nos queda completamente claro.
Pregunta: Hace poco en San Petersburgo se celebró la II Cumbre Rusia-África. Al término de la misma, el Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, ofreció una alta apreciación tanto al actual nivel de relaciones con los países africanos como a las perspectivas de su desarrollo. ¿En qué esferas percibe las mayores potencialidades para la cooperación?
Respuesta: La II Cumbre Rusia-África que se celebró el pasado mes de julio en San Petersburgo confirmó la determinación de Moscú y de los países africanos de fomentar la cooperación y de ampliar el marco de la asociación. Puso también de manifiesto la existencia de una mundividencia compartida que servirá de base para nuestra interacción. Son los tradicionales valores éticos y morales. A pesar de la colosal presión por parte de los países occidentales, acudieron a la reunión 48 delegaciones oficiales y representantes de las 5 principales asociaciones de la región. Unos 27 países del continente fueron representados a nivel cumbre. Estas cifras representan una prueba irrefutable de que la política independiente que es aplicada por nuestro país encuentra comprensión entre los países en vías del desarrollo, mientras que el esfuerzo de EEUU y de sus allegados que buscan lograr el aislamiento internacional de Rusia resultó ser un fracaso.
El principal vector de nuestra cooperación con África es la asistencia al refuerzo de la soberanía política, económica y tecnológica de nuestros socios. Estamos dispuestos a compartir con nuestros amigos africanos las pertinentes experiencias que permitan elevar la sostenibilidad y su competitividad de sus sistemas de gestión pública, garantizar la seguridad alimentaria, promover las prioridades nacionales en la esfera del desarrollo social y económico. Rusia es vista en África como un socio de fiar, también desde el punto de vista de la asistencia al mantenimiento de la estabilidad política y militar, del arreglo de los conflictos regionales, de la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y otras amenazas y retos transfronterizos.
La Cumbre abrió las perspectivas del fomento de la cooperación ruso-africana en las más variadas esferas, por ejemplo, las inversiones, la integración económica regional, la agricultura, la energía, la creación de la infraestructura, el aprovechamiento de los recursos naturales, las tecnologías de la información y la comunicación, la sanidad y la educación.
Merece ser mencionado aparte nuestro proyecto piloto que consiste en la creación en Egipto de una Zona industrial rusa llamada a convertirse en un espacio para la producción y la exportación de productos a otros países de la región con el uso de las posibilidades de la Zona continental africana de libre comercio.
Rusia sigue siendo un concienzudo suministrador de hidrocarburos, alimentos, abonos y medicamentos a África. Una de las esferas de la cooperación más solicitadas es la ayuda humanitaria que es prestada a los países más necesitados de la región.
Una considerable atención es prestada tradicionalmente a la formación de los cuadros. En los centros de estudios superiores rusos cursan los estudios casi 35.000 jóvenes africanos, creciendo esta cifra todos los años. Se prevé la apertura de filiales de las principales universidades rusas en África y la creación de otros centros docentes conjuntos.
Pregunta: En las condiciones actuales adquieren especial relevancia las relaciones entre Rusia y los países de la UEEA y la OTSC. El ritmo al que se desarrolla la cooperación en el marco de dichas asociaciones es evidente. Al mismo tiempo, nuestros socios, por ejemplo, en los Estados centroasiáticos son sometidos a una potente presión exterior, cuyo objetivo es obligarles a unirse a las sanciones antirrusas. ¿De qué manera, a su modo de ver, puede ser contrarrestada esta circunstancia?
Respuesta: Es verdad que nuestros socios de la UEEA y de la OTSC están siendo sometidos a una colosal presión por parte de Estados inamistosos. Son efectuados con regularidad por funcionarios de alto rango que representan a las capitales europeas viajes a dichos países. Durante los mismos son llevadas a cabo “consultas” sobre “las formas de evitar que sean esquivadas” las ilegítimas sanciones antirrusas. Si llamamos las cosas por su nombre, hemos de señalar que se trata, por supuesto, de los intentos de recurrir a las amenazas y al chantaje, para obligar a nuestros aliados a renunciar a su cooperación con Rusia que tiene un carácter completamente legítimo.
Entendemos que en etas condiciones de intensa presión que es ejercida en ellos, nuestros socios se vean obligados a mostrarse cautelosos. Los compromisos mutuos asumidos por nosotros en la esfera económico-comercial se siguen cumpliendo, puesto que corresponden con los intereses de los países y no infringen el Derecho Internacional.
Naturalmente, por nuestra parte damos pasos a modo de respuesta, para poner coto a los intentos de ejercer desde el exterior una influencia destructiva. Así, en el marco de la UEEA se están elaborando medidas conjuntas encaminadas a superar las secuelas de las sanciones introducidas contra Rusia y Bielorrusia vía aumento de la sostenibilidad de las economías de la Unión. Dicha medida ya ha dado resultados concretos. Están ofreciendo un crecimiento estable los volúmenes del comercio, el uso de las monedas nacionales en las transacciones, así como el número de proyectos de cooperación. Está completamente garantizada la seguridad alimentaria y energética.
Me gustaría citar algunas cifras más. Al mercado de la UEEA le toca hasta el 40% de los volúmenes del comercio exterior de los Estados de Asia Central. En la región están funcionando más de 10.000 empresas rusas y mixtas que suman en total unos 900.000 puestos de trabajo. En general, la integración euroasiática ofrece una base para el mantenimiento de la estabilidad económica de los Estados miembros de la UEEA y el aumento del bienestar de sus ciudadanos.
Ello es plenamente aplicable a la OTSC. Nuestra interacción en el marco de dicho organismo se basa en los principios de la paridad y el respeto de los intereses de todos los Estados miembros. Estamos convencidos de que nuestros aliados enfocan desde una perspectiva crítica la atención por parte de Occidente que últimamente se ha vuelto más intensa y que no permitirán que se les implique en planes que se propongan provocar la escalada de las tensiones políticas y militares.
En general, contamos, por supuesto, con que fomentando los vínculos con terceros países y asociaciones, nuestros aliados de la UEEA y la OTSC no den pasos que contradigan a sus compromisos existentes en el marco de dichos organismos. Al mismo tiempo, no es nuestro estilo “darle lecciones a nadie” ni imponerles a otros Estados de qué manera y con quiénes vertebrar las relaciones. Rusia no le prohíbe a ninguno de nuestros vecinos y socios establecer la interacción con quien sea, pero siempre les pide que tengan en cuenta nuestros intereses legítimos. Creo que nos hacen caso.