Discurso y respuestas del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, durante el encuentro con estudiantes y personal docente de la MGIMO (Universidad Estatal de Moscú de Relaciones Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia) y MGU (Universidad Estatal de Moscú) celebrado en Moscú el 1 de septiembre de 2014
Estimado Anatoli Vasilevich Torkunov,
Estimado Evgeny Petrovich Bazhanov,
Estimados amigos,
Felicidades a todos por el uno de septiembre, Día del Conocimiento. También felicito a los estudiantes de primer año por su admisión en una de las mejores universidades del mundo, y me reafirmo en estas palabras.
Este año es especial: en octubre celebramos el 70º aniversario de la MGIMO y tendrá lugar el Segundo Encuentro Internacional de antiguos alumnos de la MGIMO. La MGIMO se encamina hacia su aniversario encontrándose en la cima del éxito y en muy buena forma, gracias al enfoque creativo de la dirección de la universidad, de su personal docente y a los inquisitivos estudiantes y su esfuerzo por alcanzar el conocimiento.
Hace tiempo que la universidad es conocida por ser uno de los centros líderes en formación de especialistas de alto nivel en relaciones internacionales y por ser un centro de referencia en el desarrollo de análisis situacionales en los más variados ámbitos. Trabajando conjuntamente con la Academia Diplomática, la MGIMO proporciona un producto muy valioso que contribuye al trabajo desarrollado por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.
Estoy seguro de que los estudiantes de primer año tienen todos los motivos para estar orgullosos de unirse a esta familia, la fraternidad de la MGIMO, y prepararse para una carrera satisfactoria e interesante en las instituciones del gobierno, en el ámbito del periodismo y del comercio y, por supuesto, de la diplomacia, puesto que la MGIMO es la principal fuente de empleados del Ministerio de Asuntos Exteriores. Estamos interesados en jóvenes con talento para que trabajen con nosotros.
Cuento con que mediante el Consejo de Jóvenes Diplomáticos podamos organizar reuniones periódicas a fin de que aprendáis de primera mano cómo se trabaja, se vive y se disfruta trabajando en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Responderé por ellos: les encanta. Si oís algo distinto no lo creáis.
Con el auge de los medios de comunicación y el nacimiento de nuevos medios algunos predijeron que la diplomacia iba a perder parte de su relevancia, asegurando que ya no sería necesario que los diplomáticos se reunieran en persona, compartieran secretos o alcanzaran acuerdos. En mi opinión, hasta ahora es evidente para todos que estas afirmaciones, al igual que las predicciones sobre el fin de la Historia, no se sostienen. A medida que las relaciones internacionales se vuelven más complejas, la diplomacia es más necesaria, y no solo porque actualmente esta profesión vaya más allá de las relaciones puramente políticas entre estados y prácticamente de cualquier ámbito de la vida de las personas, incluidos el medio ambiente, la economía, la sociedad, el cambio climático y muchos otros, sino también porque nada puede reemplazar la comunicación tradicional entre las personas. Puedes tener millones de conversaciones por teléfono, por WhatsApp o por Skype, pero nada puede suplantar a la comunicación directa entre las personas. Esto es así en la vida y en la diplomacia.
En una intervención en una reunión de embajadores y de representantes permanentes de Rusia en el extranjero celebrada en el Ministerio de Asuntos Exteriores el día 1 de julio de este año, el presidente de Rusia, Vladimir Putin subrayó la carga creciente de trabajo del Ministerio de Asuntos Exteriores y de nuestras embajadas, motivada por el desarrollo dinámico y en ocasiones impredecible de las relaciones internacionales, el agravamiento y la aparición de nuevos conflictos globales. Esta es una descripción acertada del estado actual del mundo y de las circunstancias en las que tenemos que trabajar.
El modelo unipolar ha fallado, y ahora la mayoría está convencida de esto. Las naciones están decididas a trazar su propio futuro y a elegir un modelo de desarrollo que tenga en cuenta sus tradiciones, su identidad cultural y su civilización. Estos son procesos objetivos. El mundo se está globalizando, se está haciendo más diverso y variado, y están surgiendo nuevos centros económicos como China, India y Brasil. El crecimiento económico se traduce en poder financiero lo cual, por supuesto, tiene un impacto en la influencia política. Por eso, el hecho de no tener en cuenta a los nuevos motores de la economía mundial, especialmente en la región de Asia y el Pacífico, equivale a obstaculizar la Historia y los procesos objetivos.
Por desgracia, aún no se ha tomado del todo conciencia de esta realidad. Nuestros colegas americanos y sus aliados cercanos están tratando de revertir esta tendencia objetiva, o al menos, de frenarla. Nos están alentando a dejar atrás la política de las esferas de influencia en Europa y otras partes del mundo. Nunca hemos estado en desacuerdo en este aspecto. Defendemos la idea de que estas esferas de influencia en la política global se han quedado en el pasado, donde pertenecen, que es cuando debieron dejar de existir. Lamentablemente, nuestros colegas americanos instan a todos a hacer precisamente eso, abandonar sus esferas de influencia mientras se reservan el derecho a expandir su espacio geopolítico de influencia. Así es la vida. Cuando EE.UU. tiene la intención de hacer algo, es difícil oponerse. Si no tratamos este tema abiertamente y en lugar de eso, como hacen muchos, contestamos con un «¡Sí, señor!» a todo lo que se nos dice, no conseguiremos nada bueno.
Debemos tratar nuestras divergencias con nuestros colegas. Contamos con que nos correspondan de la misma forma y dejen de acusarnos gratuitamente de cada pecado capital y se sienten con nosotros para darnos cuenta de sus quejas de forma honesta. A menos que esto ocurra, deduciremos que la crítica es un fin en sí misma y sirve para justificar ultimátums, sanciones y cosas por el estilo.
Nuestros colegas occidentales nos aseguran que esto no es lo que tienen en mente, que simplemente quieren influir en la situación y encontrar soluciones a problemas concretos que sean aceptables para todos, en particular al de Ucrania. Si esto es así, sentémonos a hablar en lugar de amenazar con imposiciones de sanciones o exigencias absolutamente irrealizables como insistir en que las milicias abandonen las armas y permitan que les destruyan. El «plan de paz de Petro Poroshenko» básicamente se reduce a eso.
En este contexto de enorme desinformación aún hay voces sensatas que son capaces de ver la realidad, incluso en Occidente. En el último número de la revista «Foreign affairs» (septiembre-octubre de 2014), se publicó un artículo muy revelador del Profesor de la Universidad de Chicago John Mearsheimer: «¿Por qué la crisis ucraniana es culpa de Occidente?» (John Mearsheimer, «Why the Ukraine Crisis Is the West's Fault», Foreign Affairs, September-October 2014), en el que el autor llega a la siguiente conclusión. EE.UU. y la Unión Europea se encuentran ante una elección: o bien aumentar la presión sobre Rusia mientras continúa la destrucción en Ucrania, lo cual supondría que todas las partes involucradas perdieran o acelerar el proceso y ayudar a construir una Ucrania próspera y neutral que contribuya positivamente al desarrollo de la cooperación entre Rusia y Occidente. Entonces solamente habrá ganadores. Estoy totalmente de acuerdo con eso. Pero es importante que estas sabias palabras sean escuchadas por aquellos que hacen la política real.
Y lo que creemos más importante ahora, es que Washington y Bruselas exijan a Kiev, tal como hacen en los demás conflictos, que deje de usar armamento pesado y aviones contra objetivos civiles, áreas urbanas y de civiles y que deje de destruir escuelas, hospitales y guarderías. En esta situación, las milicias no tienen otra opción que el uso de la fuerza para obligar a las fuerzas militares ucranianas a abandonar posiciones desde las que pueden ametrallar y matar a mujeres, niños y ancianos. Mientras esta simple verdad no sea reconocida por todos, la violencia continuará. Las tropas ucranianas deben retirarse de las posiciones en las que puedan causar daño a la población civil.
Tengo grandes esperanzas de que las negociaciones que se van a celebrar hoy estén encaminadas principalmente a alcanzar un acuerdo de alto el fuego inmediato e incondicional. Rusia hará todo lo que esté en su mano para promover una solución política pacífica en Ucrania atendiendo a los intereses de todas sus regiones y fuerzas políticas, sin excepción.
Nos esforzamos por llevar a cabo precisamente una política de esta naturaleza en las relaciones internacionales. Es una política independiente: nunca renunciamos a nuestra independencia en política exterior, aunque esto no debe interpretarse como aislacionismo. Promovemos este enfoque en el estricto cumplimiento de nuestras obligaciones internacionales en base a los principios del derecho internacional, consagrados en la Carta de la ONU y otros documentos fundamentales. Nos oponemos categóricamente a que dichos principios se interpreten y se apliquen de forma selectiva, por ejemplo: nos gusta algún que otro principio, pero parece que se puede ignorar la autodeterminación de los pueblos, incluso cuando es un derecho fundamental, piedra angular y uno de los derechos consagrados en la Carta de la ONU. Consideraremos todos los principios del derecho internacional que hemos suscrito en su conjunto y que conforman un todo orgánico. Perseguiremos una acción unificada, colectiva, porque nadie puede resolver los problemas de hoy por sí solo.
Las acciones basadas en los principios del derecho internacional no permiten una doble moral. Nuestros aliados de la OTSC, CEI, SCO y BRIC, así como la gran mayoría de otros miembros de la comunidad internacional, coinciden con nosotros en este punto. Estamos convencidos de que nuestras relaciones con la Unión Europea y los Estados Unidos pueden y deben volver al camino de la cooperación pragmática, basada en la igualdad y el respeto mutuo, para lo que se debe abandonar la política inviable de amenazas, ultimátums y sanciones.
Cuando nos fijamos la ambiciosa meta de integración en la Región Asia-Pacífico (APR) y la tarea de promocionar el progreso socio-económico y tecnológico de Extremo Oriente y Siberia Oriental, constantemente hacemos hincapié en que nuestra intención es la de completar, y no la de reemplazar nuestra política de cooperación con Europa y Occidente en general. Será una lástima si los países occidentales optan por una política con respecto a Rusia que reemplace la cooperación con Europa y con nuestros colegas occidentales cuando nuestro movimiento hacia el Este es efectivo, para nuestra gran desgracia. No es nuestra elección. No entiendo por qué nos están alentando a seguir esa dirección. Las decisiones del Consejo Europeo que se tomaron ayer muestran que la inercia de las sanciones sigue siendo muy fuerte. Hemos puesto sobre la mesa de negociaciones una iniciativa estratégica presentada por el presidente ruso, Vladimir Putin, para la creación de un espacio de cooperación económica, humanitaria y de seguridad desde Lisboa hasta Vladivostok. Esto eliminaría muchos problemas relacionados con la confrontación entre las diferentes partes de Europa y Eurasia, con la política absolutamente provocativa de expansión permanente de la OTAN y con la infraestructura militar cerca de la frontera rusa.
Cuando exista un espacio común de seguridad igual e indivisible, donde todos se sientan cómodos: los miembros de la OTAN, la OTSC, y los que no son parte de ningún bloque (los llamados países neutrales, como Ucrania y Moldavia, de conformidad con sus leyes), independientemente de si forman parte de un bloque político-militar o unión de estados o cualquier otra alianza o si no entran en este tipo de uniones y son neutrales, entonces todos los países se sentirán a salvo. Y tal vez, será mucho más sencillo resolver muchos de los problemas actuales que a veces provocan sangrientos enfrentamientos. Esto debería ser impensable en la Europa del siglo XXI. Pero por desgracia sucede. Para remediarlo, La OTAN debería abandonar sus intentos de mantener los privilegios de sus miembros. Decir que sólo dentro de la Alianza se puede garantizar legalmente la seguridad y que los no miembros estarán sometidos a todo tipo de pruebas y riesgos es de una lógica obsoleta. Por desgracia, nuestros socios aún son incapaces de superarla.
Les animamos a adoptar una perspectiva realista y honesta al margen de estereotipos de la «guerra fría» y a que muestren la voluntad política necesaria para abandonar los eslóganes acusatorios y sentarse a negociar y a buscar un equilibrio de intereses: de lo contrario no encontraremos una solución firme a ningún problema.
Pregunta: - En relación a los acontecimientos recientes de Ucrania, ¿qué posible salida a la crisis considera Rusia?; ¿Cuál es la probabilidad de una intervención militar de nuestro país en este conflicto?
Serguéi Lavrov: No habrá intervención militar. Estamos a favor de la resolución pacífica de esta grave crisis, de esta tragedia. Todo lo que hacemos está dirigido a la promoción de enfoques exclusivamente políticos. Por desgracia, nuestros colegas occidentales, en mi opinión, están cegados por la situación. Su enfoque está sesgado y preconcebido, y Occidente apoya, con total ausencia de crítica, absolutamente todo lo que hacen las autoridades actuales de Kiev.
He citado varias veces un buen ejemplo. No fuimos nosotros quienes desarrollamos el acuerdo que entonces firmó el presidente Viktor Yanukovich y con él Oleh Tyagnybok, Arseniy Yatseniuk y Vitali Klichkó, y que suscribieron los Ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Francia y Polonia. Fue el 21 de febrero de este año. Entonces todos dieron la bienvenida a este acuerdo porque contribuía a evitar la confrontación en el Maidán durante el proceso político de las negociaciones. La primera cláusula del acuerdo era: «La formación inmediata de un gobierno de unidad nacional», ante la insistencia de nuestros socios occidentales europeos. Ahora que los Estados miembros de la UE se reúnen y adoptan medidas y declaraciones sobre la crisis de Ucrania, ya no mencionan este objetivo, como tampoco mencionan este acuerdo en ningún otro lugar, a pesar de que se suscribió por su iniciativa y de que lo impulsaron activamente. Solamente mencionan de manera bastante directa el «plan de paz de Petro Poroshenko»: «No abriremos fuego durante siete días, pero la culpa no es nuestra si no te proteges después. Aquellos que se nieguen a entregar sus armas serán destruidos. Aquellos que entreguen sus armas serán amnistiados. Os diremos qué poderes delegamos en vosotros». Este plan no va a funcionar. Debemos comenzar con el cumplimiento de los compromisos para establecer un gobierno de transición de unidad nacional. En lugar de eso, han establecido un gobierno que era claramente proclive a adoptar decisiones antirrusas como las tentativas de cambiar la ley «Sobre los Principios de Política Lingüística del Estado». Al final la ley no se ha derogado, pero el hecho indicó a la población rusa y rusoparlante lo que han de esperar de la nueva coalición. En la Rada Suprema se calificó a los rusos de «infrahumanos» y de «invasores», y algunos gritaron: «¡Salid de Ucrania! ¡Llevaos vuestra cultura ortodoxa!». Toda esta información está registrada. Dejemos que Occidente olvide sus acuerdos pero, ¿qué hay de la unidad nacional? ¿cómo es posible que un gobierno de unidad nacional sea el objetivo en unos lugares y en otros no? La búsqueda de la reconciliación y la unidad nacional debe ser la máxima prioridad en cualquier crisis.
En abril del presente año se produjo el siguiente intento. Los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea y Ucrania firmaron una declaración afirmando que era necesario iniciar de inmediato un proceso de reforma constitucional abierto y responsable que contara con la participación de todas las regiones y fuerzas políticas de Ucrania. Cuando preguntamos a Europa y América por qué han olvidado la palabra «inmediatamente» en relación al hecho de que, después de abril, se ha olvidado el inicio de la reforma constitucional, no obtenemos respuesta. Ayer, el Consejo de la Unión Europea volvió a adoptar decisiones sobre Ucrania, que aplaudían el «plan de paz de Petro Poroshenko» pero no se mencionaron ni una sola vez los acuerdos firmados por la UE y que reflejan un enfoque no unilateral, sino colectivo, para ayudar al pueblo ucraniano a salir de esta «trampa».
Espero solamente que los europeos se avergüencen de lo que está sucediendo. Se han empezado a oír voces en Europa que dicen que la obsesión con las sanciones es totalmente inútil y contraproducente. Parece que la UE no puede o no quiere influir en la beligerante Kiev para detenerla y obligarla a cumplir los acuerdos. Para ocultar la vergüenza de esta situación, la UE recurre de nuevo al «azote de las sanciones». Estoy convencido de que muchos líderes europeos importantes son conscientes de la crueldad de esta situación, pero parece que todavía son incapaces de admitirlo porque hacerlo pondría de relieve su error al haber prestado su apoyo a las irreflexivas y temerarias acciones militares de Kiev contra su propio pueblo. Esta es la raíz del problema.
Pregunta: ¿Podría hablarnos por favor de la cooperación de los BRICS en el formato de una cumbre?
Serguéi Lavrov: La cooperación de los BRICS no solamente tiene lugar en el formato de las cumbres, sino también en más de veinte tipos de formatos – se celebran diálogos sectoriales, reuniones de ministros de asuntos exteriores, de sanidad, de agricultura, así como otros intercambios específicos. Tienen lugar encuentros regulares de analistas políticos, se publican informes estadísticos y se va ampliar la información recopilada. De modo que los instrumentos para la colaboración están bastante diversificados. La decisión sobre la creación de un Banco de Desarrollo de los BRICS y un fondo de reserva de divisas que se adoptó en la última cumbre en el mes de julio en Fortaleza (Brasil) supone un nuevo salto cualitativo en nuestra interacción en lo que se refiere a la práctica dentro del ámbito financiero. Es muy importante para que los países BRICS se protejan y se aseguren no solamente contra las posibles conmociones que son habituales dentro de los entornos financieros internacionales, sino también contra los intentos de quienes gobiernan los sistemas financieros internacionales de valerse de su influencia para abusar y alcanzar sus fines políticos. Todo el mundo sabe perfectamente que los estadounidenses se emplean a fondo para que así sea, pero los países BRICS lo rechazan. En las declaraciones de esta última cumbre y la anterior queda por escrito la necesidad de evitar cualquier tipo de medida coercitiva injusta en el área del comercio y la economía. Es una respuesta directa a la política de sanciones que se adopta de manera ilegal alejándose del CS de la ONU.
En mi opinión, los BRICS constituyen una potente y prometedora asociación que abarca a más de un 45% de la población del planeta, más de un 30% del PIB mundial y sigue en ascenso.
Otra importante dimensión de la actividad de los BRICS es que se trata de un grupo que constituye uno de los dos principales actores influyentes del G20 –una asociación en la que se consensuan y se elaboran los principios comunes del futuro funcionamiento de la economía global y el sistema financiero internacional, incluyendo la actividad del FMI y el Banco Mundial. De los veinte países que participan en el G-20, los cinco países BRICS actúan como "imán" para los países afines, que son bastantes. La posición de países tan importantes como Indonesia, México y Argentina gira en la misma órbita que la de los BRICS, a favor de llevar a cabo una reforma justa en el sistema financiero y monetario internacional que refleje los cambios reales en lo que respecta a las fuerzas correspondientes. Tanto en política como en otros ámbitos, occidente se opone y aspira a mantener su posición de domino en el reparto de cuotas y sus votos en el FMI y el Banco Mundial, aunque el número de votos asignado a EE.UU. y Europa occidental no es proporcional a su peso económico real.
En 2010, en la cumbre del G-20, en Seúl, se acordó la primera etapa de reforma del sistema de cuotas y de votos en el FMI, pero desde entonces, transcurridos cuatro años, EE.UU. y la UE boicotean el cumplimiento de una decisión que fue adoptada por consenso con su participación. Los BRICS son líderes en la lucha por la democratización del sistema financiero internacional y las relaciones económicas.
Pregunta: ¿Cuál será la reacción de Rusia ante las nuevas sanciones económicas si éstas continúan? En este mismo sentido, ¿hay alguna probabilidad de que Rusia se salga de la OMC?
Serguéi Lavrov: No voy a especular ni fantasear acerca del tema de nuestras medidas de respuesta en caso de que se produzca una nueva ola de sanciones antirrusas –hay que considerarlo todo sobre hechos concretos. Cuando entendamos que lo merezcan nuestros colegas europeos y estadounidenses, decidiremos como contestar. No tendrá nada que ver con "dar un portazo" ni con afrontas interpretadas de manera errónea. En primer lugar, vamos a partir de nuestros propios intereses –defender nuestra economía y el ámbito social, a nuestros ciudadanos y a nuestras empresas, al mismo tiempo que extraemos conclusiones de las acciones de nuestros socios, sobre todo en lo que se refiere a su idoneidad, su capacidad para negociar y su fiabilidad. A juzgar por las medidas sancionadoras adoptadas, se puede ver perfectamente lo que pretenden conseguir los socios. No me parece que sea lo adecuado que digan a coro que, aunque para ellos sea doloroso, han de seguir adelante para castigar a Rusia. Conviene sacar la lección de que, para tener tratos con esta gente en el futuro, es necesario entender sus posibilidades.
En lo que respecta al OMC, todo lo contrario; lo que queremos es comprender más activamente sus mecanismos, incluyendo lo que se refiere a las disputas comerciales. Hemos recurrido a las posibilidades que tiene para superar, a nuestro entender, la política discriminatoria de la Unión Europea en relación con los procedimientos antidumping (nos acusan de dumping y adoptan las medidas correspondientes con respecto a muchos sectores de nuestra economía). Estamos también dispuestos a poner en marcha los mecanismos de la OMC para defender nuestra posición en cuanto a la inadmisibilidad de adoptar retroactivamente las normas del "tercer paquete energético" de la UE, es decir su aplicación en los acuerdos y proyectos que fueron firmados y que se han empezado y se han materializado mucho antes de que se ideara y entrara en vigor dicho paquete energético.
Ciertos países también están llevando a cabo procedimientos previstos en la OMC contra nosotros. Es un proceso normal y sabíamos en lo que nos embarcábamos. Rusia se preparó para su ingreso en la Organización Mundial del Comercio 18 años. No nos daban luz verde, después trataron de alegar obstáculos artificiales. Durante este tiempo, aprendimos perfectamente los mecanismos y las posibilidades que ofrece la OMC. Abrimos en Ginebra una representación válida de Rusia ante la OMC. Vamos a aprender activamente este arte. En definitiva, es útil y mejor que las guerras comerciales.
Pregunta: Una vez excluida Rusia del G8 ¿hay alguna posibilidad de recuperar la participación? ¿Hasta qué punto depende ello de la cuestión ucraniana?
Serguéi Lavrov: Lo repito una vez más: nadie nos ha excluido de ninguna parte. Simplemente, nuestros socios no acudieron a la cumbre, "se dieron vacaciones". El G8 no es una estructura de la que se pueda expulsar a nadie. No existe ningún procedimiento así, se trata únicamente de un club en el que se reúne gente para discutir ciertas cuestiones que representan un mutuo interés. En ausencia de un interés mutuo, los amores a la fuerza no existen. Simplemente faltaron al acto, eso es todo.
Yo no diría que hemos experimentado una gran pérdida. El G8 es un club importante pero, en estos últimos años, su importancia se ha definido más bien por motivos de prestigio: da prestigio sentarse al lado del Presidente de EE.UU., de los principales líderes de los países europeos, de la Canciller de la RFA y del Presidente de Rusia. En cambio, se han hecho muy populares los actos que acompañan a estas cumbres del G8 en lo que se ha venido a llamar el formato "outreach", en los que se invitan a los países africanos y latinoamericanos, así como de otras regiones. Estaba la posibilidad de reunirse con los mandatarios de Estados importantes y resolver ciertas cuestiones.
En lo que se refiere a su agenda, como es sabido, el propio G8 perdió su significado una vez creado el G20, ya que toda la coordinación financiero-comercial se traspasó precisamente a este grupo. El G8 trató de compensar este viraje en las estructuras de la diplomacia multilateral sumergiéndose activamente en los problemas políticos: los conflictos de Siria y la península de Corea, el proceso de paz en Oriente Medio, Afganistán, etc. Lamentablemente, tampoco aquí ha habido coherencia. Por ejemplo, en 2013, la cumbre del G8 tuvo lugar en Lough Erne (Irlanda del Norte). Cuando se discutió y se acordó la declaración de la cumbre, el Primer Ministro de Reino Unido, David Cameron, como anfitrión del acto propuso redactar en el apartado dedicado a Siria un llamamiento de los líderes del G8 al gobierno de Siria y a la oposición para unir sus filas en la lucha contra el terrorismo y expulsar a los terroristas de Siria. Nosotros lo apoyamos activamente, es más, presentamos dicha cuestión al CS de la ONU para que se ratificara allí este planteamiento. Lo hicimos así en tanto en cuanto estábamos convencidos, como seguimos estándolo, de que desde el mismo principio de la llamada "Primavera Árabe" era preciso contemplar la raíz del problema de todo Oriente Próximo y Norte de África –impedir la subida al poder de los terroristas. Sin embargo, por alguna razón incomprensible, los propios ingleses junto con los estadounidenses se negaron a apoyar en el CS de la ONU el texto del G8 aprobado por consenso según la propuesta del Primer Ministro británico el año anterior. Esto no es más que un ejemplo de cómo una consigna políticamente correcta manifestada en las decisiones del G8 luego no tiene ninguna importancia en la práctica. Los autores de este llamamiento –los ingleses- junto con los estadounidenses y otros europeos continuaron así "pinchando" el régimen de Bashar al Asad y anunciaron que no habría ninguna clase de colaboración con él, y así siguen haciendo. Incluso estando de acuerdo con que hay que luchar contra el terrorismo afirman que mientras siga Bashar al Asad, el terrorismo "revoloteará como las polillas sobre el fuego". Pero no estamos hablando de inofensivas mariposas nocturnas, sino de terroristas de todo el mundo, una gente movida hacia la violencia.
En suma, en contra de todas las convenciones antiterroristas en las que está escrito blanco sobre negro que no se puede justificar de ninguna de las maneras el terrorismo, nuestros amigos occidentales es lo que están tratando de hacer en Siria, al decir que existe un régimen malvado contra el que está justificado cualquier medio. El grupo "Estado Islámico" que anteriormente se llamaba "Estado Islámico de Irak y Levante" nació en Siria en gran medida gracias a que Occidente y ciertos países de la región, secretamente y sin anunciarlo en particular, no solamente lo alentaron políticamente, sino que además favorecieron materialmente a los opositores al régimen de Bashar al Asad. En gran medida, este estímulo, seguramente dio lugar a la creación de la estructura abiertamente terrorista del EIIL, que promete ser peor que Al Qaeda. Todo el mundo cerró los ojos ante esto. Nosotros exhortamos a poner fin a semejante desbarajuste y comprender que no todos los que se pronunciaban en contra del régimen eran necesariamente buenos. No se puede calificar a los terroristas de buenos o malos, ni tampoco de propios o ajenos.
En respuesta a nuestro llamamiento a trabajar juntos, nadie hizo nada. Únicamente cuando esta estructura terrorista se ha trasladado a Irak y ha tomado la tercera parte del país, es cuando nuestros socios se han alarmado, cuando han empezado atacar las posiciones de los terroristas y ayudar al gobierno iraquí (al que nosotros llevamos prestando ayuda y colaboración en el terreno técnico militar desde hace mucho tiempo). Sin embargo, persisten en decir "en Irak seguiremos bombardeando, pero en Siria no hace falta porque allí los terroristas pueden ayudar a desbancar el régimen de Bashar al Asad". Entonces, ¿cómo es posible ponerse de acuerdo en algo con alguien así? Se escucha un mensaje completamente incoherente y según la coyuntura: "Este dictador me gusta, y este otro no". Había que derrocar a Muamar el Gadafi, ¿y qué se ha conseguido en Libia? No es un país ya. E Irak se desmorona.
Y volviendo a su pregunta, he de señalar que para los asuntos financieros y sobre economía, el G20 desempeña un papel decisivo que nada puede sustituir. Dentro de esta asociación, estamos trabajando con bastante eficacia a través de los BRICS, en la medida en que defendemos el mismo enfoque. En lo que se refiere a la agenda política del G8, si nuestros socios fueran coherentes, se podría aprovechar su potencial político. No obstante, no es ninguna tragedia el hecho de que no pudieran venir, dado que las decisiones reales sobre los problemas internacionales de la guerra y la paz, no consignas y declaraciones, se toman en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Pregunta: ¿Cuál es su valoración de la situación en Siria e Irak? ¿Qué puede proponer Rusia para su estabilización?
Serguéi Lavrov: Me he referido muchas veces a este tema. No hay que darle muchas más vueltas a esta cuestión. Al igual que en lo que respecta a Ucrania hay que cumplir lo que se acordó, también en relación con Siria hay que hacer eso mismo. Existe un documento que se firmó en junio de 2012, el llamado Comunicado de Ginebra, en cuya redacción contribuimos activamente. Estamparon en él su firma EE.UU., la Unión Europea, China, Rusia, la Liga Árabe, Turquía y la ONU. En dicho Comunicado, se expone muy detalladamente la secuencia de pasos para la regularización de la crisis siria, ante todo, a través de un período de transición, durante el cual se deberían acordar cuestiones como la reforma de la constitución, la celebración de unas elecciones generales y la creación de unas estructuras que garantizaran el consenso nacional. Estoy utilizando la palabra deberían pues este documento ha sido ignorando durante más de dos años. Inmediatamente después de que fuera adoptado en junio de 2012 en Ginebra, siguiendo el mismo destino que los acuerdos ucranianos que he mencionado, quisimos que fuera aprobado en el Consejo de Seguridad de la ONU, que trazaría la "hoja de ruta" para la regularización del conflicto de Siria. Los países occidentales nos lo negaron con un categórico "no" -no estaban dispuestos a aprobar este documento mientras no añadiéramos en su redacción que independientemente de la adopción de este documento, Bashar al Asad debía marcharse. Nosotros preguntamos: "¿Cómo es posible? En el documento no hay nada de eso y no lo hemos debatido. De lo que se trata es de que ambos bandos en Siria inicien una negociación y con arreglo a un mutuo consenso entre el gobierno y la oposición formen unas estructuras de transición". "Escriban ustedes que Bashar al Asad no debe quedarse allí", -nos contestaron. En resumidas cuentas – no salió adelante.
En 2013, cuando había que resolver el tema del desarme químico de Siria, que se ha completado con éxito, cuando se adoptó en el CS de la ONU una resolución que aprobaba un plan para la eliminación de las armas químicas, fue cuando se aprobó el Comunicado de Ginebra, transcurrido un año desde que se adoptara. Basta que se llegue a un acuerdo en algo para que Occidente trate de dar marcha atrás. Llegamos al acuerdo de que era preciso crear estructuras de transición. Dijeron: "Vale, lo aceptamos, pero sin Bashar al Asad". Constantemente "se guardan algo en el bolsillo" y después dicen: "Lo que es mío, es mío, y de lo tuyo ahora lo hablamos." Puedo entender que exista tal deseo, pero no hay que caer en engañar abiertamente a los socios, hay que trabajar con honestidad.
Tal como he mencionado antes, ahora la crisis se ha trasladado al territorio de Irak y de Libia donde, para ser más exactos, no ha desaparecido nunca. No se deben usar dobles raseros. No se puede apostar todo a una sola carta guiándose por el deseo de derrocar a un líder autoritario como fue Muamar el Gadafi, en aras del único proyecto de derribar a Muamar el Gadafi. Nos dijeron: "Se irá Muamar el Gadafi, el pueblo libio respirará en libertad y después vendrá la democracia". Este tipo de afirmaciones las pronunciaban no solamente en los corrillos, sino también públicamente: fue esto lo que anunciaron precisamente los presidentes de países importantes y respetables. ¿Dónde está Libia ahora? Grupos terroristas se han apoderado de una enorme cantidad de yacimientos petroleros. Venden este petróleo, y en Europa lo compran porque silenciosamente se ha retirado la prohibición de importar petróleo libio. Las ganancias entre otras cosas van a parar a la financiación de los terroristas contra los que se trata de luchar en la vecina Irak. Nos encontramos pues en un círculo vicioso. Una vez que derrocaron a Muamar el Gadafi y vieron que aquellos mismos que habían armado y financiado habían destrozado el país, habían tomado el control de ciertas regiones, y hastiados habían empezado a atosigar a las autoridades en Mali, los franceses que habían apoyado activamente y armado a los rebeldes sin ocultarlo, lucharon en Mali contra el mismo grupo creado para derrocar a Muamar el Gadafi en Libia.
Hablé de ello con mi colega francés. Como respuesta, sonrió y dijo "C'est la vie". Esto no es política: si me gusta un líder, entonces haga lo que haga, cerraré los ojos ante sus desmanes y sus locuras; y si el otro despierta en mí antipatías personales, haremos todo lo que sea para derrocarle, independientemente de que haya unos índices de protección social de la población bastante altos en el país. Así no se hace la política. No se compagina que sea necesario luchar contra el "Estado Islámico" en Irak y se anuncie poco menos que como el principal objetivo, y se pongan la venda ante esta "internacional terrorista" en Siria en la esperanza de que estos terroristas venzan al régimen. Si queremos colaborar honestamente y alcanzar objetivos aunando esfuerzos (en solitario nadie hace nada), entonces es necesario ponerse de acuerdo sobre unos criterios comunes. La lucha contra la barbarie y el terrorismo debe estar en la base de todo lo que hagamos en Oriente Próximo y Oriente Medio.
Pregunta: ¿Qué hecho destacaría para la comunidad mundial en ocasión del 100º aniversario del comienzo de la Primera Guerra Mundial?
Serguéi Lavrov: Sobre este asunto ya comentó detalladamente el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, durante el foro juvenil nacional ruso «Seliguer 2014». Se trata de una guerra a la que Rusia fue arrastrada contra su voluntad y en la que nuestro país resultó ser perdedor, si bien, perdedor ante los que a su vez habían perdido la guerra. Todas las promesas y deseos que acompañaron a la persuasión de Rusia para que se involucrara en esta guerra se han visto, desde luego, incumplidas. De hecho, el orden injusto que resultó del final de la Primera Guerra Mundial preparó el terreno para la Segunda Guerra Mundial que no tardó en estallar; comenzó en menos de 20 años a partir del final de la anterior.
Los historiadores europeos honestos escribían en aquella época que en la Primera Guerra Mundial, al igual que 100 años atrás en las guerras de Napoleón Bonaparte, Rusia, una vez más, había salvado a Europa pagando con millones de vidas de sus ciudadanos. Durante la Segunda Guerra Mundial, Rusia, una vez más, ayudó a Europa a defenderse de sí misma. Al igual que Napoleón intentó conquistar toda Europa, Hitler quiso hacer lo mismo.
Sólo puede haber una conclusión; es un error apostar por el uso de la fuerza, sobre todo, en el siglo XXI. Espero que nos alejemos de una postura peligrosa en lo referente a la crisis en el interior de Ucrania, y que los líderes ucranianos se den cuenta de que el exterminio de su propio pueblo a cualquier precio, incluida la vida de los civiles inocentes y la destrucción de la infraestructura socio-económica, es una postura que carece de perspectiva.
He aquí otra conclusión importante. En Europa siempre hay que buscar soluciones que garanticen la plena implicación de Rusia y que tengan en cuenta sus intereses. Nosotros mostramos nuestra voluntad. Rusia es un país europeo que ha contribuido a los ámbitos de la historia, arte, cultura y ciencia de Europa. Intentar marginarnos artificialmente, esgrimir argumentos inoportunos contra nuestras numerosas propuestas para crear un espacio económico y humanitario integral desde el Atlántico hasta el Océano Pacífico, no es sostenible por mucho tiempo. Opino que la crisis de Ucrania nos ha de mostrar a todos lo absolutamente equivocado de una postura que obligue a unos países, sobre todo, nuestros vecinos como Ucrania, a hacer una falsa elección: «O estás con nosotros, o te vas con Rusia y nosotros crearemos líneas divisorias y construiremos muros». Esta elección entre «éste u otro» que a veces se le impone incluso a la propia Ucrania desde Bruselas, comporta un carácter provocativo para los demás países del espacio postsoviético. Diría, incluso, que esto es peor que un crimen; es un craso error.
Pregunta: En relación con la situación en Ucrania y las recientes declaraciones de los EE.UU, Internet está llena de burlas dirigidas a nuestros colegas extranjeros, incluso a la representante oficial del departamento de Estado de los EE.UU, Jen Psaki, con respecto a sus declaraciones absurdas que a veces hasta dan risa. ¿Nuestros colegas de verdad son absurdos y ridículos o simplemente quieren que nosotros pensemos así de ellos?
Serguéi Lavrov: Se lo dejo determinar a ustedes. Todo depende del sentido del humor de un personaje concreto y de la percepción de una u otra broma, o su ausencia. Todo es individual. Yo, en tanto que ostento un cargo público, no utilizaría semejantes términos. Puedo caracterizar como una ausencia de hechos y una falta de convencimiento lo que oigo en las ruedas de prensa del departamento de Estado de los EE.UU. y la Casa Blanca. Nosotros nunca damos la espalda al diálogo; estamos dispuestos a discutir sobre las posturas divergentes. Pero, cuando no nos presentan los hechos y nos obligan a que les creamos de palabra... En todo caso, somos gente más seria.
Ayer el Consejo de la Unión Europea volvió a mencionar en sus documentos las exigencias con respecto al acceso inmediato al terreno donde se había estrellado el «Boeing» malasio. Pero, ¿y dónde estaban hasta ahora? ¿Por qué retiraron a los expertos de los Países Bajos y los de otras nacionalidades? No había peligro alguno por parte de los milicianos. El Consejo de Seguridad de la ONU exigió un alto el fuego total en la zona del siniestro. El mismo día cuando el CS de la ONU adoptó una resolución que obligaba a todas las partes, Kiev declaró que respetaría el alto el fuego cuando la zona de caída de los escombros del «Boeing» estuviese bajo su control. Durante 10 días no accedieron a respetar el alto el fuego. ¿Alguien les reprochó por eso? Nada de eso. Los «arroparon». Luego todos se olvidaron de este «Boeing». Allí acudieron los expertos de los Países Bajos, pero luego se marcharon. Nuestros intentos de conseguir alguna información o que se publicaran informes preliminares, todavía no han dado frutos. El contenido de las «cajas negras» ha sido descifrado, si bien, no se ha hecho público; no hay información sobre las conversaciones de aquella noche de los controladores aéreos ucranianos con las aeronaves, incluida la tripulación del «Boeing» malasio. ¿Por qué se oculta todo esto? No entendemos por qué las declaraciones de que todo esto es obra de manos de los milicianos con la ayuda de Rusia, no se avalan con ninguna fotografía hecha desde el espacio, y en lugar de esto, sacan unas imágenes de «Youtube». Es una historia muy oscura. Opino que los investigadores tienen que volver. ¿Por qué nadie investiga los escombros que están allí? Los muestran periodistas rusos; esto quiere decir que es posible filmarlos, que se puede acceder a ellos. ¿Por qué de allí se marcharon los expertos que tenían que establecer la verdad? Supongo que por las aperturas en el fuselaje, alas o cabina de pilotos, los especialistas pueden averiguar de dónde provenía el disparo. Hay que convencer con los hechos por delante, no con ciertas habilidades oratorias. Nosotros presentamos nuestras conclusiones prácticas; no ha habido respuestas a ellas. Hicimos más de 20 preguntas que le surgirían a cualquier persona más o menos formada en la profesión que tiene cierto dominio de la materia. Seguimos esperando las respuestas.
Pregunta: En su discurso usted se refirió, en varias ocasiones, a la crisis de Ucrania. Teniendo en cuenta las tensiones internacionales alrededor de este conflicto, cómo calificaría las perspectivas del futuro desarrollo de las relaciones de Rusia con los Estados miembros de la UE para los próximos años?
Serguéi Lavrov: A mí no me gustaría, en absoluto, que nos obligaran a cerrar la línea europea de cooperación con nuestros socios extranjeros. Como ya señalé, nos dirigimos hacia la región de Asia-Pacífico no como alternativa, sino, más bien, como complemento para una futura profundización de las relaciones económicas, comerciales, humanitarias y tecnológicas con nuestros socios de la Unión Europea. No queremos, en absoluto, que los europeos comprometan las directrices cruciales de nuestra cooperación, para afianzarse en una postura, bastante discutible, basada en un apoyo tajante a las autoridades de Kiev. Espero que la infructuosidad de esta forma de pensar se haga cada vez más patente en el seno de la Unión Europea y que el sentido común prevalezca. Nosotros mostramos nuestra disposición, si bien, como es natural, partiendo de la base de entablar unas relaciones equitativas y basadas en un respeto mutuo, y un equilibrio de intereses de todos los Estados que participan en el proceso.
Pregunta (traducción del inglés): Tengo dos preguntas. ¿Qué posturas han de adoptarse para resolver el conflicto palestino-israelí? Y la segunda pregunta; ¿podría usted sacarse una «selfie» conmigo después del discurso?
Serguéi Lavrov: En cuanto a la «selfie», desde luego, cuente con ello.
En lo referente al conflicto palestino-israelí, diré que es el que más tiempo lleva vigente. Cuando surgió la «primavera árabe», hubo intentos de desplazarlo del foco de atención, de quitarle importancia. Eso fue un error.
En todo caso, el desconsolador y fugaz resultado principal de la «primavera árabe» ha sido una intensificación repentina de la actividad de los grupos terroristas que reciben abundante financiación, incluso del tráfico ilegal de drogas. Los grupos antigubernamentales en Afganistán e Iraq –los talibanes, «Al-Qaeda» y ahora el «Estado Islámico de Iraq y el Levante» (EIIL)– reciben, desde hace décadas, armamento sofisticado. ¿Por qué nadie pregunta dónde consiguen las armas? En lo referente a la pregunta de quién y cómo proporciona las armas a la oposición, todos apuntan en nuestra dirección: ¿Cómo consiguen las armas los milicianos? Salen a la luz abundantes hechos, entre ellos, relativos a los resultados de las operaciones en las que las tropas gubernamentales se ven embolsadas; se intercepta armamento pesado.
Aparte del contexto financiero o material, existe también el ideológico. En Oriente Medio los grupos terroristas no sólo reciben todo lo que necesitan para sus sucias obras, sino también reclutan cada vez más partidarios. Me inclino hacia las afirmaciones de aquellos expertos según los cuales la no resolución, a lo largo de más de 65 años, del conflicto palestino-israelí, es la única causa más importante de que los radicales recluten en sus filas a jóvenes. Los niños se crían por unos «señores de barba» que afirman que la historia es así: Al pueblo palestino le prometieron un Estado. El pueblo judío recibió el suyo, pero el palestino, no, porque Occidente e Israel son malos. A los 15-16 años los cerebros de los jóvenes ya están lo suficientemente lavados como para que estén dispuestos a todo.
Por tanto, la resolución de este problema es importante no sólo porque el pueblo árabe palestino tenga que recibir lo prometido, a pesar de numerosos errores cometidos por ambas partes. Ahora no podemos hablar de las posibilidades que tenían, del error cometido por el fallecido Yasir Arafat, cuando no optó por lo que le había concedido Bill Clinton. Todo esto son «palabras vacías». El problema de Palestina tiene que resolverse, pero sólo teniendo en cuenta los acuerdos adoptados (hoy ya lo comentamos en lo referente a Ucrania y Siria). Sobre el asunto palestino-israelí tales acuerdos abundan: resoluciones del CS de la ONU, acuerdos de Madrid, la iniciativa de paz árabe que fue apoyada por todos los países musulmanes en el marco de la Organización para la Cooperación Islámica (OCI), entre ellos Malasia, Indonesia; los principales Estados asiáticos del mundo musulmán. La referida iniciativa supone el reconocimiento del Estado de Israel por parte de todos los países musulmanes del mundo, a cambio de la creación del Estado palestino. Este documento innovador que nosotros apoyamos activamente, supone una opción más realista para la resolución de este problema.
Nos congratulamos del hecho de que, por la iniciativa por parte de Egipto se lograra pactar (espero que no se convierta en papel mojado, sino que se implante efectivamente) una tregua, aliviar la situación en la franja de Gaza y desbloquear los puestos de control fronterizo. Sin embargo, no podemos consolarnos y pensar que, como ya no están disparando y el bloqueo se ha suavizado, ya podemos descansar. ¡De ninguna manera! Ahora es cuando tenemos que conseguir la reanudación de las negociaciones sobre la creación del Estado palestino. Consideramos que son válidos los llamamientos hechos por el Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, sobre la importancia de enfocar, en la primera fase de tales negociaciones, los asuntos relativos a dimensiones y territorios concretos en los que se vaya a crear el Estado palestino. Más adelante tocará resolver el resto de los asuntos, incluida la situación de Jerusalén, el problema de los refugiados y muchos otros. Pero, si no abordamos primero lo principal, parámetros territoriales del Estado palestino, será complicado volver a retener a la gente alrededor de una mesa de negociación, puesto que dará la impresión de que todo esto, una vez más, no va en serio.
Esperamos, y mucho, que Malasia, junto con los demás países del OCI, mantenga su postura, que fue fijada en varias ocasiones en los documentos de diversas cumbres, sobre una resolución justa y mutuamente aceptable del conflicto palestino-israelí.
Pregunta: Durante la tarde de hoy usted comentó sobre el asunto de creación de un espacio económico y humanitario integral desde Lisboa hasta Vladivostok. ¿Cuáles son las perspectivas de cancelación del régimen de visados ente los países de la zona Schengen y la Federación de Rusia?
Serguéi Lavrov: Francamente, las perspectivas no son nada esperanzadoras. Mucho antes de la crisis de Ucrania, en el seno de la Unión Europea se formó un inoportuno grupo minoritario de aquellos países que se oponían a la supresión del régimen de visados con Rusia y lo hacían exclusivamente por razones políticas. Estos países sostenían abiertamente que crearon, efectivamente, los grupos de expertos que auditaron la labor de los servicios de inmigración, aduaneros, guardias fronterizos, la integración de elementos biométricos en los pasaportes, el estado de otros órganos que de una forma u otra están relacionados con el desplazamiento de las personas, se aseguraron de la vigencia de un Acuerdo sobre readmisión que ya estaba puesto en marcha. Todo les pareció bien. Pero el referido grupo de países que bloqueaba la firma de un acuerdo sobre el régimen sin visado declaró que, desde el punto de vista político, no podía permitir que el régimen sin visado se pusiese en marcha con Rusia antes de introducirlo con Moldavia, Ucrania, Georgia; países de la asociación del este. Cabe destacar que en aquel momento el nivel de preparación de los citados países vecinos no era más alto que el nuestro.
Estamos hablando de una postura politizada, basada en doble rasero y ganas de «fastidiarnos». Hay que afrontarlo con dignidad, sin que cunda el pánico, cosa que ya estamos haciendo. Nosotros ya contamos con un modo bastante cómodo de garantizar los viajes de nuestros ciudadanos hacia Europa. Muchos países, entre ellos, por ejemplo, Italia y Francia, conceden visados de Schengen, de múltiples entradas, por un plazo de cinco años; les aconsejo que hagan uso de esta vía. Muchos otros países, dentro de las posibilidades del acuerdo de Schengen y en virtud de los convenios firmados entre Rusia y la UE en materia de simplificación del régimen de visado, dieron pasos importantes para que la concesión del visado fuera menos gravosa. Solicitar un visado cada cinco años creo que no va a incomodar a nadie. Prácticamente, da para todo el período de estudios.
En lo referente a los obstáculos con los que nos encontramos en el camino hacia la firma de un acuerdo relativo al régimen sin visado (que en sí comportaría un carácter psicológico importante), les diré que estamos trabajando en ello. Pero ya ven ustedes mismos la situación; nuestros socios de la Unión Europea simple y llanamente se niegan a ver lo obvio.
Pregunta: Usted recalcó, en varias ocasiones, que la política de sanciones hoy no es relevante. ¿Entonces, cuáles son las medidas relevantes para ejercer influencia sobre otros países?
Serguéi Lavrov: La persuasión. Es lo que estamos haciendo. Estamos obligados a responder cuando se crean peligros para nuestro acervo empresarial, cuando perjudican a nuestros agricultores en el propio mercado ruso. La imposición de sanciones a Rosseljosbank supuso que los agricultores se vieran privados de la posibilidad de acceder a créditos, mientras que las empresas que conceden subsidios y créditos a agricultores que exportan sus productos desde Europa a nuestro mercado no se han visto afectados, por lo que contarían con una ventaja competitiva. Responder a esta situación es necesario en cualquier caso. Ahora bien, no tenemos la intención de seguir el principio de «ojo por ojo, diente por diente». Nuestra postura no es ésa. Nosotros siempre llamamos a la razón, pero todavía no hemos conseguido nada; al parecer, algo está pasando en Europa. Declaraciones como que las autoridades ucranianas están en su derecho para hacer el uso de la fuerza en su propio territorio para sofocar protestas, es una ceguera absoluta. Resulta que Europa «en efecto, insta a las autoridades ucranianas a seguir usando una fuerza proporcional». Ellos consideran que los acontecimientos que se están desarrollando en la actualidad en el sureste de Ucrania consisten en el uso proporcional de la fuerza. En cualquier región (Oriente Próximo, franja de Gaza, Siria, países africanos, Sudan del Sur), en cada conflicto Europa exige a las autoridades locales que no usen la fuerza contra los civiles. En todos, salvo en Ucrania. Ya se lo hemos preguntado: «¿Es acaso porque allí matan a rusos y rusoparlantes?». Nos contestan: No, ¡qué dicen! Sólo vemos que allí luchan los terroristas. Pero, ¿qué terroristas?
Europa se congratuló del inicio de negociaciones directas entre Israel y Hamás que, por iniciativa de los países europeos, figura en el listado de organizaciones terroristas. Hay personajes más peligrosos, como «Yihad Islámica», cuyos representantes también estaban sentados en la mesa de negociación. Entonces, se puede hablar con los que consideras extremistas y a los que te refieres con otros calificativos despectivos.
De otro ejemplo no sirven los EE.UU. en Afganistán. Los talibanes y sus líderes figuran en el listado de terroristas del CS de la ONU. No obstante, los EE.UU no tuvieron ningún problema con esto a lo largo de todo el drama afgano. A veces llegaban a acuerdos con los talibanes, les convencían de que fueran a negociar directamente con el Presidente del país, Hamid Karzai. A él, a su vez, le convencían de que se relacionara y se reuniera con los talibanes. Tampoco tenían ningún problema con esto. Pero sí lo tenían en Ucrania: «Es mala gente y no vamos a tratar con ellos». Esto es feo e injusto.
Promoveremos posturas justas. Estoy convencido de que muchos en Occidente (hoy ya cité a una persona inteligente) se dan cuenta de que es preciso acabar con el derramamiento de sangre y acordar medidas que permitan a los ucranianos fortalecer su Estado, en donde todos los rusos, húngaros, rumanos y ucranianos se sientan bien, en donde todas las nacionalidades y minorías lingüísticas se integren en la sociedad y no se sientan enemigos del Estado.
Les deseo suerte.