Discurso y respuestas a preguntas ofrecidas por el Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, durante la V Conferencia Internacional 'El Mediterráneo: Diálogo de Roma', Roma, 6 de diciembre de 2019
En primer lugar, gracias por haberme invitado una vez más a este prestigioso Foro.
El Mediterráneo es una región única en la frontera entre Europa y Asia, un cruce de importantes rutas logísticas y energéticas, un lugar de confluencia de distintas civilizaciones y culturas, la cuna de las principales religiones del mundo. Los Estados de esta región poseen todo lo necesario para desarrollarse de forma dinámica y sostenible y prosperar.
La situación en el sur de la región –en Oriente Próximo que ha caído víctima de agresivos enfoques unilaterales, de la ingeniería geopolítica– no puede considerarse satisfactoria. Toda una serie de países sufre crisis sociopolíticas. Persiste la amenaza terrorista. Continúa la erosión del singular mosaico étnico y confesional, en particular, ya ha disminuido significativamente la presencia cristiana.
Los intentos de cruzar el Mediterráneo se cobran todos los años cientos o incluso miles de vidas humanas.
Está claro que los métodos como el chantaje, la presión o las amenazas no ayudarán a lograr una estabilización sostenible de Oriente Próximo. Desenredar los numerosos nudos regionales es posible solo desde los principios del derecho internacional y una cooperación mutuamente respetuosa y aprovechando las herramientas diplomáticas universales.
Y hay algunas cosas que ya están saliendo bien. Yo diría que un buen ejemplo de lo eficaz de la diplomacia multilateral es la situación en torno a Siria. La labor de los países miembros del formato de Astaná –Rusia, Irán y Turquía– ha permitido poner en marcha el proceso político y crear, aunque no sin problemas y retrasos, el Comité Constitucional. La situación en Siria está retornando en general a un cauce pacífico y de normalidad, a excepción de algunas zonas del norte del país no controladas por las autoridades legítimas sirias. Según destacó el Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, al intervenir en una reunión del Club de debate Valdái en octubre pasado, el arreglo sirio podría convertirse en una especie de modelo de resolución de conflictos regionales.
Un peligroso foco de inestabilidad sigue siendo Libia, que se ha vuelto un vivero de terroristas de todo pelaje. Su condición de Estado se ve gravemente socavada debido a la aventura de la OTAN. El país continúa escindido, no cesan los enfrentamientos armados intestinos, mientras la economía y la esfera social se están deteriorando. Es obvio que el conflicto puede solucionarse únicamente por la vía política, a través de un diálogo nacional inclusivo. Los esfuerzos de la comunidad internacional en esta dirección desde luego que tienen que ser reactivados. A este respecto, destacamos la iniciativa de la Canciller de Alemania, Angela Merkel, de convocar en Berlín una conferencia internacional para la solución de la crisis libia. Por supuesto que es importante tomar en consideración la experiencia de las anteriores conferencias de este tipo que se celebraron sobre Libia en julio de 2017 en París y en noviembre del año pasado en Palermo. En ningún caso se deben olvidar los resultados de la reunión entre el Presidente del Consejo Presidencial y Primer Ministro del Gobierno de Acuerdo Nacional de Libia (GAN), Fayez al Sarraj, y el Comandante en Jefe del Ejército Nacional Libio, Jalifa Hafter, en Abu Dabi en febrero pasado. Lo más importante es que se respeten plenamente las resoluciones y prerrogativas del Consejo de Seguridad de la ONU, y se garantice la participación plena de todas las principales fuerzas políticas libias y los actores externos interesados, incluidos todos los vecinos de Libia, la Unión Africana y la Liga Árabe.
Existe un gran peligro de desestabilización en Iraq. La comunidad internacional, por supuesto, ha de prestar una ayuda integral a las autoridades iraquíes en su lucha contra los restos del Estado Islámico y otros grupos terroristas. Está adquiriendo creciente importancia la coordinación de las acciones en el marco del Centro de información de Bagdad creado por Rusia, Iraq, Irán y Siria, así como de la interacción entre Bagdad y Damasco en lo tocante a la liberación de los terroristas de la frontera sirio-iraquí.
Rusia se pronuncia invariablemente a favor de la preservación de la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Líbano que está atravesando en estos momentos un crisis política de turno. Los problemas más acuciantes de la agenda nacional han de solucionarse por los propios libaneses. Es primordial que se mantenga el equilibrio de intereses entre las principales fuerzas políticas y grupos étnicos y confesionales del país recogido en la Constitución libanesa.
Exhortamos a superar a través del diálogo las tensiones que se registran en la zona del Golfo Pérsico. Ello fue previsto hace tiempo ya en la Estrategia de la seguridad colectiva en el golfo formulada por Rusia. Una consecuencia puesta en práctica de dicha idea permitirá sentar las bases para la formación de la arquitectura de confianza mutua en toda la región.
Sin lugar a duda, sería imposible garantizar la seguridad en todo el espacio del Mediterráneo, sin crear un Estado Palestino independiente y viable. Únicamente una solución alcanzada entre dos Estados que se intenta sustituir ahora con un tal “pacto del siglo” sería capaz de satisfacer los anhelos del pueblo palestino, ofrecer garantías estables de la seguridad de Israel y de la región en general. Encuentra mucha demanda una urgente reanudación de las negociaciones entre los palestinos y los israelíes, para que sea logrado un arreglo universal, justo y viable que se base en las normas universalmente reconocidas del derecho internacional. Rusia seguirá propiciando la superación de la escisión palestina, apoyándose en la plataforma política de la Organización para la liberación de Palestina.
No puede menos de preocupar la situación que se vive en otra costa Mediterránea, es decir, en los Balcanes. Se está invirtiendo esfuerzos en que los Estados de la región acaben siendo miembros de la OTAN, sin que se haya consultado a sus pueblos acerca de ello. Va aumentando el número de las maniobras y creciendo el contingente desplegado por la Alianza del Tratado de Atlántico del Norte en la parte este del Mediterráneo. El resultado de estas medidas es predecible: están apareciendo nuevas líneas divisorias y agravándose el déficit de confianza mutua. He mencionado ya las olas de refugiados que arriban en los países europeos que se ven obligados a enfrentarse a esta situación.
En general, estamos convencidos de que son de interés común, tanto de los países del norte, como del sur del Mediterráneo una labor colectiva encaminada a neutralizar los retos y amenazas existentes y no un “juego de suma cero”. Dado este propósito, considero importante recurrir en mayor medida a las potencialidades constructivas de la OSCE, incluida la promoción a través de dicho organismo de posturas compartidas acerca de los Balcanes. Apoyamos de manera activa la cooperación de la OSCE y sus socios del Mediterráneo.
En mi opinión, únicamente se logrará convertir dicha región en una zona de paz, estabilidad, seguridad y asociación constructiva, si se apoya en la sólida base del derecho internacional, sobre todo, los principios de la Carta de la ONU y del Acta Final de Helsinki, mientras que habría que renunciar a las obsoletas herramientas de disuasión y de la filosofía de bloques.
Pregunta (traducida del inglés): Me gustaría volver al tema de Libia. ¿Cree que la Conferencia de Berlín que acaba de mencionar podría dar al mundo la esperanza de que el conflicto se arregle, teniéndose en cuenta que el cese de las hostilidades ya sería un gran progreso?
Como seguramente sabe, las fuentes estadounidenses han informado recientemente de que en Libia hay mercenarios rusos que combaten del lado del comandante del Ejército Nacional Libio, Khalifa Haftar. Comente estas noticias.
Respuesta: En cuanto a la Conferencia de Berlín, he dicho que habría que tomar en consideración las experiencias acumuladas en las conferencias que se celebraron hace dos años en París y hace un año en Palermo, así como los acuerdos alcanzados en pasado febrero por Fayez al-Sarraj y Khalifa Haftar. Como sabrá, prevén la reforma del Consejo Presidencial, la creación del Gobierno de la unidad nacional, un acuerdo acerca de los precios de petróleo y la elaboración de una nueva Constitución. Si no hay consenso acerca de estos temas clave, es muy difícil esperar algunos resultados del mero hecho de celebrarse una reunión, sea en Berlín, Palermo o cualquier otro sitio, para que la crisis se arregle sola.
Participamos en los preparativos de la Conferencia de Berlín. Quedamos algo sorprendidos por el hecho de no estar invitadas a la misma las partes enfrentadas en el conflicto libio ni todos los países vecinos. Consideramos que es un fallo. Me gustaría creer que en lo que queda se tomarán medidas encaminadas a conseguir que el número de participantes sea realmente inclusivo. Entre los mismos destacaría a la Unión Africana. En 2011 dicho organismo, antes de que la OTAN emprendiera su aventura, intentó arreglar la crisis libia mediante el diálogo entre Muammar Gadafi y las fuerzas de la oposición. Sin embargo, en aquellos momentos prevaleció otro punto de vista y se empezó a promover abiertamente el derrocamiento del régimen libio. Los resultados se dejan notar hasta el día de hoy, sobre todo, en los países de Oriente Próximo y del Norte de África, así como los Estados europeos, especialmente los del Mediterráneo.
¿Acaso alguien podría estar en contra del cese de las hostilidades? Después de ser olvidados los acuerdos alcanzados en Abu Dabi, fue declarada una campaña militar. Es evidente que las partes, dados los armamentos de los que disponen, no podrán alcanzar una victoria militar. Tan sólo eso debería obligarles a sentarse a la mesa de las negociaciones y volver a los acuerdos alcanzados en Abu Dabi. El Enviado Especial del Secretario General de la ONU para el arreglo sirio, Ghasán Salamé, hace un par de meses ofreció una rueda informativa en el Consejo de Seguridad de la ONU. Compartimos y apoyamos su postura y su visión de la situación. Espero que todos los actores externos, sin excepción alguna, insten a sus partidarios en Libia a moverse en la misma dirección, hacia la mesa de las negociaciones. Somos una de las pocas partes que mantienen relaciones con todas las figuras importantes del panorama político de Libia, un país, destruido, de hecho. Me estoy refiriendo a Fayez al-Sarraj, Aguila Saleh, Khalifa Haftar, Khalifa al-Ghawil y demás. Los instamos a moverse en la señalada dirección.
En cuanto a los rumores que difunden nuestros interlocutores estadounidenses, diré que, al aparecer de manera oficial por todo el mundo, en caso del Mediterráneo, sería Siria, los militares de los países miembros de la OTAN, a quienes nadie había llamado allí, nadie suele hacer preguntas. Su presencia parece un hecho dado, como si tuvieran derecho de hacerlo. Sin embargo, en cuanto en alguna parte ocurre algo, un Bellingcat o alguna ONG filtrará sin duda materiales asegurando que Rusia está haciendo algo mal. He leído que en Saboya se descubrió un “nido de espías” rusos. Luego se indica que no se notaban ningunas actividades de espionaje, pero no por ello dejaba de ser un “nido”. Ya nos habían visto en Chile, como sabrá. Allí también provocamos desórdenes y participamos en la lucha interna. Me parece que simplemente se ha de ser honesto. Todos los aquí presentes somos personas educadas y entendemos de sobra quiénes apoyan a las partes enfrentadas en el conflicto libio. No lo olvidemos. Ahora es mejor no ir en busca de noticias sensacionales, sino dedicarse de manera concienzuda a su trabajo. Para ello habría que regresar a los acuerdos de Abu Dabi y cumplirlos.
Pregunta (traducida del inglés): Me gustaría volver al tema que ha mencionado en su palabra introductoria, me estoy refiriendo a Siria. Desde su visita efectuada al país el año pasado, ocurrieron muchas cosas: Turquía lanzó su operación en el norte de Siria, los militares sirios y rusos retornaron al norte del país. Esta mañana hemos oído del Ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Mevlut Cavusoglu, que la parte turca se sentía en su derecho e incluso obligada a tomar medidas, para luchar contra los grupos terroristas, así es como los llama Ankara, en el norte de Siria. Con uno de estos grupos, en concreto Las Fuerzas Democráticas Sirias, hace algunos días logró un acuerdo de despliegue de las tropas rusas en tres localidades adicionales del norte del país el comandante del contingente ruso en Siria, el teniente general Alexander Chaikó. ¿Cómo, cree, que podría solucionarse la situación en la frontera?
Ha hablado del Proceso de Astaná y del Comité Constitucional. Sin embargo, este proceso diplomático avanza con mucha lentitud, si es que hay progreso en general. Da la sensación de que, dado que las zonas de protestas se reducen bastante, el Gobierno sirio puede decidir con toda razón que tiene la posibilidad de ganar la guerra. Y, si uno considera que acabará ganado, no tiene demasiadas ganas de negociar nada, ¿Por qué considera que la solución política en Siria todavía es posible?
Respuesta: Al asistir al arreglo de la crisis siria, buscar que se den pasos concretos en dicho campo, siempre pensamos en la seguridad de la región y en la necesidad de eliminar, antes que nada, las amenazas terrorista y de otra índole, a las que se enfrenta la seguridad de los países de la zona.
Si hablamos del conflicto palestino-israelí, en general, de la postura de Israel con respecto a los problemas de la región situada en torno a dicho país, el Presidente de Rusia, Vladímir Putin, subraya invariablemente que nos tomamos con mucha seriedad las preocupaciones de Israel con respecto a su seguridad. Con la misma seriedad nos tomamos las preocupaciones en la esfera de la seguridad de cualquier otro país de la región, también de nuestro socio, la República Turca. Se podría discutir, si los expertos estarían de acuerdo con las explicaciones citadas aquí por mi amigo Mevlut Cavusoglu. El hecho no deja de serlo: Turquía durante más de un año llamó la atención a este problema, manifestando que se vería obligada a buscar una solución, refiriéndose también al Acuerdo de Adana alcanzado por Turquía y Siria en 1998. Todo parece indicar que, al darse cuenta de lo seria que es la postura de Turquía, Washington empezó a abordar con Ankara las maneras de solucionar las preocupaciones existentes. Y ya saben, cómo acabó la cosa: no se encontró ninguna base aceptada por todos, mientras que EEUU anunció la retirada de sus tropas de Siria. Más tarde se acordaron de que se les había olvidado el petróleo que, por supuesto, no era suyo. Bueno, es un tema aparte.
Al empezar Turquía la operación y me gustaría subrayar que había subrayado hacía tiempo que era inevitable y todos entendíamos que Ankara estaba preocupada en serio por la situación, enseguida entablamos diálogo directo con nuestros interlocutores turcos. La operación “Fuente de la paz” fue congelada, suspendida. En vez de todos los 444 km de largo de la frontera, la zona de la celebración de la operación fue fijada en unos 100 km, mientras que en el resto del territorio fronterizo entró en acción el acuerdo de los Presidentes Vladímir Putin y Recep Erdogan: los grupos armados y las milicias kurdas fueron retiradas a 30 km al sur de la frontera, mientras que en una franja de 10 km dentro de la mencionada zona están patrullando los militares turcos y, por supuesto, son enviados a la zona las unidades del Servicio de Vigilancia de Fronteras de Siria.
Estos acuerdos fueron aplaudidos tanto por los kurdos como por Damasco. Más tarde, al anunciar Washington que se le había olvidado el petróleo y que necesitaban volver para “guardarlo”, es decir, manejarlo a su antojo, los kurdos empezaron a “oscilar”. Hasta aquel momento tenía la sensación que habían hecho caso a nuestros argumentos y entendido que únicamente un acuerdo directo con las autoridades oficiales de Siria podría ofrecer una solución segura a todos sus problemas. Espero que la vida les dará una lección a nuestros amigos. El reciente desarrollo de los acontecimientos con los altibajos de la política estadounidense habría de convencerles de que no queda otra opción más que llegar a una fórmula de compromiso dentro de un Estado sirio único y no apostar por quienes desean alcanzar la fragmentación de Siria y convertir en una bomba a punto de explotar el problema kurdo, tan acuciante en muchas partes del mundo. Me parece que ahora se están cumpliendo los acuerdos, por lo que ha preguntado. Creo que ello ha estabilizado considerablemente la situación. Como mínimo, he permitido con toda seguridad ampliar bastante el control del legítimo Gobierno sirio sobre el territorio de su propio país.
Su segunda pregunta ha sido sobre el Proceso de Astaná. Fue creado en el momento cuando nada más funcionaba. Staffan de Mistura, mi buen amigo que está presente en esta sala recordará con qué dificultad en 2016, el último año de la estancia en el poder de la Administración de Barack Obama, intentamos iniciar el proceso de Ginebra. Primero queríamos hacer una reunión de turno en abril, luego en mayo, luego después del sagrado mes de Ramadán, luego en septiembre, luego en octubre. No salía nada.
El Proceso de Astaná se basa en una lógica muy sencilla: antes de su lanzamiento no hubo ningún foro, donde los representantes de las partes enfrentadas en el conflicto estuvieran sentados en la misma mesa de las negociaciones. En grandes rasgos, hubo contactos entre el Gobierno y los emigrantes, pero la oposición, aquellas fuerzas que luchaban contra el Gobierno “sobre el terreno” no tenían ninguna comunicación entre ellas. El Proceso de Astaná solucionó dicho problema y lanzó un proceso que unió a las delegaciones del Gobierno sirio, de la oposición armada, de tres países-garantes, Rusia, Turquía e Irán y de los países observadores. Inicialmente lo fue Jordania. Invitamos también a representantes de EEUU, que acudieron un par de veces y después se negaron. Es cosa suya, no estamos hablando aquí de la política estadounidense. Además de Jordania, decidieron actuar como observadores Iraq y Libia.
La siguiente, ya XIV, reunión en el marco de Proceso de Astaná se celebrará la semana que viene en la capital de Kazajstán. Se abordará la marcha de la puesta en práctica de los acuerdos sobre la distensión, el final de la lucha contra los restos de los grupos terroristas, los asuntos humanitarios, incluida la prestación de la ayuda humanitaria a la población siria, la creación de las condiciones para el retorno de los refugiados, el canje de prisioneros y de personas retenidas. Por supuesto, se prestará atención al proceso político.
No ofreceré ningunas evaluaciones de lo exitosa o, al revés, lenta que es la formación del Comité Constitucional después de tan sólo dos temporadas de sesiones. El proceso sólo está empezando. He mencionado hoy el conflicto palestino-israelí. ¿Cuantos años llevamos mostrándonos pacientes al respecto? ¿En qué año fue aprobada la “hoja de ruta” prevista para seis meses? ¿En 2003 fue? ¿Cuántos años transcurrieron desde aquel momento? Por alguna razón, nadie se preocupa por la lentitud con la que son puestas en práctica las decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU acerca del arreglo palestino-israelí.
El Comité Constitucional podría haber sido creado y llevar funcionando un año ya, si nuestros interlocutores occidentales hace un año no hubieran impedido su convocatoria. Al salir en diciembre del año pasado los Ministros de Asuntos Exteriores de Irán y Turquía, Mohammad Yavad Zarif y Mevlut Cavusoglu, y yo para Ginebra, donde habíamos de reunirnos con Staffan de Mistura y sus colegas, trajimos una lista que había sido acordada con el Gobierno de Siria y con la oposición. Sin embargo, nuestros interlocutores occidentales hicieron cuanto estaba a su alcance, para que no fuera aprobada. Como resultado perdimos un año entero.
Hablando de si la situación “sobre el terreno” invita a Bashar al-Asad a participar en las negociaciones: en verano de 2015, al estar los bandidos en las afueras de Damasco, el Presidente Asad llamó a empezar el proceso político. Todo el campo occidental que apoyaba a dichos bandidos se negó en rotundo a hacerlo. Ahora, cuando hemos empezado el Proceso de Astaná, la situación cambió. Gracias al apoyo de la Fuerza Aeroespacial de Rusia, el Ejército sirio logró un cambio dramático de las cosas a su favor. Sin embargo, hemos aprovechado nuestra influencia en el Gobierno sirio y nuestras buenas relaciones con el mismo, para persuadirle de que aceptara primero la convocatoria del Congreso de Diálogo Nacional Sirio que se celebró en Sochi en enero de 2018 y más tarde, de que apoyara las decisiones del Congreso en cuestión. Staffan de Mistura sabe que no fue fácil lograrlo, porque lo promovido por nuestros amigos de la ONU no era enseguida bienvenido por las partes enfrentadas en el conflicto. Persuadimos a nuestros amigos de Damasco que iniciar el proceso político sería la mejor opción. Ahora la presencia de los terroristas en el territorio sirio, como resultado de la aplicación de la estrategia de “zonas de distensión” se ha reducido bastante, persistiendo únicamente en el noroeste, en Idlib, y en el noreste, en concreto, en la zona de Al-Tanf.
Sin embargo, el Gobierno sirio no rechaza a las negociaciones. Me he reunido hoy con el Enviado Especial del Secretario General de la ONU para Siria, Geir Pedersen. Hemos abordado las impresiones que le causó la segunda reunión del Comité Constitucional. No se le nota muy dado al pánico, sino más bien convencido de que ahora las partes están aprendiendo a acostumbrarse las unas a las otras y de hablar entre ellas. De modo que le puedo asegurar que no pararemos en nuestros esfuerzos. Los pasos que damos no dependen de la coyuntura ni obedecen al principio de “si es posible una victoria, no merece la pena celebrar las negociaciones”. No es ésta nuestra postura. Conozco a algunos interlocutores occidentales que se dejan guiar por tal lógica, nosotros, no.
Pregunta (traducida del inglés): Si le pregunto, qué es lo que opina sobre las elecciones presidenciales que tendrán lugar en 2020 en EEUU, no me responderá. Por eso le preguntaré qué opina de la sensación que dio la reciente Cumbre de la OTAN. Tras haber retirado sus poco numerosas tropas de la zona de la frontera sirio-turca, el Presidente de EEUU, Donald Trump, según todo parece indicar, le hizo un favor a Rusia, en el sentido de haber recibido Moscú la posibilidad de reforzar sus posiciones, ya nada despreciables, en Siria. Al mismo tiempo, dentro de la propia OTAN surgió una crisis, por no pedir Washington consejos a sus aliados y llevar a cabo su propia política. ¿Qué opina acerca de la extraña idea de que la política llevada a cabo por Donald Trump favorece a Rusia?
Respuesta: Deseamos ser socios tanto con Estados Unidos como con la Unión Europea. Tuvimos unas relaciones normales, pragmáticas, de trabajo con la OTAN. Y no fuimos nosotros quienes las rompimos, sino la OTAN que cortó todos los canales de comunicación, incluyendo las reuniones de los militares que se celebraban con regularidad y varias decenas de eventos conjuntos organizados anualmente, cuyo objetivo había sido elevar la eficiencia de la lucha contra el terrorismo. Que sea un cargo de conciencia de la OTAN. Si la Alianza adopta esta postura, no le pediremos nada ni suplicaremos ante nadie. En los últimos años nos acostumbramos a fiarnos únicamente de nuestras fuerzas, dado que nuestros interlocutores occidentales no son unos socios de fiar.
Y en cuanto a los motivos por los cuales Washington toma tal o cual decisión, ni siguiera los voy a comentar. Es un hecho para nosotros y no buscamos encontrar ninguna lógica en su actuación. Estamos ante un hecho y lo evaluaremos, como es debido.
Pregunta (traducida del inglés): En las últimas semanas y meses estamos presenciando una oleada de protestas populares contra los Gobiernos de los países de Oriente Próximo y del Mediterráneo, empezando por Líbano y acabando por Iraq. Se diferencian de las protestas antigubernamentales de 2011 bautizadas como “la primavera árabe”. Tienen, al mismo tiempo, algunos rasgos en común con aquellos acontecimientos. En algunos casos los manifestantes ven la raíz de los problemas en Oriente Próximo y en sus países en Irán y en su influencia en la situación en la región. ¿Qué efecto ejercen estos procesos en el equilibrio geopolítico y en la situación en la región? ¿Cuál es su visión de estas protestas populares? No se calman las pasiones y en Iraq hace poco perdieron la vida cerca de 400 personas.
Respuesta: La época en la que se despertaría la conciencia de las masas populares fue predicha por Zbigniew Brzezinski hace unos 20 años, al darse cuenta todos que el pronóstico del fin de la Historia hecho por Francis Fukuyama ni se había hecho ni se haría realidad. En uno de sus libros Brzezinki escribió que el problema principal no era el de lograr un “concierto” entre los agentes geopolíticos clave, sino el de evitar que las revoluciones volvieran a convertirse en algo normal en el mundo. Deberíamos seguramente volver a admirar la perspicacia de este analista y político.
Ahora pasemos a fenómenos concretos. Toda la comunidad internacional ha de entender qué es lo que queremos conseguir. Si queremos democracia traída a Libia, que lo reconozcamos. Otra cosa es que creamos que, por muy autoritario que fuera el régimen de Muammar Gadafi, la estabilidad en el país era indudable y Europa no tuvo que enfrentarse a ningunos problemas por culpa de Libia. Sí que tuvo lugar la explosión del avión en el cielo sobre Lockerbie en 1988, pero fue una tragedia, un caso aislado. Lo mismo es aplicable a Líbano, Irán, Iraq. Mi homólogo estadounidense, Secretario de Estado Mike Pompeo, comentando la situación en Irán hizo en varias ocasiones declaraciones altisonantes, señalando que nadie tenía derecho de privarle al pueblo iraní de la posibilidad de protestar. Al mismo tiempo, ni se oculta que a Washington le gustaría ver cómo el régimen de Irán cambia, de la misma manera que se hizo en Libia e Iraq. Los resultados son conocidos y siempre iguales: la destrucción del Estado, el brote del terrorismo, las oleadas de refugiados, ocurrió lo mismo en Ucrania, a pesar de encontrarse este país lejos del Mediterráneo, pero no del todo lejos. Al llevarse a cabo el golpe de Estado, lo apoyaron enseguida. Nuestros interlocutores estadounidenses hasta ahora intentan dirigir todos los procesos que se operan en Ucrania, asumiendo el papel de sus tutores externos.
Al tener lugar el mismo año una intentona en Gambia, el portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Jeff Ratke, dijo en un tono que no admitía protestas que Washington nunca y en ninguna parte apoyará el cambio de gobiernos por la vía anticonstitucional. Sabrá mejor que yo la manera en la que este tipo de declaraciones combinan con los pasos prácticos que da EEUU.
Por esa razón, por supuesto, el origen de todos estos fenómenos es la situación económica y social de la población, su insatisfacción por el estado de las cosas, el deseo y el anhelo de tener una vida mejor. Los Gobiernos han de reaccionar a ello. Considero que intentar aprovechar estas manifestaciones naturales de la insatisfacción popular, de logar los objetivos geopolíticos de alguien representa un acto irresponsable y contraproducente. Y en vez de la estabilidad denominada “la democracia” recibimos a modo de resultado un verdadero caos y desintegración del Estado. He mencionado a Líbano en mi palabra introductoria. Allí la estructura que fue creada es tratada con mucho cuidado. No se intenta sustituirla con algo que no funciona en dicho país.
Lo mismo ocurre en Irán. Sí que son graves los problemas, también debido a que Washington, de una manera completamente ilegal, ha introducido sanciones contra este país y abandonó el Plan de Acción Integral y Conjunto, mientras que al resto, Irán incluido, se les obliga a cumplir con el mismo. Ni siquiera sé, cómo podríamos caracterizar esta postura, es absurda, completamente surrealista. EEUU prohíbe cumplir la pertinente Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, tras haberla declarado nula para sí mismo. Si la idea de Washington consiste en estrangular a Irán desde el punto de vista económico y provocar el descontento del pueblo, vemos el mismo propósito en el caso de Venezuela. Se está formando un molde, por así decirlo. El esquema es el mismo: se acusa al régimen, como se suele llamar a las autoridades, de todos los pecados habidos y por haber, introducir al mismo tiempo el bloqueo económico, arrestar las cuentas, robar, de hecho, la reserva de oro del país.
Nosotros nos pronunciamos por solucionar cualquier tipo de problemas a través del diálogo inclusivo, sea Venezuela, sea Líbano. Espero que se acabe imponiendo la tradicional sensatez libanesa y la capacidad de llegar a fórmulas de compromiso, en caso de cualquier otro país.
Pregunta (traducida del inglés): Señor Ministro, Usted ha mencionado a Ucrania. En realidad, es un tema que les interesa a todos los países del mediterráneo, de Oriente Próximo y del norte de África, dado que allí arde un conflicto. El próximo 9 de diciembre se celebrará en París la Cumbre del Cuarteto de Normandía, a la que asistirá el Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin. ¿Cuáles son las expectativas reales de dicha reunión? ¿El cese de las hostilidades o, quizás, algo más?
Respuesta: Queremos que el Cuarteto de Normandía propicie el total cumplimiento del fruto de sus actividades, es decir, los Acuerdos de Minsk. El documento en cuestión es resultado de largas horas de negociaciones de cuatro líderes que forman parte del Cuarteto celebradas en Minsk. Fue firmado por los representantes de las partes enfrentadas en el conflicto, es decir, Minsk, Donetsk y Lugansk. En apoyo de los Acuerdos de Minsk fue firmada la Resolución 2202 del Consejo de Seguridad de la ONU. Al dedicarse el régimen de Piotr Poroshenko varios años a indicarnos que Rusia tenía que cumplir los Acuerdos de Minsk, explicábamos que dichos acuerdos debían cumplirse por quienes los habían firmado, o sea, Kiev, Donetsk y Lugansk. Estamos dispuestos a ayudar al proceso de las más variadas maneras, la política, la participación en la Misión de Seguimiento de la OSCE y muchas más. Ahora, tras haber mostrado el Presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, la voluntad de avanzar hacia la paz y, a pesar de todos los obstáculos que van surgiendo, en primer lugar, a causa de las fuerzas ultrarradicales y neonazis, nuestros interlocutores europeos aplauden el progreso alcanzado en el cumplimiento de las anteriores decisiones del Cuarteto de Normandía. Me estoy refiriendo a la separación de las fuerzas y los medios en tres segmentos piloto y el hecho de fijarse sobre papel la llamada fórmula Steinmeier acordada hace más de tres años. El régimen de Piotr Poroshenko se negó en rotundo a cumplir lo acordado por los líderes de los cuatro países. Ahora se suele decir que se logró progresar, porque el Presidente Vladímir Zelenski busca la paz. Es correcto, pero también prueba el hecho de que anteriormente la falta del progreso corría por completo a cargo del anterior régimen ucraniano.
Esperaremos del Cuarteto de Normandía que sean alcanzados acuerdos adicionales que permitan resolver este conflicto y ofrecer garantías estables de la seguridad a los habitantes de Donbás y garantizar sus derechos recogidos en los Acuerdos de Minsk. Seguramente no se puede lograr en un día, pero hemos de mostrarnos pacientes y perseverantes. Cuanto antes se haga, mejor será para toda Ucrania. Por supuesto, en París, en la próxima Cumbre del Cuarteto de Normandía nos gustaría escuchar del Presidente Zelenski qué visión del avance tiene él, porque su entorno, es decir, los altos cargos, los ministros, los parlamentarios de su grupo, Servidor del Pueblo, hacen unas declaraciones muy contradictorias. El Ministro de Asuntos Exteriores, Vadim Pristaiko, por ejemplo, dijo hace poco que ya verían cómo transcurriría la Cumbre de París y después decidirían si seguir formando parte de los Acuerdos de Minsk. Una declaración sencillita, pero bastante interesante. Se hacen declaraciones de que no habrá ninguna amnistía, mientras que es una medida prevista por los Acuerdos de Minsk. Se declara que a lo mejor no merece la pena prorrogar la Ley de estatus especial de Donbás que expira a finales de este mes de diciembre, mientras que ha de fijarse de manera permanente en la Constitución en lo que queda del año. ¿Qué podrían significar estas declaraciones? ¿Cómo cuadras las mismas en los compromisos de cumplir los Acuerdos de Minsk? No lo sabemos y las preguntas no son pocas. Por supuesto, si representantes de las autoridades ucranianas manifiestan que no se puede ni hablar de un diálogo directo entre Kiev, Donetsk y Lugansk, es una postura que pasa por alto todos los compromisos habidos y por haber. Los Acuerdos de Minsk se basan en el diálogo directo entre Kiev, Donetsk y Lugansk. Es importante para nosotros hacernos en la próxima Cumbre de París una idea acerca de la visión que el Presidente Vladímir Zelenski tiene de las formas de cumplir su promesa electoral que es alcanzar la paz en el este de Ucrania.