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Versión taquigráfica de la intervención del Ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en la Universidad MGIMO del MAE de Rusia, Moscú, 1 de septiembre de 2010

1164-01-09-2010

Estimados Don Anatolio y Don Alejandro,

Estimados colegas, amigos,

Me uno a las felicitaciones que se han sonado aquí con motivo del comienzo del año académico. Felicito a quienes han ingresado este año y están presentes en esta sala.

A muchos de nosotros esta Universidad dio acceso a la vida y armó de conocimientos valiosísimos. Existen numerosos ejemplos del éxito alcanzada por muchos graduados de nuestra Universidad. Tenéis de quien tomar el ejemplo y de quien adquirir experiencia.

La colectividad pedagógica y científica de la Universidad siempre respondía y responde a las exigencias más altas que se presentan a la educación superior actual. Los programas docentes reflejan los procesos importantísimos en la vida social, política y económica del país y en el mundo entero. Justamente esta aleación –profesores altamente cualificados, la administración creativa, la disciplina y la constante orientación a las formas innovadoras de enseñanza– le permite a MGIMO educar cuadros prometedores para las instituciones públicas, las estructuras científicas y de negocio y otras muchas esferas en que el hombre puede distinguirse.

Además, MGIMO está lejos de la idea de dormirse en los laureles. Continúa desarrollándose activamente, ocupa firmemente su lugar en la cohorte de los centros de enseñanza superior rectores del país, posee serio prestigio internacional y se adapta eficazmente a los cambios de la situación social y económica, tal y como lo fue en los años cuando experimentábamos los efectos de la crisis financiera y económica global.

No será un secreto si digo que la Universidad sigue siendo el proveedor principal del personal para el Ministerio de Asuntos Exteriores. Casi dos tercios de los contratados en este año para el servicio diplomático son graduados de MGIMO.

El septiembre no sólo abre el año académico sino también el político. Para nosotros el año político actual significa sobre todo la realización eficaz y precisa al máximo de los objetivos planteados en la Conferencia de Embajadores y Representantes Permanentes Rusos celebrada en julio por el Presidente de la Federación de Rusia, Dmitri Medvédev. La Conferencia se tradujo en una conversación concreta que tiene relación directa, entre otras cosas, con el proceso docente y la actividad investigadora de MGIMO y la Academia Diplomática. Se trataba de los asuntos prácticos a la luz de los cambios en la situación mundial y, lo fundamental, a la luz de las exigencias presentadas por la vida a nuestro desarrollo interno.

Por encargo del Presidente se ha desplegado el trabajo para aprovechar las fuentes internas de la modernización. Nuestra actividad política exterior está supeditada ahora a este objetivo. Hemos elaborado los criterios basándose en los cuales podemos juzgar sobre la productividad de nuestras medidas. Esperamos la decisión relativa a la consolidación del papel coordinador del MAE.

El análisis de la situación internacional que presento el Presidente en la Conferencia de Embajadores sirve de una señal poderosa de la orientación positiva a la modernización de la política exterior de Rusia. Esto apoya las posiciones de nuestros socios y correligionarios que también están interesados en superar cuanto antes la herencia de la "guerra fría", tanto al nivel de ideas como en la práctica.

Cuando hablamos de la reorientación a la modernización de nuestra diplomacia, no renunciamos, ni mucho menos, de los principios básicos de nuestra filosofía de la política exterior: el pragmatismo, la apertura, el carácter multivectorial y la promoción sin confrontación de los intereses nacionales. Por el contrario, se trata precisamente del aprovechamiento de esos principios al máximo teniendo en cuenta los actuales imperativos del desarrollo del país. El Presidente lo enfatizó especialmente.

Hoy día el mundo entero se encuentra en la etapa crucial de su evolución. El capitalismo liberal recorrió el círculo durante los últimos 300 años y se topó con los mismos limitadores, sobre todo de carácter moral, que eran parte integrante de sus "dolores de parto". Ello igual bastante a todos frente al desafío de modernización. La nueva realidad impone una nueva agenda en las relaciones internacionales ya que sólo es posible contrarrestar los nuevos desafíos con esfuerzos colectivos, en el espíritu de la responsabilidad solidaria.

La crisis ha cambiado cardinalmente las condiciones de los debates sobre los problemas clave del desarrollo mundial con la proyección a quién y cómo "encarga la música" en la arquitectura financiera internacional, qué representan los "valores comunes", los cuales, si son "comunes", también deben formularse en común y cuáles deben ser los modelos óptimos del desarrollo social y económico.

De la agenda real en la Región Euroatlántica hablan, por ejemplo, las discusiones sobre el llamado fin del progreso, o sea sobre temas, tales como la búsqueda de las vías del mantenimiento del nivel de vida alcanzado en Europa, la adaptación de las demandas de la Humanidad a las posibilidades de la base de recursos del planeta y la relación de la estrategia del desarrollo nacional con la necesidad de garantizar el desarrollo a escala global. En rigor, se trata de la reapreciación del propio concepto del progreso.

Esto está ligado directamente con un tema de los debates internacionales, tal como la "reformatización" del papel del Estado en la economía nacional y global. El conjunto de esos temas figura en la agenda del Foro Político de Yaroslavl cuya segunda reunión tendrá lugar la semana que viene con la participación del Presidente de Rusia, los líderes de otros varios Estados, personalidades políticas eminentes, científicos y funcionarios.

A la luz de la vasta experiencia histórica y la recuperación de la vista causada por la crisis también viene el entendimiento de que la primera obligación de cada miembro de la comunidad internacional consiste en arreglar su propia casa. Ello corresponde a la profunda vedad cristiana del pan de cada día. Ello no significa que no deben haber planes para el futuro, poro deben ser proyecto colectivo.

La condición de Rusia, al igual que cualquier país en el mundo actual, dependerá de la capacidad de realizar una modernización integral. Modernización que no sólo abarcará la política social y económica, incluida la estabilización del sector financiero y la restructuración de la economía, sino también los demás aspectos de la vida social, incluidos la educación, el modo de vida, la conciencia social y la filosofía de las élites políticas. Ello supone asimismo una política exterior basada en los intereses nacionales definidos con precisión, el pragmatismo y la creatividad, rechazando la imparcialidad ideológica.

La situación cualitativamente nueva plantea el objetivo de armonizar nuestras relaciones con todos los socios que puedan ser fuentes externas de nuestra modernización. Ellos, a su vez, necesitan de las posibilidades de Rusia, su potencial del desarrollo y del crecimiento económico, su mercado y sus recursos financieros e intelectuales. Este interés mutuo impone la lógica de penetración recíproca de las economías y culturas, incluidas la práctica y ética corporativa y política.

Además, no se trata de la renuncia a nuestra historia, nuestros valores morales y espirituales, a todo lo mejor lo que dio a nosotros y al mundo la evolución histórica multisecular del país. Se trata de aquella nacionalización de la política exterior, si nos expresamos con el lenguaje del Canciller Alejandro Gorchakov, nacionalización que siempre sigue el período de conmociones que fueron para Rusia los años 90 del siglo pasado.

Todos los críticos de las reformas de Pedro I esquivan escrupulosamente el tema de qué habría ocurrido con Rusia si no hubiera emprendido el camino trazado por él. Y el problema se planteaba con bastante rigidez: o la modernización y la participación en los asuntos europeos en paridad o la conversión del país en material para la reorganización territorial y política de la parte oriental de Europa. Diré que dadas todas las diferencias entre nuestra época y aquellos tiempos el problema sigue siendo actual.

Rusia necesita de alianzas de modernización con los rectores, tales como Alemania, Francia e Italia, y con la Unión Europea en general. Si antes la complementariedad recíproca de nuestras economías se entendía como el intercambio de materias primas por géneros industriales, hoy en día se requiere un enfoque cualitativamente nuevo apuntado a crear el espacio comercial, económico, inversionista, tecnológico y humanitario. La renuncia mutua al régimen de visados entre Rusia y la Unión Europea tendría un significado de transformación para toda la política y práctica europea y euroatlántica. Su mantenimiento puede crear problemas para la realización de nuestros planes comunes. En la Cumbre en Rostov del Don hace tres meses entregamos a los socios el proyecto de acuerdo correspondiente y esperamos una reacción constructiva.

En esa Cumbre se tomó el rumbo hacia la "Asociación para la Modernización". Supone elaborar en común grandes proyectos que permitan aprovechar al máximo las ventajas relativas de las partes y garantizar la estabilidad de nuestras economías con respecto a las eventuales "oleadas" nuevas de la crisis global.

La reciente visita a EE.UU. del Presidente Dmitri Medvédev demostró que la cooperación innovadora crea una agenda positiva también en nuestras relaciones con Norteamérica. Las potencias mundiales más importantes nunca coincidirán en todo. Pero la aspiración de oír al socio y llegar al entendimiento común de la etapa corriente de la evolución mundial crea condiciones para un acuerdo mayor también al nivel de política práctica y para los enfoques de los problemas internacionales concretos.

Por ejemplo, no estamos de acuerdo con todo expuesto en la Estrategia de Seguridad Nacional de los EE.UU. publicada en mayo. Allí hay no pocos elementos tradicionales de la filosofía política que simplemente se han caducado. Pero importa otra cosa, y es justamente lo que nos une: la comprensión de que la base de la seguridad nacional la constituye el interno desarrollo progresivo y estable. También coincide con el nuestro el enfoque integral estadounidense de la garantía de la seguridad, que parte del reconocimiento del carácter limitado de lo que puede hacerse apoyándose en la fuerza militar. También saludamos el viraje hacia la diplomacia multilateral y los esfuerzos colectivos en beneficio de la solución de los problemas comunes para todos los Estados. Todo ello, repito, está presente en la Estrategia de Seguridad Nacional de los EE.UU.

A este respecto, señalarй el libro de Peter Beinart "El síndrome de Ícaro" publicado con auspicios del Consejo de Relaciones Internacional de Nueva York, que contiene un análisis bastante crítico de la filosofía de EE.UU. en la política exterior que determinaba el papel de Norteamérica en la historia mundial del siglo pasado, en sus triunfos y tragedias. La postura del autor y su sinceridad no pueden dejar indiferente a uno. Creo que es un alto estándar de la honradez intelectual. Ello confirma que con la Administración actual, los cambios en Norteamérica pueden convertirse en reales, lo cual reforzaría las bases para el denominador pragmático común en la política exterior entre Rusia, EE.UU. y Europa, para elaborar la cultura del liderazgo colectivo en los asuntos mundiales, junto con otras potencias mundiales rectoras.

Para el siglo XX eran características la superideologización que tenía efectos catastróficos para Europa y el mundo entero, incluidas dos guerras mundiales y la guerra fría. Ahora entendemos qué pérdida insensata de las vidas humanas y recursos materiales fue la lucha de las ideologías que promovían proyectos de confrontación, en ocasiones utópicos. Esa lucha distraía de los problemas verdaderamente existenciales de la Humanidad, incluidas la pobreza global, la degradación del medio ambiente, el cambio climático y las catástrofes naturales y tecnógenas.

Para las actuales amenazas a la seguridad no puede haber soluciones sencillas en el espíritu de la Línea Maginot o proyectos unilaterales de la DAM global. No pueden ser alternativa para la búsqueda de las soluciones mediante las negociaciones para los problemas existentes. Las puestas demasiado altas no dejan lugar para un análisis racional ni para las soluciones realistas bien pensadas. Ese enfoque limitado deberá sustituirse por una visión lata pero a la vez práctica, basada en hechos reales. Es actual también para solucionar el problema como es la modernización del régimen de control de los armamentos convencionales y la consolidación de la confianza y seguridad en lo militar.

Actualmente hay todas las razones para hablar de la predominación de la tendencia a la convergencia al nivel de las ideas y la política. Pero no en el sentido de la unificación, tal como se decía a mediados del siglo pasado, sino en el sentido de la compatibilidad cultural y civilizacional del mundo. Todo ello impone, tal como lo decía el Presidente Dmitri Medvédev en la Conferencia de Embajadores, el cambio del paradigma de las relaciones internacionales no sobre la base del equilibrio de fuerzas sino el equilibrio de intereses.

Nuestra iniciativa de concertar el Tratado de la Seguridad Europea está orientada a concluir el paso en la política euroatlántica de la agenda antigua a la nueva y sentar una base legal sólida para el principio, proclamado en los años 90, de la seguridad igual para todos en la Región Euroatlántica. Sin romper con el pasado, los intereses vitales importantes de los países de la Región seguirán siendo durante largo tiempo rehenes de los antiguos instintos y prejuicios, la inercia intelectual y política de la época de la "guerra fría". Por tanto, el éxito de la Cumbre de la OSCE a finales de este año dependerá de la voluntad política de todos los Estados para efectuar el avance colectivo hacia el futuro cerrando la plana de la incertidumbre de los últimos veinte años.

Todos los pueblos de la familia euroatlántica merecen claridad en nuestros asuntos comunes. Las posibilidades para ese "asalto de cerebros" las preparan diversas plataformas de discusiones, incluida la sesión de la Conferencia de Múnich para la Seguridad que se celebrará en Moscú en octubre.

Esperamos más precisión de nuestros socios de la OTAN. La existencia dual de la Alianza  –entre el pasado y el futuro– se ha demorado demasiado. Lamentablemente, lo prueban las discusiones sobre los preparativos del nuevo concepto estratégico de la OTAN. No puedo dejar de aceptar la opinión de Wolfgang Ischinger y Ulrich Weisser quienes consideran que el informe del Grupo de Sabios redactado como aporte al nuevo concepto estratégico de la OTAN difícilmente puede servir de respuesta estratégica a las iniciativas rusas relativas a la seguridad europea y que una arquitectura de seguridad estable en Europa aparecerá únicamente si la OTAN sabe estructurar correctamente sus relaciones con Rusia.

Quisiéramos que la Alianza concluya su transformación política en un organismo moderno en materia de seguridad y esté dispuesta a participar en la cooperación equitativa con otros jugadores, Rusia y la OTSC inclusive, respetando incondicionalmente el Derecho Internacional, sobre todo la Carta de la ONU.

El aspecto importantísimo en nuestras relaciones prácticas con la OTAN consiste en la necesidad de conseguir un progreso real en la lucha contra el narcotráfico afgano que directamente está ligado con la financiación del extremismo y terrorismo y crea una amenaza para la paz en el mundo que ya se manifiesta de hecho en Rusia y otros muchos países.

Hace un año y medio sacamos la conclusión de la tendencia al refuerzo en la política mundial del nivel regional de gobierno en las circunstancias de la "desglobalización" provisional no sólo relacionada con la crisis financiera sino también con la crisis del sistema internacional entero. Se trata de la intensificación de los procesos de cooperación e integración regional y subregional. Las estructuras regionales tratan de asumir mayor responsabilidad del estado de cosas en sus regiones, tal como lo prevé la Carta de la ONU. Esa descentralización debe sentar una base nueva para la nueva espira de globalización cuyas ventajas se distribuirán más uniformemente por los países y las regiones.

La regionalización de la política global está directamente relacionada también con el espacio de la CEI. El desarrollo de los procesos de integración en la región no sólo se apoya en nuestro recurso histórico común que es enorme sino también en la comunidad de los imperativos del desarrollo. Los objetivos de la modernización son importantes para todos. Es de especial importancia la creación de las condiciones para el funcionamiento en el marco de la CEI del espacio innovador interestatal compatible con el espacio científico y tecnológico europeo. Está apuntado a ello el Programa Específico Interestatal de Cooperación Innovadora de los Estados Partes de la CEI para el período hasta 2020, que se está redactando.

Además, es importante, tanto para los países de la Comunidad como para otros Estados que manifiestan interés por nuestra Región– concentrarse justamente en los objetivos urgentes del desarrollo y no en las tentativas de obtener ventajas geopolíticas en el espíritu de "juegos con el resultado cero". Vimos en agosto de 2008 a qué resultado llevan tales "juegos".

Al igual que en los asuntos internacionales, la estabilidad dentro de los Estados es un valor absoluto y la premisa obligatoria para resolver los problemas que existen. Los sucesos de los últimos años en el espacio de la CEI demuestran convincentemente que ningún proceso positivo –ni social, ni económico, ni político– puede desarrollarse en las circunstancias de la desestabilización. Un ejemplo brillante es Kirguizistán que vivió la segunda "revolución" durante los últimos cinco años. Tratamos de ayudar a mitigar la situación, tanto bilateralmente como por la OTSC y la OCS. Estamos dispuestos para emprender esfuerzos adicionales junto con otros socios para contribuir a estabilizar la situación.

En la política y economía mundial sigue creciendo el papel de la Región Asia–Pacífico. Hoy en día allí comienza a surgir una nueva arquitectura de seguridad y cooperación, más perfecta. Rusia aporta a ese proceso. En la reunión en Jabárovsk en junio de este año el Presidente planteó el objetivo de lograr una integración pletórica de las zonas orientales de Rusia en la RAP. Consideramos que es un recurso importante para garantizar el desarrollo innovador y, en general, social y económico de Siberia de el Lejano Oriente Ruso. Se tendrá que trabajar mucho para realizar los planes de la cooperación que tenemos con los socios clave en la RAP: China e India, como también con Japón, la República de Corea, Vietnam, Singapur y otros países de ASEAN.

Tenemos bastantes éxitos en el derrotero latinoamericano. Durante los últimos años las relaciones políticas con los países de esa región que rápidamente cobra fuerza han entrado en un nivel cualitativamente nuevo. Hoy día se requiere transformar este capital político en proyectos conjuntos en los sectores avanzados.

Se han avivado sustancialmente nuestros vínculos con África. A medida que se resuelvan los problemas graves del Continente, su enorme potencial de recursos será uno de los factores clave del desarrollo mundial. Estamos dispuestos a ayudar a nuestros socios africanos fomentando y consolidando la antigua solidaridad de nuestro país con sus esperanzas justas.

La diplomacia multivectorial de red es respuesta a la nueva realidad, incluyendo la "dispersión de la fuerza global": la político-militar, la económica, la financiera, la "blanda" y cualquiera otra. Esa realidad supone formas flexibles de colaboración de diversos grupos de Estados a fin de garantizar los intereses coincidentes, tal como se hace en el Grupo de los Veinte, el G-8 y en el marco de BRIC. Importa calcular las eventuales variantes del desarrollo de esos procesos determinando las configuraciones óptimas para solucionar tal o cual problema.

Quisiera detenerme aparte en la situación en torno a Irán. No simplemente porque su programa nuclear suscita preocupación en el mundo, no porque el tema incluso rebasa el marco de la no-proliferación de las armas de exterminio masivo, sino también porque adquiere el significado de uno de los problemas más importantes de la política global.

Por supuesto, la parte iraní, y lo decíamos reiteradamente directamente a nuestros socios iraníes, debe garantizar el nivel requerido de apertura y cooperación con la OIEA que actúa en nombre de la comunidad internacional y con el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU. La claridad no sólo es necesaria sino que respondería a los intereses de Irán.

Al mismo tiempo, gran responsabilidad la asumen los que participan en la búsqueda de la solución aceptable para todos. Me refiero, ante todo, a los participantes del Grupo de los Seis que a veces es llamado "5 más 1" o "3 más 3". En este Grupo trabajan Rusia, EE.UU., China y la Unión Europea. El Grupo es bastante representativo, y en sus recomendaciones se basa la política de la comunidad internacional relativa al problema iraní. Partimos, ante todo, de aquella verdad fundamental que ningún problema del mundo actual tiene solución de fuerza.

En la Conferencia de Embajadores el Presidente expuso nuestra visión del arreglo integral en el contexto regional, como el único posible, es decir teniendo en cuenta todos los factores de aquella gran región muy intranquila. El problema del programa nuclear iraní es de carácter sistémico que atañe, entre otras cosas, no lo ocultemos, a la imperfección del régimen vigente de la no-proliferación de armas nucleares. Así que el enfoque de su solución también debe ser sistémico y basado sin falta en el Derecho Internacional. Al igual que en un tribunal, la justicia no sólo se debe administrar sino que todos deben ver que se administra precisamente la justicia en la acepción lata de la palabra.

Hemos señalado más de una vez que las sanciones, por regla general, no surten resultados deseados. Su papel consiste en dar una señal, estimular el proceso de negociaciones. Sin hablar ya de que es imposible aislar un país como Irán sin consecuencias graves para la región y el mundo entero.

Hay que analizar sensata y honestamente la estrategia eventual de la comunidad internacional antes de emprender acciones algunas que nos hagan rehenes del curso incontrolado de los sucesos. No importa con qué dificultades tropecemos, y habrá muchas, en todo caso se tendrá que ponerse de acuerdo, y cuanto antes nos ocupemos en negociaciones serias, tanto mejor.

A este respecto sólo puedo saludar la reciente confirmación por el Presidente de EE.UU. Barack Obama de su línea para normalizar las relaciones con Irán. A juzgar por todo, en Washington entienden que los pasos acordados para incorporar Irán a las negociaciones, incluso para solucionar los problemas regionales, permitirán influir positivamente sobre los cálculos e intenciones de la parte iraní.

Se podrá comenzar por medidas de confianza, tales como el suministro del combustible para el Reactor Experimental de Teherán (hemos valorado altamente las iniciativas correspondientes de Brasil y Turquía) y por la colaboración relativa a la estabilización en Afganistán. Irán puede desempeñar realmente un papel muy positivo en este sentido.

Un aspecto de principio: las acciones de todos los miembros de la comunidad mundial deben ser solidarias, es decir deben realizarse sobre la base la responsabilidad recíproca. No podemos aceptar el que paralelamente con los esfuerzos colectivos en el Consejo de Seguridad de la ONU los socios toman decisiones unilaterales de las sanciones, incluidas las extraterritoriales, que socavan la propia base de las acciones conjuntas sucesivas.

La Región del Próximo y Medio Oriente está sobrecargado por las crisis. Baste mencionar el conflicto árabe-israelí. Ya no puede haber razones algunas para que no esté arreglado, máxime porque actualmente el enfrentamiento de bloques está en el pasado. Las partes deben rechazar las ideas medievales e incluso antediluvianas sobre cada cual y empezar a ponerse de acuerdo. La reanudación, espero que mañana, de las negociaciones palestino-israelíes directas proporciona una probabilidad para ello. La base para el acuerdo está presente en las Resoluciones de la ONU, en la Iniciativa Árabe de Paz y en los documentos del "cuarteto".

En un plano más amplio se requiere una estrategia integral para solucionar todos los problemas interdependientes clave del Oriente Próximo, lo cual supone, no en el último lugar, la prevención allí de la carrera de armamentos nucleares. No se puede dejar que se repita la historia. El arma nuclear no garantiza la seguridad. Por tanto contribuíamos activamente en la Conferencia de Examen de los Estados partes del Tratado de la No-Proliferación de Armas Nucleares (TNPAN) en primavera de este año a que se tomara la decisión de celebrar en 2012 la Conferencia Internacional para crear en el Oriente Próximo la zona libre de las armas nucleares y otras armas de exterminio masivo y sus vehículos.

Esa Región ya fue objeto de la desestabilización desde fuera con fines de "restructurarla" para intereses ajenos y según patrones ajenos. Nadie ganará si se desata allí una nueva confrontación de gran envergadura, todos perderán.

Se sabe que la política es ante todo la habilidad de optar. Quisiéramos que todos opten por la estrategia colectiva que ayude a solucionar los problemas y no cree los problemas nuevos.

Mañana, el 2 de septiembre, es el 65є aniversario de la Victoria en el Lejano Oriente, Día del Fin de la Segunda Guerra Mundial. Estoy convencido de que la memoria de la Victoria de los pueblos de la URSS en la Gran Guerra Patria siempre será fuente de nuestra fe en nosotros, nuestra fe en el futuro de Rusia. La Unión Soviética rompió el lomo a las huestes del Tercer Reich, además, contrariamente al estalinismo, pese a sus crímenes que sólo aumentaron la carga de nuestros abuelos y padres, de toda la generación de guerra. El factor principal de la Victoria fue la capacidad del pueblo para el sacrificio. No es casual que justamente este tema es menospreciado por quienes se ocupan en falsificar la historia de aquella guerra, quienes no dejan lugar para la moral en las relaciones internacionales. Una respuesta digna a tales falsificadores fue el desfile militar en Moscú el 9 de mayo de este año, cuando atravesaron solemnemente la Plaza Roja subdivisiones de las Fuerzas Armadas de todos los países de la CEI, Gran Bretaña, Polonia, Francia y EE.UU.

En todas las etapas del complicado camino histórico de nuestro país –rico en sucesos trágicos y en logros sin iguales– es imposible representar a Rusia aisladamente, fuera del contexto circundante. Tampoco es posible representar la historia europea y mundial –con todas sus catástrofes y triunfos del intelecto humano y del espíritu humano– sin Rusia, sin su aporte económico, financiero, cultural y civilizacional, sin el aporte hecho por sangre y sudor, por víctimas y destrucciones.

Actualmente, basándose en los resultados de la otra espira de la globalización, es difícil representar el futuro de Rusia fuera del mundo circundante., al igual que el futuro del resto del mundo sin el futuro de nuestro país.

El rumbo hacia la modernización le proporciona a nuestra diplomacia objetivos claros que se entienden dentro del país y en el exterior. Nos lleva al vasto espacio estratégico en los asuntos internacionales ampliando el horizonte político exterior en todos los acimuts y ayuda a reforzar nuestra política de la promoción de la agenda internacional positiva.

La modernización supone el desarrollo sucesivo de las instituciones democráticas, la sociedad cívica, los mecanismos constructivos de comunicación, la interacción de las culturas y religiones. El papel del MAE en este proceso debe comprender, de un lado, el intercambio de la experiencia con los socios, la asistencia a la implantación de ideas y logros avanzados y, del otro lado, la protección de los intereses de los rusos en el exterior y la participación activa en el perfeccionamiento de los estándares internacionales en la esfera humanitaria y, claro está, en el control de su cumplimiento.

Un recurso sustancial consiste en incorporar más al proceso la diplomacia parlamentaria, los partidos políticos, las organizaciones no gubernamentales, la comunidad de expertos y los hombres de negocios rusos. A este efecto se está instituyendo el Consejo Ruso para los Asuntos Internacionales y la Fundación de Apoyo de la Diplomacia Pública "Alejandro Gorchakov". La cooperación con las organizaciones religiosas es importante para el diálogo interreligioso e interconfesional, la consolidación de la conciliación nacional y para promover los procesos de pacificación.

Es necesario asimismo aprovechar más el potencial intelectual y profesional de nuestros compatriotas en el exterior, sus ideas y propuestas que tomen en consideración sus conocimientos de Rusia y su experiencia en el país de residencia.

Tal y como subrayó en la Conferencia de Embajadores el Presidente Dmitri Medvédev, la diplomacia moderna debe ser flexible y capaz de resolver el conjunto de problemas que afronta Rusia como parte integrante del mundo global. Es sumamente importante reforzar y renovar continuamente el instrumental de la política exterior.

Hoy en día la diplomacia hs salido al "campo", a los "puntos calientes" y colabora con los militares y los especialistas civiles y el negocio. El instituto de seguimiento internacional de las elecciones ha pasado a ser un instrumental político importantísimo.

Todo ello requiere poseer infaliblemente los métodos del trabajo en la política exterior y ser capaz de concentrar rápidamente los recursos en los derroteros estratégicos. Crece, como nunca, la importancia del trabajo con los medios de comunicación a cuyos representantes aquí saludo calurosamente. Es preciso explicar rápida y exactamente, con lenguaje claro la postura del país con respecto a los problemas internacionales.

Aquellos de vosotros quienes elegirán la carrera diplomática tendrán que estudiar este arte en el MAE y en nuestras instituciones en el exterior apoyándose en los conocimientos y hábitos recibidos en MGIMO y la Academia Diplomática.

A propósito, no será una exageración si digo que MGIMO de por sí es uno de los instrumentos reales de nuestra diplomacia. Es un centro educativo y de investigaciones de escala internacional. Hoy estudian aquí más de 700 estudiantes de más de 50 Estados. Muchos graduados de MGIMO de los años pasados han alcanzado éxitos en sus países: en la gran política, en la diplomacia y en otros derroteros del servicio público, en el periodismo, en el sector corporativo, como también muchos trabajan en las organizaciones internacionales. La red de contactos amistosos que mantienen los graduados de MGIMO en el mundo entero refuerza el factor humo en las relaciones.

Propiamente dicho, esto es lo que se llama "fuerza blanda". Ese papel de MGIMO contribuye de hecho al fomento del potencial mundial intelectual, científico y cultural y a la percepción objetiva de Rusia en el exterior.

Saludo una vez más   y deseo que la Administración, los profesores y los estudiantes tengan éxitos.

1 de septiembre de 2010


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