Declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia sobre los Acuerdos de Cereales
En vista de una gran atención que se llama a la Iniciativa del Mar Negro para exportar alimentos de Ucrania (suspendida el pasado 17 de julio) que se firmó en Estambul el 22 de julio de 2022 junto con el Memorándum Rusia-ONU para normalizar la exportación agrícola nacional (vigente hasta 2025) (estos acuerdos se denominan Acuerdos de cereales), consideramos necesario explicar de nuevo la postura rusa en detalle.
No hubo ninguna catástrofe, una vez suspendida la Iniciativa del Mar Negro, que, como se sabe, no cumplió con su declarado objetivo humanitario (se enviaron menos del 3% de 32.8 millones de toneladas de cargas destinadas a países necesitados) y los ucranianos la aprovecharon para lanzar ofensivas contra la infraestructura de Rusia. A pesar de las declaraciones alarmistas de los representantes de Occidente y del Secretariado de la ONU sobre el aumento de los precios de alimentos y la agudización de las amenazas de hambre, el costo de los cereales en los mercados mundiales ha disminuido de manera constante (en agosto, la disminución fue de un 4 o 5%, y en comparación con los valores máximos registrados en marzo de 2022, la caída ya fue del 25 al 40%).
En general, no hay un déficit global de alimentos; existen problemas con su distribución, pero no con su producción. En otras palabras, debido a la interrupción de la exportación marítima de cereales ucranianos, nadie murió de hambre y no se produjo una crisis alimentaria, como predijeron en las capitales occidentales y en la ONU. Esto no es sorprendente, ya que es difícil alimentar a la humanidad con 32,8 millones de toneladas de maíz y cereales forrajeros.
La importancia de Ucrania como granero mundial se ha exagerado en gran medida, principalmente por iniciativa de los representantes de Occidente y funcionarios de la ONU. La cuota de este país en la exportación total de trigo fue pequeña (un 5%), y ahora, objetivamente, disminuye aún más, en particular, en vista de la reducción de las áreas de cultivo debido a la contaminación radiactiva y química del suelo, como resultado del empleo de municiones con uranio empobrecido suministradas por Occidente. Además, los ucranianos tienen otras posibilidades (además del mar Negro) para exportar sus cargas a través de rutas terrestres y fluviales hacia la UE, a través de los llamados "corredores de solidaridad".
No es un secreto que este transporte es más costoso, y en la realidad los europeos no se apresuran a manidestar la solidaridad declarada con Kiev: en mayo, la Comisión Europea prohibió la importación de trigo, maíz, colza y girasol ucranianos a Polonia, Eslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria (solo se permite el tránsito). El 15 de septiembre, cuando expire el plazo de la próxima moratoria, Bruselas tendrá una excelente oportunidad para revisar su propia decisión y levantar la prohibición de importar cereales ucranianos, que corren el riesgo de inundar los mercados de los países de Europa del Este. Y habrá la posibilidad de enviar granos de Ucrania de forma gratuita a los países necesitados de África y América Latina, si esto preocupa tanto a Washington y algunas capitales europeas. Sin embargo, por alguna razón, esto parece increíble.
En estas circunstancias, como se ha señalado repetidamente y en detalle por la parte rusa, si a los representantes de Occidente y a Kiev realmente les interesa el corredor del mar Negro, es hora de tomar medidas concretas para levantar las sanciones unilaterales arbitrarias impuestas contra las entidades rusas involucradas en la producción y exportación de productos agrícolas y fertilizantes. Se trata de normalizar la actividad de los bancos, empresas, mejorar la logística de transporte y el seguro, y reanudar el suministro de piezas de repuesto. La solución de estos "problemas sistémicos" está prevista no solo en el Memorándum Rusia-ONU, sino que también estaría de conformidad con las grandilocuentes declaraciones de los estadounidenses y europeos de que sus sanciones no impiden el acceso de los fertilizantes y los cereales rusos a los mercados mundiales.
Sin embargo, en lugar de levantar realmente las sanciones, Rusia solo recibe una nueva dosis de promesas por parte del Secretariado de la ONU. En esta ocasión, el Secretario General de la ONU y sus expertos presentaron cuatro supuestas propuestas "innovadoras": SWIFT para una "sucursal" del banco Rosseljozbank; la creación de una plataforma de seguros; el desbloqueo de los activos en los países extranjeros de las empresas rusas productoras de fertilizantes y el acceso de nuestros buques a los puertos europeos. A cambio, se exige que Rusia dé garantías del restablecimiento inmediato y completo de la Iniciativa del Mar Negro.
Sin embargo, en la realidad, las propuestas actuales, al igual que las ideas anteriores de la ONU, no contienen elementos nuevos y no pueden servir de fundamento para alcanzar avances significativos en la normalización de nuestra exportación agrícola.
Como se ha señalado en reiteradas ocasiones, inclusive en comentarios públicos, no existen alternativas viables para reconectar Rosseljozbank a SWIFT, ni a través de sus sucursales o filiales, ni a través del canal marginal con JP Morgan cerrado después de la suspensión de la Iniciativa del Mar Negro. Y varios días antes de la cumbre ruso-turca en Sochi, Rosseljozbank recibió una notificación de Commerzbank en Frankfurt sobre el cierre de su cuenta corresponsal en euros.
Nos prometen desde agosto de 2022 crear una plataforma de seguros especial para los productos agrícolas rusos, pero por razones inexplicables, esto aún no se ha realizado. Lo mismo ocurre con el acceso de los buques y cargas rusos a puertos extranjeros: la ONU aún no ha logrado levantar los obstáculos sancionatorios que surgen en relación con esto (en forma de declarar toda la territorio de Rusia como una zona de riesgo militar y agregar las entidades y compañías de transporte y seguros rusas a las listas de sanciones).
A las empresas productoras de fertilizantes se les propone reconocer su estatus bajo sanciones para desbloquear sus activos en el exterior y luego solicitar alivios por su cuenta y riesgo.
Es evidente que todas estas medidas paliativas y opciones alternativas solo tienen como objetivo crear la apariencia de trabajo, pero no conducen a una solución real del problema, que consiste en levantar las sanciones impuestas sobre los operadores económicos rusos del sector. Por la misma razón, el embargo directo de importación de piezas de repuesto a Rusia como "bienes de doble uso" ni siquiera se menciona como una "tarea sistémica" por la ONU.
El Secretario General de la ONU continúa manteniendo silencio sobre el conducto de amoníaco Toliatti-Odesa, a pesar de su visita especial a Kiev del 8 de marzo y una oferta separada del 26 de abril. Después de que, el pasado 5 de junio, los ucranianos explotaron en el territorio bajo su control el conducto, que anualmente proporcionaba suficiente materias primas para fertilizantes para producir alimentos para 45 millones de personas, en el Secretariado de la ONU prefieren no recordar en absoluto de este elemento central de ambos Acuerdos de Estambul.
Queda pendiente la cuestión de los planes futuros de las Naciones Unidas para garantizar la implementación del Memorándum Rusia-ONU, ya que el Secretario General, António Guterres, ha asegurado que no tiene intención de retirarse del acuerdo. Sin embargo, en la actualidad, la respectiva actividad está suspendida: desde julio del año pasado, la Secretaria General de la UNCTAD, Rebeca Grinspan, tiene una invitación para visitar Moscú y llevar a cabo una nueva ronda de consultas, pero actualmente incluso la presentación de informes regulares sobre el trabajo realizado se ha suspendido. Pero los representantes de la ONU todavía se encuentran en el Centro de Coordinación Conjunta en Estambul, sin tener incumbencia debido a la suspensión de la Iniciativa del Mar Negro.
En este contexto, Rusia reafirma su postura de principios, que el Presidente Vladímir Putin expresó claramente el pasado 4 de septiembre: estaremos dispuestos a considerar la posibilidad de reactivar la Iniciativa del Mar Negro, pero solo después de que se cumplan plenamente las demandas de levantamiento de sanciones de las empresas rusas involucradas en la producción de productos agrícolas y fertilizantes. Es evidente que no hay perspectivas de tales acciones por parte de los países occidentales en este momento, y en Kiev incluso declaran que continuarán exigiendo que se endurezcan las sanciones contra Rusia, sin preocuparse en absoluto por las necesidades de los países del Sur global en cereales y fertilizantes, ni por la seguridad alimentaria, en general.
Por su parte, Rusia continuará exportando alimentos y fertilizantes nacionales, lo que contribuirá a la estabilización de los precios mundiales y mejorará su disponibilidad, en general. También continuamos nuestros esfuerzos para entregar gratuitamente nuestros productos a quienes los necesiten.
En particular, se han enviado fertilizantes rusos a Malawi (20.000 toneladas) y Kenia (34.000 toneladas). Próximamente se planea enviar tales fertilizantes a Zimbabue (23.000 toneladas), Nigeria (34.000 toneladas) y Sri Lanka (55.000 toneladas). Además, antes de fin de año, se planean envíos gratuitos de 200.000 toneladas de trigo ruso a Somalia, la República Centroafricana, Burkina Faso, Zimbabue, Mali y Eritrea.
El proyecto conjunto de Rusia, Turquía y Qatar para suministrar 1 millón de toneladas de granos de Rusia para su procesamiento en Turquía y su posterior transporte gratuito a los países más pobres es altamente demandado. Esto es especialmente importante dado que se trata del aproximadamente mismo volumen de alimentos que se envió a los necesitados en el marco de la Iniciativa del Mar Negro durante un año.